Ayer tarde rezaba el Papa en San Pablo
Extramuros por la unidad de los cristianos; hoy se atentaba sacrílegamente
contra esa espectral unidad. Parece como una parodia irreverente, aberrante,
pero al fin los anglicanos originales, los que nacieron del verraco
insatisfecho Henry VIII Tudor, han
consumado el pecado horrendo de ordenar obispo a una hembra, una feministona ambiciosa con antojo irreprimible de poder
clerical.
Matizo que no siendo Iglesia y sin tener la
potestad de conferir el Sacramento del Orden, lo que han hecho esta mañana en
York es una patochada clericaloide herejética impropia, aunque le echen toda la
pompa y circunstancia de la Gran Bretaña. Pero pecado hay, porque además de
subsistir como tal confesión anglicana en la herejía original de su turbia
fundación, los participantes, ella y sus complacientes co-jerarcas, no son
ignorantes, ni inocentes. De lo que opine la suprema cabeza visible anglicana
que es la Queen, no se sabe. Intuimos que mientras no peligre the Crown, la
Queen firmará lo que sea donde haya que firmar y estampará su real sello, sin
meterse en más complicaciones. Si únicamente ha alzado la voz en contra un
clérigo discrepante y todos los demás asistentes han aprobado y el público ha
aplaudido, la Queen, graciosamente, consiente y pásese página, que no están los
tronos sobrevivientes como para sufrir escrúpulos religiosos. Doctores, además,
tienen Oxford y Cambridge que sabrán discernir. O no. Pero qué más da, si el
rito resulta políticamente femini-correcto, según la moda.
A nosotros, los católicos, la aberración nos
afecta por contagio de proximidad y confusión, obra todo ello del desgraciado
ecumenicismo vaticanosecundista, que degeneró muy pronto en un panfilismo de
tragaderas tamaño Cloaca Máxima romana, capaz no sólo de codearse y simpatizar
con lo más tradicionalmente anticatólico, sino incluso de propiciar el engendro
de las convivencias inter-religiosas de Asís.
Así podemos asistir a escenas tan
católicamente inimaginables como ver al Papa saludar con derroche de afectos a
una hembra con traje clerical que es presidenta de no se que cosa de los
herejes de no se donde. La foto es de ayer mismo, en San Paolo Fuori le Mura,
donde rezaban juntos por la unidad:
Los anglicanos atentan contra el sacerdocio
con toda irreverencia porque no saben qué es lo que nunca han tenido: Jerarquía
sacerdotal.
Los católicos callamos...o aprobamos,
consentimos o disimulamos porque estamos dejando de creer en el Sacramento del
Orden, sus efectos y sus consecuencias. Por eso ya hay des-católicos a quienes
les parecería bien que se ordenasen mujeres, también tenemos monjas degeneradas
que lo reclaman como un 'derecho', incluso hay obispos poco-católicos que están
'abiertos' a la sacrílega ocurrencia.
El problema es de fe, de falta de fe, de
pérdida de la fe católica y apostólica. El problema es eclesiológico,
teológico.
Yo soy de los que todavía esperan que (como
ese anglicano que se levantó y protestó) algún obispo católico, consciente de
su sagrado munus episcopal-jerárquico, se desmarque de la piara episcopal
silenciosa y condene y declare pecado contra el Espíritu Santo la aberración de
las pseudo-ordenaciones de hembras anglicanas. Un pastor, ni más ni menos, que
distinga al lobo y le quite el engañoso pellejo de oveja ecuménica.
Yo soy de los que creen y esperan y no tragan
por mucho que edulcoren la pildorita venenosa con jarabe dulce de ecumenismo.
Huelga decir que si rezo por la unión, pido
antes por la conversión, el arrepentimiento y la sanación espiritual de los
herejes y cismáticos. Aunque lo vea cada vez más imposible, dada la falsa
voluntad que demuestran perversiones como la que comento en este articulete.
Dios nos salve de la Reina y de sus hembras
obispesas !!!
+T.
Visto
en: Ex Orbe
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
A ver..... ¿es que no tienen suficientes evidencias aún para dejar de llamar papa a la cosa esa???
ResponderBorrarhttp://youtu.be/_rqDDG8D80s
ResponderBorrara partir del minuto 47
bergoglio encarna el grado 32 de la masoneria