“ Y tembló la tierra y
se hendieron las piedras. Y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de
santos que habían muerto, resucitaron. Y saliendo del sepulcro después de la resurrección
de Cristo, vinieron a la santa ciudad y aparecieron a muchos”
Mateo, XXVII,51-56
Su grande voz,
refiere la Escritura,
clamó al Padre sintiendo el desamparo.
Después la sombra que se vuelve faro,
cirio su muerte, lumbre la tortura.
Todavía la caña con vinagre
conservaba el dolor del labio herido.
Todavía la cruz, tinta de almagre
se izaba como un pájaro partido.
Sin embargo la tierra se hace huerto
con un temblor unánime en sus pliegos,
y las rocas crepitan entre ruegos
para afirmar que Dios era aquel muerto.
Se sumó el Templo al cósmico vestigio
rasgando el velo desde lo alto abajo,
un ángel cinceló el enorme tajo,
la Promesa ganaba su litigio.
Faltaba esclarecer el grito hebreo:
¡Salvó a otros y a sí no ha de salvarse!
Su vida y la de muchos se resarce
en la resurrección del jubileo.
¿Quiénes fueron los santos que salieron
de sus tumbas, quebrada la agonía,
los que en las casas, la ciudad veía
como antiguos y amados forasteros?
¿Eran según Ignacio de Antioquía
los profetas del Viejo Testamento?
¿Eran Abel, Enoc, o el macilento
Melquisedec a quien Abraham oía?
Callan Remigio, Hilario y el de Hipona
la identidad exacta de esos justos,
baste saber que fueron los augustos
testigos de la Vida que se dona.
Los quisiera, Señor, junto al santuario,
visitando las calles de mi aldea,
atestiguando que se enseñorea
tu reyecía invicta en el Calvario.
Los quisiera por Roma, peregrinos
de tu pascua naciente. Pregoneros
de que la Iglesia crece en entreveros
y en amores perennes, diamantinos.
Los quisiera de huéspedes en mi alma
celebrando Tu Primogenitura,
y esperar tu venida en la juntura
del trigo, de la vid y de la palma.
ANTONIO CAPONNETTO
¡Excelentes versos! ¿El poema de Antonio es nuevo, pues lo he visto en otra página de internet? Felices Pascuas.
ResponderBorrarJuan Manuel.