“La Leyenda del Gran Inquisidor”
El texto de Dostoievski se encuentra en la
segunda parte de “Los hermanos Karamazovi”.
El gran novelista hace que Iván le lea a su hermano Alioscha un poema, donde intervienen sólo dos personajes: el Gran Inquisidor de Sevilla y
Jesucristo, a quien aquél ordena detener y llevar a la cárcel, manteniendo allí
un largo diálogo con él, o mejor, un prolongado monólogo, ya que Cristo
permanece durante todo el tiempo en irreductible silencio. Dostoievski volverá
allí a uno de sus temas predilectos, y es el valor del don de la libertad que
Dios otorgó al hombre. Dios quiso que fuésemos dioses por la gracia, hijos del
Altísimo, pero ello fue un llamado, una invitación. La fe es el acto que busca,
encuentra y elige libremente el amor de Dios. El libre amor recíproco hace
converger las dos voluntades, la del Dios que llama y la del hombre que
responde, en un acuerdo “sintético”, como dice Dostoievski, en un acuerdo
divino-humano. Éste es el mensaje capital de Dostoievski en todas sus obras.
Pues bien, el Gran Inquisidor le recrimina a
Cristo porque no consintió a las sugestiones de Satanás en el desierto. Si
hubieras convertido las piedras en panes, habrías resuelto el problema social
de la humanidad, habrías acabado con el flagelo del hambre, el frio y la
miseria. Y todos te hubieran seguido, aclamándote por rey. Pero
inexplicablemente respondiste: “No sólo
de pan vive el hombre” (Mt 4, 4). Te pedían que multiplicases los panes y
respondiste hablando del pan del cielo. “Me
buscáis por los panes con que os he saciado. Buscad otro alimento” (Jn. 6,
26-27). Lo reprende, asimismo, por su falta de consentimiento a la segunda
tentación, la de tirarse del pináculo del templo. ¿Por qué no lo hiciste? Todos
te hubieran aclamado por un milagro tan despampanante, que no hubiera dejado ya
lugar a ninguna duda, coaccionando el acto de adhesión. En continuidad con
ello, hiciste mal cuando no quisiste descender de la cruz, como te pidieron los
allí presentes. Y en cuanto a la tercera tentación: “Te daré todo el mundo si postrándote me adorares”, ¿por qué no la aceptaste?
Hoy todo el mundo sería tuyo, todo el mundo te aclamaría. “¿Por qué desairaste
ese último don? Si hubieras seguido ese tercer consejo del poderoso espíritu,
habrías realizado cuanto el hombre busca en la tierra, a saber: a quién adorar,
a quién confiar su conciencia, y el modo de unirse todos, finalmente, en un
común y concorde hormiguero, porque el ansia de la unión universal es el tercer
y último tormento del hombre.”
En cambio, le dice el Gran Inquisidor, nosotros
hemos consentido a dichas tentaciones, hemos convertido las piedras en panes,
hemos dado de comer a la gente, hemos unificado el mundo, y por eso nos siguen,
aunque para hacerlo hayan tenido que abdicar de su libertad.
La idea de Dostoievski es que Cristo rechazó
las tres tentaciones del desierto, justamente porque representaban las tres
formas de anulación de la libertad: por el milagro, por el misterio, y finalmente,
por el poder de la autoridad. A su vez, Satanás las propone como las tres
soluciones insustituibles para resolver los problemas de la existencia humana,
apaciguando así todas las inquietudes de los hombres: convertir las piedras en
pan, es solucionar el problema económico; triunfar de las leyes de la naturaleza
por el milagro, es resolver el problema del conocimiento; reunir todas las
naciones bajo el signo de la paz universal mediante el ejercicio de la autoridad
despótica, es solucionar el problema político. El Gran Inquisidor acepta las
tres tentaciones sobreentendiendo que la trascendencia no es para el hombre,
que ella le queda demasiado grande, que éste debe abocarse con todas sus
energías al mundo que le corresponde, el de la inmanencia. La sugestión
satánica se manifiesta menos como una negación principista del absoluto, cuanto
como una absolutización de este mundo, al margen de Dios…
Destaquemos para terminar este sucinto
análisis de la Leyenda, su índole netamente esjatológica. El Gran Inquisidor
que disputa con Cristo, es un falso Cristo, sucedáneo suyo… En el Gran
Inquisidor, Dostoievski encarna la idea opuesta a Cristo, presentándola en toda
su grandeza. Es un esforzado asceta, muy por encima de intereses triviales o
bastardos, que encubre un terrible secreto: su falta de fe en Dios. Al mismo
tiempo comprende que hay gran cantidad de personas frágiles y timoratas,
incapaces de soportar el peso heroico de la libertad que trae consigo el
mensaje de Cristo. El Gran Inquisidor no cree en Dios, pero tampoco cree en el
hombre, porque ambos son como la cara y el reverso de una sola y misma fe, la
fe en el Dios-Hombre. Esto es precisamente lo que rechaza el Gran Inquisidor,
la comunión del principio divino con el humano dentro de la libertad. Al
imponérsele al hombre la prueba de la libertad, se lo ha juzgado más fuerte de
lo que era en realidad, quedando así abocado a un dilema: de un lado la
libertad heroica; del otro, la felicidad y la organización racional de la vida.
La libertad con sufrimiento o la felicidad sin libertad. La inmensa mayoría de
la gente elige el segundo camino. El
primero es el de unos pocos elegidos.
P. Alfredo Sáenz,
S.J. – “El fin de los tiempos y siete autores modernos” Ed. Gladius 2008 –
Págs. 130-135.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
Muy buena reseña para comprender el mensaje de Jesucristo mediante este dialogo de un escritor como Dostoievski y uno de sus mas famosos libros...Marcelo Acosta..
ResponderBorrarme parece que hay un error esta frase " La libertad con sufrimiento o la felicidad son libertad." al final del último párrafo. El resto muy bueno,saludos.
ResponderBorrarSí de hecho había un par de errores más que corregí.
BorrarMuchas gracias
De haberse difundido el hecho de la muerte de la Hermana Lucía en 1949, los católicos de todo el mundo habrían reclamado la publicación del Tercer Secreto, ya que la Virgen había pedido que éste se diera a conocer a la muerte de la Hermana Lucía, o en 1960, lo que sucediera primero.
ResponderBorrarSi es cierto que falleció en el 49, entonces cuadra perfecto, pues en ese momento hubiera sido clave que hiciesen la consagracion bien como ella lo pidió. En ese momento todavía era factible pues Pío XII tenía la verdadera Fe, luego con los usurpadores al mando por supuesto que no se pudo hacer.
Era para el otro post.
ResponderBorrarRecién me di cuenta que se había subido esto, no podrá usted subir o no sabe dónde se encuentra en la red el capítulo que el padre Sáenz dedica a Dostoievsky?? sólo hallo el del padre Castellani. Saludos.
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