Mi inquietud, mi preocupación casi exclusiva –
mi “obsesión” por los “temas apocalípticos” me ha sido criticada por algunos,
extraños y allegados. No me tomo el trabajo de justificarme frente a los que
desprecian ocuparse de todo lo
referido a la consumación de los tiempos, y que nadan en el nirvana de una despreocupación
beatífica. Pero me parece muy atendible la objeción de quienes, quizás tan “parusíacos”
o más que yo, rechazan, sin embargo, mi insistencia en destacar los caracteres
negativos – aterradores, en realidad- del mundo en que vivimos. Tanto como a
mí, a ellos también les parecen tremendamente negativos y preanuncio de
acontecimientos “apocalípticos”. Solo me distancian de mi actitud por una
cuestión de prioridades, o de “acento”. Piensan que estar tan atentos a los
horrores del mundo actúa, acobardaría a los fieles receptivos de nuestra
enseñanza. Que ello privaría sobre todo a los jóvenes, de la esperanza
necesaria para vivir cristianamente…
La
atención preferencial a los aspectos negativos del mundo actual se justifica, a
mi entender, por el hecho de que ellos son, precisamente el preanuncio y
antesala de la Gloria a la que aspiramos. Su extrema negatividad realza la
extrema positividad de Aquello que esperamos. Aviva en nosotros, la conciencia
del Triunfo venidero, por oposición. Por Contraste.
Ese efecto, por así decir, “dialéctico”, que
la suma perversidad de nuestro mundo engendra en nosotros, no tendría lugar si
no fuera porque sabemos que el desenlace es dialéctico.
¿Por qué lo sabemos? No por ningún cálculo de
análisis político o histórico. Lo sabemos por la Fe. Lo sabemos porque nos ha
sido revelado taxativamente:
Cuando
estas cosas comenzaren a suceder, cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas,
porque se acerca vuestra redención (Lc.
XXI, 28)
“Las cosas” que dice el texto no son,
precisamente, fáciles y deleitosas. Son terriblemente duras y tenebrosas. Pero
son preanuncio y antesala del Triunfo definitivo del Bien. “Se acerca vuestra
redención”, dice. O sea que este triunfo es definitivo, permanente. Es eterno,
no hay vuelta. Por tanto, si alguna vez la hubo, ahí se acaba la “dialéctica de
la historia”.
Pero en esta “dialéctica”, anterior al final,
¿de qué Bien y de qué Mal se trata? De Cristo y del Anticristo: el Bien
histórico. Entonces, si esto es así, si esto es como Nuestro Señor nos lo
anuncia, si el Mal llegado a su plenitud en el Anticristo, anuncia el triunfo
definitivo de Cristo y de nuestra redención, entonces casi, casi, deberíamos
querer que el Mal se intensificara."Politique du pire": cuanto peor, tanto
mejor. Y decía, y lo vuelvo a decir ahora que a esto, que lo sabemos por la fe,
debemos desearlo con la esperanza fundada en la fe. Porque Cristo nos lo ha
ordenado, imperativamente: “Cuando veáis que todo esto sucede, levantad vuestras cabezas”. Debemos
desearlo, en el supuesto –que creo que es vigente-, de que nada nos quede
humanamente por hacer; porque de lo contrario, es claro, deberíamos intentar
corregir el Mal. Esperemos, pues, confiados en la palabra de Cristo, que
también dijo:
Os he
dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de
que Yo os la he dicho (Jn. XVI, 4)
O sea, estaba escrito. Estaba escrito que
estas cosas habían de suceder, y suceden. El Señor las tiene previstas, el
Señor mantiene en sus manos las riendas. Y cuando al discípulo de Cristo no le
queda nada más que hacer, sino padecer – como era el caso para aquellos a los que fue dicho, y como creo que es el caso para nosotros-, solo queda… mirar.
Mirar para mantener la esperanza. “cuando veáis
que todo esto sucede que todo esto sucede…”
Y por eso digo yo, ahora, que hay que mirar al
Anticristo. Mirarlo no por ningún masoquismo –ya está dicho- sino para ver como
se cumple en él lo anunciado: la intensificación del Mal, que precede al
triunfo definitivo de Cristo.
FEDERICO MIHURA
SEEBER – “El Anticristo” Ed. Samizdat – Bs.As. 2012 Pags. 35-37.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
PERO JESUS NOS DIJO Q NO PODEMOS MIRAR AL ANTICRISTO PARA NO KEDAR ATRAPADOS EN SUS ENCANTOS.
ResponderBorrarMaravilloso. Me gustaría leerlo.
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