Había
un gran muro separando a dos grupos:
De
un lado del muro estaban Dios, los ángeles y los siervos leales a Dios.
Del
otro lado del muro, estaban Satanás, sus demonios y todos los humanos que no
servían a Dios.
Y
encima del muro había un joven indeciso, que había sido criado en un hogar
cristiano, pero que ahora estaba dudoso si continuaría sirviendo a Dios o si
debería aprovechar un poco los placeres del mundo.
El
joven indeciso observó que el grupo del lado de Dios lo llamaba y gritaba sin
parar:
-
HEY! desciende del muro ahora....Ven para acá!!!
Mas
el grupo de Satanás no gritaba ni decía nada
Esa
situación continuó por un tiempo, hasta que el joven indeciso resolvió
preguntar a Satanás:
-
El grupo del lado de Dios está todo el tiempo llamándome para que baje del muro
y quede del lado de ellos. ¿Por qué usted y su grupo no me llaman ni me dicen
nada para convencerme que baje del lado de ustedes?
Grande
fue la sorpresa del joven cuando Satanás le respondió:
.
-
Es porque el muro es MÍO.
Nunca
olvides: No existe término medio. El muro ya tiene dueño. No puedes andar a dos
aguas ni en medio del precipicio. La tibieza ya es casi una opción hacia el mal
cuando inicia y lo es, definitivamente, en mayor o menor medida, cuando se
establece.
Visto en la red
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
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