En la llamada Cumbre
del Milenio de Naciones Unidas, el mayor encuentro de jefes de Estado y
Gobierno de la historia, celebrado en Nueva York del 6 al 8 de septiembre,
se reflexionó sobre el papel que debe desempeñar este organismo
internacional y las reformas que se requieren para que cumpla su misión de
paz y defensa de los derechos humanos. Ahora, una voz
autorizada, la del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, se alza para hacer su reflexión sobre el papel
de la ONU en este nuevo milenio. Tras el fracaso del
marxismo y las evidentes limitaciones del modelo liberal, constata el cardenal
Ratzinger en un artículo que aparece hoy en el diario italiano «Avvenire»,
surge el «Nuevo Orden Mundial», que encuentra expresión cada vez más
evidente en la ONU y en sus Conferencias internacionales. Encuentros, como el que
se celebró sobre la Población (en El Cairo, 1994) y sobre la mujer (en
Pekín, 1995) ha quedado clara «una verdadera y propia filosofía del
hombre nuevo y del
mundo nuevo».
Reducir
los comensales de la mesa común
«Una filosofía de este
tipo no tiene ya la carga utópica que caracterizaba el sueño marxista
--explica--; por el contrario es muy realista, en cuanto que fija los
límites de los medios
disponibles para alcanzarlo y recomienda, por ejemplo, sin por esto tratar
de justificarse, que no hace falta preocuparse por cuidado de aquellos que
ya no son productivos o que no pueden ya esperar una determinada calidad de
vida». Esta filosofía,
continúa diciendo, no pide a los hombres, habituados a la riqueza y al
bienestar, a hacer sacrificios para alcanzar un bienestar general, «sino
que propone estrategias para reducir el número de los comensales en la mesa
de la humanidad, para que no se vea afectada la pretendida felicidad que estos
han alcanzado».
Mujer contra mujer
«La peculiaridad de
esta nueva antropología, que debería constituir la base del Nuevo Orden
Mundial --revela--, resulta evidente sobre todo en la imagen de la mujer, en la
ideología del "Women´s empowerment" (la autorrealización de las
mujeres), nacida de la Conferencia de Pekín. Objetivo de esta ideología es la
autorrealización de la mujer: sin embargo, los principales obstáculos que
se interponen entre ella y su autorrealización son la familia y la
maternidad». «Por esto (explica el
cardenal alemán reflejando las posiciones de agencias de la ONU), la mujer
debe ser liberada, de modo especial, de lo que la caracteriza, es decir, de
su especificidad femenina. Esta última está llamada a anularse ante una
"Gender equity" (equidad de género) y "equality"
(igualdad), ante un ser humano indistinto y uniforme, en la vida del cual
la sexualidad no tiene otro sentido si no el de una droga voluptuosa, de la
que se puede hacer uso sin ningún criterio.
El ocaso de la
«filosofía del amor»
«En el miedo a la
maternidad que se ha apoderado de una gran parte de nuestros contemporáneos
entra seguramente en juego también algo todavía más profundo --aclara--: el
otro es siempre, a fin de cuentas, un antagonista que nos priva de una
parte de vida, una amenaza para nuestro yo y para nuestro libre
desarrollo». «Al día de hoy no
existe ya una "filosofía del amor" --concluye Ratzinger--, sino
solamente una "filosofía del egoísmo". Es justamente en esto
donde el hombre es engañado. En efecto, en el momento en el que se le
desaconseja amar, se le desaconseja, en último análisis, ser hombre. Por
este motivo, a este punto del desarrollo de la nueva imagen de un mundo
nuevo, el cristiano --no sólo él, pero de todos modos él antes que los
otros-- tiene el deber de protestar».
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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