Nota de NCSJB: Nos honra publicar el presente escrito del camarada
oriental Andregnette Capurro, incansable luchador por la verdad histórica, en
el cual nos enseña con su acostumbrada sapiencia y didácticas formas, los
sucesos que terminaron por imponer el régimen que trajo el caos hoy reinante en nombre de la diosa
democracia.
Con una extensión mayor a la que solemos publicar en
forma de artículo, consideramos importante tomarse un tiempo y disfrutar del
presente escrito, que sirve para esclarecer y desvelar las tergiversaciones que
construyeron esta “historia oficial”, que terminó convirtiendo en héroes a villanos.
A 75 AÑOS DEL FINAL DE LA GUERRA QUE DEJO A MEDIO
MUNDO EN MANOS DE LA
TIRANIA ROJA Y CON CIUDADES ANIQUILADAS CON BOMBAS ATÓMICAS
La propaganda y la penetración subliminal de las
emociones ha desempeñado un importante papel de la política interior y exterior
en todas las partes del mundo. Pero durante la Segunda Conflagración y en los
años de la post-guerra alcanzó en una escala que hoy ha llegado a la
robotización de los seres humanos que son manejados al estilo que
proféticamente describió George Orwell en su trabajo que tituló “1984” .
Corría 1948 y, ya la Guerra Fría había
comenzado. Ella fue proclamada por un hombre de Yalta. Nos estamos refiriendo
Winston Churchill que en marzo de 1947 señaló, ante el mundo, a su antiguo
aliado el bestial Stalin como enemigo del mundo. Como aprecia el camarada
lector, corrían los meses en que los vencedores de la guerra mundial habían
dado fin a la “orgía de Yalta” (febrero de 1945) durante la cual se habían
repartido el mundo entre el feroz Stalin con el Capitalismo del Estado
Bolchevique y sus amigos y socios los “señores” Winston Churchill y Franklin
Delano Roosevelt. Estos sí, representantes conspicuos de las criminales plutocracias
del Occidente.
Pocas semanas después de aquellas “fiestas”, a
orillas del Mar Negro, es decir en mayo, daba principio al final a la Segunda Guerra
mundial (el imperio japonés en tanto continuaba la lucha) con la doble
rendición de Alemania obligada a humillarse ante los jefes militares
plutócraticos y al día siguiente ante a las hordas Comandadas por el “mariscal”
Stalin en ese momento deificado por TODOS los medios de comunicación del Mundo,
como defensor de los valores de la civilización Greco Romana. Escarnio mayor no
habían conocido los siglos. De todas maneras, faltaba el colofón de ese año
terrible de 1945. El “maravilloso” final se dio en agosto, cuando las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki desaparecieron en segundos pulverizadas por
sendas bombas atómicas lanzadas sin aviso por los “defensores” de la paz, la
democracia y los derechos humanos.
Los “personajes elevados en esos días de sangre a “mesías”
de la era paradisíaca que amanecía, fueron para la VERDAD histórica los
CRIMINALES DE GUERRA: Josif Stalin, Winston Churchill y Salomón Truman,
entonces presidente de los EEUU, en sustitución de Delano Roosevelt que había
sido llamado, el 12 de abril de ese mismo año, para presentarse a ocupar un
sitial de relevancia en los Infiernos que Dios Nuestro Señor en su infinita
justicia, tiene preparados para los monstruosos criminales. Caben, para el Presidente
yanqui, el de la sonrisa hipócrita, mostrando con orgullo sus dientes de animal
prehistórico, así como también, para cada uno de sus cómplices, que ya no
descansan en paz, las palabras que Cristo Jesús dedicó al traidor deicida Judas
Iscariote: “Mas le valiera no haber nacido”.
Todo esto se ha callado en la propaganda subliminal
de estas semanas, que, encontramos en la prensa escrita, y nos estamos
refiriendo concretamente a “El País” de Montevideo con fecha 17 de mayo del
corriente año. En su página editorial tropezamos desagradablemente con la
presencia de un largo artículo titulado “75 años” cuyo autor Julio Ma.
Sanguinetti no teme a las medias verdades a designio para renovar la condena al
Reich de 1945 en la misma forma que se había condenado con un Diktat sádico a la Alemania del Kaiser en
1919 durante las locas jornadas de Versalles.
La derrota germana de 1945, por sus consecuencias de
horror que persisten hasta nuestros días “no es una memoria congelada” Por todo
ello, y con justicia se ha dado en llamar, siguiendo al historiador mejicano
Salvador Borrego, la “DERROTA MUNDIAL”. En el artículo del diario al que
hicimos referencia líneas arriba, y en un recuadro, con gruesas letras en negrita
leemos: “Hace 75 años terminó la Segunda Guerra mundial, una dramática lección
sobre la intolerancia y el dogmatismo”. El golpe artero que se aplica a la Verdad histórica, se frena
y fracasa en principio, leyendo el título de este trabajo. Los que creemos fervorosamente que el primer
deber de la historia debe ser la VERDAD, no nos rendiremos jamás a las
falsedades dogmáticas que mutan en “políticamente correctas”, para lavar la
mente de los libres que arden y andan en las calles.
A esta altura de nuestro alegato, consideramos
necesario trasladar al juicio de nuestro lector consideraciones y condenas
referentes a la
Conferencia de Versalles. Ésta fue la auténtica Caja de
Pandora de la que salieron todos los males del mundo nacidos del odio de los
albañiles esotéricos munidos de compases y escuadras.
Tal vez el tripunte de mayor importancia de aquellos
días versallescos se conoció como Wodrow Wilson presidente de los EEUU, quien
había conseguido hacer entrar a su patria en la contienda europea. El anzuelo
había sido, como en el caso del acorazado “Maine” que explotara en la rada de la Habana (1898), y, como se
probó años después, mediante la manipulación de manos norteamericanas. De esa manera
consiguieron desatar la guerra con España a la que expulsaron del Caribe, logrando
los yanquis, finalmente, apoderarse no solo de Cuba sino incorporar a los
territorios hispanos del Océano Pacífico.
El largo párrafo anterior, viene a cuenta porque la guerra de la cual participaron
mediante la perfidia los EEUU de 1917 lo fue, también, una criminal maniobra
marítima.
De todas maneras, debemos decir algo sobre ella, por
lo que aquí van las siguientes aclaraciones históricas. La situación se dio con
el hundimiento del transatlántico “Lusitania” el que con muchos pasajeros pero
con sus bodegas abarrotadas de armas las que, bajo la bandera “neutral” de las
barras y estrellas, viajaban hacia Gran Bretaña que se encontraba en plena
guerra con los imperios de Austria, Hungría y Alemania. Un submarino germano,
alertado, hundió ese transporte de lujo que violaba toda norma de guerra.
Penoso hundimiento, pero el gobierno de Washington sabía a lo que exponía a sus
pasajeros inocentes. La maquiavélica entrada en el conflicto europeo fue
aderezada por la prensa “libre del poder del dinero”. Lo señalado entre
comillas va de barato ya que, nunca hubiera podido desarrollar de otra manera
conociendo la moral Tartufesca de los “rubios del norte”.
En el Palacio de Versalles, ese edificio hermosísimo,
obra del Rey Sol como se conociera al Gran Luis XIV, fue invadido por el Poder
Invisible e Increíble y en sus salones de ensueño se dibujaron mapas que, para
quien conociera la historia de Europa, eran poderosas bombas de tiempo.
Alemania fue humillada hasta lo indecible. Veamos el tema sucintamente.
No podía tener sino un pequeño ejército, la marina,
de acuerdo a su tradición, le estaba casi vedada. Todo lo debió firmar tal como
se le presentaba, mecanografiado con puntos y comas. Fue lo que se llamó el
“Diktat”. Un mamotreto que establecía la pérdida de enormes territorios, en los
cuales se dejaban a la buena de Dios, a millones de germanos detrás fronteras
extrañas. Con un largo corredor de más de cincuenta kilómetros de ancho dividieron
al Reich (por decisión unilateral de los “dioses”) en dos partes. Por un lado, la
gran Alemania y por el otro el glorioso solar de los Junkers y los filósofos.
Sí, esa era la tradicional austera Prusia con la ciudad de Konisberg, levantada
por los guerreros, como capital. El Corredor seria por siempre territorio
polaco a cuyo Estado se le entregaba de hecho la ciudad de Dantzig por siglos y
siglos alemana y por lo tanto poblada en un ciento por ciento por tudescos.
Miles de ellos, eran descendientes de los Caballeros Teutónicos que habían
luchado por la Cristiandad
hasta más allá de Memel en territorios que, luego fueron las fronteras
cristianas de Estonia, Letonia y Lituania.
La cruz negra con sus cuatro brazos iguales sobre
fondo blanco que mostraban con orgullo santo las alas de los aviones germanos y
los carros de guerra, así como los seculares estandartes que llevaban ese mismo
signo que, vale decirlo, no era otro que el que caracterizaba a la gloriosa
Orden Monástico Militar medieval que citamos más arriba y que, había tenido
nada menos que a Dantzig como ciudad centro.
En otro aspecto, y ahora volviendo otra vez a
Versalles, (siempre Versalles) éste masónico sínodo desconoció democráticamente
un plebiscito, por el que Austria había decidido incorporarse a la Alemania para formar un
solo Reich. Esa decisión fue solo la postergación de lo que en Alemania se
conoció como el “Anschluss” que recién se concretaría en marzo de 1938, bajo la
conducción de otro austriaco llamado Adolf Hitler, entonces Fuhrer de Alemania.
Por otro lado, en una de las reuniones versallescas
se pergeñó, apuntando el corazón del Alemania, a un “Estado” absolutamente
grotesco al que se denominó Checoeslovaquia y que como una lanza se clavaba en vital
zona germana. Era el gendarme inventado para controlar al Reich y contra toda
lógica se instaló un gobierno bajo la dominación de los checos encarnados en
Benes, el “presidente” que, desde la ciudad de Praga ordenaba los principales
puestos de gobierno dejando de lado numerosas etnias. El “absurdo y democrático
Estado” se componía de cientos de miles de alemanes (llamados “Sudeten”) así,
como de un millón de magyares, eslovenos y polacos. Todos componía el armazón
de una bomba de tiempo que inevitablemente debía estallar, tal como sucedió en
setiembre de 1938.
El asunto de los “sudeten” que deseaban volver a ser
alemanes inició el proceso. La situación se tensó y puso en peligro la paz de
Europa. Ella fue salvada por Mussolini quien propuso una conferencia en Munich,
presentando una fórmula que hacía justicia a los justos reclamos. Los “sudeten”
consiguieron su auto determinación y se reincorporaron al Reich
Nacionalsocialista, Eslovenia fue independiente con el católico Monseñor Tisso
a su frente, en tanto Hungría recuperaba 400.000 kilómetros
cuadrados con un millón de magyares. En la misma situación, Polonia, recuperaba
posiciones que había exigido.
En los meses siguientes el aborto Versallesco
wilsonista se disolvió como un terrón de azúcar en una taza de café. Ahora a
vuelo de pájaro digamos algo de los Balcanes. En Versalles siempre con Wilson
de padrino, se parió otro monstruo llamado Yugoeslavia que bajo el duro puño de
los serbios agrupaba a croatas, montenegrinos, griegos, dálmatas y muchas razas
más. Esta anomalía contra natura llegó a sufrir la tiranía del bolchevique
“mariscal” Tito, terrorista partisano, ayudado por los demócratas occidentales
en la post guerra del 45.
Con el terror de José Brozip (Tito) se mantuvo el
engendro. Pero el mal llegó a su fin poco después de la muerte del misterioso
Tirano con la cruel inevitable y guerra balcánica de 1996-99, que dio al traste
con aquel amasijo inventado por las cabezas adormecidas con el excelente champagne
bebido por los diplomáticos visitantes nocturnos del Moulin Rouge parisino.
Pero no todo era locura y fiestas. Había pese a todo
cabezas pensantes que no podían aceptar como vedados por mandato del Gran
Arquitecto de la teogonía masónica, lo pactado en Versalles. Atendamos como
primer ejemplo una parte del informe rubricado por el político inglés Loyd
George quien señalaba con fecha 25 de marzo de 1919 lo que transcribimos a
continuación: “La injusticia y la arrogancia empleadas a la hora del triunfo no
serán perdonadas ni olvidadas nunca más…
Para mí, la razón más fuerte de una guerra futura,
sería que el pueblo alemán, quien, sin duda, se ha demostrado como una de las
razas más vigorosas y potentes del planeta, se viera circundado de numerosos pequeños
Estados formados, los más de ellos, por pueblos que nunca habían creado un
Gobierno estable, y cada uno de los cuales abrace abundantes masas alemanas que
reclamen, en cambio, su reunión con la patria”.
Estas consideraciones, que pueden calificarse de
verdaderas profecías fueron olvidadas. De la misma forma, se desdeñaron las
posiciones de Sus Santidades los Pontífices de la Santa Iglesia
Católica quienes estigmatizaron el instrumento surgido en la Francia jacobina,
con el asentimiento del Kahal internacional. Benedicto XV, condenó el Tratado
de Versalles por la “falta de un elevado sentido de justicia, la ausencia de
dignidad, moralidad y nobleza cristiana”. Pio XI, en su Encíclica “Urbi arcam”
del 26 de diciembre de 1922 deploraba “una paz artificial, llevada al papel,
que en lugar de despertar nobles sentimientos incrementa y legitima el espíritu
de la venganza y el rencor”. Mussolini en 1921, siendo centro de un formidable
movimiento de pueblo, que clamaba indignado por la forma despectiva con que se
había tratado a Italia en Paris, afirmaba que, el dilema era: “una nueva guerra
o revisión de los Tratados de 1919” .
Cuando el 16 de noviembre de 1922, el rey Víctor
Manuel III llamó a Mussolini para formar gobierno, el entonces designado Premier
y ya Dux, quien encabezara la pueblada gloriosa conocida como “Marcha sobre
Roma”, señalaba en su discurso asunción: “Desde este momento, la tesis italiana
en lo exterior sostendrá que Europa deberá elegir entre una paz viva y una paz
muerta. La paz de 1919, ha
dividido el mundo en poderosos e inermes, en ricos y pobres. Tan solo un
equilibrio soportable hace tolerable una convivencia entre los pueblos; es
decir hace posible la paz, una paz fundada en la injusticia es ya una paz
muerta. Si la injusticia radica en los tratados hay que revisarlos a todos y
esto debemos decirlo, cuando todavía no están secas las firmas de Versalles”…
En la misma línea insistió cuando firmó los Pactos
de Locarno y Stressa, Refiriéndose a la
Liga de las Naciones. Oigámosle en 1932: “La revisión de los Tratados
de Paz debe ser impulsada dentro de la
Liga , como se admite y reconoce por la Convención misma en el
Artículo 19. Aquellos que rechazan la idea de la revisión fuera del espíritu de
la Liga de las
Naciones no dicen que ésta no puede quedar limitada al papel de simple guardián
de los tratados de 1919, sino que debe elevarse a la estatura de veladora de la
justicia entre los pueblos”.
Sin embargo, el tradicional empecinamiento de la República de Francia y
la estupidez verdaderamente insular de los ingleses llegaron incluso –expresa
el autor del notable “Contramemorial” Dr. Bruno Spampanato –a “concebir una
Sociedad de Naciones para montar la guardia ante su paz”…
El 30 de Enero de 1933 se produjo un acontecimiento
que llenó las primeras páginas de los diarios del mundo. El Presidente del
Reich Mariscal Ludwig Hindenburg llamó al Führer del Partido NSDAP, Adolfo
Hitler, para que asumiera como Canciller. Esto equivalía decir, Jefe del
gobierno.
Alemania vivía en esos días con seis millones de
desocupados y con una deuda gigantesca en oro. La inflación de 1923 había sido
horrorosa y las asonadas bolcheviques se habían sucedido por años. Para los seguidores de la política
europea fue esa jornada el final del
intento de mantener al Reich en un estado de perpetua inferioridad y verdadera servidumbre derivada de los Tratados de Paz del nefasto
1919.
Desde ese momento todo en el Reich cambió
radicalmente. El Partido Nacional Socialista del Trabajo Alemán de absoluta
raíz antimarxista, llegaba al gobierno con poderosísimo respaldo luego de años
de lucha en las calles enfrentados con los comunistas de Thalmann, el camarada
delegado de la Internacional, que había aceptado la tesis que declaraba: “Los
obreros no tienen Patria” expuesta como obligatoria por Lenin y su Partido
Bolchevique.
El Canciller Hitler en los dos años siguientes a su
elevación al cargo que ocupaba reclamó a Europa que, todos los que habían
firmado el Desarme en los acuerdos de 1919 cumplieran su obligación y mostraran
al mundo que no tenían más arsenal que el que conservaba el Reich después del
Diktat. El silencio con que fue recibida la proposición, llevó al Canciller Presidente
(el anciano Mariscal Hindenburg había fallecido en 1935) a declarar que, ante
el incumplimiento por parte de las potencias vencedoras, el gobierno de Berlín,
se consideraba con derecho a igualar a todos los países que mantenían su
armamento fuera de los acuerdos del Desarme.
Los acontecimientos sucedidos entre 1935 y 1938 a
los hemos revistado. La Paz
de Munich conseguida por Mussolini había llevado a la figura del Dux al más
alto de la popularidad en el Occidente. Pero Munich era ya historia para recordar.
Ahora se presentaba una nueva situación referente al Corredor Polaco y a
Dantzig que, como vimos, tal vez era la afrenta peor que golpeaba al gobierno
de Berlín.
Fue entonces
que el ministro de Relaciones Exteriores de Hitler el Barón Joaquin Von
Ribentrop en una entrevista con el Embajador polaco Lipski “le hace notar la
actualidad del problema de Dantzig y el Corredor polaco”. La cuestión quedó sin
respuesta. No obstante, antes de terminar 1938, concretamente el 19 de noviembre,
Ribentrop entregó al diplomático de Varsovia la tesis alemana que era
evidentemente amistosa y de fácil solución. En los documentos se leía que el
Reich reclamaba la devolución de Dantzig y la concesión a Alemania de una
carretera y un ferrocarril extraterritoriales de acceso y asimismo de un puerto
franco.
El 5 de enero de 1939, en una entrevista en
Bertchstesgaden, Hitler insiste ante el Ministro de Relaciones Exteriores
polaco, el coronel Beck, las conocidas propuestas sin
recibir nada más que un escueto:
“lo pensaremos y consideraremos todos
sus aspectos” En verdad que, el autor
del “Contramemorial” ya citado por nosotros, está perfectamente ubicado
cuando estampa: “Hubiera sido más sencillo para Alemania reivindicar la
totalidad del territorio alemán por la
geografía y la historia y también por su carácter étnico y del que sólo un Diktat había podido
mutilarla”.
Comenzaron entonces a actuar las rotativas del mundo
plutocrático. Alemania y su gobierno fueron la “Bete noir”. Polonia se
sentía engrandecida al oír “el apoyo de Chamberlain garantizando que Gran
Bretaña actuaría junto con Francia, si el Reich insistía con Dantzig y el Corredor
con carretera y ferrocarril”. Esta situación nos recuerda lo que confiesa Mr. Churchill
en el libro segundo de sus soporíferas “Memorias” que editó Peuser titulando a
ese tomo: “Se cierne la tormenta”.
En uno de los capítulos, el memorista cuenta, lo
sucedido cuando se entrevistó por primera vez con el Barón de Ribentrop,
entonces Embajador alemán en Londres. Durante la conversación, y al señalarle
Ribentrop que Alemania no tenía nada con el Occidente Europeo y si, con el
Oriente (queriendo significar, decimos nosotros, que el enemigo era el
bolcheviquismo) Churchill confiesa que, en alta voz le expresó: “Si eso
sucediera, volveríamos a poner al mundo contra ustedes como sucedió en 1914” . Entonces, Winston
recuerda que Herr Ribentrop enrojeció y conteniendo su enojo, dijo: “Eso no
sucederá” repitiendo la frase dos veces consecutivas.
Para abreviar este ya largo informe histórico vamos
directamente al mes de agosto de 1939 que fuera definitivo en una guerra
largamente deseada por las llamadas democracias, incluida la perfecta y
paradisíaca Unión Norteamericana del belicista Mr. Roosevelt. El 21 de agosto
en Berlín, el Embajador Inglés Henderson, desarrolló un largo coloquio con el Führer.
Henderson, trató de hacer responsable a Berlín de la situación que había
llevado a Gran Bretaña a firmar un pacto de asistencia mutua con Varsovia “Hitler
le señaló entonces que en Polonia debían haber pensado antes de firmar porque
Alemania no se arrogaba la responsabilidad de las garantías concedidas por
Londres”.
Mussolini el 23 de agosto presentó un plan de paz
que posibilitaba la devolución de Dantzig al Reich y una conferencia
internacional. Si Londres y Paris querían salvar la Paz hubieron debido aceptar lo
propuesto. El mundo aguardó la aceptación de la propuesta italiana. Pero
Londres y Paris estaban decididos a todo. Mientras tanto, el Foreign Office, se
mostró apurado en realizar un cerco contra el Reich. Von Ribentrop viajó a
Moscú y firmó un pacto de no agresión con Stalin.
Era algo que todos sabían que duraría muy poco por razones
obvias, pero, en las circunstancias que se vivían, el Reich guardaba sus
espaldas. El día 27, Hitler informó que esperaría hasta el 31 de agosto la llegada
de un Plenipotenciario polaco a fin de zanjar la situación respecto a la
propuesta germana. Las horas corrieron y Polonia enceguecida por una ayuda que
no llegaría ni de Londres ni de Paris ni de los EEUU, el 31 de agosto anunció
la movilización general de sus FFAA. La guerra había estallado.
El 1 de setiembre a las 4:45, muy cerca del rosicler,
se cruzó el fuego polaco con el germánico.
Nadie acudió ayudar a la
Polonia carne de cañón de las camarillas belicistas de
Londres y Paris. Lo mismo sucedió con Finlandia agredida por la Rusia bolchevique el 30 de
noviembre de ese mismo año 1939. Es más que sospechoso que, las plutocráticas
democracias, durmieran (para decirlo en sentido tripunte) ante este vil ataque. Tal vez el objetivo era que el rayo de la
guerra cayera sólo destruyendo al Tercer Reich y no al “progresista” Stalin
personaje simpático a Roosevelt y a los “estadistas” de Londres y Paris.
Luis
Alfredo Andregnette Capurro
Desde
el Real de la Muy Fiel
y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo.
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Excelente escrito . soy un joven de 73 eneros y hace décadas un texto comparable.
ResponderBorrarLo único que lamento es: no mencionó a la arpía bolchevique declarada Eleanor Roosevelt.
Y rescato la terrible frase leninesca: Los obreros no tienen Patria. que "creo" no conocía.
Me gustaría leer más crónicas tan amenas pero rigurosamente detalladas. Abrazo camarada.
Enrique H. Couto . Buenos Aires . txike47@gmail.com
Excelente artículo que es veneno puro para los amputados mentales que han sido amamantados por la "historia oficial" de HollywoodSION.
ResponderBorrarQue excelente articulo, a pesar de ser largo a la vez me parecio corto; Dios es tan grande que aun no nos abandona y nos trae estos textos que aclaran el panorama real de la WWII y no las mentiras que nos contaron !!!!
ResponderBorrarMuy buen articulo
ResponderBorrarJamás vi que nadie en el mundo condenara la atrocidad que nadie nunca había hecha antes: la de quemar vivos como hormigas en su hormiguero, a los japoneses en Hiroshima y Nagasaki; terrorismo puro sin mediar diferenciación alguna entre combatientes, mujeres, ancianos y niños. La cobardía típicamente masónica yankee. El resto del mundo, silencio absoluto. Ataques absolutamente injustificados ya que sólo se luchaba por áreas de influencia marítimas, islas, etc., en el Pacífico Norte y zonas aledañas, pero jamás estuvo ni remotamente en peligro el territorio continental norteamericano. Cuando antes se limitaba la guerra al campo de batalla, los judeonorteamericanos, lo hicieron.
ResponderBorrarHay que ser justos, los japoneses hicieron una masacre de chinos en Nankin, y la prostitución forzada en Corea.
BorrarVERDAD HISTORICA con mayusculas.
ResponderBorrarGracias por tan valioso contenido para seguir esclareciendo y aportando luz tanta manipulacion historica y mediatica.
Muy buen escrito! Dios les pague a aquellos que, con su sapiencia, aportan y ayudan a esclarecer aquellos asuntos que hoy provocan ese olor pestilente camuflado en un lindo frasco de perfume, pero que ya es tan asqueroso que se va colando entre las grietas que naturalmente posee.
ResponderBorrarHonor y gloria a los "Últimos de Europa".
En Xto.
Repaso detallado y elocuente el del señor Capurro sobre los orígenes de la prolongación de la Guerra Civil Europea (llamadas I y II guerras mundiales). Quizás un hecho que resulta inexplicable al antagonismo entre el nacionalsocialismo y marxismo,es el pacto Germano-Soviético, que incluyó la invasión días después de Polonia por la URSS, y en ese caso ni Francia ni Inglaterra le declararon la guerra (situación que no pueden explicar los falsos historiadores que hacen del maniqueísmo una hermenéutica).
ResponderBorrarLas promesas de Inglaterra de defender a Polonia eran mentiras porque los ingleses en 1940 tenían 50 tanques nada mas y en 1939 casi nada; Si Hitler hubiera querido los habría invadido y ese fue el error de Hitler, no tomar inglaterra, porque ocupándola le negaba a los americanos usarla como base para invadir Europa, entonces habría tenido las manos libres para dedicarse solo a la invasión de la URSS enviando mas tropas al este.
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