Fue grande mi
sorpresa ya que muy pocas veces se oye por los medios televisivos, y más aún de
un joven laico, resaltar un hecho de este tipo como es la clara y encarnizada
lucha de las logias masónicas contra la Santa Iglesia. Mas la desilusión me
embargo al ver que a modo de subtitulo en la pantalla aparecía: "Museo de
Arte Sacro". El expositor entonces hizo mención de los objetos que se
encuentran en el museo mientras las cámaras mostraban, preciosos ornamentos litúrgicos,
libros, hermosos cálices góticos y demás vasos sagrados y agregó que todo lo
que le museo contiene son efectos que "quedaron fuera de uso después del Concilio
Vaticano II".
En nuestra
provincia en edificio anexo a la Catedral de Tucumán se encuentra el Museo de
Arte Sacro, donde se encuentran expuestos como en el mencionado Museo de Azul,
objetos sagrados y ornamentos, como así también imágenes sagradas. Pero lo más
alarmante es la exposición de reliquias de primera clase como” restos óseos de mártires
y santos" a la vista de turistas curiosos como simples piezas de colección.
Las sagradas reliquias de los santos y mártires deben estar expuestas en los
templos para la veneración de los fieles, no a las lentes de viajeras cámaras fotográficas
cual atracción regional. Mas lamentable aún, resulta tener que reconocer que el
fin de los paramentos y vasos sacros han tenido mas benévolo fin en los museos
donde al menos se los conserva íntegros, salvo que algún ladronzuelo ingrese
misteriosamente y logre llevarse algo como hace unos años sucedió en el Museo
de Arte Sacro de Tucumán, despojando a la Iglesia de dos preciados e
invaluables ostensorios, a metros en la misma manzana se encentra la Central de
Monitoreo de la Policía de Tucumán. Más benévolo fin digo porque puesto que
luego del Concilio Vaticano y hasta la fecha han sido destruidos a manos de
muchos sacerdotes y laicos, ornamentos sagrados, altares, imágenes, vasos
sagrados. En fin, se han profanado los templos, se los ha despojado de la
belleza que otrora solían ostentar nuestros sagrados recintos destinados al
santo sacrificio del altar.
La guerra
contra el altar continua hoy, tan feroz como la iniciara el monje maldito en el
siglo XVI, Martin Lutero, a quien muchos “teólogos”, hoy llaman con el título
de “gran reformador.
En nuestros
templos ha ganado terreno la fealdad, se construyen salas de show en vez de
iglesias, y las celebraciones que allí se llevan a cabo, lejos de ser oficios litúrgicos,
son espectáculos sentimentalistas, absolutamente distantes de la tradición y la
fe de la bimilenaria Iglesia de Cristo, Nuestro Dios y Señor. En la sagrada
liturgia que pertenece a Dios y no a los hombres, debe verse expresada la fe
con todos sus artículos como en un breve catecismo. En vez de eso, asistimos a
casi sesiones de yoga y sincretismo panteísta. Donde claramente las rubricas y
las leyes del culto señalan lo permitido y lo prohibido, por ejemplo en el caso
del sacratísimo cáliz que ha de contener la preciosa sangre del Señor, se manda
explícitamente que sea de un material noble, no corrompible, no absorbente, se prohíben
el vidrio, el cristal, la terracota, metales innobles, madera, etc.; se hace
todo lo contrario. En muchos casos se utilizan vasos de barro cocido con
motivos regionales norteños y en alarmantes situaciones hasta mates, todo en
aras de la pastoral y la inculturación. La música sacra y el canto popular
tradicional religioso, han sido sustituidos por composiciones de marcada rítmica
y modo folclórico judío musicalmente hablando, frenéticas chacareras irrumpen
en los templos queriendo acallar el Sanctus Sanctus Sanctus que la Sagrada Tradición
canta unida al coro celestial en alabanza a Dios Todopoderoso y Eterno. Bombos
y guitarras, baterías y aplausos destruyen la piedad y la dignidad del templo.
Textos, claramente heréticos desdibujan la grandeza de los sagrados misterios,
como en varias celebraciones de Corpus Christi, hemos oído en Tucumán,
comparando al Santísimo Sacramento del Altar con el mate que a todos llega y
nunca se acaba, o algo por el estilo al ritmo de canción setentera.
Los reyes del
a música, los órganos de viento, a quien la Iglesia reconoce como instrumento
propio de la liturgia romana, yacen en los coros de la iglesias cubiertos de
polvo y maltrechos por el correr del tiempo, casi obsoletos por el maltrato y los años que los fríos
labios de sus tubos llevan sin cantar las gloriosas notas que otrora en
majestuosos acordes elevaban las almas a Dios.
Si luchamos
por la verdad y hacer prevalecer la recta doctrina, hemos de luchar también por
la dignidad de la Sagrada Liturgia. Lex orandi, Lex credendi.
Roguemos a Dios
en estos turbulentos tiempos , donde la nave se ve abatida por la furiosa
tempestad que el mundo pecador ha propiciado. Roguemos para que las cálidas
notas de timbre argentino vuelvan a saludar a Nuestro Señor, real y
verdaderamente presente en el Sacramento del Altar. Que se ofrezca rectamente
el Santo Sacrificio, para aplacar la ira divina, para glorificar y dar gracias
al Dios Eterno, por la salud de las almas de nuestros difuntos y la del mundo
entero. Que el Espíritu Santo Paráclito asista al timonel de la barca, que ha
surcado los mares de la historia sin jamás naufragar.
María auxilio de los cristianos, ora pro nobis.
También habría que decir que en las parroquias y en muchas "celebraciones" son más los laicos (mujeres especialmente) los que ofician al parecer...
ResponderBorrarY si, es verdad.
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