No es fácil esbozar la historia del pueblo
judío en España. Seguramente había ya un gran número de judíos en tiempo de los
visigodos. Luego de que muchos de ellos instaron a los árabes a venir del
África y luego colaboraron con éstos para que se extendiesen por España,
abriéndoles las puertas de las ciudades de modo que pudiesen terminar
rápidamente con los reinos visigodos, fueron premiados por los conquistadores,
incluso con elevados cargos en el gobierno de Granada, Sevilla y Córdoba. Y así
en el nuevo estado musulmán alcanzaron un alto grado de prosperidad y de
cultura.
La gradual reconquista de la Península por
parte de los cristianos no trajo consigo ningún tipo de persecución para los
judíos. Cuando San Fernando reconquistó Sevilla en 1224, les entregó cuatro
mezquitas moras para que las transformasen en sinagogas, autorizándolos a establecerse
en lugares privilegiados de la ciudad, con la sola condición de que se abstuvieran
de injuriar la fe católica y de propagar su culto entre los cristianos. Los
judíos no cumplieron estos compromisos, pero aun así no fueron contrariados, e
incluso algunos Reyes, especialmente de fe tibia o necesitados de dinero, se
mostraron con ellos muy condescendientes y lse confiaron cargos importantes en
la Corte, sobre todo en relación con la tesorería.
A fines del siglo XIII, los judíos gozaban de
un singular poder en los reinos cristianos. Tan grande era su influencia que
estaban exentos del cumplimiento de diversas leyes que obligaban a los
cristianos, a punto tal que algunos de los albigenses, llegados a España del
sur de Francia, se hacían circuncidar para poder predicar libremente como
judíos la herejía por lo cual hubieran sido castigados como cristianos.
En una España donde se repudiaba el préstamo
a interés como un pecado – el pecado de “usura”, se llamaba -, los judíos, que
no estaban sujetos a la jurisdicción de la Iglesia, eran los únicos banqueros y
prestamistas, con lo que poco a poco el capital y el comercio de España fue
pasando a sus manos. Los ciudadanos que debían pagar impuestos u no tenían
cómo, los agricultores que carecían de dinero con qué comprar semilla para sus
sembrados, caían desesperados en manos de prestamistas judíos, quedando a ellos
esclavizados económicamente. Asimismo los judíos lograron gran influencia en el
gobierno, prestando dinero a los Reyes, e incluso comprándoles el privilegio de
cobrar impuestos. De ellos escribe el padre Bernáldez, contemporáneo de los
Reyes Católicos: “Nunca quisieron tomar oficios de arar ni cavar, ni andar por
los campos criando ganados, ni lo enseñaron a sus hijos salvo oficios de
poblados, y de estar asentados ganando de comer con poco trabajo. Muchos de ellos
en estos Reinos en poco tiempo llegaron muy grandes caudales e haciendas,
porque de logros e usuras no hacían conciencia, diciendo que lo ganaban con sus
enemigos, atándose al dicho que Dios mandó en la salida del pueblo de Israel,
robar a Egipto”. Por supuesto que todo esto no podía caer bien, y el pueblo no
les tenía la menor simpatía.
Cuando la peste negra, en dos años, redujo la
mitad de la población de Europa, los judíos sufrieron más que el resto, porque
el populacho enloquecido los acusó de ser los causantes de aquella plaga
envenenando los pozos, y comenzó a perseguirlos en toda Europa. El Papa
Clemente VI denunció como calumniosas tales acusaciones, señalando que la peste
había sido igualmente mortal donde no vivía ningún judío, y amenazó con
excomulgar a los exaltados. Sin embargo, las multitudes seguían matando judíos.
También en Castilla acaeció otro tanto, por
lo que muchos hebreos, atemorizados pidieron el bautismo, llamándoselos conversos o marranos. Algunos lo hicieron sinceramente, como aquellos 35 mil
convertidos por la virtud y la elocuencia de San Vicente Ferrer quien recorrió
España predicando. Sin embargo, hubo muchos que simularon convertirse; iban a
misa el domingo, pero secretamente seguían acudiendo a las sinagogas.
Como cristianos confesos, los judíos
falsamente convertidos se encontraban ahora libres de restricciones impuestas a
sus hermanos de la sinagoga, y estaban en condiciones de contraer matrimonio
con las familias nobles de España. Además, se le abrían nuevas e importantes
posibilidades porque podían acceder al sacerdocio o a la vida religiosa,
probando así su lealtad al cristianismo. El hecho es que en la época de Isabel,
su influencia sobre la Iglesia en España era notable. Muchos de los obispos
eran descendientes de judíos. Y se sabía que numerosos sacerdotes seguían
siendo secretamente judíos, y se burlaban de la misa y de los sacramentos que
fingían administrar. Los católicos se indignaban frente a estos sacrilegios, y
en algunos casos exageraban la nota atribuyendo a los judíos la exclusividad de
la decadencia que sufría la Iglesia.
Tal era la situación cuando los Reyes estaban
proyectando su campaña contra el gobierno moro de Granada. Los españoles no
podían dejar de recordar que habían sido los judíos quienes invitaron a los
mahometanos a entrar en el país, y siempre los habían considerado como enemigos
internos, quintacolumnas y aliados del
enemigo. Dondequiera se encendía de nuevo la guerra contra los moros,
automáticamente los judíos se convertían en sospechosos. Y precisamente en
estos momentos, como acabamos de decir, los Reyes se aprestaban a lanzar su
ofensiva contra Granada. Previendo Isabel una guerra larga y peligrosa, creyó
que había llegado el momento de destruir el poder de los judíos encubiertos que
constituían un reino dentro de otro reino.
A solicitud de la Reina, el obispo de Cadiz
elevó un informe sobre las actividades de los conversos de Sevilla. Se
confirmaban las sospechas de Isabel, en el sentido de que la mayor parte de
ellos eran judíos encubiertos, que poco a poco ganaban a los cristianos a las
prácticas judías, llegando “hasta predicar la ley de Moisés” desde los púlpitos
católicos.
Señala T. Walsh que la Reina no tenía
prevenciones contra los judíos como raza. EL problema, tal como ella lo
entendía, era estrictamente religioso. De hecho, a lo largo de su reinado,
había nombrado en cargos de confianza a varios judíos a quienes creía
sinceramente cristianos, y con frecuencia había protegido a los judíos de la
sinagoga contra la furia de los “pogroms”
del populacho. No obstante, pensaba que muchos conversos eran en realidad
judíos encubiertos, que iban a la iglesia el domingo y a la sinagoga el sábado,
mientras no perdían oportunidad de ridiculizar las más sacrosantas verdades del
cristianismo, socavando la fe, que era para ella la base moral del pueblo. Por
otra parte, al poco tiempo de haberse creado la Inquisición, los inquisidores,
convencidos por diversos testimonios, comunicaron a los Reyes el gravísimo
peligro que se cernía sobre la religión católica. E incluso no faltaron judíos
que expresaban su esperanza de que los turcos lanzasen una ofensiva hacia
Occidente.
Pero hubo un hecho que resultó como el
detonante de toda esta cuestión. En noviembre de 1491, cuando Isabel y Fernando
estaban tratando con Boabdil la rendición de Granada, dos judíos y seis
conversos fueron en Ávila condenados a muerte bajo el cargo de haber
secuestrado un niño cristiano de 4 años y de haberlo crucificado el Viernes
Santo en una caverna, para burlarse de Cristo; de haberle arrancado luego el
corazón, en orden a hacer un maleficio de magia destinado a causar la ruina de
los cristianos en España, tras lo cual los judíos se posesionarían del
gobierno. Por cierto que con frecuencia les colgaban cosas a los judíos. En
este caso, se hicieron prolijas investigaciones, llegándose a la convicción de
que, efectivamente, un niño había sido abofeteado, golpeado escupido, coronado
de espinas y luego crucificado. El asunto fue sometido a un jurado de siete
profesores de Salamanca, quienes declararon culpables a los imputados. Hubo un
segundo jurado, en Ávila, que confirmó el veredicto. Los culpables fueron
ejecutados el mismo mes que se rindió Granada. El niño sería canonizado por la
Iglesia, bajo el nombre de “el Santo Niño de la Guardia”.
Se cree que cuando el padre Torquemada fue a
la Alhambra, a principios de 1492, pidió a los Reyes que encarase con urgencia
este problema, que podía acabar por destruir toda su obra, y solucionasen el
asunto de raíz expulsando a los judíos de España. Hacía un tiempo pensaban
tomar una medida semejante. La indignación que provocó el crimen ritual del Santo
Niño decidió el caso. Y así, el 31 de marzo de 1492, promulgaron un edicto según
el cual todos los judíos debían abandonar sus reinos antes del 1° de julio.
Alegaban que “persiste y es notorio el daño que se sigue a los cristianos de
las conversaciones y comunicaciones que tienen con los judíos, los cuales han
demostrado que tratan siempre, por todos los medios y maneras posibles, de
pervertir y apartar a los cristianos fieles de nuestra santa fe católica, y
atraerlos a su malvada opinión”. Se hacía, pues, necesario que “aquellos que
pervierten la buena y honesta vida de las ciudades y villas, por la
contaminación que puedan causar a otros, sean expulsados de entre pueblos”. Por
eso, concluían los Reyes, “después de consultar a muchos prelados y nobles y
caballeros de nuestros reinos y a otras personas de ciencia, y en nuestro Consejo
habiendo deliberado mucho sobre el tema, hemos decidido ordenar a los
mencionados judíos, hombres y mujeres, abandonar nuestros reinos y no volver
más a ellos”.
Los expulsados podían llevar consigo todos
sus bienes, aunque sujetándose a la legislación vigente según la cual no les
era lícito sacar al extranjero oro, plata, monedas y caballos, sugiriéndoseles
en el mismo decreto convertir su dinero en letras de cambio. Para evitar la
expulsión, tenían los judíos un recurso, la conversión. La Reina los animó a
ello, y de hecho varios judíos pidieron el bautismo. Pero un buen número – unas
150 mil personas, de acuerdo a algunas fuentes – optó por abandonar España.
Según parece, el éxodo, en carretas, a caballo o a pie, fue patético, en
columnas que marchaban entre llantos y cantos religiosos. Algunos se dirigieron
a Portugal, otros al África, o a distintos lugares.
Señala Vizcaíno Casas que a diferencia de la
abundante historiografía que ha juzgado con extrema severidad el decreto de
expulsión de los judíos, no son pocos
los historiadores más recientes que lo justifican como inevitable. Dichos
autores afirman que los Reyes no eran, en principio, hostiles a los judíos,
sino que, dados los antecedentes históricos y los sucesos más recientes,
consideraron imprescindible suspender el régimen de convivencia entre hebreos y
cristianos, ante el riesgo de que el judaísmo, como doctrina religiosa
tolerada, quebrantara la fe de la población. Ya en el siglo XIX, Amador de los
Ríos había señalado que sería gran torpeza suponer que la medida fue inspirada
por un arrebato de ira o por un arresto de soberbia; los Reyes la dictaron,
dice, “con aquella tranquilidad de conciencia que nace siempre de la convicción
de cumplir altos y trascendentales deberes”.
Débese asimismo advertir que no fueron los
Reyes Católicos los únicos ni los primeros en tomar una decisión de este tipo.
Los judíos ya habían sido expulsados de Inglaterra en 1290, de Alemania entre
1348 y 1375, de Francia desde 1306. Por lo general, en España se les trató
mejor que en otros países. En Francia, por ejemplo, en la Francia de San Luis,
se había decidido que todo judío que se dedicara a la usura debía ser expulsado
del reino; que sólo podían permanecer allí los que vivieran de un trabajo
manual, es decir, pocos; que no era lícito poseer ejemplares del Talmud y otros
textos judíos, por ser anticristianos; en caso de descubrírselos, dichos libros
eran quemados.
Con la expulsión decidida por los Reyes
Católicos, se alcanzaron, de hecho, los objetivos buscados. Ante todo, se salvó
la unidad religiosa de España. Asimismo, se acabaron para simpre los “pogroms”. Y más positivamente, gracias
a los numerosos descendientes de judíos que permanecieron en España, pudo
producirse la enriquecedora confluencia del genio judío y la Reforma Católica,
concretada en nombres prestigiosos, de origen “converso”, tales como Francisco
de Vitoria, San Juan de Ávila, Fray Luis de León, Santa Teresa de Ávila… Toda
una constelación magistral.
ALFREDO SAENZ – Isabel La Católica –
Ed. Gladius 2009 - Págs.41 a 50.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
Este es un buen link que tambien toca el tema con mucha autoridad:
ResponderBorrarhttp://elmunicipio.es/2014/01/leyenda-negra-la-expulsion-de-los-judios/
atte.
Rudy
Muy buen artículo de don Vittorio Messori.
BorrarLección Magistral sobre el tema de los judíos en España.
ResponderBorrar¡¡ Qué distinta y valiosa sería la Iglesia Católica en Argentina sí el P.Alfredo Sáenz lo hubieran nombrado en su momento Cardenal de Buenos Aires !!
Completamente de acuerdo con tu opinión.
BorrarSaludos
También se ha de decir, que siendo las Españas, reinos donde no se perseguían a los judios, las expulsiones del resto de los reinos europeos, causón una inmigración de estos hacia España, con lo que previendo cortar el efecto llamada para el resto, y ante los conflictos sociales, y no raciales, que se daban, además de buscar la protección vital de los judios, pues cuando el pueblo explota, su ira arrasa como fué con el Progrom de Sevilla, los RRCC, decidieron a su pesar ordenar la expulsión, de una población que no se consideraba subdita ni nacional, sino residente temporal... Y ahora de nuevo, tras 500 años, la población hebrea aumentó de casi nada a decenas de miles, principalmente con los gobiernos de socialistas, donde varios ministros y grandes empresarios y asesores fueron o son de origen hebreo... Y como se dcie en el texto, no se conoce a ninguno que se gane su sustento con profesiones manuales, artesanas, obreras, agicolas o marineras. Todos son grandes empresarios, banqueros, medios de comunicación, políticos, asesores de politicos, o parejas o conyuges de politicos...pero labrador, o chofer, ... creo que ni las dos manos los llega a contar... Sucede igual allá por el Viejo Virreinato de la Plata...
ResponderBorrarY que conste, que el pueblo español, al judio como persona, como Ser Humano, lo ha protegido cuando ha sido necesario, como fué durante la II Guerra Mundial, con los rescates y salvoconductos dados por el Gobierno de Franco, o por su traslado de los judiios marroquies hacia el nuevo Estado de Israel, etc.. etc...
Un saludo, desde la Vieja Hispania. Manuel R.L.
Argentina tiene el 3° lugar en población judía en el mundo. Dejando de lado la prensa y las "artes" (perversas) que como en casi todo el mundo están en sus manos, lo grave es como controlan todas las finanzas y el mercado inmobiliario.
BorrarEs que sabemos que no se sienten ciudadanos de ningún país ya que consideran que por derecho divino, el planeta entero les pertenece, y los hechos hablan por sí mismos.
Esta gran santa fue muy difamada por este sector, incluyendo todo lo relativo a la leyenda de las masacres en América.
EN fin... Hoy parece que hasta tenemos que pedirles perdón por no dejar que nos sometan en forma más cruel, ya que según su código sagrado, el Talmud, solo somos demonios con forma humana y habitamos la tierra solo para servirlos, y lamentablemente mucha de la jerarquía católica parece tener esa convicción.
Saludos
Me gustan que hayan páginas de internet con esta claridad doctrinal. El Padre Sáenz es un hombre de la fe que sabe mucho y habla muy bien. Los católicos sabemos que la cuestión es teológica y que debemos esmerarnos por la conversión de todos los hombres. Dios quiera que nosotros tengamos fuerzas para luchar contra los males de nuestro tiempo con el fin de hacer nuevos discípulos de Cristo...
ResponderBorrarEs lamentable el Ecumenismo y la nivelación de la Verdad con el error. Sin embargo, creo que es tema de otra ocasión y de otro comentario. Por lo pronto saludo a todos los que hacen Nacionalismo Católico San Juan Bautista. Mis respetos. Adiós.
El padre Saenz es una persona muy valiente que mucho sufrió por defender la Verdad.
BorrarComo dices hoy el falso ecumenismo y la nivelación de la Verdad con el error nos está llevando no solo a la apostasía generalizada que vivimos, sino que nos está poniendo en manos de nuestros enemigos.
Resistir en la Verdad hoy es el gran desafío
Gracias por visitarnos Alan
La masonería se ha encargado constantemente de contar mentiras acerca de la Iglesia Católica, sobre todo cuando se trata de contar la historia. El otro día viendo la serie "Érase una vez el hombre" le dan cada varapalo al cristianismo, en concreto al catolicismo que te quedas alucinado.
ResponderBorrarPor ejemplo:
Jesús hace caso a Zaratrustra
ver a partir del minuto 6:30: http://www.youtube.com/watch?v=_liqH6tjwh4
Tiempo que le dedicana a la vida de jesús ver a partir del min 25:16 (a partir de ahí son unos 15 segundos nada más), http://www.youtube.com/watch?v=fMZDWfoavkc
Siguiente capitulo, el islam:
minimiza los mártires dice "sólo 30.000" en Roma min 1:50: http://www.youtube.com/watch?v=xWFQ5WkqHgs
adivinad quién es el bueno de la película en el min 9:30 (pedrito es...) y hasta el minuto 21:40 básicamente es mostrarnos las bondades de mahoma y el resto del capítulo alabando las bondades y progresos de la cultura del Islam.
Es una producción Europea, pero principalmente francesa país masónico por excelencia.
Aunque qué les voy a explicar a ustedes si en Argentina estuvo censurada.
He puesto lo que más me llamó la atención, pero hay muchas otras perlas y otras que aún no habré visto, porque en mi casa mis niños no van a ver más estos espantosos dibujos animados.
También hay "chistes" sobre leyes de algunas culturas en las que a los adúlteros se les tira al río, adivinad quienes son los adúlteros, pues los personajes que son los buenos. Menos mal que mis hijos no tienen ni idea de qué es el adulterio aún.
Si tienen niños, cuidado con lo que les ponen en la TV y no les pongan esta basura de serie.
Es un buen apunte el de Santiago. Para mi es más grave una mentira que puede hacer temblar la fe que una indecencia que puede hacer caer en el pecado o no. Además esos dibujos tan antiguos nos pueden parecer aún más inocentes por ese motivo por lo que los padres pueden fácilmente descuidar aún más la atención sobre sus perniciosos contenidos.
ResponderBorrarMuy interesante el artículo, me queda la inquietud de buscar bibliografía del P. Saenz para leer. Saludos.
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