¿Cómo se explica- a la
sola luz de la razón, se entiende- el insólito nombramiento por el Colegio Cardenalicio de Jorge Mario Bergoglio como
Papa Francisco ?
Porque, como es
notorio, fue una decisión que sorprendió al mundo entero, no pronosticada por
nadie.
Hasta la reunión del
Cónclave, según todos los periodistas apodados “vaticanistas”, había
acuerdo entre los cardenales acerca de:
1º El perfil del nuevo Pontífice: por oposición al
renunciante Benedicto XVI, el próximo Papa debía ser joven y fuerte para poder
enfrentar los problemas que habían abrumado a Ratzinger.
2º Que el Papa sería un “conservador”, del tipo del
Cardenal Angelo Scola de Milán (favorito de Ratzinger) u Odilo Scherer (con el
favor de la Curia romana, Bertone); o, aún, el canadiense Mark Ouellet.
Nadie, absolutamente
nadie, mencionó al Cardenal Bergoglio
como un “papabile”, porque no reunía ninguna de las dos condiciones anteriores,
salvo a. tornielli como lejana posibilidad. Además, en su contra operaban tres
factores:
1º La edad, 76 años, con un físico débil (le falta
un pulmón), y con ninguna experiencia en el tipo de problemas (financieros y
sexuales) que se agitaban por la renuncia de Benedicto XVI.
2º Haberse significado en el anterior Cónclave como
el rival del cardenal Ratzinger, hacia quien se derivaron los votos
progresistas que en primer término votaron por el cardenal Martini.
3º Por motivo
de la edad, debió haber cesado tiempo atrás como Arzobispo de Buenos Aires y
haber quedado como mero Administrador Apostólico. Ese hecho fue un poco
cubierto por Benedicto XVI. Pero podía considerárselo como un jubilado.
Por
esas razones, resultó absolutamente inesperado el nombramiento papal de
Bergoglio.
Y
por eso mismo es necesario tratar de hallar una explicación. Que es lo que
pasamos a hacer.
Hay
una base social, que marca un tipo humano.
Se
trata del proceso de asimilación de ciertos descendientes de la emigración.
Proceso que está en evolución.
El
“fare l´America” está aún presente en la Argentina.
Son
hijos y nietos de emigrantes- laicos o religiosos- que dedican su vida a sólo
dos objetivos: conseguir dinero y obtener poder (político o social). Lo demás,
es lo de menos.
Junto
a lo anterior va la acción de cubrir esos objetivos con el disfraz humanitario.
Por ejemplo, el ansia de poder se recubre de un deseo de hacer el bien del
pueblo, por vía democrática. Es lo que estilan los políticos argentinos.
Ahora,
si se trata de un clérigo, la lucha por el poder se suele teñir de “opción por
los pobres”. Se muestran humildes, simpáticos, al tiempo que ganan espacios de
poder. Para tales operaciones no suelen exponer referencias teológicas, sino
argumentos de orden social, de “promoción humana”, dicen. Lo cierto es que hay
muchos hombres de Iglesia que no están muy atentos a la difusión por la Fe,
sino- más o menos subrepticiamente- a la
acumulación de poder.
Si
es un Obispo, esa búsqueda terrenal se expresará tratando de extender su
dominio a otras jurisdicciones (intentar colocar a sus favoritos en otros obispados,
caso Zecca), a la vez que reducir o eliminar los grupos o las personas
autónomas (que conociendo las Escrituras, la Tradición y el Magisterio, y adecuándose a esas fuentes, se animan a
pensar por su cuenta).
¿Por
qué el católico común no advierte esas conductas?
Porque
la enorme falta de doctrina en los cristianos de hoy hace que se muevan en
puros planos afectivos o clericales. La ausencia de formación catequística se
la cubre con un sentimentalismo subjetivista (típico del Modernismo). En el segundo
caso, basta que hable un Obispo para que se tome su palabra como una Biblia. Clericalismo que en su máxima
expresión se traduce en la “papolatría”.
Unos
políticos arribistas como los Kirchner han aunado dinero y poder, sin rubor,
porque el electorado no se los reprocha. El “fare l´América” sigue siendo ley
no escrita de la sociedad argentina. Por eso, tampoco se percibe nada de
extraño en el hecho de que un Obispo,
durante años, se haya aplicado a acumular poder institucional, descuidando
ostensiblemente la propagación de la Fe (tan decaída en las últimas décadas en
la Argentina y, en particular, en la
diócesis de Buenos Aires).
Tal
vez, por eso mismo, se ha dado el choque entre los representantes del poder
temporal y el espiritual. Por la ley de la impenetrabilidad de los cuerpos (si
yo quiero sentarme en esa silla, antes tienes que salir tú, que estás sentado
en ella). Como decía Carlos V de Francisco I de Francia: “mi primo y yo estamos
completamente de acuerdo: los dos queremos el Milanesado”. Sin ese factor de
poder- divisorio- es inexplicable que Bergoglio y los Kirchner no se hayan
entendido; porque todo indicaba que se iban a llevar complementariamente.
Bien.
Primera conclusión. Politiquería y clericalismo están sobre el tapete en estos
hijos del “fare l´América”.
En el mundo presente, en
especial en el sector occidental, y más
particularmente, en el latinoamericano, el registro del predominio
norteamericano es incontestable. La “real-politik” indica que si un aspirante
al poder en Sud América quiere trepar alto y lo más rápidamente posible, lo
mejor que puede hacer es ponerse a buenas con los intereses yanquis.
Si
en la Argentina no hubiéramos presenciado el caso del patilludo Carlos Menem,
quien electo Presidente, se entregó atado de pie y manos a las directivas
estadounidenses, nos asombraríamos ahora con la acción de otros sujetos que
buscan igual sombrilla protectora. Pero ya sabemos de estos caballeros que
montan por la izquierda y bajan por la derecha (de paso, recordemos que Menem,
tan religioso él, fue uno de los primeros en felicitar a Bergoglio).
Dando
por conocido ese fenómeno, pedimos que se lea con cierta atención el mensaje de
felicitación de Barack Obama a
Bergoglio. Entonces alguien nos aclarará si fue redactado por el Presidente de
USA o por el Camarlengo Vaticano. Un Presidente que en su país goza de la fama
de un pagano irredento, que ha apoyado cuanta medida antinatural y
anticristiana se haya ventilado allí, y que,
en dicho mensaje, queda transformado en un devotísimo feligrés católico,
lo menos que mueve es a suspicacia.
No
parece demasiado suponer que ahí hay gato encerrado. Felino que podría llamarse
“Latino América”. Porque los mandos estadounidenses están preocupados por las
convulsiones que se detectan al sur del Río Bravo, y quizás, crean que con un
Papa de esta región pueden contar con una buena baza para enfrentar esos
problemas. Se nos dirá que esa hipótesis fue esgrimida por un sujeto
absolutamente desacreditado como es Luis D´Elía. Así es, pero también,
admítasenos que cabe preguntarse qué pajarito le sopló al oído dicha teoría.
Por ese lado aparece Fidel Castro, quien no es ningún novato en estas
cuestiones de poder mundial, y puede estar bien informado. Un politólogo de
izquierda, Claudio Fantini, acaba de escribir al respecto:
“Algunos
esperan que Bergoglio sea para los populismos de Latinoamérica lo que Wojtila
fue al comunismo europeo.
Ciertamente…para los liderazgos personalistas de la región no fue una sorpresa agradable. Esperaban alguien que les resultara indiferente y apareció un hombre al que sienten como un cuestionador o, lisa y llanamente, lo que en su jerga califican de “enemigo” (“Todos los frentes del nuevo Papa”, en: “Noticias”, nº 1890,16 de marzo de 2013, p. 34).
Ciertamente…para los liderazgos personalistas de la región no fue una sorpresa agradable. Esperaban alguien que les resultara indiferente y apareció un hombre al que sienten como un cuestionador o, lisa y llanamente, lo que en su jerga califican de “enemigo” (“Todos los frentes del nuevo Papa”, en: “Noticias”, nº 1890,16 de marzo de 2013, p. 34).
En
la misma revista se insiste: “Juan Pablo II contribuyó a derrumbar el
comunismo. Bergoglio nunca ocultó su aversión al populismo” (id., p. 33).
Lo seguro, lo tangible
es que los Estados Unidos han recibido con enorme beneplácito la elección de
Bergoglio, subrayando su condición sudamericana. No sólo el Presidente Obama,
sino el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, gran elector, considerado “el
nuevo hombre fuerte de la Iglesia”, ha expresado: “Estamos muy felices con el
resultado. Son emociones muy grandes” (”La Nación”, Bs. As., 16 de marzo
de 2013, p. 8). Esa es la siguiente
conclusión, pues.
Luego,
al tema primero de la busca del poder, de fronteras para adentro, hay que
adicionar este segundo, el de arrimar bochín junto los poderosos del mundo.
Quienes entre otras cosas que pueden hacer, está la de inclinar una votación en
un Cónclave.
O
sea, que hasta acá se trata de puro poder.
Pero
el poder, dijimos, hay que camuflarlo. Y si el disfraz es connatural, muy bien.
De otro modo: si a la conquista del poder le podemos añadir la ideología
progresista de la Modernidad, mucho mejor.
Hemos
hablado de Barack Obama. Ahora el nombre a considerar es Hans Küng.
Este famoso teólogo suizo,
enemistado con Joseph Ratzinger al punto de reclamar su destitución, es el
sucesor natural de otro jesuita, Karl Rähner, que fuera la principal cabeza
pensante del Progresismo Modernista Conciliar. Simplemente, este Progresismo,
contrariando el “Syllabus”, quiere acordar a la Iglesia Católica con el Mundo
Moderno, nacido de la Ilustración. Es la tesis expresamente condenada en la
Encíclica “Pascendi” de SS San Pío X.
Pues,
Küng, separado de sus cátedras por su progresismo radical y arrogante, ha dicho
ahora que:
“La elección de Bergoglio es lo mejor que le ha
podido suceder a la Iglesia”.
Los
votos progresistas que enfrentaron en minoría a Ratzinger, al presente se han
convertido en mayoría (quizás porque a los prelados genuinamente progresistas-
varios de los cuales, se lo tenían bien calladito- se hayan unido otros,
tenidos por “conservadores”, pero, que, en definitiva, suelen estar muy atentos
a los consejos y las señales de USA).
La
citada revista no-católica, apunta sobre el particular: “Para lanzar su
programa de reformas, Bergoglio cuenta, en todo caso, con el apoyo aportado por
Hans Küng. Hasta ahora, el teólogo suizo no había cesado de criticar a los
papas y a las estructuras de la Iglesia” (idem, p. 33).
Y hasta, citando al
portavoz de la Conferencia Episcopal de Francia, Bernard Podvin, se animan a
pronosticar la convocatoria a un nuevo Concilio Ecuménico, cuyo temario
incluiría todos los asuntos que inquietan a los progresistas (episcopalismo,
sacramentos para los divorciados, celibato sacerdotal, ministerio femenino,
aborto, homosexualidad, etc.).
Eso:
¿sería lo mejor para la Iglesia?...
Es claro que la ideología eclesial de
Bergoglio es progresista. Los “mass media” (que se sepa, no son muy cristianos
que digamos), que de modo unánime han manifestado su alegría con la elección
del Cónclave, lo han comparado con el Papa Juan XXIII. Más parece, en
principio, emparentado con Paulo VI.
Él
está con la Modernidad; pero con ciertas salvedades. Es progresista, pero
“moderado”. Porque le gusta que las cosas se cocinen a fuego lento, y porque no
tiene ningún deseo de enfrentar ya a los seguidores de Juan Pablo II y
Benedicto XVI.
Su
condición de progresista deviene también de su carácter de jesuita. ¿No
ha llamado la atención que los medios masónicos y liberales del mundo entero,
que en otras circunstancias hubieran puesto el grito en el cielo, al presente
se limiten a registrar la Orden regular a la que pertenece Bergoglio, sin
añadir ningún calificativo despectivo?
Es
que en el medio está la historia posconciliar. Está la reforma de la Compañía
de Jesús efectuada por el Padre General Pedro Arrupe, que transformó ciento
ochenta grados la Orden creada por San Ignacio de Loyola. Quien quiera
informarse acabadamente al respecto, que lea el libro de Malachi Martin, “Los
Jesuitas contra la Iglesia”. Diversas intervenciones, dispuesta por Juan Pablo
II no pudieron torcer ese signo progresista. Lo cierto es que los jesuitas han
liderado la revuelta eclesiástica para acomodar la Iglesia al Mundo.
Pues,
Bergoglio es un jesuita. No típico, no. Ha tenido sus más y sus menos con la
conducción impuesta por Arrupe; pero, en definitiva, ni ha sido echado de la Compañía, ni él se ha sublevado contra
esa orientación.
El
periodista Claudio Fantini observa: “Sucede que el trayecto de Bergoglio hasta el trono
de Pedro no fue por la vereda del ala reaccionaria de la iglesia… nunca fue un
acérrimo enemigo de los curas tercermundistas. Y en las dos contiendas que lo
tuvieron como papable, se encolumnaron tras él los sectores más renovadores,
mientras que lo enfrentaron los más recalcitrantes” (idem, p.34).
De
ahí que sea un progresista “moderado”, que, en principio, no esté pronto a
reimplantar las tesis latinoamericanistas de Medellín y Puebla, sino muy
tamizadas. Y que su tercermundismo, también muy moderado, haga relucir el
slogan de la “opción por los pobres”, pero sin la consiguiente revolución de
las “estructuras” capitalistas. Configuración que dejará muy contentos a los
“bien-pensantes”, del tipo de Mariano Grondona. No es muy muy, ni tan tan.
Es
probable que quiera mostrar su ruptura con la tradición papal, adoptando
actitudes de hombre llano, cercano a la gente común (como dejando de usar los
zapatos rojos que corresponden a su cargo, para continuar con sus viejos
zapatos negros). En ese tipo de conducta, Bergoglio ya ha dado muestras de
singular astucia demagógica (viajando en subterráneo, en lugar de un taxi,
etc.).
Bergoglio tiene una excelente
relación con el judaísmo. Hay mil pruebas al respecto, varias de ellas
consignadas en el libro “El Jesuita” (del 2010), del que son autores
Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti. Obra de lectura necesaria hoy; pero
siempre que esté seguido de las glosas de Antonio Caponnetto, en su libro “La
Iglesia traicionada”.
Hace
poco, al promover la entrega del doctorado honoris causa al rabino Abrahan
Skorka en la UCA (Universidad Católica Argentina), Bergoglio permaneció
impasible cuando el doctorando concluyó anunciando que “todos ahora esperaban
la venida del Mesías” (Bergoglio no sólo no interpuso su objeción, sino que
aplaudió al orador. Además, ha acrisolado esa amistad con el libro “Jorge
Bergoglio y Abraham Skorka: sobre el Cielo y la Tierra”, y compartiendo con
Skorka un programa televisivo, durante el 2012).
Quizás
eso explique que la primera felicitación que partió de la Argentina, días
atrás, fuera la de la DAIA, y que el primer político que lo saludó fuera Daniel
Filmus (quien, a diferencia del resto de sus conmilitones, que estuvieron
esperando la reacción de la Presidenta, para luego imitarla, se adelantó por su
cuenta y riesgo, a enviar su telegrama).
Si
a esto se le añade la felicitación que le remitió a Bergoglio la Masonería
Argentina, posiblemente el cuadro ideológico complete su color.
Antonio Caponnetto atribuye el sionismo entusiasta de Bergoglio al ansia de
hallar aliados en la pugna que mantiene con su enemigo jurado, Horacio
Vertbisky. Este sujeto, que desde el CELS ejerce un poder inmenso en la
actualidad, en diversas oportunidades ha denunciado a Bergoglio de haber
contribuido a la detención de los jesuitas pro-montoneros Orlando Yorio y
Francisco Jalics. Como las principales tratativas de Bergoglio al respecto se
dieron con el Alte. Emilio Masera, ya muerto, el asunto no parece fácil de
aclarar. En todo caso, lo que
llama la atención son los testimonios vertidos a favor de Bergoglio. Adolfo
Pérez Esquivel, el “Chino” Fernando Navarro, la atea militante Graciela
Fernández Meijide, Monseñor Hessayne, Alicia Oliveira, Eugenio Zaffaroni,
Miguel La Civita, y tantos más, cuyas simpatías izquierdistas son obvias, han
salido de inmediato en defensa del Cardenal argentino.
De
esa suerte, el inefable Verbistky, tan temido, ha quedado casi en solitario con
su denuncia (ha recibido un tibio apoyo de Estela de Carlotto y Hebe de
Bonafini). Ni el kirchnerismo más radicalizado, que lo suele consultar,
pareciera estar dispuesto a acompañarlo en su aventura (de hecho, el
vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Mariotto, referente de “la
Cámpora”, se ha declarado satisfecho con la elección del Cónclave).
No
obstante, dada su conducta habitual, es probable que la ultra-izquierda prosiga
con sus ataques al Papa electo.
Casi
se diría que en estas condiciones, esa agresión le viene bien a Bergoglio,
porque contribuye a situarlo en la “centro-izquierda” del espectro político,
que es donde él desea estar, para ser considerado “políticamente correcto”.
Una buena pregunta es: ¿cómo fue
posible que Bergoglio consiguiera la mayoría de los votos en el Cónclave?
Volviendo
al comienzo de esta nota, digamos que existían otros candidatos con mayor
aprobación.
El
citado Fantini indica: “está claro que la curia romana prefería a Angelo
Scola, también favorito de Comunión y
Liberación, la organización más
poderosa de la Lombardía que, como el Opus
Dei, tiende a mirar con recelo a los jesuitas…Pero el “partido de la curia”
también tuvo sus favoritos entre los papables extra europeos. El brasileño Odilio
Scherer tenía más apoyo en la burocracia de Roma que entre los sacerdotes y
obispos de su país. También el canadiense Mark Ouellet era aceptable para los
enemigos de las reformas. La opción más radical del reformismo era el
norteamericano Sean O´Maelly, mientras que la más moderada fue Bergoglio, quien
finalmente se convirtió en Papa” (idem, p.35). A pesar del consabido
hermetismo que rodea el Cónclave, la periodista María Antonieta Calabro, del
“Corriere della sera”, ha podido penetrar en ese enigma del cambio del
escrutinio. En tal sentido ha escrito que: “Pero ¿con qué
acuerdos, alianzas y paquetes de votos de los “grandes electores” se logró la
elección del cardenal Bergoglio? Por decirlo de una manera un poco sintética y
brutal, el nuevo papa es fruto de un acuerdo entre el decano del Colegio
Cardenalicio, Angelo Sodano, aunque no sea elector; el cardenal Giovanni
Battista Re; la curia del actual
secretario de Estado, Tarcisio Bertone (que había apuntado a Odilio Scherer,
pero que después de las críticas de Scherer al cardenal Re en la congregación
general debió “retirar” su candidato) y los cardenales norteamericanos… Los
italianos sólo se unieron para excluir al arzobispo de Milán, Angelo Scola…, el
gran favorito de un grupo de cardenales reformistas, que buscaban limpieza y
transparencia después de un período de escándalos” (“En el cónclave, un acuerdo
que ayudó a superar los 90 votos”, en: “La
Nación”, cit., p. 8).
Por
peleas internas, y por el temor a
investigaciones en la Curia, se dejaron de lado los candidatos “normales” se
diría. Así los hombres fuertes de la Curia, unidos a los cardenales
norteamericanos consiguieron volcar la votación, y producir este resultado
asombroso.
Algo
queda en claro.
Por supuesto que no todos salen
ganando con la elección de Bergoglio.
Los
católicos ortodoxos, los cristianos tradicionalistas, nada pueden esperar del
Pontificado de Bergoglio. No hablamos de los
“sede-vacantistas” o los “lefevristas”, que ya arrastraban sus problemas con la
Santa Sede. No. Acá mentamos la extensa gama de movimientos laicales y
religiosos, nacidos en estas últimas
décadas, y que, a pesar de la falta de apoyo episcopal, han tenido un
desarrollo extraordinario. No los vamos a
individualizar para no aumentar su congoja y el peligro que pueden correr. Pero
cualquiera que haya estado atento a las regulaciones en esta materia, de la
Comisión Episcopal del país, en tiempos de la conducción de Bergoglio, habrá
enseguida advertido que el Cardenal y sus adláteres han hecho cuanto han podido
para hacer desaparecer esos movimientos. No sólo por detestarlos
ideológicamente por no ser progresistas, sino, principalmente, por celos. En
efecto: mientras los movimientos tradicionales colectan abundantes miembros y
seminaristas, los Seminarios episcopales- salvo unos tres o cuatro, que, precisamente,
no son progresistas- están vacíos. Y esos Obispos no han querido sacar la
conclusión obvia que cualquiera en su lugar sacaría: esto es, que si ellos
también adoptaran las mismas normas formativas filosóficas y teológicas
clásicas que los aludidos movimientos, tendrían, como ellos, sus vocaciones.
Pero eso, jamás. Creen que basta con cerrar el paso de los jóvenes a esos
movimientos, para que no les quede otro
camino que ir a sus desiertos seminarios. Tampoco advierten otra nota evidente:
que para hacer antropología o sociología en los barrios marginales, o reclamar
por los derechos humanos en los ámbitos políticos- especialidades
progresistas-, no hay necesidad de ser célibes, es decir, sacerdotes. Bueno, sin posar de
agoreros, creemos que asistiremos al agravamiento de la Crisis de la Iglesia
Católica, que desató el Concilio Vaticano Segundo. Para quienes creían que
ya había pasado lo peor, le dejamos ese aviso.
Por supuesto, más allá de estos análisis está la obra del Espíritu Santo, que puede escribir derecho sobre renglones torcidos. En este sentido nos viene a la memoria el caso histórico del Pontificado de Pío IX. Mastai Ferreti subió al trono papal entre las aclamaciones de los masones quienes lo consideraban uno de los suyos. Y luego, por obra sin duda alguna del Espíritu Santo, cambió de dirección, dictó el “Syllabus” y la “Quanta Cura” contra el Modernismo, y así, hoy, está en los altares. En todo caso sobre esa acción del Espíritu Santo, por naturaleza desconocida por nosotros, resulta interesante la siguiente aclaración del cardenal Joseph Ratzinger, efectuada años atrás. Le preguntaron sobre el dato de si era el Espíritu Santo quien elegía al Papa. Respondió: “No diría que es así, en el sentido de que es el Espíritu Santo quien elige… su rol debería ser entendido en un sentido más laxo… probablemente como única garantía de que la cosa no se arruine por completo” (”La Nación”, cit., p. 8). O sea: una reiteración de la promesa de que las puertas del Infierno no prevalecerán.
Mientras tanto, y para que no impugnen con facilidad este somero examen, asentamos expresamente nuestro acatamiento a la Sede Apostólica, y rezamos para que Dios ilumine la gestión de Francisco.
Tte.Cnel.Prudencia Garvás
Por supuesto, más allá de estos análisis está la obra del Espíritu Santo, que puede escribir derecho sobre renglones torcidos. En este sentido nos viene a la memoria el caso histórico del Pontificado de Pío IX. Mastai Ferreti subió al trono papal entre las aclamaciones de los masones quienes lo consideraban uno de los suyos. Y luego, por obra sin duda alguna del Espíritu Santo, cambió de dirección, dictó el “Syllabus” y la “Quanta Cura” contra el Modernismo, y así, hoy, está en los altares. En todo caso sobre esa acción del Espíritu Santo, por naturaleza desconocida por nosotros, resulta interesante la siguiente aclaración del cardenal Joseph Ratzinger, efectuada años atrás. Le preguntaron sobre el dato de si era el Espíritu Santo quien elegía al Papa. Respondió: “No diría que es así, en el sentido de que es el Espíritu Santo quien elige… su rol debería ser entendido en un sentido más laxo… probablemente como única garantía de que la cosa no se arruine por completo” (”La Nación”, cit., p. 8). O sea: una reiteración de la promesa de que las puertas del Infierno no prevalecerán.
Mientras tanto, y para que no impugnen con facilidad este somero examen, asentamos expresamente nuestro acatamiento a la Sede Apostólica, y rezamos para que Dios ilumine la gestión de Francisco.
Tte.Cnel.Prudencia Garvás
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Sr Tte Cnel Garvas :me parece bastante acertado su articulo, aunque no estaria tan seguro como ud.respecto a como fue el escrutinio.
ResponderBorrarReafirmando mi acatamiento a Roma y mi FE en el Espiritu Santo, yo tengo la idea fija de que el Cardenal Bergoglio salio Papa desde Buenos Aires.
El no va a hacer ninguna limpieza profunda en el Vaticano en lo moral y creeria que nada le interesa el manejo de la banca ,que tantos dolores de cabeza le ha provocado a la Santa Iglesia.Coincido con ud en lo que respecta a edad y salud, pero nos queda un vacio de respuesta inmensa (a Ud y a mi tambien),en lo que tiene que ver con la renuncia de SS Benedicto XVI.Por lo que deduzco ,(pudiendo errar fiero ),que los mismos que empujaron al anterior Papa a la renuncia ,promovieron el ascenso de este.PARA QUE ??? para que nada cambie y para que ,con la bandera de los pobres y un sentimentalismo ramplon bien latino,la iglesia se convierta en una sociedad de fomento con un tufillo de religiosidad y nada mas.
Esta conclusion mia es,tratando de pensar lo mejor posible. Otra idea ,bastante mas grave,se encuentra leyendo EL APOKALYPSIS DE SAN JUAN del RP Leonardo Castellani ,
Aclaro una vez mas que espero que DIOS NUESTRO SEÑOR ilumine a Francisco I, y a nosotros tambien ,porque a nuestro humano intelecto se le hace muy dificil entender que solo DIOS puede escribir derecho, sobre renglones torcidos.
VIVA CRISTO REY ¡¡¡
VIVA MARIA REINA ¡¡¡
criollo y andaluz