sábado, 30 de noviembre de 2013

El Concilio Vaticano II en una carta de Pablo VI a Mons. Lefebvre – Por José Miguel Gambra

  …es conveniente recordar cuales son las “reformas” y las “orientaciones” a las que Mons. Lefebvre se ha opuesto en sus palabras y obras. Los que aún quieren creer que Pablo VI era ajeno a lo que está sucediendo actualmente en la Iglesia Católica harían bien en meditar seriamente estas palabras.

…Pablo VI reprende a Mons. Lefebvre al oponerse a “un concilio como el Segundo Concilio Vaticano que no tiene menor autoridad, que incluso en algunos aspectos es más importante que el Concilio de Nicea”.

  Cualquier católico actual comprende la profunda gravedad de estas palabras sin necesidad de puntualizaciones.

  Un concilio pastoral y no dogmático es, por definición, aquél cuyas conclusiones se limitan a adaptar a las circunstancias temporales los medios de difusión de verdades anteriormente declaradas. La aplicación de estas conclusiones, la legitimidad de su aplicación depende de su concordancia con dichas verdades. Por consiguiente un concilio pastoral está, por definición, en una relación de dependencia con respecto a un concilio dogmático. Por consiguiente, decir que “el Concilio Vaticano II no tiene menos autoridad que el Concilio de Nicea” contradice el sentido mismo de la palabra que define a uno y a otro. La frase de Pablo VI significa, pues, que el Concilio Vaticano II, a los diez años de su clausura, deja de ser pastoral para convertirse en dogmático. Las palabras de Pablo VI no admiten otra interpretación.

Pero aún hay otra frase digna de estudio. Es menos concluyente debido a su ambigüedad, pero quizás más impresionante en sus implicaciones. Para Pablo VI el Concilio Vaticano II es “en ciertos aspectos más importantes que el de Nicea”.

  Si recordamos que Nicea fue el Concilio en que se declaró el dogma fundamental del Cristianismo, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, esos “ciertos aspectos” en que el Concilio pastoral Vaticano II es “más importante” que él, se nos presenta como propiamente inconcebibles.

  No obstante, es preciso reconocer que las palabras de Pablo VI en esta carta no pueden interpretarse como una ligereza momentánea, un despiste de cuyo significado profundo no se dio cuenta su autor. Porque, desgraciadamente, todo el contenido de esta carta y concretamente la frase comparativa de los dos concilios, está perfectamente de acuerdo con los hechos que hemos visto y vemos sucederse en la Iglesia desde hace tantos años.

  En efecto, Vaticano II es hoy más importante en la práctica que Nicea y que todos los concilios dogmáticos y que todas las doctrinas de los papas que hablaron ex Cathedra. Porque esas doctrinas y esos dogmas pueden ser discutidos y puestos en duda y negados sin que la maquinaria defensiva de la Iglesia se ponga en marcha. Se puede defender el relativismo de la verdad o negar la Resurrección de Cristo, pero no se puede poner obstáculo al las “reformas” y “orientaciones” del Concilio Vaticano II.

JOSÉ MIGUEL GAMBRA – “Monseñor Lefebvre: Vida y doctrina de un obispo católico” Ed. Del Grial 2001. Pags. 37-38.


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