Según él (Lutero) la fe es esencialmente un
sentimiento de confianza en la misericordia que Dios nos ha dispensado por los
meritos de Cristo. Dicha confianza no es algo genérico o generalizable. Lo
importante para Lutero es como se aplica al sujeto creyente: “yo creo que es precisamente
a mí a quien Dios es favorable y a quien Dios ha perdonado”, lo que me lleva al
“temor, la humildad, el abandono desesperado en sus brazos (…), aún sabiendo
que uno está cubierto de pecados, que todo lo que hace es pecado”, consigna
Kostlin en su obra La Teología de Lutero.
Trátase de un complejo conjunto de “sentimientos personales” que el cristiano
experimenta y que sigue experimentando. Ello hace que Lutero cultive una piedad
prevalentemente sentimental, con lo que la fe, dejando de lado el contenido
objetivo del “depósito”, se inclina a romper con la razón teológica. “Los
sofistas – afirmaba Lutero – (es decir, la teología escolástica) ha pintado a
Cristo en sí mismo, en cuanto él es Dios y Hombre; ellos cuentan sus brazos y
sus piernas y mezclan maravillosamente sus dos naturalezas. Pero no es más que
un conocimiento sofístico de Cristo Jesús. Porque si Cristo es llamado Cristo
no es porque tenga dos naturalezas: ¡a mí que más me da! Si lleva ese nombre
grandioso es a causa de la función u la obra que ha asumido. He aquí lo que le
da su nombre. Que por naturaleza sea Dios y Hombre, eso le importa a él; pero
en cuanto por su función se vuelve hacia mí, él derrama sobre mí su amor, él es
mi Redentor y mi Salvador, mi consolación y mi bien”. Eso es lo importante para
Lutero: el Dios de la fe, el Dios para mí. El Dios de la razón, en cambio, un
Dios-en-sí, un Dios pujante, omnisciente, omnipotente, inefable, no le
interesa. Que se queden con él los teólogos, los “sofistas” católicos. No es a “este
Dios-en-si – afirma Lutero – a quien se dirige”. Sólo quiere representarse a
Dios “en cuanto por su función se vuelve hacia mí”.
Como consecuencia de semejante actitud, tozudamente
sostenida, ante el misterio de Cristo, Lutero no solo divorcia la fe de la
razón sino también del comportamiento ético. Si la fe consiste en “tomar
conciencia” de la misericordia de Dios que “nos mira como justos”, aun sin
serlos, si las obras no son capaces de ayudar a la fe, ni de contribuir a
extinguirla, la fe de hecho se separa de la moral. Admitido que la sola fe
justifica, la práctica moral entra en un cono de sombra.
Como se ve por los textos transcriptos, en la
concepción religiosa de Lutero se deja advertir un doble y complementario
sentido: en la “verdad religiosa” ante todo, predomina lo que “yo siento” sobre
lo que “me viene dado”; y, en segundo lugar, esa verdad se construye “a la
medida de mi yo”. Dios interesa no por lo que es, soberano y objeto de
adoración, sino en cuanto “me interesa”, en cuanto calma “las inquietudes de mi
conciencia”, en cuanto “soluciona mis problemas personales”. Dios acaba por
convertirse en “algo que satisface las necesidades humanas”. Por eso, acota
García de Haro, “si bien Lutero pensó que seguía inmerso bajo el signo de la
trascendencia divina, en realidad iniciaba un proceso de absolutización del “yo”,
de autodivinización, a partir de la propia conciencia”.
¿Quién podría negar que Lutero fue un hombre
profundamente religioso? Con todo, para llevar adelante su lucha ascética personal
prefirió volverse sobre sí mismo. De ahí que aunque pensaba seguir buscando a
Dios, en realidad sólo se buscaba a sí mismo. Dios no era el fin último de sus
anhelos, sino un instrumento de su personal promoción. Cuando afirma “a mí que más me da” que Cristo
tenga dos naturalezas – “esto le importa a él”, acota -, está subordinándolo y
poniéndolo a la medida del hombre. Que no se interponga pues, el magisterio de
la Iglesia entre Cristo y yo. Si la revelación es algo estrictamente
individual, incomunicable, ¿cómo admitir que una autoridad exterior, por
sagrada que se pretenda, pueda mediar entre Dios y él para comunicarle ésta
revelación que él solo percibe, y menos aun, para interpretarla? El Dios
trascendente, el Dios en sí, explica García de Haro, le resulta opresivo, y por
tanto inconscientemente intenta destruir a ese Dios. En un libro que Federico
Jacobi, filosofo alemán abrevado en las corrientes del sentimentalismo, publicó
en 1816, decía: “para que cualquier ser pueda llegar a convertirse en un objeto
completamente comprendido por nosotros, debemos suprimirlo y aniquilarlo en el
pensamiento como objeto, como realidad subsistente en sí, para transformarlo en
algo subjetivo, en una criatura nuestra”.
Por lo que el autor español concluye
señalando “la connaturalidad de la lectura luterana con los sectores extremos
del modernismo. Todo giro subjetivizante
ante la fe (…) a una rebelión frente al principio de la autoridad en la Iglesia
(…) A la vez implica una reforma de la doctrina de la fe, donde la «experiencia
interior» priva sobre el «don» sobrenatural;
donde la fe tiende a confundirse con el sentimiento religioso y a perder todo
contenido intelectual «dado»; en fin, donde se le reduce
además, a algo «privado», «individual»
e incapaz de «informar» la propia vida o de la sociedad”.
Lutero invirtió la estructura del acto de fe, anteponiendo al don recibido la
propia experiencia personal, la propia conciencia. De éste modo procederían los
modernistas. Se entiendo así porqué el modernismo pudo ser colocado por Pio X
en la línea dinámica que va del protestantismo hacia el ateísmo total. La subjetivización
de la fe conduce tendencialmente no solo a la disolución de lo sobrenatural
sino también de la religiosidad natural.
Alfredo Saenz – “El Modernismo:
Crisis en las venas de la Iglesia” Ed. Gladius 201. Págs. 50-53.
Nota de NCSJB: el título del artículo es nuestro.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
Como miembros de la Santa Iglesia Católica, debemos orar y hacer penitencia en reparación por tantos equívocos de parte de la jerarquía. Pedir incansablemente la asistencia del Espíritu Santo sobre todos y cada uno de los consagrados al servicio divino, que alguno habrá que sepa ser fiel a la verdadera y legítima enseñanza de nuestra Iglesia, única fundada por Nuestro Señor Jesucristo.
ResponderBorrarNo desesperemos, el gran día se acerca.
¡Viva Cristo Rey!
viva Cristo Rey, basta de ingenuidades, si no se hace la consagración viene el castigo.
Borrar“El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha firmado con el Banco Central de República Popular de China un nuevo acuerdo de swap de monedas locales por un monto equivalente a 11 mil millones de dólares y por 3 años de plazo, con el objetivo de mejorar las condiciones financieras para promover el desarrollo económico y el comercio entre ambos países.”
ResponderBorrarhttp://www.lmcordoba.com.ar/nota/172637_-es-un-dia-fundacional-en-las-relaciones-entre-argentina-y-china-
http://www.lmcordoba.com.ar/nota/172639_-exportacion-de-carne-de-argentina-a-china-sera-una-buena-noticia-para-ambos-pueblos-
GRAVÍSIMO