Amigos:
En el número 107 de Cabildo(enero-febrero
2014) publiqué la presente nota. Bastante más ampliada y retocada la hago
circular ahora por este medio, con la esperanza de que pueda prestar algún
servicio.
Antonio Caponnetto
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El próximo 19
de marzo, Festividad de San José, se cumple un año de la asunción pontificia
del Cardenal Bergoglio.
Otros estarán capacitados para hacer un
balance exhaustivo, completo y erudito. Lo esperamos con necesidad espiritual.
Otros no querrán hacerlo, limitándose a un aséptico encogimiento de hombros, a
una aprobación irrestricta y apriori de carácter papolátrico o a una condena en
bloque de todos sus dichos y quehaceres; y otros –me temo que los más- se
desvivirán en panegíricos de burdo tinte mundano, como ya viene sucediendo para
desconcierto de la católica grey, pues tales encomios gozan del beneplácito del
homenajeado, o al menos de su tácita aquiescencia. Lo que no resulta
aconsejable para ninguna práctica de la tan declamada humildad.
De mi parte –y hablo deliberadamente en
primera persona, pues no quiero involucrar a nadie en este juicio- debo decir, con
genuino dolor de súbdito, que lo que he podido analizar objetivamente hasta hoy
confirma y potencia cuanto escribí en su momento en mi obra La Iglesia
traicionada, editada en el año 2010.
En efecto, el Cardenal Bergoglio,
devenido ya en el Pontífice Francisco, es un hombre que conspira contra la
Verdad. Y lo hace de los cuatro modos posibles más comunes: por vía de la
mentira, del error, de la confusión y de la ignorancia.
Como los ejemplos se multiplican, para
nuestra hiriente desazón y pesadumbre impar, sólo pondremos un caso: su
tratamiento de la cuestión judía. Y como este tratamiento tiene su vez un sinfín de facetas –desde dedicarles
públicas ternezas a los hebreos que a otros católicos se les niega, hasta
permitirles sus ritos cultuales en el Vaticano, acompañando activamente los
mismos; desde remitirles misivas con un afecto no simétrico hacia los
descalificados por “cristianos restauracionistas”, hasta felicitarlos por sus
fiestas, aunque ellas supongan la virtual negación de Cristo como Mesías- nos
limitaremos a lo enseñado en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium; esto
es, a una expresión formal, institucional y oficial de su magisterio petrino.
-Es mentira que la Alianza entre Dios y
el pueblo judío “jamás ha sido revocada” (Evangelii Gaudium, 247). Se prueba de
muchas y complementarias formas –yendo a los Padres, a los Doctores, a los
Santos, a las encíclicas, los concilios, las bulas, los textos litúrgicos, a
Tomás de Aquino y al Catecismo de primeras nociones- pero está dicho en la
Sagrada Escritura, sin posibilidades de equívoco. De modo expreso, por ejemplo
en Hebreos 8,6-9: “porque ellos no permanecieron fieles a mi alianza, y yo me
desentendí de ellos, dice el Señor”. “Mirad, días vendrán, dice el Señor, en
que concluiré una alianza nueva con la Casa de Israel y con la Casa de Judá, no
conforme a la alianza que concerté con sus padres el día que los tomé de la
mano para sacarlos de la tierra de Egipto” (Jeremías, 31, 31-34). Y de modo no
menos expreso, pero con lenguaje simbólico, quedó probado en la Parábola de la
Higuera Estéril o de Los viñadores Homicidas.
No; es exactamente al revés: la Alianza
fue revocada; lo que no quiere decir –como bien lo explica el Apóstol- que la
misericordia de Dios no pueda reinjertar a los israelitas contritos, conversos
y vueltos humildemente hacia el Autor de la Vida que “matásteis” (Hechos
3,13-15) y al Señor de la Gloria que “crucificásteis” (I Cor.2,8). Se supone
que para eso estábamos hasta hoy, entre otras cosas, los católicos, para procurar
la conversión de los judíos, no para mantenerlos en sus idolatrías,
agasajándolos con comida kosher.
-Es error sostener que “creemos juntos [católicos
y judíos] en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos [los
judíos] la común Palabra revelada” (Evangelii Gaudium, 247).
El único Dios que actúa en la historia
es Jesucristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Ni un catecúmeno de
parroquia barrial puede desconocer que los judíos no creen en la Santa
Trinidad, ni en Jesucristo como verdadero Dios Hijo del Padre. Y no pueden
creerlo, precisamente porque rechazan una parte sustancial de la “Palabra
revelada” que es el Nuevo Testamento. La “común Palabra revelada” que podríamos
tener, si por ella se alude al universo veterotestamentario, está toda
ordenada, encaminada y dirigida a la aceptación de Cristo, como desde siempre
enseñó el Magisterio. Luego, al negar los judíos su natural y sobrenatural
coronación y desenlace, deja de ser un patrimonio “común”. Por el contrario, se
convierte en crucial y dramática divisoria de aguas.
-Es confusión afirmar que “si bien
algunas convicciones cristianas son inaceptables para el Judaísmo”, igual
podemos “compartir muchas convicciones éticas y la común preocupación por la
justicia y el desarrollo de los pueblos” (Evangelii Gaudium,249). La confusión
es presentar “las convicciones cristianas” con un cierto aire de lamento o de
reproche hacia las mismas, por no permitir una comunión más plena y
totalizadora con los israelitas. La confusión es partir de la base de que “las
inaceptables” para el Judaísmo, son “algunas” de nuestras “convicciones”, y no
las formulaciones dogmáticas del Credo, empezando por la que dice:“Et in Iesum
Christum, filium eius unicum, Dominum Nostrum”.La confusión es pensar que “la común
preocupación por la justicia” se puede mantener en pie si el Verdadero Dios no
es la fuente y la razón de la Justicia; si las “convicciones éticas” no remiten
del ethos al nomos y al logos divinos de Jesucristo. La confusión es hablar del
“desarrollo de los pueblos” como supuesto factor de unidad, cuando no es ni
puede ser el mismo el concepto de desarrollo popular para quien niega o acepta
la Reyecía Social de Jesucristo. La confusión es pensar que podemos obrar en
común en acciones inmanentes y temporales, cuando nos separan tajantes e
irrevocables diferencias trascendentes e intemporales. La confusión, en suma,
es no querer advertir ni manifestar que esas obstaculizantes convicciones no
son materia opinable. Han sido pagadas al altísimo precio de la sangre
derramada en el Calvario. Efusión en la cual, los judíos, cumplieron y cumplen
el trágico protagonismo de verdugos.
-Es ignorancia “lamentar sincera y
amargamente las terribles persecuciones de las que fueron y son objeto [los
judíos], particularmente aquellas que involucran o involucraron a cristianos
(Evangelii Gaudium,248). Es ignorancia de los innúmeros fraudes con que han
enmascarado y enmascaran esas presuntas persecuciones. Es ignorancia de la
peligrosa teología dogmática hebrea sobre el holocausto, que destrona a Cristo
como víctima para colocarlo como victimario. Es ignorancia del carácter teórico
y práctico de persecutores activos que han ejercido los hebreos contra los
cristianos, y que aún hasta hoy siguen ejerciendo. Es ignorancia del historial
de crímenes y de latrocinios mediante los cuales Israel se constituyó en Poder
Mundial. Es ignorancia de las Actas de los Mártires, de los Hechos de los
Apóstoles y del santoral pasado y presente que incluye un sinfín de víctimas de
la vesania judía. Es ignorancia incluso de que la plana mayor del judaísmo
“argentino”, recibida cordialísimamente por el Papa, no sólo representa las
antípodas de un supuesto ideal de Iglesia de los pobres, puesto que sus
miembros constituyen una voraz oligarquía, persecutora y expoliadora de los que
menos tienen, sino que es responsable ineludible de un sinfín de ataques y de
vejámenes a las instituciones y tradiciones cristianas de la patria. ¡Cuánto
habría que decir al respecto!¡Y cuánto de lo sucedido recientemente por culpa y
causa de ellos! ¡Qué cantidad de imperdonables olvidos comete Francisco frente
a estos personajes siniestros, al sentarlos a su mesa sin pedirles el más
mínimo acto de contrición por la larga lista de iniquidades perpetradas!
Mentira, error, confusión e ignorancia.
Se analice el tema que se analizare, tras un año de pontificado, estas son las
cuatro y trágicas notas dominantes que aparecen. Quede en claro que hemos
tomado apenas un ejemplo representativo. Tomar el conjunto demandaría mucho más
que esta nota. No nos place ser cronistas de la apostasía; quisiéramos acaso
merecer el anhelo de ser testigos de la Verdad.
Respuestas
rápidas a preguntas difíciles
¿Quiere decirse con lo antedicho que no
hubo nada bueno durante este año de Pontificado?
Cuanto de bueno se hizo o se pudo haber
dicho no lo ignoramos ni nos cerramos a que se nos lo haga notar. Mucho menos juzgamos
intenciones, y en absoluto es éste un juicio al Papado o ad personam. El que no
quiera entender la diferencia es, redondamente, un necio. Sólo vemos con dolor
y preocupación la prevalencia de las funestas notas características ya
enunciadas. Prevalencia recurrente, dañina y generalizada. A la par que “lo
bueno” ejecutado es lo que obviamente se supone que, como mínimo, debe
manifestar un Pontífice o cualquier bautizado fiel. De todos modos, en buena hora
puedan señalarse bondades; y no nos las quite el Señor. Antes bien las
incremente.
¿Basta esta constatación real o
potencial de lo bueno para tranquilizar las conciencias?
Conformarse cada vez con menos es el principio
del pecado de la tibieza, según Santo Tomás. Mala cosa si hemos llegado al punto
de darnos por satisfecho porque el Papa aún sigue rezando el rosario. Mala cosa
si, en virtud de este conformismo absurdo, seguimos callando lo que
indefectiblemente ha de ser dicho. Mala y pésima cosa si seguimos forzando la
hermenéutica de la continuidad, allí donde se manifieste la alevosa, culpable y
patética ruptura. Si hay algo que ya no se soporta es el malabarismo de
aquellos que –a veces con santo afán,
otras con irresponsable torpeza- siguen haciendo de cuenta que todo cuanto
acontece en Roma es normal y corriente. Como si el anuncio del Anticristo y de
sus fieras propedéuticas fuera un cuento de los hermanos Grimm. Tampoco se
soporta la irresponsabilidad de los otros que ven al mismísimo demonio tras
absolutamente todos y cualesquiera de los detalles de cuanto acontece hoy en el
Vaticano. Que haya entrado el humo de Satán y que no se haya declarado su
expulsión ni constatado su retirada, es una cosa. Y gravísima, por decir lo
menos. Pero de allí tampoco se sigue que hay un diablo escondido tras cada
pliego de los cortinados curiales.
¿Pero algunos o todos estos extravíos
señalados no vienen de lejos, o de las últimas décadas, y aún del pontificado
de Benedicto XVI?
Por cierto que sí. Lamentablemente así
son las cosas; aunque lo legítimo sería matizar juicios y lo prudente graduar
responsabilidades con sumo cuidado. Más en este año transcurrido los tales
extravíos se han exacerbado, radicalizado y popularizado, y han gozado de la
horrorosa pleitesía y de los aplausos del mundo y de la Jerarquía Eclesiástica
como nunca antes. De allí la perentoriedad e inevitabilidad de referirnos al
tema, con tono imprecatorio y urgido. Por eso, es cierto, no es ésta la primera
vez que hablamos; y es de temer que no podrá ser la última.
¿Nosotros somos la derecha yanki que acusa al
Papa de comunista?
No; que no se nos confunda con
liberales asustados ni con modernistas prudentosos, ni con conservadores
escandalizados, ni con arqueologistas de la Fe o neoconservadores de sus
prebendas. Ojalá el Papa hablara más y mejor sobre las verdaderas raíces
teológicas y los auténticos responsables del Imperialismo Internacional del
Dinero, al que supo referirse Pío XI. Ojalá se diera cuenta de que su denostada
usura la practican aquellos a los que sienta a su mesa, kipá insolente en
ristre. Ojalá tumbara con el cayado firme en la diestra a tantos calvinistas
santones encerrados en prelaturas y a tantos fabricantes de vocaciones que
terminan siendo mercaderes de conciencias y de patrimonios.
Pero la verdad es que, al menos y en
principio, desde una perspectiva católico-argentina (legítima perspectiva,
porque Francisco no es un ser desgajado de nacionalidad y hace lo posible para
que se note), el Papa obra como lo que se conoce técnicamente “un compañero de
ruta” del Comunismo. Basta leer la obra de Nello Scavo, La lista de Bergoglio.
O de considerar la actitud conciliadora y amable que tiene para con la tiranía
marxista de los Kirchner, cada vez más culpable de corrupciones múltiples y de
idelogismos castristas. Su conducta en este ámbito, como en otros análogos,
puede ser calificada de escandalosa, a fuer de oportunista, de contemporizadora
con lo políticamente correcto y de tolerante frente a descarados agentes del
gramscismo. No hay representante destacado de las izquierdas nativas o
internacionales que no haya encontrado un interlocutor válido y un hospitalario
anfitrión en Francisco. Y hasta no hay degenerado multimediático o estulto
futbolero que no haya sido acogido en su regazo. Los réprobos parecen ser
quienes queremos estar en las antípodas, o a quienes él juzga como tales. Hasta
ridiculizaciones o desaires públicos les ha aplicado en ocasiones, faltando a
la mentada misericordia.
¿Hay antecedentes de pontífices tan mal
encaminados?
Unos cuantos a lo largo de toda la
historia de la Iglesia. Quien estudie, por ejemplo, el llamado Siglo de Hierro,
difícilmente entenderá cómo la Barca sobrevivió a tamaños desafueros. ¿Pero no
eran sólo desarreglos morales el de aquellos Papas, dejando a salvo la
integridad doctrinal? No necesariamente fue así. Varios de esos pontífices que
consumaron acciones malas, las hacían porque primero había en ellos una
traición a la doctrina católica. Erraron en sus actos porque traicionaron
enseñanzas, definiciones, doctrinas y principios de la Iglesia. Incluso
principios ortodoxos por ellos mismos definidos. El Magisterio quedó
comprometido, la Fe lastimada. Y hasta sucedió en ocasiones lo predicho por
Nuestro Señor: “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”(Mt. 26,31).¿Esto
no es mal de muchos consuelo de zonzos? No; esto es tomar a la historia como
maestra de vida, a la esperanza como guía insustituible; y es no olvidarse de
dos promesas del Señor. Una, que rezaría por Pedro para que no desfalleciera su
Fe. Otra, que las fuerzas del infierno no prevalecerán. Creemos firmísimamente
en ambas promesas de Jesucristo.
¿Francisco responde a un plan para
destruir a la Iglesia?
No puede extrañar que haya más de un
plan atentatorio contra la Esposa de Cristo. Se conocen unos cuantos a lo largo
de la historia y del presente, y rechazar su existencia por el sólo prurito
anti-conspirativista sería tan desacertado como ver un complot en cada solapa
tenuemente levantada.
Hay al respecto un hecho que llama la
atención. Tiene su fuente precisa y pública de documentación. El artículo The
word from Rome, de John Allen Jr., aparecido en The National Catholic Reporter,
el 21 de enero de 2005.
Sucedió que uno de los más encumbrados rabinos
de Israel, Joseph Ehrenkranz, tuvo a su cargo la co-organización de un
encuentro judeo-católico, que se llevó a cabo en Roma primero, con la anuencia
y la bendición presencial de Juan Pablo II, y en Auschwitz después, con la
comitiva orando y comiendo en común. Los
obispos católicos asignados al suceso estaban presididos por el Cardenal
Keeler, de Baltimore y el Arzobispo Timothy Dolan, de Milwaukee. Vuelta la
singular entente judeo-católica a Roma, fue recibida y agasajaga por la
Comunidad de San Egidio. Allí entonces, y a modo de epítome del extraño tour,
tomó la palabra el susodicho Ehrenkranz, y dijo: a)que sería difícil mantener esta unión judeo-católica tras la
muerte de Juan Pablo II, pues habría que hallar a alguien "con su misma sensibilidad" al
respecto; b)que la hipótesis de un futuro Papa latinoamericano dificultaría
algo más el proyecto, pues los latinoamericanos están menos experimentados en
esto diálogos; c)que "una excepción, sin embargo,sería el Cardenal Jorge
Bergoglio, el Cardenal jesuita de Buenos Aires"(sic).
La conclusión parece obvia. Ocho años antes de
que el Cónclave lo eligiera Papa, el Kahal ya había puesto sus esperanzas en
él. Y dos cosas tristes no deberían dejar de decirse aquí: que el Kahal no ha
sido nunca ajeno a los planes contra la Iglesia; y que, a juzgar por las
evidencias diarias, los altos mandos judíos y masones están conformes con la
gestión del Papa Francisco. Al menos hasta este primer aniversario de su
nombramiento.
¿Se puede decir que Francisco es un
hereje? San Pío X, en la pregunta 229 de su Catecismo Mayor, nos dice que el
hereje es el que niega "las definiciones ex catedra del Papa", o el
que "rehusa con pertinacia creer alguna verdad revelada por Dios y
enseñada como de Fe por la Iglesia, por ejemplo los arrianos, los nestorianos y
las varias sectas protestantes". Según esta definición, Francisco no ha negado hasta ahora una definición ex
catedra, como la Asuncion de María a los
Cielos, ni alguno de los 14 artículos del Credo, como la creencia en la
resurrección de la carne, ni alguna verdad revelada como el misterio de la
Trinidad. Ergo, llamémoslo con palabras duras y veraces, pero en principio no
estaría imposibilitado de ser Papa por ser hereje, según la tradicional
doctrina católica.
Es cierto no obstante que el Cardenal
Bergoglio, en tanto tal, arrastra un triste historial de promoción de
heterodoxias y de sincretismos desconcertantes cuanto funestos, y que el
festival babilónico de la inter-religiosidad lo ha tenido como partícipe
activo. Y es cierto que también dice San Pío X (Pregunta 177 de su Catecismo
Mayor) que "los que rechazan las definiciones de la Iglesia, pierden la Fe
y se hacen herejes". Con lo que no resultaría impropio llamarlo a
Francisco heretizante y sujeto en tan delicado terreno a rodar cuesta abajo,
hacia una pendiente aún más escabrosa. No lo permita Dios,y oremos devotamente
por ello, pero tómese cabal conciencia de la delicada situación que vivimos al tener
a un hombre con estos atributos en la Sede de Pedro.
La Sede, entonces, estaría privada de
un Papa sabio, ortodoxo, defensor de la integridad de la Fe y de la recta y
segura doctrina católica, apostólica y romana. También de un Papa con talante
señorial y jerárquico, pero ese es otro tema. Es demasiado lo predicho como
para permanecer mudo o indiferente. Es demasiado como para no dar, filial y
amorosamente, la voz de alarma. Es demasiado como para no irrumpir en llanto. Y
por si nadie lo ha advertido, de eso se trata: de la inefable tristeza que
expresara el Dante con su famoso verso:”¡oh navecilla mía, que mal
cargas!”. “Cuando estas cosas comenzaren
a suceder, cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas”(Ls. 21,28). Procuramos tomar
este consejo del Señor y cumplirlo; pero al levantar la cabeza no se nos pida
que la mirada no esté nublada por el llanto. Somos peregrinos esperanzados, no
titanes insensatamente triunfalistas.
¿Cabe una lectura parusíaca de cuanto
ocurre?
Creemos firmemente que sí, y lo hemos escrito
en ocasiones. Aunque pocos al respecto más entonados que Federico Mihura Seeber
para dilucidar estos aspectos. La posibilidad de estar viviendo en la Iglesia
de Laodicea no es un despropósito. La posibilidad de la presencia del Anticristo
entre nosotros, y de sus anunciantes, servidores o preparadores del terreno,
aún entre los primeros dignatarios eclesiásticos o empezando por ellos,
tampoco. Decir tales cosas no es ser pesimista ni aguafiestas (a no ser que
echemos agua a la fiesta del mundo, en cuyo caso estaríamos cumpliendo con
nuestro deber). Muchísimas veces recordamos con Castellani que el Apocalipsis
no es una novela de terror sino un libro de Esperanza. Es hora de poner en
práctica este dictus castellaniano.
Epílogo
galeato
Recuerdo, a modo de cierre, que esta es
una nota periodística escrita a título personal. No es el dictamen de una Junta
de Teólogos ni el motu proprio de una Sagrada Congregación, sino la
opinión de un laico católico, perplejo y
dolorido por cuanto ocurre. Si falla mi juicio y con razones se me enmienda,
los argumentos rectificatorios no me hallarán indócil. Pero no discutiré más
con papólatras obtusos, ni con los defensores de lo indefendible, ni con los
que dan lecciones de “extremo coraje” o “suprema coherencia” amparados en el
anonimato, ni con chiquilines o maduros que no entienden ni atienden. Si más no
digo en mis exposiciones sobre estos temas, no es porque me paralice alguna
debilidad, de las tantas que humanamente pueden quebrarme. Es, sencillamente, porque
sólo sostengo aquello de lo que me cabe el más seguro convencimiento posible,
intelectual y moral.
A mí –de carne y hueso, de nombre y
apellido, de cara públicamente expuesta- me persiguen los obispos putoides, el
curerío felón y las sedes episcopales capturadas por inauditos malandras. A mi,
supuesto línea media según los paladines del inquieto mouse, me guillotinan los
libros para que no circulen (hablo sin metáforas), me cierran las parroquias
para que no disponga de ámbitos católicos desde los cuales expresarme, y hasta
me llegan amenazas larvadas de excomuniones diocesanas. No obstante, temo más a
convertirme en un perro mudo que a la jauría eclesial, cebada hoy y dispuesta a
las peores mordeduras.
Aconsejo rezar piadosamente por el
Papa. Rezar hasta el alba y rezar durante el día entero. Pedir por la rectitud
de sus intenciones y de sus resoluciones. Conservar la cabeza sobre los
hombros, sin ceder a las tentaciones de los que se han fabricado una
eclesiología propia. Priorizar la vida contemplativa. Participar de la belleza
litúrgica. Implorar al Cielo un cambio de rumbo. Aceptar la voluntad de Dios si
nos ha tocado enfrentar un tiempo de apostasía. Gritar entonces desde los
tejados todo lo que corresponda para salvar el honor de la verdad, hoy
conculcada y vilipendiada. Cumplir con las obras de misericordia, para que no
pueda acusársenos de desoír la voz de quien con todo derecho nos lo pide.
Perder el miedo a ser tomado de desobediente o de alarmista. Y sobre todo, no
dejarse vencer por la mentira, el error, la ignorancia y la confusión.
Permítaseme elevar, una vez más, como
lo hice un año atrás, ante la extraña dimisión de Benedicto XVI, esta
Oración a San Pedro
Ecclesia mergi non potest
San Agustín, Sermón 252
Tenías puesto un mote pero te fue cambiado,
ya no el Simón hebreo: quien oye y
obedece,
las manos que religan los nombres y el destino,
te bautizaron roca, la que no se estremece.
Tenías por la sangre un firme apelativo,
aquel que de Jonás se origina y procede
pero quien iba a darte el pábilo y la lumbre
te dio por nombradía la piedra que no cede.
Tenías una patria, en la agreste Betsaida
conminada a la pena de cilicio y ceniza,
pero un nuevo linaje te darían en Roma,
el gallo por escudo, las llaves por divisa.
Tenías un oficio en playas galileas
donde redes y peces se batían en lucha,
pero te fue quitado, y otra barca sin anclas
desde entonces tus voces obedece y escucha.
Tenías una espada que equivocó el momento
de talar enemigos o imponer la justicia,
te alistaron en cambio ejércitos perennes,
la invisible victoria de la aérea milicia.
Tenías una vida de nauta sin borrascas
-las orillas seguras, el velamen riente-
pero te fue exigido navegar mar adentro
y enfrentar al que brama como león rugiente.
Tenías una muerte previsible, serena,
tal vez en una noche de musical adagio,
te pidieron la sangre clavado a la madera,
Orígenes lo cuenta, lo pintó Caravaggio.
Tenías la exigencia del amor navegante
seguro en la cubierta, casi un gesto cobarde,
te volvieron testigo del Amor abrasado,
un amor que tres veces te examina en la tarde.
Nombre, patria u oficio; espada, vida y muerte,
la calma de la arena o la sombra de un cedro,
la juventud viajera, la vejez peregrina,
desde que fuiste Suyo, nada fue tuyo, Pedro.
Danos en esta hora de vigilia y quebranto
la esperanza de un puerto, el frescor del olivo,
sotérrense las puertas del infierno y se escuche:
¡Señor, tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo!
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
He leido sus antecedentes y conozco su trayectoria.No puedo menos que felicitarlo y recordarle que sus palabras forman opinion .Tambien tengo estudios universitarios que incluyen teologia y ciencias religiosas.Creo que es prematura y riesgoso juzgar la conducta del papa.En esta epoca de cierta avidez por ver desacreditado lo religioso sus conceptos pueden confundir.El c.v. II data de la decada del 60:hubo tiempo para denostarlo.El siempre se dedico al dialogo interreligioso:esta haciendo lo mismo que ya hacia en ba cuando estaba aqui.
ResponderBorrarOjalá se diera cuenta de que su denostada usura la practican aquellos a los que sienta a su mesa, kipá insolente en ristre.
BorrarTAL CUAL, muy bien dicho!
Excelente!!!
Borrar-Es error sostener que “creemos juntos [católicos y judíos] en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos [los judíos] la común Palabra revelada” (Evangelii Gaudium, 247
BorrarTambién es error lo que dice Unitatis Redintegratio , Nostra Aetate y Dignitatis Humanae...
es que este hombre sigue el lineamiento vedósico. Nada nuevo.
Los cuatro grados de corrupción de la inteligencia:
Borrarignorancia
error
mentira
confusión.
de aquellos polvos estos lodos
ResponderBorrarquejense todo lo que quieran que la culpa no es del chanchi sino del chanti que lo nombró...
http://www.aciprensa.com/noticias/hace-13-anos-juan-pablo-ii-creo-cardenal-a-jorge-mario-bergoglio-ahora-papa-francisco-43574/
Hace 13 años Juan Pablo II creó Cardenal a Jorge Bergoglio
Mi Fe en que el Espíritu anida en lo profundo de la Iglesia, conducida por Cristo desde el seno del corazón del Padre, me lastima que quienes nos decimos parte de la Iglesia estemos lastimosamente mostrando tantos rencores.- "Quien a Dios tiene nada le falta".- Cristo es Amor y quien permanece en el Amor permanece en Cristo que ofrendó su vida en muerte y muerte de Cruz para reconciliarnos con el Padre y luego nos dejó al Espíritu para crecer en el amor,.
ResponderBorrar¿Como podemos llamar amor al error y al pecado? No puede haber amor donde no hay verdad. Y la muerte redentora de Cristo requiere de nuestra colaboración. Le recomiendo que lea la catequesis de Benedicto XVI al reprender a los "amorosos" obispos alemanes en la cuestión del pro multis - pro vobis. Aunque ahora están exultantes por el apoyo que le da Bergoglio a su desobediencia a Cristo y el Magisterio de la Iglesia.
BorrarDónde está el pecado de Su Santidad Francisco? Sucesor de Pedro por obra y gracia del Espíritu Santo.- O es que el Espíritu ya no sopla en el seno de la Iglesia de Cristo? ....Somos los humanos más que DIOS?
Borrar¿Propone acaso que Francisco no es humano? ¿Y si se aleja de la doctrina de la Iglesia, tenemos que llamarle a eso obra del Espíritu Santo?
BorrarDebemos seguir a Dios antes que a los hombres.