El Misterio de Iniquidad es el odio a Dios y
la adoración del hombre.
Las
Dos
Bestias son el poder político y el instinto religioso del hombre
vueltos contra Dios y dominados por el Pseudo Cristo y el Pseudoprofeta. El Obstáculo
es, en nuestra interpretación, la vigencia del Orden Romano.
La
Gran Ramera es la religión descompuesta y entregada a los poderes temporales, y
es también la Roma étnica, donde este Misterio de Iniquidad se verificó por
vez primera, a los ojos deslumbrados de Juan el último Apokaleta.
La adoración del hombre con el odio a Dios ha
existido siempre. “Ya funciona el Misterio de Iniquidad -dice San Pablo a los
de Tesalónica-; solamente está sujetado, y vosotros sabéis cuál es el
Obstáculo.”
El Misterio de Iniquidad es el
principio de la Ciudad del Hombre, que lucha con la Ciudad de Dios desde el
comienzo; es la raíz de todas las herejías y el fuego de todas las
persecuciones; “es la quietud incestuosa de la criatura asentada sobre su
diferencia específica”; es la continua rebelión del intelecto pecador contra su
principio y su fin, eco multiplicado en las edades del “No serviré” de Satanás.
La cúspide del Misterio de Iniquidad es
el odio a Dios y la adoración idolátrica del Hombre.
El Misterio de Iniquidad tiende a
corporizarse en cuerpo político y aplastar a los santos. Él fue quien condenó a
Sócrates, persiguió a los profetas, crucificó a Jesús, y después multiplicó los
mártires; y él será quien destruya la Iglesia, cuando, retirado el Obstáculo,
se encarne en un hombre de satánica grandeza, plebeyo genial y perverso, quizá
de raza judía, de intelecto sobrehumano, de maldad absoluta, a quien Satán
prestará su poder y su acumulada furia.
La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo,
obstaculiza esa manifestación y
la reduce, apoyada en el orden humano que el Imperio Romano organizó en cuerpo
jurídico y político; pero llegará un día, que será el fin de esta edad, en que
desaparecerá el Obstáculo. El Espíritu Santo abandonará quizá este cuerpo social
histórico, llamado Cristiandad, arrebatando consigo a la soledad más total a
los suyos, dándoles dos alas de águila para volar al desierto. Y
entonces la estructura temporal de la Iglesia existente será presa del Anticristo,
fornicará
con los reyes de la tierra -al menos una parte ostensible de ella, como
pasó ya en su historia-, y la abominación de la desolación entrará en el lugar
santo. “Cuando veáis la desolación abominable entrar adonde no debe, entonces
ya es.”
¿Será el reinado de un Antipapa, o Papa
falso? ¿Será la destrucción material de Roma? ¿Será la entronización en ella de
un culto sacrílego? No lo sabemos. Sabemos que el Apokalypsis, al
describir la Gran Prostituta, señala con toda precisión “la ciudad de las siete colinas”:
interpretación dada por el mismo Ángel que a San Juan adoctrina.
P.LEONARDO CASTELLANI
– Cristo ¿Vuelve o no vuelve? Ed. Gladius 2014 (1ra ed. 1951) – Pags. 26-27
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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