martes, 2 de abril de 2013

LA MASACRE DE KATYN - Por Miguel Blasco

 El extraño accidente que le ha costado la vida al presidente de Polonia y a buena parte de altos cargos de ese país nos ha recordado una de las peores matanzas del siglo pasado, desconocida para la mayoría de la población: la masacre de Katyn.


  A finales de los años 30, Europa estaba en ebullición. Alemania realizaba todos los intentos diplomáticos posibles para tener buenas relaciones con Francia e Inglaterra, buscando la neutralidad de estos países para poder atacar a la Unión Soviética, país al que, con razón, los alemanes consideraban una amenaza para toda Europa. Inglaterra y Francia se negaron a llegar a un acuerdo con Alemania. El pacto de Munich fue sólo un espejismo, ya que tras el mismo, dichos países volvieron a la beligerancia contra Alemania, sobre todos los ingleses, tras la llegada de Churchill al poder.

  Tras esta decepción, los alemanes intentaron negociar con Polonia, para recuperar los territorios que le habían sido robados a Alemania en el Tratado de Versalles, en especial el corredor de Dantzig, que separaba a Prusia Oriental del resto de Alemania. Los polacos podrían haber llegado a un acuerdo con los alemanes, de no haber sido incitados por Francia, Inglaterra y Estados Unidos para que no lo hicieran. Contando con el apoyo de estos países, el gobierno polaco pactó con la URSS y empezó a hostigar a la minoría alemana que vivía en Polonia, que culminó en la masacre de Bromberg, en la que los polacos mataron a miles de alemanes que vivían en ese país (otra matanza olvidada por todo el mundo) A Alemania no le quedó otra que pactar a su vez con la URSS y poco después se inició la Segunda Guerra Mundial (los nazis y los comunistas fueron aliados desde el verano del 39 hasta la primavera del 41, es un pequeño detalle que suelen olvidar los comunistas y “antifascistas” de hoy).

  Alemania invadió Polonia y, acto seguido, Inglaterra y Francia le declararon la guerra. Pero tres semanas después, la URSS también invadió Polonia ¡pero nadie declaró la guerra a la URSS! Durante esa invasión, los soviéticos capturaron a miles de polacos llevándolos a varios campos de concentración.

  Los comunistas no se fiaban de ellos, ya que muchos formaban parte de lo mejor de Polonia, no sólo del ejército, sino también de la política y de la intelectualidad nacionalista. Descabezar naciones y masacrar a la élite de cada país siempre ha sido una práctica habitual en las dictaduras de izquierdas para “igualar” a la población. En consecuencia e inspirados en lo que sus camaradas españoles habían hecho menos de cuatro años antes en Paracuellos, los soviéticos decidieron masacrar a los prisioneros polacos. En abril-mayo de 1940, fueron sacándolos de los campos, llevándolos al bosque de Katyn, disparándoles un tiro en la nuca a cada uno y enterrándolos en fosas comunes. Cifras iniciales hablaron de 15.000 asesinados, aunque cifras posteriores llegan a los 22.000.


  Cuando los alemanes llegaron en 1943 a aquella zona, lugareños del lugar les hablaron de la matanza, por lo que comenzaron a investigar, encontrando los cuerpos de 4.000 personas. Como no tenían tiempo de investigar, al estar en plena guerra, llamaron a la Cruz Roja internacional para que estudiara el asunto. Sus conclusiones fueron claras: los soviéticos habían sido los responsables, e informaron del suceso a los gobiernos aliados. ¿Pero cuál fue la reacción de éstos? No sólo ocultaron la masacre sino que su prensa culpó a los alemanes de haberla cometido, algo que no era cierto (si bien los alemanes cometieron graves crímenes durante la guerra, también condenables, por supuesto) El gobierno polaco en el exilio de Londres sabía también lo que había pasado, pero los británicos le obligaron a cerrar la boca. De esta forma, ingleses y americanos ocultaron el suceso, para que sus ciudadanos no se preguntaran por qué sus gobiernos estaban dando armas, dinero y apoyo a los autores de la masacre de Katyn, de la masacre de Vinnitsa (Ucrania) donde mataron a 9.500 personas y otras matanzas masivas ocurridas en los años 20 y 30.

  No sólo eso, la guerra acabó en 1945 y los ingleses y americanos no tuvieron problema alguno en darle media Europa a Stalin en las conferencias de Yalta, Teherán y Postdam. En esa media Europa, en una de las mayores traiciones de la historia, estaba incluida Polonia, esa Polonia por cuya independencia empezó la guerra, pero al acabar la misma, cincuenta millones de muertos después, perdió su independencia siendo entregada a la URSS durante 45 años.

  A partir de ese momento Europa no levantó cabeza, pocos años después de la guerra desparecieron los imperios británico y francés y dichos países empezaron a sufrir la inmigración masiva del tercer mundo (curiosa “victoria”). Media Europa se convirtió en un satélite de Estados Unidos y la otra media de la URSS. Nadie quiso saber nunca nada de lo que había pasado en Katyn, ninguna Amnistía Internacional y ningún juez Garzón se preocupó nunca del asunto, hasta que la URSS se hundió y en los años 90 Rusia reconoció la autoría, cuando ya no le interesaba a nadie, y hasta que llegaron los hermanos Kaczynski al poder en Polonia y, aún así, parece que aquel suceso sigue siendo muy molesto de recordar para muchos, ya que trastoca la versión idílica de la Segunda Guerra Mundial que tiene la mayoría de la gente, de una guerra de “buenos contra malos” que acabó con la victoria de “la libertad y de la democracia” cuando cualquiera que vea un mapa de Europa y del mundo de antes y de después de la guerra comprende que los vencedores de aquella guerra fueron los autores de la masacre de Katyn: Stalin, el comunismo y, en menor medida, Estados Unidos.


  La gran derrotada fue Europa, esa Europa que hoy en día vuelve a enfrentarse a una situación crítica, (crisis económica, inmigración masiva, islamización, hundimiento demográfico…) de la que sólo el ascenso de las fuerzas identitarias nacionales logrará sacarla. De lo contrario, estamos condenados a desaparecer como cultura y como civilización.

Visto en: http://www.minutodigital.com




Nacionalismo Católico San Juan Bautista

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