Con
tales antecedentes, ¿a quién podría sorprender que consintiera en que se
basureara a su padre, impidiéndosele llevarla al altar?; ¿a quién que
abandonara a su patria, exhibiéndose impúdicamente en medio de la opulencia
cuando sus conciudadanos gimen?; ¿a quién que renegara de la Iglesia Católica,
para abrazar el protestantismo?; ¿a quién que renunciara a educar a sus hijos
en la Fe Verdadera?; ¿a quién puede sorprender incluso, que opte por vivir a
gusto en un país en el que la degeneración y la contranatura tienen plena
aceptación legal, mientras se escandalizan de nuestra represión militar al
marxismo?; ¿a quién llamará la atención que se emparente con la alta alcurnia
masónica de la Casa de Orange, homicida de católicos?
El
tilingaje nativo tuvo su princesa para festejar “lo grande que somos los
argentinos”. No faltó un imbécil que pidiera la asistencia en Amsterdam de la
fanfarria del Regimiento de Patricios, ni señoras y señoros encandilados por la
gracia y el ropaje de la Mínima. Pero la Iglesia —¡ay, nuestra Santa Madre y
sus pastores!— la que primero debió hablar y sancionar, amonestar y prevenir,
dilucidar y distinguir, calló con culpa y cobardía. Y aceptó —sin llamarlo al
orden— el protagonismo del desdichado Braun; un heresiarca no menor ligado al
progresismo marxistoide de Criterio, como para que no quedasen dudas de la
ninguna incompatibilidad entre el protestantismo y la, por ellos llamada,
“Iglesia Conciliar”. Si para tales tipejos da lo mismo el apareamiento
transitorio, el ritual vudú del connubio, el magnum sacramentum o el trámite
luterano.
No
somos profetas para anticipar futuros, por módicos que estos sean. Todo puede
sucederle a la muchacha; desde rectificar sus graves torceduras de rumbos hasta
escaparse con el guardaespaldas; desde consolidar sus desarraigos fieros hasta
hallar prematura fama y muerte accidentada. Si significara algo para ella, le
recomendaríamos la lectura del Infierno del Dante, con sus círculos bien
dispuestos para dar albergue a los traidores de toda especie.
Más
realistas y modestos, le recordamos una cancioncilla que habrá escuchado alguna
vez en sus correrías: “Qué va a ser de ti, lejos de casa. Nena, qué va a ser de
ti”.
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
y aca el tilingaje festejó lo de francisco...tilingaje mas tilingaje menos..
ResponderBorraray Caponeto.....
Braun...Braun...
ResponderBorrar¿Y JP II que fue cuando besó el corán o en el aquelarre de Asis??
de tal pastor tal grey
casi treinta años de juanpablismo y otro tanto de pablosextismo dejaron hondas huellas.
Obvio semejantes pastoreos no fueron inofensivos, quejáronse del humo de no se quién y de cierta autodemolición pero ellos no se dieron por aludidos, no se autoinculparon ni un micrón...como decir yo aca no tengo na que ver...
ResponderBorrarNo estoy de acuerdo no con Asís ni con el beso del Corán, pero hay que conocer todo el pontificado de JPII para tener equilibrados elementos de juicio. Así los teólogos de la liberación, las feministas radicales, los homosexuales, los curas casados, los promotores del sacerdocio femenino y de la abolición del celibato, se ponen a la par de muchos lefebristas y todos los sedevacantistas para hacer causa común en contra de la beatificación, cuando estos son supuestamente enemigos entre sí. ¿ Quien pierde? Sean uno para que el mundo crea. El error aún del Papa se combate, pero no a la persona y mucho menos al papado. Recomiendo leer
ResponderBorrarhttp://es.catholic.net/escritoresactuales/825/2862/articulo.php?id=49622
Braun es un poroto al lado de Casaroli JP II y P VI con su öst politik; o le tendremos que recordar a Caponeto quién pacto con Hungría comunista que los obispos estuvieran obligados a jurar fidelidad a la constitución y al pueblo Húngaro; es decir se tenían que someter al gobierno COMUNISTA DE LOS PAÍSES SATÉLITES DE RUSIA COMUNISTA!!!
ResponderBorrar¿y quién promovió la aconfesionalidad de los Estados Católicos, impulsando que se quitara la palabra católico de las constituciones?
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