El Papa Benedicto XVI siendo Cardenal, al
referirse a la ideología de género, sostuvo que ésta constituía “la
última rebelión de la criatura contra su condición de criatura”. Así
vemos como la rebelión del hombre contra Dios lo lleva a negar la naturaleza misma,
y como obra maestra de Satanás, busca destruir todo el orden natural atacando
la familia que es la célula básica de las sociedades. Con ese fin, busca
corromper a la mujer, destruyendo la natural complementariedad que tiene que
existir en su relación con el hombre, llamándola a liberarse de las supuestas ataduras
de lo que consideran “anacrónica y opresiva” concepción patriarcal de la
familia.
Una de sus principales ideólogas fue Simone
de Beauvoir, que sostenía que no se nacía varón o mujer sino que nos imponían
culturalmente esa condición, negando así la más básica de las realidades
biológicas. Pero donde realmente apuntaba Beauvoir, era a la destrucción del
matrimonio, al que consideraba como la primera causa de esclavitud de la mujer
por el hombre. Y destruyendo el matrimonio monógamo se podría terminar con
tabúes impuestos socialmente, yendo hacia una sexualidad polimorfa, sin
sujeciones, en donde la homosexualidad estaría bien vista y el aborto sería una
necesidad.
En el fondo, como se ve, estas propuestas no
se conforman con lograr una supuesta igualdad entre hombres y mujeres, sino que
pretenden abolir las identidades sexuales biológicamente femeninas o
masculinas, para que la sexualidad se manifieste en sus más variadas formas,
sin ningún tipo de sujeciones que se pretenden “culturales”. Pero, a pesar de
plantear muchos contrasentidos, están apoyadas en un feminismo radical, por eso
podemos observar cómo se utiliza el término “violencia de género”,
exclusivamente para referirse a la que sufren mujeres, a pesar de ellas mismas
negar esa realidad biológica. En vez de hablar de violencia doméstica, o
violencia en el hogar, se busca exaltar la idea de la mujer como la oprimida en
el matrimonio. Si es la mujer la que agrede a su marido, no cabe la
tipificación de “violencia de género”. De la misma manera que hoy se habla de
femicidio sin mencionar “masculinicidio”. Y en las legislaciones que prevén
estas figuras, los atentados contra la vida de una mujer o un homosexual,
tienen mayores penas que las cometidas contra varones heterosexuales, por lo
que se presenta una verdadera desigualdad ante la ley, promovida paradójicamente,
por quienes pretenden igualarse a pesar de las innegables diferencias.
Volviendo a S.S. Benedicto XVI, desenmascarando la
verdadera naturaleza de esta ideología, y en consonancia con lo antes expuesto,
afirmaba: “La falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica
que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza pre
constituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia
naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho prestablecido, sino
que es él mismo quien se la debe crear”.
Y estas revoluciones antropológicas no solo
cuentan con el silencio cómplice de muchos de nuestros “pastores”, sino también
con su descarada promoción. Así ya tuvimos en la Catedral de la ciudad de Córdoba
en Argentina el bautismo de la hija de dos lesbianas que hicieron gala de su
condición aberrosexual en el mismo templo; y ahora, por si aquello fuera poco,
en provincia de Entre Rios, se bautizará a la hija de un transexual varón que
pretende ser mujer y de una transexual mujer que pretende ser varón, y como
cereza de la torta, los padrinos también serán transexuales, transgrediendo
absolutamente todas las normas previstas en el derecho Canónico para el Sacramento
del Bautismo (aquí).
Mientras tanto nuestros obispos están muy
preocupados por la cuestión social, ya que las cuestiones morales por efecto de
la nueva
concepción del obispo de Roma de misericordia, dejan de ser relevantes
y ocuparse de ellas hace pasible a sus autores de ser objeto de persecuciones
vaticanas que conllevan muchas veces castigos disfrazados de “ascensos”, cierre de seminarios, o
intervenciones injustificadas, que son supervisadas por oscuros personajes. Esta nueva orientación también constituye una revolución y hasta una inversión antropológica.
Aclaramos que todavía quedan valientes y
solitarios cardenales, obispos y sacerdotes que no temen defender la Sana
Doctrina a pesar de los riesgos que esto implica.
El feminismo de género tiene como base al
marxismo, que consideraba que el primer antagonismo de clases de la historia
tuvo como sujetos al hombre y a la mujer unidos en matrimonio monógamo. Pero
las feministas consideraron que los marxistas fallaron al apuntar su lucha en
cuestiones puramente económicas, sin concentrarse en atacar a lo que consideran
la verdadera y principal causante de la lucha de clases, la familia. Sin
embargo, estas feministas de género que promueven la “deconstrucción de la familia” a través de la educación y la
cultura, tienen como su principal enemigo, a la Iglesia Católica, a la que
consideran como la gran culpable de la opresión de las mujeres. Sostienen para
justificar este ataque, que la religión es el invento masculino creado con ese
fin. Y así, infiltrados entre los mismos biblistas, podemos ver el ejemplo del
exégeta de la Biblia de Nuestro Pueblo, de Luis Alonso Schökel, que menciona en
pasajes como el de San Pablo en Efesios 5,23:
“… el hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la
Iglesia, que es su cuerpo…Por cuanto así como la Iglesia está sujeta a Cristo,
así las mujeres lo han de estar a sus maridos en todo”; que dichas
posturas no pueden entenderse como palabra de Dios y que si el santo hubiera
vivido en nuestra época, el lenguaje nunca hubiera denotado sometimiento sino
igualdad. Esto entre muchas otras interpretaciones en clave comunista que hace
en reiteradas oportunidades. Y hoy es una de las Biblias más vendidas y
difundidas en la Iglesia a pesar de su marcada orientación hacia la Teología de
Liberación.
Con los sentidos amortiguados, la moral
anestesiada, la consecuencia lógica es el enfriamiento de la caridad,
presupuesto prescripto por Nuestro Señor como signo de la proximidad de su
regreso. Y ante estas satánicas y asesinas ideologías financiadas por
capitalistas y ejecutadas por comunistas, que sólo tienen por objeto reducir la
población hasta hacer de la humanidad un rebaño ínfimo, nuestro deber cristiano
es salir de la comodidad y oponernos sin importar los riesgos que impliquen, pues
lo que está en riesgo es mucho más que sólo nuestras vidas.
“…Pues quien quisiere
salvar su vida, la perderá, más quien perdiere su vida por amor a Jesús, la
hallará”
(Mt.16,25)
Trabajando para que
Cristo reine
Augusto TorchSon
Nacionalismo Católico
San Juan Bautista
No cabe duda que toda esta basura es satánica, mi pregunta es ¿Cómo los miembros de nuestra Iglesia permanecemos y hasta alabamos estas ideas?
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