La relatio de Erdö borra de golpe el pecado y la ley natural
Borrado
el sentido del pecado; abolidas las nociones de bien y de mal; suprimida la ley
natural; archivada toda referencia positiva a los valores, como la virginidad y
la castidad. Con la relación presentada por el Cardenal Péter Erdö el 13 de
octubre de 2014 en el Sínodo sobre la familia, la revolución sexual irrumpe
oficialmente en la Iglesia ,
con consecuencias devastadoras en las almas y en la sociedad.
La Relatio
post disceptationem redactada por el Cardenal Erdö es la relación que
resume la primera semana de trabajo del Sínodo y la que lo orienta con sus
conclusiones. La primera parte del documento intenta imponer, con un lenguaje
derivado del peor “sesenta y ocho”, el “cambio antropológico-cultural” de
la sociedad como “desafío” para la Iglesia. Ante un
cuadro que desde la poligamia y del “matrimonio por etapas” africanos llega
a la “praxis de la convivencia” de la sociedad occidental, la
relación destaca la existencia de “un difundido deseo de familia”. No hay
ningún elemento de valoración moral. Frente a la amenaza del individualismo y
del egoísmo individualista, el texto contrapone el aspecto positivo de la
“intención relacional”, considerada como un bien en sí misma, sobre todo cuando
tiende a transformarse en una relación estable (apartados 9-10).
El
problema de los divorciados vueltos a casar es el pretexto para que pase un
principio que echa por tierra dos mil años de moral y de fe católica. Siguiendo
la Constitución
Pastoral Gaudium et Spes, “la Iglesia se dirige con
respeto a aquellos que participan en su vida de modo incompleto e imperfecto,
apreciando más los valores positivos que custodian, en vez de los límites y las
faltas” (n.º 20). Esto significa que cae todo tipo de condena moral,
porque cualquier pecado constituye una forma imperfecta de bien, un modo
incompleto de participar en la vida de la Iglesia. “En este sentido, una nueva
dimensión de la pastoral familiar actual, consiste en captar la realidad de los
matrimonios civiles y, hechas las debidas diferencias, también de las
convivencias” (n.º 22).
Y esto
especialmente “cuando la unión alcanza una notable estabilidad a través de un
vínculo público, está marcada por un afecto profundo, por una responsabilidad
en relación a los hijos, con la capacidad de resistir a las pruebas” (n.º
22). Con esta afirmación se da la vuelta a la doctrina de la Iglesia según la cual la
estabilización del pecado, a través del matrimonio civil, constituye un pecado
aún más grave que la unión sexual ocasional y pasajera, porque esta última
permite volver más fácilmente a la recta vía. “Una sensibilidad nueva de
la pastoral actual, consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios
civiles y, reconociendo las debidas diferencias entre las convivencias” (n.º
36).
La nueva
pastoral impone por tanto no hablar sobre el mal, renunciando a la conversión
del pecador y aceptando el statu quo como irreversible. Éstas son las
que la relación llama “opciones pastorales valientes” (n.º 40). Por
lo que parece, la valentía no está en oponerse al mal, sino en el adecuarse a
él. Los pasajes dedicados a la acogida de las personas homosexuales son los que
han resultado más escandalosos, pero son la lógica consecuencia de los
principios expuestos hasta ahora. Incluso el hombre de la calle comprende que
si el divorciado vuelto a casar puede acercarse a los sacramentos, todos está
permitido, empezando por el pseudo-matrimonio homosexual.
Nunca,
verdaderamente nunca, subraya Marco Politi en “il Fatto” del 14 de octubre,
habíamos leído, en un documento oficial producido por la jerarquía
eclesiástica, una frase como ésta: “Las personas homosexuales tienen dones
y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana”. Seguida por la pregunta
dirigida a los obispos de todo el mundo: “¿estamos en grado de recibir a estas
personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades?” (n.º
50). Aunque no se llegue a equiparar las uniones entre personas del mismo sexo
con el matrimonio entre un hombre y una mujer, la Iglesia se propone “elaborar
caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica
integrando la dimensión sexual” (n.º 51). “Sin negar las
problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en
consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio,
constituye un valioso soporte para la vida de las parejas”(n.º 52).
No se
manifiesta ninguna objeción de principio a las adopciones de niños por parte de
parejas homosexuales: el documento se limita a decir que “la Iglesia tiene atención
especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que
en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los
pequeños” (n.º 52). En la rueda de prensa de presentación, Mons. Bruno
Forte ha llegado a desear “una codificación de derechos que puedan ser
garantizados a las personas que viven en uniones homosexuales”.
La
palabras fulminantes de San Pablo, según el cual “ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los rapaces
poseerán el reino de Dios” (I Carta a los Corintios 6, 9), pierden sentido
para los malabaristas de la nueva moral pansexual. Para ellos hay que captar la
realidad positiva de lo que fue el pecado que clama venganza ante la presencia
de Dios (Catecismo de San Pío X). Es necesario sustituir la “moral de la
prohibición” con la de la misericordia y del diálogo, y el eslogan del 68 “prohibido
prohibir” es “aggiornato” gracias a la fórmula pastoral según la cual “nada
se puede condenar”.
Caen no
sólo dos mandamientos, el sexto y el noveno, que prohíben pensamientos y actos
impuros fuera del matrimonio, sino que además desaparece la idea de un orden
natural y divino objetivo resumido en el Decálogo. No existen actos
intrínsecamente ilícitos, verdad y valores morales por los que se debe estar
dispuestos incluso a dar la vida (n.º 51 y n.º 94), como los definen la
encíclica Veritatis Splendor. En el banquillo de los acusados están no
sólo la Veritatis Splendor y los recientes pronunciamientos de la Congregación para la Doctrina de la Fe en materia de moral sexual,
sino además el mismo Concilio de Trento que formuló dogmáticamente la
naturaleza de los siete sacramentos, empezando por la Eucaristía y el
Matrimonio.
Todo
comienza en octubre de 2013, cuando el Papa Francisco, tras haber anunciado la
convocación de dos Sínodos sobre la familia, el ordinario y el extraordinario,
promueve un “Cuestionario” dirigido a los obispos de todo el mundo. La
utilización mistificadora de sondeos y cuestionarios es notoria. La opinión
pública cree que, dado que la mayor parte de las personas opta por una
elección, ésta tiene que ser justa. Y los sondeos atribuyen a la mayor parte de
las personas opiniones anteriormente predeterminadas por los manipuladores del
consenso. El cuestionario querido por el Papa Francisco ha abordado los temas
más candentes, desde la contracepción a la comunión a los divorciados, de las
parejas de hecho a los matrimonios entre homosexuales, con un objetivo más
orientativo que informativo.
La
primera respuesta publicada, el 3 de febrero, fue la de la Conferencia Episcopal
alemana (“Il Regno Documenti”, 5 (2014), pp. 162-172) dada a conocer
evidentemente para condicionar la preparación del Sínodo y, sobre todo, para
ofrecer al Cardenal Kasper la base sociológica que precisaba para la relación
al Consistorio que el Papa Francisco le había confiado. En efecto, lo que
emergía era el rechazo de parte de los católicos alemanes “de las
afirmaciones de la Iglesia
sobre las relaciones sexuales prematrimoniales, la homosexualidad, los
divorciados vueltos a casar y el control de la natalidad” (p. 163). “
Las respuestas que las diócesis han enviado —continuaba el texto—dejan
entrever cuánto es grande la distancia entre los bautizados y la doctrina
oficial sobre todo en lo que concierne la convivencia prematrimonial, el
control de la natalidad y la homosexualidad” (p. 172).
Esta
distancia no se presentaba como un alejamiento de los católicos del Magisterio
de la Iglesia ,
sino como una incapacidad de la
Iglesia para comprender y secundar el curso de los tiempos.
En su relación al Consistorio del 20 de febrero, el Cardenal Kasper definirá
tal distancia un “abismo”, que la Iglesia tendría que haber colmado adecuándose a
la praxis de la inmoralidad.
Según
uno de los secuaces de Kasper, el sacerdote genovés Giovanni Cereti, conocido
por un estudio tendencioso sobre el divorcio en la iglesia primitiva, el
cuestionario habría sido promovido por el Papa Francisco para evitar que el
debate se desarrollara “en habitaciones secretas” (“Il
Regno-Attualità” 6 (3014), p. 158). Pero, si es verdad que el Papa ha querido
que el debate se desarrollase de manera transparente, entonces no se comprende
la decisión de mantener tanto el Consistorio extraordinario de febrero como el Sínodo
de octubre a puertas cerradas. El único texto que se llegó a conocer, gracias
al periódico “Il Foglio”, fue la relación del cardenal Kasper. Luego, sobre los
trabajos, bajó el silencio.
En su Diario
del Concilio, el 10 de noviembre de 1962, el Padre Chenu anota esta frase de
Don Giuseppe Dossetti, uno de los principales estrategas del frente
progresista: “La batalla eficaz se juega en el procedimiento. Siempre he
ganado por esta vía”. En las asambleas, el proceso decisorio no pertenece a la
mayoría, sino a una minoría que controla el procedimiento. La democracia no
existe en la sociedad política y menos aún en la religiosa. La democracia en la Iglesia , como ha observado
el filósofo Marcel De Corte, es cesarismo eclesiástico, el peor de todos los
regímenes. En el actual proceso sinodal, el clima de pesada censura que lo ha
acompañado hasta hoy demuestra la existencia de este cesarismo eclesiástico.
Los
vaticanistas más atentos, como Sandro Magister y Marco Tosatti, han subrayado
como, diferentemente de los Sínodos anteriores, en éste se ha prohibido a los
padres sinodales intervenir. Recordando la distinción formulada por Benedicto
XVI entre el Concilio Vaticano II “real” y el “virtual” que al primero se
superpuso, Magister ha hablado de un “desdoblamiento entre sínodo real y
sínodo virtual, este último construido por los medios de comunicación con la
sistemática enfatización de las cosas más queridas por el espíritu del tiempo”.
Pero hoy son los mismos textos del Sínodo los que se imponen con su fuerza demoledora,
sin posibilidad de tergiversación por parte de los medios que hasta han
manifestado su sorpresa por la potencia explosiva de la Relatio del
Card. Erdö.
Por
supuesto que este documento no tiene ningún valor magisterial. Además es lícito
dudar que refleje el pensamiento real de los padres sinodales. Pero, la Relatio prefigura
la Relatio Synodi, el documento conclusivo de la asamblea de los obispos.
El
verdadero problema que ahora se pone es el de la resistencia, anunciada en el
libro Permanere nella Verità di Cristo (Permanecer en la Verdad de Cristo) de los
cardenales Brandmüller, Burke, Caffarra, De Paolis y Müller (Cantagalli 2014 http://www.edizionicantagalli.com/cgi-bin/catalogo/index_catalogue.pl?type_simple_search=title&text_simple_search=Permanere+nella+verita%27+di+Cristo).
En una entrevista con Alessandro Gnocchi publicada en “Il Foglio” del 14 de
octubre, el Cardenal Burke afirma que eventuales cambiamientos de la doctrina o
de la praxis de la Iglesia
por parte del Papa serían inaceptables, “porque el Pontífice es el Vicario
de Cristo en la tierra y por lo tanto el primer siervo de la verdad de la fe.
Conociendo la enseñanza de Cristo, no veo cómo se pueda desviarse de esa
enseñanza con una declaración doctrinal o con una praxis pastoral que ignoren
la verdad”(http://www.riscossacristiana.it/la-fede-si-decide-ai-voti-il-cardinale-burke-contro-la-manipolazione-informativa-sul-sinodo-molto-netto-sul-resto-di-alessandro-gnocchi/).
Los
obispos y cardenales, y más aún los simples fieles, se encuentran ante un
terrible drama de conciencia, más grave de aquel con el cual tuvieron que
enfrentarse en el siglo XVI los mártires ingleses. En efecto, entonces se
trataba de desobedecer a la suprema autoridad civil, el rey Enrique VIII, que
por un divorcio abrió el cisma con la Iglesia romana, mientras que hoy día la resistencia
debe oponerse a la suprema autoridad religiosa en el caso de que se desviara de
la enseñanza perenne de la
Iglesia.
Y
quienes están llamados a desobedecer no son los católicos desobedientes o del
disenso, sino justo los que más profundamente veneran la institución del
Papado. Antaño, quien resistía era entregado al brazo secular, que lo condenaba
a la decapitación o al descuartizamiento. El brazo secular contemporáneo aplica
la lapidación moral, a través de la presión psicológica ejercida por los medios
de comunicación de masas sobre la opinión pública.
Muy a
menudo, el resultado es la quiebra psicofísica de las víctimas, la crisis de
identidad, la pérdida de la vocación y de la fe, a menos que no seamos capaces
de ejercitar, con la ayuda de la gracia, la virtud heroica de la fortaleza.
Resistir significa, en último término, reafirmar la coherencia integral de la
propia vida con la Verdad
inmutable de Jesucristo, dando la vuelta a la tesis de quien quisiera disolver
la eternidad del Verbo en la precariedad de lo vivido.
Roberto
de Mattei
Visto en: http://www.adelantelafe.com/
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Excelente articulo Se. Mattei.Me siento identificada en lo que siento. Tenemos la ayuda de la Gracia para, en estas circunstancias tan dif'iciles, ejercitar la virtud de la fortaleza.
ResponderBorrarVerdadera defensa de la sana doctrina.
ResponderBorrarRatzinger dijo que en la Iglesia dogma y pastoral no se pueden separar: se entrelazan de modo indisoluble.
Francisco ha dicho que no se modifica la doctrina solo la pastoral y muchos católicos se han quedado tan contentos.
No es posible separar misericordia de la VERDAD.
Sería interesante que hablaran de doctrina o dogma y pastoral en este sentido
Aunque el Papa niega que exista la llamada mafia de la lavanda en la Curia, es evidente que esa mafia es la que tiene dominado, seguramente en buena parte por extorsión y chantaje, a gran número de cardenales: Los que no son sodomitas y no tienen cola que les pisen en ese aspecto pero dejaron que se publicara es porque han perdido totalmente la fe y no piensan de manera diferente a como piensan los ateos. El documento que se atrevió a firmar Erdó, bien podría haber sido redactado por cualquier logia masónica de las que no tienen inconveniente en mencionar a Dios.
ResponderBorrarHola. Buscando información sobre la Teología de la Liberación, encontré en YouTube una conferencia que me pareció muy interesante y que me parece que explica muchas de las cosas que están pasando hoy en día, a varios niveles. Pero como no conozco a la persona que habla ni al grupo que la publica, quisiera consultar con ustedes, que saben mucho más que yo, si encuentran en la conferencia algún error de doctrina u otro inconveniente. De ser así no la compartiría con otras personas. Muchas gracias desde ya.
ResponderBorrarAquí está el link de la conferencia: www.youtube.com/watch?v=W9brZGNDOKg
También encontré estos otros videos que me dejaron una sensación de desolación:
www.youtube.com/watch?v=fseEAgSUgAw (a partir del minuto 2:24 aprox)
www.youtube.com/watch?v=XQ52Ib1veWg
www.youtube.com/watch?v=mqJxsJ4jXyA
www.youtube.com/watch?v=6Gj4FSpgLo4
www.youtube.com/watch?v=swwDcYVXZCY
www.youtube.com/watch?v=5cHskZf3WgM
La Veritatis Splendor, el magisterio, Cristo es Ignorado.
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