Santidad,
Usted vive frente a toda la Iglesia una
singularísima participación en la Pasión del Señor Jesucristo.
Frente a la Iglesia y al mundo, usted está
recorriendo la “vía dolorosa”. Siéntanos junto a usted, con un afecto infinito
y con la voluntad de confortar, en lo que podamos, este dolor suyo. En su
dolor, Santidad, vibra ya todo el poder de Dios que, en este dolor y por este
dolor, vence hoy el mal del mundo.
Un grandísimo y común amigo, el Presidente
Marcello Pera, me escribió en estos días: cómo es posible que mil millones de
cristianos asistan en silencio e impotentes al intento de destruir al Papa, sin
darse cuenta de que, después de esto, no habrá más salvación para nadie.
Santidad, es necesario que todos nosotros
trabajemos, bajo usted, en una gran reforma de la inteligencia y del corazón de
la Iglesia, fundada en la adhesión incondicional a su Magisterio.
Sólo esto puede profundizar el sentido de
nuestra dignidad, frente a nosotros mismos y al mundo, y de la inderogable
tarea de la misión, que se nos ha conferido por nuestro bautismo.
Demasiadas malas teologías, demasiadas exégesis
vacías, muchas veces en explícito desacuerdo con su Magisterio, envilecen hoy
la cultura de la Iglesia.
A esta gran reforma de la inteligencia y del
corazón de la Iglesia seguirá necesariamente una verdadera reforma moral,
premisa de un nuevo florecimiento de santidad. Y así reflorecerá la misión de
la Iglesia en este mundo, fuerte, alegre y sacrificada. En los momentos más
graves de su historia, la Iglesia siempre experimentó todo esto. Hoy, como
entonces, acogeremos la gracia de este sufrimiento para vivir también más
profundamente nuestras responsabilidades.
Santidad, usted conoce nuestros corazones, sabe
que nos uniremos en un abrazo a su persona, prontos a morir por usted y por la
Iglesia.
Santidad, perdone nuestro atrevimiento y
bendíganos.
27 de marzo de 2010
Mons. Luigi Negri
Obispo de San Marino-Montefeltro
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario