Este artículo está en conexión con otro
anterior titulado Viduy,
teschuva y tikkun, el cual recomiendo leer a aquel lector interesado para
comprender mejor la moderna estrategia de la Sinagoga contra la Iglesia.
A diferencia de otros textos magisteriales de
la Iglesia, el documento del Concilio Vaticano II (en adelante CV2) conocido
por la Declaración Nostra Aetate, de28
de octubre de 1965, nunca cita escritos de
anteriores concilios o de los papas predecesores a quien la promulgó
:Pablo VI. La práctica de citar en el mismo texto o en notas marginales
referencias al magisterio precedente tiene la intención de mostrar, como es
bien sabido, la continuidad en la doctrina y tradición en la Iglesia. Ahora
bien, en la declaración sobre los judíos
no hay ninguna reseña a algún precedente positivo, ya sea de concilios,
papas, Padres o escritores eclesiásticos. Había sido, pues, promulgado un texto
de compromiso que presentaba por primera vez una imagen positiva y atrevida de
los pérfidos judíos, en flagrante ruptura con la doctrina de la Iglesia durante
casi dos mil años.
Era un texto de compromiso luego de una
terrible lucha doctrinal sin precedentes durante los años anteriores,. En esa
guerra estuvieron involucrados miembros de la influyente Curia y Padres
conciliares. No faltaron numerosos libelos para defender la teología de la
salvación enseñada por la Iglesia durante dos milenios contra los intentos de
asaltos e infiltraciones de la Sinagoga de Satanás a la Esposa de Cristo. En
palabras de André Chouraqui: “de repente,
la Iglesia, afectada por una amnesia más o menos total a lo largo de dos mil
años.., reinstala así el privilegio de mayorazgo en el contexto de la familia
del Pueblo de Dios. Por añadidura, la
Iglesia rechaza categóricamente toda forma de proselitismo a su respecto,
proscribiendo lo que antes se había admitido”. Aun considerando que
Chouraqui debía haber puesto en lugar de “Iglesia” los “hombres de la Iglesia”,
se entiende perfectamente que los judíos han comprendido que esos hombres de la Iglesia han proscrito la
doctrina anterior y traicionan la misión que Cristo encarga a sus discípulos.
La semilla de la cizaña había sido plantada y ha ido creciendo rauda. Pero
¿Cómo se llegó a esta novedosa doctrina? ¿Cómo se introdujo ese Caballo de
Troya en nuestra fortaleza? Trataremos de responder a esta cuestión.
Nos limitaremos a exhibir sobre el tema lo
relativo al Siglo XX, dando por sabido que el lector conoce que fueron los
judíos infieles los que pidieron la muerte de Nuestro Señor Jesucristo y que su
sangre cayera sobre sus cabezas y las de sus hijos. Igualmente suponemos
conocido que siempre la Sinagoga ha estado detrás de todas la persecuciones
contra la Iglesia; desde el martirio de San Esteban a la persecución de Nerón,
pasando por la Reforma, la Revolución liberal de 1789, la Bolchevique, en la
que la mayor parte de sus líderes eran judíos, hasta la de “capa y tiara”
iniciada por los carbonarios en el siglo XIX y continuada por el modernismo,
que triunfa en el CV2.
Al terminar la II Guerra mundial los judíos
reanudan el desafío a la Iglesia para que revise la enseñanza de ésta sobre
estos pérfidos.
1946. Se celebró en Oxford
una conferencia bajo el auspicio de potentes organizaciones judías británicas y
norteamericanas, a la que asistieron representantes de la Iglesia católica y protestantes.
1946. Sesenta
participantes se reúnen en Seelisberg, Suiza, para tratar el tema del
antisemitismo. Entre los católicos se encontraba el Padre Journet. Jaques Maritain estaba invitado y
aunque no pudo participar envió un mensaje de aliento .El personaje central es
el judío Jules Isaac. Concluye con un
acuerdo de 10 puntos; sobresale el siguiente: “los cristianos necesitan revisar diligentemente y purificar su propia lengua, pues una rutina no siempre inocente,
filtró expresiones absurdas como raza deicida, o un modo más bien racista que
cristiano de relatarla historia de la Pasión…” .
1948. Jules Isaac funda la
Amistad Judeo-Cristiana, cuyo objeto es “la rectificación de la enseñanza cristiana”.
Participan muchos católicos liberales en las reuniones, difundiendo los 10
puntos de la Conferencia de Seelisberg por todos los lugares.
1948. Los católicos
liberales convencen a Jules Isaac para
solicitar ser recibido por Pío XII.
1949. El 16 de octubre
Jules Isaac es recibido por Pío XII al que expone los 10 puntos de Seelisberg.
El resultado del encuentro es poco satisfactorio para Jules. Se debe esperar,
mientras se van tejiendo la telaraña.
1959. Los fundadores del
Centro para de Estudios de Problemas Actuales, organización ligada a la Liga
Antidifamación, brazo derecho de la
logia masónica judía la B´nai B’rith, se reúnen con Jules Isaac para hablar
de la posibilidad de un contacto con
Juan XXIII. Jules aprueba la propuesta.
Recordemos que unos meses antes Juan XXIII
había hablado de la posibilidad de convocar un concilio. Igualmente que en 1923
los cardenales desaconsejaron a Pío XI una convocatoria semejante. El cardenal
Billot había predicho al papa. ¿Acaso no debemos temer que el concilio sea
maniobrado por los peores enemigos de la Iglesia, los modernistas, que como
los informes muestran con evidencia, se preparan para aprovecharse de los
Estados generales de la Iglesia (es decir un conclio; n.t) y hacer una revolución, un nuevo 1789?
(cita de Mons Mallereis). Sin embargo, un contra concilio se preparaba y debía
suplantar al primero, cuando llegase la hora. La prueba de este golpe contra
los esquemas iniciales del concilio son abrumadoramente abundantes en la obra El Rhin desemboca en el Tíber, de Ralp
Wiltgen.
1960. Monseñor Julien
aconseja a Jules Isaac que se dirija al
cardenal Agustín Bea, jesuita alemán. Luego de la entrevista con el
cardenal, Jules confiesa: “Encontré en él
un fuerte apoyo”; “Es cierto lo que las malas lenguas decían sobre el cardenal
Bea: que era un judío de corazón”.
Isaac logró una audiencia con Juan XXIII
el 13 de junio del mismo año. En la reunión hizo entrega a Juan XXIII de un
memorándum con el título: Necesidad de una reforma de la enseñanza cristiana
respecto a Israel. Isaac recuerda: “Pregunté
a Juan XXIII si podía abrigar alguna esperanza”, a lo que el Obispo de Roma
respondió, que tenía derecho a tener
algo más que esperanza, pero que no era un monarca absoluto. Tras la
entrevista Juan XXIII quiso hacer saber a la Curia que esperaba del concilio una condena del antisemitismo. Desde ese
momento se sucedieron muchos encuentros entre las comisiones del concilio y la Liga
Antidifamación, y la masonería judía de la B´nai B´rith. Como narra Joseph Roddy en su artículo titulado Cómo
los judíos cambiaron el pensamiento católico, estas asociaciones judías
supieron hacer escuchar su voz en Roma
frecuentemente.
Pero también trabajaba con ahínco a favor de
la Sinagoga el rabino Abraham J. Hechel, que hacía treinta años ya había oído
hablar del corazón judío de Bea,
ahora cardenal. Reunidos los dos en Roma, conversaron sobre dos documentos
preparados por el Comité Judío Norteamericano. Uno trataba sobre la imagen de
los judíos en la enseñanza católica;
el otro sobre los elementos antijudíos en la liturgia católica. Hechel declaró luego que esperaba del Concilio una declaración que dijera que de ningún modo se
debe exhortar a los judíos a convertirse al cristianismo.
Así mismo, el Dr. Goldmann, Jefe de la
Conferencia Mundial de Organizaciones Judías, hizo llegar sus anhelos a Juan XXIII,
mientras la B´nai B´rith ejerció
presiones para que los católicos reformasen su liturgia y suprimiesen de ella
toda palabra desfavorable a los judíos.
Mucho se podría decir sobre los años de
preparación del Concilio: hombres, redes, planes, amistades, enemistades; pero
sigamos.
1962. Monseñor John
Osterreicher y el padre Baum, “testaferros” del cardenal Bea preparan el texto
sobre el judaísmo con la anuencia del Congreso Judío Mundial (CMJ), cuya
declaración debía presentarse en la primera sesión del Concilio, y que
exculpaba a los judíos de la acusación de deicidio. El CJM comunicó su
satisfacción y envió al Dr. Caín Y.
Wardi como observador oficioso del concilio.
Pero la reacción de los países árabes no se
hizo esperar ante el tratamiento de privilegio que se quería dar a los judíos.
Las numerosas protestas consiguieron que la Secretaría de Estado retirara del
orden del día el proyecto.
Ante esta traición a Cristo, exculpando a los
judíos de deicidio, un grupo hizo llegar a 2.200 cardenales y obispos un libro
de 900 páginas titulado Complot contra la Iglesia, firmado
bajo el seudónimo de Maurice Pinay. El libro trataba de advertir a los Padres
de que los judíos, que siempre habían intentado infiltrarse en la Iglesia para
cambiar su enseñanza, estaban a punto de lograr su objetivo.
1963. Este fracaso no
abatió al Card. Bea. El 31 de marzo se reunió con el máximo secreto en el hotel
Plana de New York con las autoridades del Comité Judío Norteamericano, que
presionaron para que los obispos cambiasen la enseñanza de la Iglesia sobre la
Historia de la Salvación. El cardenal Bea refutó ante el Comité las acusaciones
tradicionales de deicidio a los judíos infieles y tranquilizó a los rabinos.
La presión judía iba en aumento. Poco después
se estrenó la película El Vicario de Rolf
Hochhut, que lanzaba calumnias
contra el papa Pío XII por sus actuaciones en la II Guerra, con la
intención de influir en la asamblea conciliar.
1963. Otoño. En la IIª sesión del
CV2 se hizo entrega a los padres de la declaración de los judíos, como un
apartado del capítulo IV sobre el ecumenismo para poder pasar más inadvertida.
La declaración sobre los judíos y la cuestión de la libertad religiosa fueron
debates muy acalorados; estaba en juego la renuncia de la Iglesia al monopolio
de la única verdad. Los patriarcas orientales defendieron con valor la
enseñanza tradicional de la Iglesia. No citamos a ninguno, porque fueron
muchos, pero sobresalieron sobre los occidentales.
Así mismo otros representantes de la
ortodoxia católica distribuyeron varios ejemplares de la obra Los
judíos a través de la Escritura y la Tradición con el fin de alertar
sobre las maniobras del enemigo.
El texto tuvo que ser retirado.
1964. Se multiplican las
intervenciones judías ante Pablo VI,
destacando los influyentes encuentros con él de Joseph Lichten, de la Liga
Antidifamatoria de la B´nai B´rith; Zachariah Schuster y Leonard Sperry del
Comité judío Norteamericano; el cardenal estadounidense Spellman; Arthur J.
Golberg, juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos y el rabino Haschel.
Según revelaciones de Roddy, “antes de la
III sesión seis miembros del Comité
Judío Norteamericano fueron recibidos por Pablo VI. El santo Padre
manifestó a los visitantes su aprobación a las declaraciones del cardenal
Spellmann en el sentido de la no
culpabilidad de los judíos”. Más adelante revela subrayando que “ Heschel se entrevistó con pablo VI en
compañía de Schuster, perorando enérgicamente sobre el deicidio y la
culpabilidad y solicitando que el Pontífice ejerciera presión a fin de obtener una declaración prohibiendo a los
católicos todo proselitismo respecto a los judíos”.
El 20 de noviembre los obispos y cardenales
votaron sobre un esquema provisional que trataba de la posición de la Iglesia
frente al judaísmo. 99 Padres votaron negativamente; 1650 afirmativamente y 242
con reserva. Las Fuerzas católicas
empezaban a ceder. Los padres orientales votaron en bloque contra cualquier
declaración del concilio sobre los judíos. El escrutinio final sería ya en
1965.
Una última advertencia sobre el cambio de
doctrina que quería imponerse, vino de mano de León Poncins que había redactado
un opúsculo titulado el Problema Judío frente al Concilio. León advierte en el
escrito que hay “de parte de los Padres
conciliares una ignorancia profunda de la esencia del judaísmo”. Pero el
documento produjo el efecto de profundizar los argumentos contra el esquema y
sustituir los párrafos que más directamente atacaban la enseñanza cristiana.
1965. Finalmente la
versión definitiva, un texto de compromiso,
de Nostra Aetate se vota en la 4ª sesión del 28 de octubre. A favor de él 2221 votos; en contra 88.
“ Las discusiones que
siguieron a la toma de conciencia del CV2 fueron preparando poco a poco al
mundo cristiano para asumir una nueva teología de las relaciones de la Iglesia
con el judaísmo. El objetivo de las
directrices del Vaticano y de los episcopados desde hace casi 50 años se encaminó a transformar la mentalidad
por medio de un gran esfuerzo de ‘educación’ de los pueblos del espacio
cristiano”(Michel Laurigan).
Este
esfuerzo tiende a:
-Recordad
la perpetuidad de la primera Alianza
(afirmación anatematizada).
- Inculcar el aprecio al pueblo judío infiel,
“pueblo sacerdotal” (el cual no puede salvarse, si no creen en Cristo)
- Renunciar
a la conversión de los judíos (contra Cristo, San Pablo y todos los
Apóstoles).
- Familiarizarse constantemente con la cooperación con los judíos (puro
pelagianismo).
- Preparar
los caminos a la religión noáquida. (despojar a Cristo de la divinidad)
Lo demás, lo que hoy sufrimos de los falsos
pastores, es el podrido fruto de haber
traicionado a Cristo. Sólo recordemos unos pocos, entre miles, nauseabundos jalones de esta gigantesca
traición a modo casi telegráfico:
• Texto herético de la Comisión de la
Comisión del Episcopado Francés para las Relaciones con el Judaismo de Pascua
de 1973, en el que se señala que la
primera alianza no queda abrogada por la Nueva de Cristo (declaración que
cae bajo anatema de la Iglesia Católica).
• Texto titulado Reflexiones sobre la Alianza
y la Misión del episcopado norteamericano de agosto del 2002, en el que
concluyen que las acciones encaminadas a
convertir a los judíos al cristianismo ya no son teológicamente aceptables en
la Iglesia Católica (esto ya es apostasía de la Misión encomendada por el
Señor).
• Visitas sucesivas a las sinagogas de los
obispos de Roma, oraciones conjuntas, peticiones de perdón a los judíos,
participaciones en las liturgias talmúdicas, eliminación de las oraciones en la
liturgia católica, como la de Viernes Santo…
He aquí un botón de muestra de la ruptura acaecida
PLEGARIA
DEL MISAL DE SAN PÍO V DEL VIERNES SANTO
Oremos también por los pérfidos judíos, para que Dios nuestro Señor quite
el velo de sus corazones, a fin de que ellos también reconozcan a Jesucristo
Nuestro Señor
R. Amén
Oh Dios todopoderoso y eterno, que no rechazas de tu misericordia a los pérfidos
judíos: oye las plegarias que te dirigimos por la ceguedad de aquel pueblo,
para que, reconociendo la luz de tu verdad, que es Jesucristo, salgan de sus
tinieblas. Por Jesucristo Nuestro Señor
R. amén
PLEGARIA DE LA NUEVA MISA DEL VIERNES SANTO
Recemos por
los judíos a quienes Dios habló en primer lugar: para que progresen en el amor
de su Nombre y en la fidelidad a su alianza.
Una vez que la ‘Iglesia católica’ mediante
ese “gran esfuerzo de educación”, siguiendo el plan judío, llegue a reformar su visión del pueblo deicida,
predique sólo a un Jesucristo humano que viene a traer una moral de
felicidad para todos los hombres, es decir, renuncie a confesar su divinidad, y
reinterprete el misterio de la Trinidad,
la ‘Iglesia Católica’ será, en palabras del judío Benamozegh, la encargada de
propagar el noaquismo. El judaísmo considera que todo pueblo está obligado a
observar una Ley universal. Esta Ley universal serían los siete mandamientos de
Noé.
1.Establecimiento de tribunales de justicia
para que la ley gobierne la sociedad.
2.Prohibición de la blasfemia.
3.Prohibición de la idolatría; siendo la
adoración a Cristo y a la Trinidad
considerada como idolatría.
4.Prohibición del incesto.
5.Prohibición del derramamiento de sangre.
6.Prohibición del hurto.
7.Prohibición de comer carne de algunos
animales.
La nueva misión asignada a la Iglesia
consistiría en evangelizar los pueblos
en ese humanitarismo noáquida y propiciar su unificación. Se facilitaría la
primacía romana para lograr la unidad de los cristianos, para que la iglesia católica reunificada predique
una religión de la moral natural sin Cristo; por la cual sus adeptos podrían
salvarse. Recuérdese que los siete mandamientos de Noé son el mínimo común de
las tres religiones del libro. Los no judíos no deben de tratar de convertirse
a la religión del talmud, reservada sólo a los elegidos, los judíos carnales.
Aquí, pues, en síntesis, caminamos desde la
Declaración Nostra Aetate del CV2 la
senda contraria a Saulo, que se convirtió en San Pablo; nuestros pastores nos
llevan de vuelta de Damasco al Sumo Sacerdote para pedirle cartas para acabar
con la resistencia de los verdaderos cristianos, que confiesan a un solo Señor,
Jesucristo, un solo Dios cuya substancia es trinitaria. La persecución adviene
sobre nosotros. Las enormes finanzas judías fruto del gravísimo pecado de la
usura contra los pobres y que clama justicia al cielo, se encargan de espabilar
a los pocos renuentes que aún quedan a plegarse a las intenciones de la
Sinagoga de Satanás ¡Ay ciudad de las siete colinas que has permitido que sobre
tu escuálida bolsa caigan las sucias y usureras manos de los judíos deicidas!
Has entregado tu preciosa libertad para la salvación de las almas a tu mayor
enemigo; no es distinta tu suerte de la que el
deudor tiene con su acreedor. Sólo queda una esperanza, porque Cristo
jamás abandona a su Iglesia.
Sofronio
Nota: El contenido de este artículo es un
resumen modificado del texto de Michel Laurigan titulado del Mito de la
sustitución a la Religión Noáquida con mezcla de sus innumerables notas.
Visto en: http://tradiciondigital.es
Agradecemos
a nuestra estimada amiga Maite C el habernos acercado el artículo.
Nota de NCSJB: Esta foto la agregamos para mostrar la larga relación de Bergoglio con la Masonería judaica B'nai B'rith, producto de la cual resulto esta profanación que desde hace muchos años hasta hoy se realiza en la Catedral de Catedrales de la Argentina.
Nacionalismo Católico
San Juan Bautista
Es tan evidente que el poderío judío tiene a la alta jerarquía católica asida del cuello que sería patéticamente ingenuo el tratar de negarlo
ResponderBorrarhttp://www.omnia-veritas.com/#!complot-contra-la-iglesia/c1s4s
ResponderBorrar