Ello
aconteció respecto al punto neurálgico de la Misa en rito antiguo. Ratzinger
permitió la celebración a todos. Bergoglio la ha prohibido a una orden
religiosa que la prefería.
ROMA,
29 de julio de 2013 – Un punto sobre el cual Jorge Mario Bergoglio estaba al
acecho, luego de su elevación al papado, era el de la Misa en rito antiguo.
Algunos
preveían que el papa Francisco no habría de desviarse de la línea de su
predecesor, quien había liberalizado la celebración de la Misa en rito antiguo
como forma "extraordinaria" del rito moderno, con el Motu Proprio
"Summorum pontificum", del 7 de julio de 2007: Benedicto XVI liberaliza el rito antiguo de la misa. Y explica por qué y
con la posterior Instrucción "Universæ ecclesiæ" del 13 de mayo de
2011: Dos Misas para una única Iglesia
Otros
pronosticaban por parte de Francisco una restricción – o directamente una
cancelación – de la posibilidad de celebrar la Misa con el rito anterior al
Concilio Vaticano II, inclusive al costo de contradecir las resoluciones del
todavía viviente Benedicto XVI.
Al
leer un Decreto emitido por la Congregación vaticana para los Religiosos, poco
antes del viaje de Francisco a Brasil, con la aprobación explícita del mismo
Papa, se debería dar más razón a los segundos que a los primeros.
El
Decreto tiene fecha del 11 de julio del 2013, el número de protocolo 52741/2012
y las firmas del prefecto de la Congregación, el cardenal Joao Braz de Aviz,
focolar, y del secretario de la misma, el arzobispo José Rodríguez Carballo,
franciscano.
Braz
de Aviz es el único alto dirigente de la curia de nacionalidad brasileña,
motivo por el cual ha acompañado a Francisco en su viaje a Río de Janeiro.
Tiene fama de progresista, aunque más le corresponde la de confuso. Y será uno
de los primeros en saltar, apenas tome cuerpo la reforma de la curia anunciada
por Francisco.
Por
el contrario, Rodríguez Carballo goza de la plena confianza del Papa. Su
promoción a número dos de la Congregación fue querida por el mismo Francisco,
al comienzo de su pontificado.
Es
difícil entonces pensar que el papa Bergoglio no se haya dado cuenta de lo que
aprobaba, cuando le fue presentado el Decreto antes de su publicación.
El
Decreto instituye un comisario apostólico – en la persona del fraile capuchino
Fidenzio Volpi – a la cabeza de todas las comunidades de la Congregación de los
Hermanos Franciscanos de la Inmaculada.
Ya
esto es motivo de asombro, porque los Franciscanos de la Inmaculada es una de
las más florecientes comunidades religiosas nacida en las últimas décadas en el
interior de la Iglesia Católica, con ramas masculinas y femeninas, con
numerosas y jóvenes vocaciones, difundida en varios continentes y con una
misión también en Argentina.
Se
reivindican como fieles a la Tradición, en pleno respeto del magisterio de la
Iglesia. Tan cierto es esto que en sus comunidades celebran Misas tanto en rito
antiguo como en rito moderno, como por otra parte hacen en todo el mundo
centenares de otras comunidades religiosas – para dar un solo ejemplo: los
benedictinos de Nursia – aplicando el espíritu y la letra del Motu Proprio
"Summorum pontificum", de Benedicto XVI.
Pero
precisamente esto ha sido criticado por un núcleo de disidentes internos,
quienes han apelado a las autoridades vaticanas lamentando la excesiva
propensión de su Congregación a celebrar la Misa en rito antiguo, con el efecto
de crear exclusiones y contraposiciones dentro de la comunidad, minar la unidad
interna y, peor todavía, de debilitar el más general "sentire cum
Ecclesia".
Las
autoridades vaticanas respondieron enviando un atrás un visitador apostólico. Y
ahora se produce el nombramiento del comisario.
Pero
lo que más sorprende son los últimos cinco renglones del Decreto del 11 de
julio: "Además
de lo expuesto, el Santo Padre Francisco ha dispuesto que cada uno de los
religiosos de la Congregación de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada está
obligado a celebrar la liturgia según el rito ordinario y que, eventualmente,
el uso de la forma extraordinaria (Vetus Ordo) deberá ser explícitamente
autorizada [sic] por las autoridades competentes, para cada religioso y/o
comunidad que lo pida".
El
asombro deriva del hecho que lo que se decreta contradice las disposiciones
provistas por Benedicto XVI, que para la celebración de la Misa en rito antiguo
“sine populo” no exigen ningún pedido previo de autorización: "Ad
talem celebrationem secundum unum alterumve Missale, sacerdos nulla eget
licentia, nec Sedis Apostolicae nec Ordinarii sui" (1).
Mientras
que para las Misas "cum populo" estipulan algunas condiciones, pero
siempre asegurando la libertad para celebrar.
En
general, contra un Decreto de una Congregación vaticana es posible presentar un
recurso al tribunal supremo de la Signatura Apostólica, actualmente presidida
por un cardenal, el estadounidense Raymond Leo Burke, considerado amigo de los
tradicionalistas.
Pero
si el Decreto es objeto de aprobación en forma específica por parte del Papa,
como parece ocurrir en este caso, el recurso no es admitido.
Los
Franciscanos de la Inmaculada deberán atenerse a la prohibición de celebrar la
Misa en rito antiguo a partir del domingo 11 de agosto.
¿Y
qué sucederá ahora, no sólo entre ellos sino en toda la Iglesia?
Benedicto
XVI estaba convencido que “las dos formas del uso del rito romano pueden
enriquecerse recíprocamente”. Así lo había explicitado en la acongojada carta a
los obispos de todo el mundo, con la que había acompañado el Motu Proprio
"Summorum pontificum":
"Con gran confianza y esperanza…"
Pero
de aquí en adelante no es más así, al menos no para todos. A los Franciscanos
de la Inmaculada, obligados a celebrar la Misa sólo en la forma moderna, no les
quedará más que un solo modo para atesorar lo que también patrocinaba Benedicto
XVI: "manifestar" también en esta forma, "con más fuerza que la
que se acostumbraba hasta ahora, esa sacralidad que atrae a muchos al uso
antiguo".
Es
un hecho que se ha resquebrajado un punto de referencia del pontificado de
Joseph Ratzinger. De una excepción que muchos temen – o respaldan – se
convertirá rápidamente en regla.
__________
(1)
Curiosamente, todavía seis años después de su publicación, el Motu Proprio
"Summorum Pontificum" de Benedicto XVI sigue estando presente en la
página web de la Santa Sede, pero solamente en dos idiomas y entre los menos
conocidos: el latín y el húngaro.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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