¿Cómo
debe estudiarse la historia?
HACE un tiempo ya, promediando el año 20Í3,
la editorial "Memoria y Archivo" dio a conocer un nuevo estudio del
Profesor Hernán Capizzano, titulado "Alianza Libertadora Nacionalista.
Historia y Crónica (1935-1953)".
Esta investigación resulta realmente novedosa
pues constituye el primer libro dedicado plenamente a la génesis y al ocaso de
una de las más conocidas expresiones del nacionalismo argentino.
A toda
luz; y sin caer en elogios infundado debe decirse que la minuciosa
investigación de Capizzano ofrece un material completo para quién busque
profundizar en la dinámica y en la estructura de este fenómeno político que
llegó a alcanzar cierta popularidad, y que aun hoy resuena, entre el mito y la
crónica.
Envuelta precisamente entre lo legendario y
lo verídico, la Alianza Libertadora
Nacionalista ha sido objeto de dispares acusaciones; injustas no pocas de
ellas. Aquí, es donde el autor, apelando a documentos y testimonios, logrará
separar la paja del trigo. Tanto desde el punto de vista de los hechos como
desde las doctrinas.
Empero, y a pesar de este encomiable
esfuerzo, un año después de haber aparecido el libro de Capizzano, un
periodista, devenido en historiador, intentó desconocer y minimizar su
investigación, atribuyéndose el descubrimiento del Mediterráneo. Nos estamos
refiriendo a Rubén Furman y a su ensayo "Puños y Pistolas. La extraña historia de la Alianza
Libertadora Nacionalista, el grupo de choque de Perón" (Editorial
Sudamericana, 2014).
Desde su título, y como resulta previsible
entre los exponentes del pensamiento único políticamente correcto, Furman
intenta vanamente endilgarle a la Alianza
Libertadora Nacionalista una historia mediocre y desorbitada por la
ambición de poder, sin reparar en clase alguna de ardides con tal de
desprestigiar las fuerzas del nacionalismo. Denominador común en esta clase de
ensayistas: el objeto de estudio no debe ser comprendido sino odiado a priori.
En dicho marco, rápidamente, el texto se
cubre de falsas acusaciones. A modo de ejemplo, sólo señalaremos dos.
Primeramente, desconoce la obra del Prof.
Capizzano, editada —como ya dijimos— un año antes de su propia obra. Así señala
que: "Salvo alguna obra faccional
reciente, sorprende la ausencia de una literatura específica sobre la Alianza
Libertadora Nacionalista..." (pág. 15). Aún más, llama la atención que
la obra del Profesor Capizzano aparezca mencionada en la
"Bibliografía", mas nunca citada en el cuerpo del texto.
Tampoco pretenderemos ahondar en lo qué ha
querido significar con el término "faccional",
pues de él no existe referencia en la Real Academia Española.
A reglón seguido y en la misma carilla, la
emprende contra el prestigioso Instituto Bibliográfico Antonio Zinny, dirigido
por el distinguido Profesor Jorge C. Bohdziewicz.
Así Furman nos dice: "No fue fácil husmear en las colecciones de publicaciones de la
derecha nacionalista argentina que alberga el Instituto Zinny, dadas las
restricciones que impone a su consulta el grupo ideológico que está «sentado»
sobre los documentos..."
Oportunamente, hemos consultado al Profesor
Bohdziewicz quien manifestó haber coordinado una visita telefónica con el
periodista, pero éste nunca apareció a la cita. Para Furman, pues, la calumnia
es un hábito. Porque debemos decir las cosas como son: durante décadas, la
documentación del Instituto Zinny estuvo abierta indiscriminadamente a todo
tipo de investigadores, nacionales y extranjeros, como consta en el registro
prolijo de sus visitantes. Y dado que a nadie se le preguntaba cuál era su
ideología o su credo, abrevaron en su patrimonio desde Tulio Halperín Donghi
hasta miembros de la comunidad protestante.
A partir de este dato inicial, la distancia
entre ambas obras sobre la Alianza
Libertadora Nacionalista será insalvable. El lector formado puede leer las
dos, y solo advertirá las diferencias. Nosotros no nos declaramos neutros, y
decimos con firmeza que la obra de Capizzano posee una claridad, agilidad y
método de estudio, que vuelve al conjunto de lo escrito sumamente atractivo.
Contrariamente, la obra de Furman es un
dicterio. Para retratar a Juan Queraltó, por ejemplo, recurre a una desgraciada
entrevista que le hizo Juan Pablo Hernández, al Padre Leonardo Castellani, sin
tener en cuenta aquella sentencia romana, según la cual, "testis unus, testis nullus".
De las más que cuestionables manos de
Cristian Buchrucker, David Rock, y Rodolfo Walsh, Furman recordará a Ramón Dolí
y Enrique Oses como dos antisemitas propagadores propagadores del nazismo. La
torpeza hermenéutica se completa y entonces resultará que "la Alianza fue la mejor creación del nazismo en la
Argentina" (pág. 99). Ya está construido el sofisma de la reductio ad hitlerum. No se necesita
más. ¿Para qué escribir historia si es mejor agraviarla?
Nimio de Anquín, en su famosa conferencia
"¿Qué es la historia?", nos decía: "La historia lleva consigo un aspecto de consumación. Tal proceso
presupone un cierto centro histórico en el cual se revela lo divino y se hace
carne".
Creemos que dicha consumación histórica se
alcanza cuando el investigador consigue contemplar los hechos a los ojos de la
Teología de la historia.
A esta contemplación, y para su bien, ha
intentado llegar el Profesor
Capizzano.
Es que la historia de la Alianza
Libertadora Nacionalista
—con
sus múltiples más y menos y claroscuros y contrastes y sombras cuanto luces, y
pugna de ortodoxas y heterodoxas posturas-— no puede estudiarse como un mero
fenómeno ideológico.
Hubo algo más allí, por frustro, trunco o
incompleto que haya resultado.
"El combate, el
estado de permanente movilización, la pasión puesta en la brecha y la actitud
siempre alerta"
por Dios y por la Patria, fueron notas distintivas de los mejores aliancistas. "Eran, en rigor, dice Hernán Capizzano,
una nutrida militancia juvenil que no conocía límites".
Y en este sentido, podemos encontrar a la
historia consumada. Entendiendo, junto al citado autor, que la militancia no es
otra cosa que "la vida del hombre
sobre la tierra". •
Octavio
Guzzi
Revista Cabildo – 3°
Época – Año XVI – N° 111. Enero-Febrero 2015. Págs. 12-13
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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