Uno de los
dolores más agudos de Catalina fue el espectáculo de los pastores mercenarios o
incluso lobos. Había, sin duda pastores excelentes. Pero no es menos cierto que
la vida de muchos era escandalosa…
En carta al abad
Emarmoutier, que le había escrito para preguntarle lo que pensaba sobre la
situación, le responde que una de las causas del mal estado de la Iglesia es el
exceso de indulgencia. Los sacerdotes se corrompen porque nadie los castiga,
enquistados en sus tres grandes vicios: la impureza, la avaricia y el orgullo,
no pensando más que en los placeres, los honores y las riquezas. Tampoco los
prelados corrigen a sus fieles ya que, como dice nuestra Santa, “temen perder
la prelatura y desagradar a sus súbditos”. No quieren descontentar a los demás,
buscan vivir en paz y tener buenas relaciones con todos, aunque el honor de
Dios exige que luchen. "Semejantes individuos, viendo pecar a sus súbditos, fingen
no verlos para no encontrarse en el trance de castigarlos; o bien, si los
castigan, lo hacen con tal blandura que se limitan a pasar un ungüento sobre el
vicio, porque temen siempre desagradar a alguien y dar lugar a pendencias. Esto
nace de que se aman a sí mismos”.
Una y otra vez
insiste Catalina en la incompatibilidad que existe entre la caridad y este tan
cobarde como temeroso egoísmo. Cristo no ha venido a traernos un pacifismo timorato,
bajo el cual el mal se desarrolla mejor que el bien. Ha venido con la espada y
el fuego. “Querer vivir en paz – dice Catalina - es con frecuencia la mayor de
las crueldades. Cuando el absceso se halla a punto, debe ser cortado por el
hierro y cauterizado por el fuego: si ponemos en él únicamente un bálsamo, la
corrupción se extiende y provoco a veces la muerte”.
Estas palabras
estan tomadas de unas de sus cartas al Papa Gregorio XI. Dios mismo,
refiriéndose a los pastores confirmó su idea en el Dialogo: “dejarán
de corregir al que está en puesto elevado, aunque tenga mayores defectos que un
inferior, por miedo de comprometer su propia situación o sus vidas. Reprenderán,
sin embargo, al menor, porque ven que en nada los puede perjudicar ni quitar sus
comodidades.” Es decir, serán fuertes con los débiles y débiles con los
fuertes. “Todo lo que harán será abrumar, con las piedras de grandes
obediencias, a los que quieren observar, castigándolos por culpas que no han
cometido. Lo hacen porque no resplandece en ellos la piedra preciosa de la
justicia, sino de la injusticia. Por eso obran injustamente, dando penitencia y
odiando al que merece gracia y benevolencia y santo amor, gusto y
consideración, confiándoles cargo a los que como ellos son miembros del
diablo”.
P. Alfredo Saenz - El
Pendón y la Aureola. Ed. Gladius 2002. Pags. 94 y 95
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
"No quieren descontentar a los demás, buscan vivir en paz y tener buenas relaciones con todos, aunque el honor de Dios exige que luchen".
ResponderBorrarMás o menos, como hace unos dias se expresaba D. Terzio en su blog, Ex Orbe, con estos bueyes tenemos que arar. Pero no nos queda otra que seguir enarbolando la espada de la Justicia, porque como siempre me leerá repetir, sólo Ella es la defensora de la Verdad.
No cabe duda de que a la iglesia postconciliar le ha venido de perlas ese modo suave y disculpatorio, en las formas y el contenido, que ha propagado la izquierda. Cualquier postura clara y definida, siempre encontrará mil voces en contra que la tachen de extremista. O cualquier otra palabra bien sonora y contundente, rodeada de matices que ellos mismos, los enemigos de la verdadera iglesia, se han encargado de añadir a modo de suciedad. Eso es lo que nos debe mantener alertas: la manipulación. O estamos perdidos. Porque estamos, no rodeados, sino cerrados, infiltrados de maldad.
Un saludo afectuoso, don Augusto.
Seguimos en contacto, si Dios quiere.
"cerrados"??? Quise decir "sembrados", creo. El predictivo a veces juega con mi paciencia, je,je!
ResponderBorrarSi esa era la situación en el siglo XIV en la época de la Cristiandad ¿que decir hoy en día?. Sin embargo como me observaron un par de veces, se nos invita a "relajarnos" a "descontracturarnos", y de hecho nosotros podríamos hacerlo más a la Verdad NO. Pero es el destino de los "restauracionistas". Y es que la dictadura del relativismo que denunció S.S. B.XVI en los comienzos de su pontificado hoy es casi insoportable, por eso no queda más que la esperanza puesta en la Parusía, ya que como dijo San Pio X: "cuando el depósito de la fe no se pueda guardar, vuelve Cristo" y hoy el Sí Sí No No es casi imposible de predicar.
BorrarSaludos
En aquella época se podría decir que eran debilidades humanas, pero ahora NO. Porque ahora nos encontramos inmersos en la Apostasía del Evangelio. Desde hace bastantes años se está predicando un pseudoevangelio, un evangelio mutilado, un falso evangelio al que le faltan los novísimos y otras parcelas. (Denunciado por JPII y B-XVI en varias ocasiones). Pecado, castigo, infierno, demonio, eternidad, conversión, salvación, condenación, purgatorio, sacrificio, penitencia, anticristo, parusía, obediencia, mandamientos, justicia, etc... son eliminados sistemáticamente para que no haya conversiones.
ResponderBorrarEsta estrategia masónica es para vincular a la humanidad con la forma de pensar del anticristo. Asi cuando se autocorone, ya tendrá a la masa en general besándole los pies, porque hará falsos milagros y arreglará la economía que el mismo estropeó previamente, para posteriormente hacer creer que es el mesias que ha vuelto a la tierra. Pero pondrá en marcha el famoso sello de la bestia (666), y utilizará el chantaje para que todos se dejen colocar dicho sello.
Quien no se deje poner el sello no tendrá cuenta corriente, ni trabajo, ni casa, ni comida, ni podrá comprar ni vender, incluso será encarcelado o asesinado, como dice en Apocalipsis 13 y 14: Pero quien ceda al chantaje y se deje colocar el sello se condenará.
Disculpe Anónimo, pero las debilidades humanas han existido y seguirán existiendo mientras haya conciencia del Bien y del Mal. Yo, viviendo, como dice usted, en la apenas predicación del castigo, del infierno, de la justicia, etc, etc, sigo teniendo concncia del Bien y del Mal, y, como yo millones de personas que, aun viviendo esa falta de predicación, la siguen teniendo (la conciencia) por lo que la debilidad les sigue afectando. A mí, la primera. Y a millones detrás de mi. De lo contrario, de no existir esas debilidades, esto sería el paraíso y ni don Augusto ni usted ni yo, estaríamos aquí llamando la atención sobre lo que vemos conforme a la Verdad, al Bien o al Mal.
ResponderBorrarY sobre lo que dice de "la masa en general", no olvide a la iglesia invisible; aquellos a quienes no se nos ve pero que seguimos existiendo. Un reducto quedamos y tendremos que dar la batalla, aunque seamos cuatro gatos medioenfrentados. De momento, aquí estamos. A mí no me han lavado el cerebro aún. Ya no tengo edad para que lo hagan y no tengo los ojos tapados.