lunes, 11 de marzo de 2013

Las "liturgias quinceañeras"


  Agolpamiento de jóvenes, chicos y chicas en alborotada francachela, jovencitas muy ligeras de ropa, excesivas "muestras de cariño" entre unos y otros. Se trata de la entrada de un boliche? No. Se trata a caso de un salón de fiestas? Tampoco.

  Se trata de la iglesia catedral. Y hago énfasis en ella debido a la importancia que tiene la iglesia matriz en la vida eclesial de toda diócesis, porque lamentablemente lo que voy a narrar a continuación sucede en la casi totalidad de nuestras iglesias.

  En el primer banco, la jovencita de las 15 primaveras hace gala de los 50 cm de tela con que se cubre (aunque cubrirse no sería la palabra correcta, ya que como debemos ser "transparentes", al parecer se ha empezado por las prendas de vestir), rodeada de un cortejo de camarógrafos y fotógrafos.

  La celebración comienza. No basta el saludo litúrgico, pues el sacerdote debe saludar lo más cordial y juvenilmente posible a la agasajada, sin contar los elogios que debe dirigirle en la homilía. (Ya una vez un sacerdote me contó que luego de una misa de 15 años, la madre de la joven fue enfurecida a la sacristía a quejarse porque ella había "pagado" la ceremonia, y en toda la misa el cura no le había dicho nada lindo a su hija)

  Al momento del ofertorio se ve mucho revuelo; es que la quinceañera ha de llevar en procesión las ofrendas al altar, y así la nave central de la iglesia figuro una pasarella donde centelleaban los flashes de las cámaras. Lo mismo fue en el momento de la comunión...

Al llegar al final de la celebración, el celebrante la invita a subir al altar para recibir una bendición especial. Las cámaras y las miradas (mejor no aclarar qué tipo de miradas) se orientan a la joven. Y como si algo faltara a semejante agravio a la casa de Dios y escarnio de la Santa Misa, el sacerdote la invita a acompañarlo en procesión hasta el atrio del templo.

  Buscando respuesta al porque de semejante "liturgia quinceañera", me dirigí a una persona que al parecer presta servicios en las celebraciones regularmente en esta iglesia. las razones que me dio fueron que, hay que darle más participación a la chica del cumpleaños ya que se acerca a Dios para darle gracias, y que mejor que celebrar en la "fiesta de la misa" con Jesús, y que el padre tuvo una idea fantástica al implementar el uso de la procesión de salida con la quinceañera porque la hace sentir también "protagonista" de la celebración y de paso evita que se queden a sacarse fotos en el altar y lo hagan directamente en el atrio.

  Ante semejantes argumentos, interrumpí a mi interlocutor para objetarle que de ninguna manera ese proceder puede ser admitido en el culto católico y que nada de Misa-fiesta. Que lo que se logra es el escándalo (gran daño el escándalo) rebajar el Misterio a un evento social, elogio de la falta de pudor, y además se priva a las almas que concurren a la Iglesia para asistir dignamente al Santo Sacrificio del Altar.

  En respuesta recibí una acalorada exposición de los "grandes progresos pastorales de la Iglesia de Hoy" (como si la Iglesia, hoy fuera diferente de ayer) y unas feroces acusaciones hacia mi persona, llamándome fariseo, anacrónico e ignorante. Porque resulta ser, que no está mal que una muchacha se pasee casi en cueros por la casa de Dios, ya que el del problema debo ser yo, debo ser un perverso degenerado. Que después de todo no se iban a dejar de hacer "Misas de 15" porque a un anticuado como yo no le parezca, ya que es uno de los principales ingresos económicos con los que cuentan hoy las iglesias.

  Que podía responder yo ante semejante teología. Solo sé que con la última frase nos hubiéramos podido ahorrar mucho aliento en ese momento, y yo mucha tinta ahora.

  Me pregunto si muchos de los sacerdotes que realizan este tipo de celebraciones tendrán presentes las palabras del Señor en Jn 2,17
"EL CELO POR TU CASA ME CONSUMIRA"

  Que hemos de hacer nosotros como laicos? Rezar, me dice un querido amigo. Ciertamente que sí, siempre hemos de hacerlo, para que los principales responsables de la custodia de la santidad del templo dejen de lado las concesiones con el mundo. Más también hemos de denunciar enérgicamente estos abusos.

Salí del templo, cruzando el atrio, ahora presa del irrespetuoso e impúdico jolgorio de los amigos invitados a la "Misa de la quinceañera". Me pregunte si tendrían conciencia del lugar donde están. Al instante me asalto el pensamiento este criollo y muy utilizado refrán: "La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer"

  Franco Mangarella


Nacionalismo Católico San Juan Bautista


4 comentarios:

  1. Excelente. Lo comparto, con su permiso.

    ResponderBorrar
  2. Por favor, si les resulta útil, utilicen todo nuestro material.
    Saludos en Cristo y María Santísima.

    ResponderBorrar
  3. Da asco y bronca. La Casa del Señor no es lugar de fiestas y esto no lo decimos desde el puritanismo o el fariseísmo. Hablamos como católicos respetuosos. El artículo está muy bien. Porque la mayoría de los que protagonizaron el aquelarre excelentemente descripto no van a Misa jamás. Saludos en Cristo y María Santísima.

    ResponderBorrar
  4. No hay daño más grande de hacer que el de la propia iglesia en sí misma.
    Quiero decir no necesitamos al anticristo ya lo tenemos en la propia iglesia.

    ResponderBorrar