¿Acaso todas las monedas son buenas? ¿No hay que distinguir entre las verdaderas
y las falsas? Pues lo mismo sucede con la religión. Pero como la moneda falsa supone la buena, así las
falsas religiones suponen la verdadera.
Si todas las religiones son buenas, se puede
ser católico en Roma, anglicano en Londres, protestante en Ginebra, musulmán en
Constantinopla, idólatra en Pekín y budista en la India. ¿No es esto ridículo?
¿No es afirmar que el sí y el no son igualmente ciertos en el mismo caso?
Decir que todas las religiones son buenas es
un absurdo palpable, una blasfemia contra Dios, un error funesto para el
hombre.
1°
Un absurdo. Es cierto que en las diferentes religiones hay algunas verdades admitidas
por todos, como son: la existencia de Dios, la espiritualidad del alma, la vida
futura con sus recompensas y castigos eternos. Pero, ellas se contradicen en
otros puntos fundamentales. El católico, por ejemplo, afirma que la Iglesia tiene
por misión explicarnos la palabra de Dios encerrada en la Biblia, mientras que
el protestante declara que todo cristiano debe interpretar por sí mismo la
palabra divina y forjarse una religión a su manera...
Podríamos citar indefinidamente las
divergencias contradictorias de las diversas religiones. Pero es evidente que
dos cosas contradictorias no pueden ser verdaderas, porque la verdad es una,
como Dios, y no se contradice. Si la Iglesia ha recibido de Jesucristo la
misión de explicarnos la Biblia, no queda a la voluntad de cada cristiano el
interpretarla a su manera... Es absurdo decir que el sí y el no pueden ser
igualmente ciertos sobre el mismo punto. Mas como lo que no es verdadero, no es
bueno, porque la mentira y el error de nada sirven, debemos concluir que, no
pudiendo todas las religiones ser verdaderas, no pueden ser todas buenas.
2°
Una blasfemia contra Dios. Decir que todas las religiones son buenas, no es
solamente contradecir el buen sentido, sino blasfemar contra Dios. Es tomar a Dios
por un ser indiferente para la verdad y para el error. Se supone que Dios puede
amar con igual amor al cristiano, que adora a su Hijo Jesucristo, que al
mahometano que le insulta; que debe aprobar al Papa, que condena la herejía, y
a Lutero, a Calvino y Enrique VIII, que se rebelan contra la Iglesia; que
bendice al católico, que adora a Jesucristo presente en la Eucaristía, y sonríe
al calvinista, que se burla de ese misterio... Pero atribuir a Dios semejante
conducta es negar sus divinos atributos; es decir, que trata a la mentira como
a la verdad, al mal como al bien, y que acepta con las misma complacencia el
homenaje y el insulto... ¿No es esto una blasfemia estúpida?
3°
Un error funesto para el hombre. Para llegar a la felicidad eterna debe el hombre
seguir el camino que a ella le lleva; y sólo la religión verdadera es el camino
que lleva al cielo. ¿No es una gran desgracia errar el camino?... ¡Y si al
menos, llegados al término se pudiera desandar lo andado!... Pero si uno yerra
por su culpa, se ha perdido para toda la eternidad.
La indiferencia, al enseñar que se pueden
seguir todas las religiones, propende a alejar al hombre de la verdadera
religión, del único medio de alcanzar su meta. Es, por consiguiente, un error
funesto.
…El deber más sagrado del hombre es el de seguir
la verdad desde el instante mismo en que la conoce: ante todo, hay que obedecer
a Dios. Abandonar la falsa religión para seguir la verdadera, es acatar la
voluntad de Dios y, por consiguiente, cumplir el más sagrado de los deberes...
La salvación es un asunto personal,
individual, del que cada uno es responsable ante Dios.
Las causas por las cuales se descuida abrazar
la verdadera religión son: el respeto humano, los intereses temporales, el
deseo de seguir las propias pasiones; pero, evidentemente, estas causas son
malas y, por tanto, hay que sacrificarlas para cumplir la voluntad de Dios y
salvar el alma.
P.A. Hillaire - La
Religión Demostrada. Los Fundamentos de la Fe Católica Ante la Razón y la
Ciencia. 1900.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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