... Cosa increíble: hay una tormenta tal en el
Mar de Tiberíades que las olas invaden la cubierta de la barca de los Pescadores;
y Jesucristo duerme. ¿Se hace el dormido, como dicen algunos, para “probar a
sus discípulos”? No: duerme, apoyada la cabeza en un banco. Esa manera de probar
a la gente con cosas fingidas es una chiquilinada inventada por un mal
maestro de novicios: lo único que prueba de veras es la vida, la verdad,
la realidad, no las ficciones. Tampoco es verdad que Dios haya prohibido a Eva
el Fruto del Árbol del Malsaber para probarla; se lo prohibió porque
simplemente no le convenía ese fruto a ella ni a nadie. Dios no hace pavadas,
pero hay gente que tiene inclinación a atribuirle las pavadas propias. Dios
hizo al hombre a su imagen y semejanza; pero el hombre se lo ha devuelto;
porque ¡cuántas veces no ha rehecho el hombre a Dios a imagen y semejanza suya!
Jesucristo es notable: duerme de día en medio
de una tormenta, y de noche deja la cama y se sube a una colina para orar hasta
la madrugada. No lo despiertan el bramar del viento, el golpe del agua, los
gritos de los marinos, y lo despierta un gemido en la noche o una mujer
hemorroisa que le toca el vestido. Mi abuela Doña Magdalena decía: “Jesucristo
es bueno, yo no digo nada; pero ¿quién lo entiende, dígame un poco?”.
Sólo un niño o un animal puede dormir en esas
condiciones en que los tres Evangelistas dicen que Cristo realmente “dormía”; y
también un hombre que esté tan cansado como un animal y tenga una naturaleza
tan sana como la de un niño...
Bueno, el caso es que Cristo dormía, y los
discípulos lo despertaron diciéndole algo que está diferentemente en los tres
Evangelistas; pero en realidad le deben haber gritado no tres sino unas doce
cosas diferentes por lo menos; que se resumen en ésta: “¡Sonamos!”,., “¿No te
importa nada que nosotros “sonemos”?” que trae San Lucas como resumen de toda
la gritería. Lo que dijo Mateo, que estaba allí, fue esto: “Señor, ayúdanos,
perecemos”. Cada uno dijo lo mejor que supo y eso es todo.
Lo que les dijo Cristo–en esto concuerdan los
tres relatores– fue “cobardes”. La Vulgata latina traduce “Modicae
fidei”, o sea “hombres de poca fe”; pero Cristo, en griego o en arameo, les
dijo “cobardes”. Un hombre que grita cuando hace agua su lancha en una
tempestad del Mar de Galilea, que son breves pero violentas; suponiendo incluso
que haya gritado un poco de más, ¿es cobarde? Para mí, no es cobarde. Pero para
Jesucristo es cobarde. A Jesucristo no le gustan los cobardes.
La Iglesia (“la barquilla de Pedro”, que le
dicen) ha tenido muchas tempestades y ha de tener todavía otra que está
profetizada, en la cual las olas invadirán el bordo, y parecerá realmente que
los pocos que están dentro suenan. Cristo parece haber conservado su
costumbre juvenil de dormir en esos casos; y también su idiosincrasia de no
amar la cobardía.
La cobardía ¿es pecado? Sí; y en algunos
casos muy grande. Los Apóstoles tenían una manera de predicar que yo no usaría
otra si me dejaran predicar: que es hacer una lista de pecados grandes,
recitarla y después decir: “Ninguno de estos entrará en el Reino de los Cielos.
Basta”. Así San Pablo dice: “No os engañéis, hermanos: que ni los idólatras, ni
los ladrones, ni los divorciados, ni los avaros, ni los perros [o sea los
maricones] ni... –y así sigue un rato–entrarán en el Reino de los
Cielos”. Hoy día habría que predicar así, sencillo... es opinión nuestra.
Pues bien, San Juan en el Apokalypsis, que es
una profecía acerca de los últimos tiempos, añade a la lista de pecados otros
dos que no están en San Pablo: “los mentirosos y los cobardes”. Lo cual parece
indicar que en los últimos tiempos habrá un gran refuerzo de mentira y de
cobardía. Dios nos pille confesados.
La cobardía en un cristiano es un pecado
serio, porque es señal de poca fe en Cristo (“cobardes y hombres de poca fe”)
que ha dado sus pruebas de que es un hombre “a quien el mar y los vientos
obedecen” –dice el Evangelio de hoy– con el cual por lo tanto, el miedo no es
cosa bonita; ni lícita siquiera. Julio César, en una ocasión parecida, no
permitió a sus compañeros que se asustaran. “¿Qué teméis? Lleváis a César y a
su buena estrella” les dijo. Mucho más Jesucristo, creador de las estrellas.
Lo que gobierna el mundo son las Ideas y las
Mujeres, dijo uno. Las Ideas, lo dudo mucho. Las Mujeres, habría que hacer la
prueba. ¿Qué sucedería si en la Argentina saliese una especie de Teresa de
Jesús, que persuadiese a todas las mujeres este propósito: “¡No te casaré con
ningún hombre que sea un cobarde!”. Yo creo que se vendría abajo la tiranía de
turno; y no subiría más ningún otro tirano.
En otros tiempos, los argentinos no eran ni
adulones ni cobardes. Ahora parecería, según algunos que leen los diarios, que
se están volviendo adulones y cobardes. Que Dios nos salve por lo menos de las
mujeres.
LEONARDO CASTELLANI –
“El Evangelio de Jesucristo” 1957
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
Qué preciosidad, gracias.
ResponderBorrarFilomena de Pasamonte
Esa manera de probar a la gente con cosas fingidas es una chiquilinada inventada por un mal maestro de novicios:
ResponderBorrarjajajaja muy bueno!
¿será el maestro de novicios de bergoglio ?? jajaja
necesito un consejo: vivi una situación de extrema injusticia y maldad por parte de clerigos, pero me amenazaron y no se que hacer. Escribirle al papa, para que? el debe ser uno de ellos. Se que estoy en peligro asi como tambien mi familia, pero no quiero ser cobarde. Alguien podria darme un consejo, ademas del de rezar por ellos?
ResponderBorrarSi quieres escribirme mi mail es torchespin@gmail.com
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