Somos nacionalistas católicos ya que adherimos a una doctrina política basada
especialmente en la filosofía tomista. El patriotismo es un elemento esencial
en el nacionalismo y consiste en el amor a la patria, más éste se enfoca
solamente en el sentimiento. El nacionalismo yendo más allá y coincidiendo con
la Doctrina Social de la Iglesia, busca la promoción del bien común; el derecho
natural por el cual se opone por ejemplo al matrimonio homosexual, aborto, o
perversión infantil promovidas por la ONU; y defiende la propiedad privada
entre otras consignas. Así decimos Dios, Patria y Hogar.
También defiende y promueve las entidades intermedias como el medio adecuado
para equilibrar las relaciones entre los gobiernos y los gobernados, agrupando
así a personas con intereses comunes (familias, sindicatos, asociaciones
profesionales, etc) que cómo órganos naturales nada tienen que ver con los
partidos políticos que representan ideologías antes que intereses comunes.
Estas entidades intermedias son hoy uno de los ámbitos más adecuados para la
militancia. Así las partidocracias a la que hoy se llaman democracias
representan antes que los intereses del pueblo, el de los políticos, los cuales
legítimamente (e inmoralmente) pueden desconocer sus promesas electorales y
ajustarse a los mandatos partidarios que siempre terminan adecuándose a los
requerimientos foráneos de la sinarquía internacional.
Señalamos anteriormente como el Padre Castellani sostenía que uno de los
principales errores del nacionalismo es “poner los ojos
en el Poder a corto plazo en vez de ponerlos en la Verdad a largo alcance”.
Si pretendemos embarcarnos en esa noble empresa, no deberíamos escribir para
tratar de demostrar erudición o para llegar a un grupo selecto de personas,
sino más bien, de instruir a mucha gente que todavía vive en las tinieblas de
la desinformación y el envenenamiento moral y espiritual al que los someten no
sólo los medios de comunicación sino hasta las escuelas y universidades.
Y con eso también cumplimos con la exhortación paulina de evangelizar a tiempo
y a destiempo. Se está atacando mucho al nacionalismo y esto no solo desde
sectores liberales, conservadores e izquierdistas, sino también de grupos que
se dicen tradicionalistas pero al demostrar desdén por ésta corriente política,
están mostrando también, desprecio por el amor a la patria y sus tradiciones, y
esto implica atacar uno de las características esenciales de nuestra
identidad histórica: nuestra hispanidad; condición que tiene como rasgos
determinantes el compartir el idioma y el credo, sin hacer distinciones
raciales. A esto agregamos las particularidades históricas, culturales y hasta
psicológicas que surgen hasta de la misma geografía de nuestros países, y que
hacen a nuestro ser nacional.
Cuando se nos ataca, se aduce que adherimos a los errores en los que
incurrieron algunos movimientos nacionalistas como por ejemplo el de la
estatolatría; sin embargo, a diferencia de ellos, ponemos por sobre cualquier
afinidad política nuestra fe; y de esa manera, la cuestión política, actividad
insoslayable en el hombre, queda subordinada a la acción evangelizadora, que
dicho sea de paso, se ve fortalecida al sumarle el amor y defensa de nuestras
patrias, tal como surge del 4° Mandamiento de decálogo Divino, constituyéndose
de esa manera el servicio a la patria en deber de gratitud y del orden de la
caridad como lo señala Catecismo (2293), y de esa manera esta actividad tiene
una finalidad trascendente que es la de ayudar a nuestros connacionales a
alcanzar la vida eterna, generando el ámbito adecuado para ello.
Pero en honor a la verdad, no podemos y no debemos desconocer sino más bien
reconocer los méritos de los movimientos nacionalistas que, aunque incurriendo
en algunos errores filosóficos y hasta en la praxis; ofrendaron sus vidas por
la defensa de sus naciones. Dicha lucha se dio y se da contra el
internacionalismo judaico compuesto por los falsos opuestos, capitalismo y
comunismo, planteados dialécticamente para distraer la atención sobre la
realidad materialista y atea de ambos, y desenmascarando a estos tentáculos del
mismo pulpo plutocrático que pretende hacer del mundo una aldea global amorfa.
Nuevo orden mundial que se pretende “multicultural”, sin tradiciones, sin
identidad cultural, en nombre de una supuesta fraternidad universal; se
pretende sin diferencias entre los hombres (no en dignidad sino en naturaleza)
en un igualitarismo democrático sin asidero, para quitar en los hombres las
aspiraciones de superación, de nobleza y hasta de grandeza, en nombre de la
igualdad masónica; pero por sobre todas las cosas, se pretende permisivo
llevando a la humanidad a toda clase de excesos y perversiones en nombre de la
libertad. Y así cumplidas las premisas masónicas, “Liberté, égalité,
fraternité”, se aduce que estos movimientos nacionalistas promueven la
intolerancia y la discriminación sin precisar a qué se refieren esos términos
que para adecuarse a su más íntimos significados requieren precisión. Somos y
debemos ser intolerantes con el error, lo mismo podemos decir con respecto a la
discriminación ya que es imprescindible distinguir y excluir lo malo en
beneficio de lo bueno. Y por eso hoy en el caos más absoluto, cuando nuestra
imagen sobre Sodoma y Gomorra puede resultar nimia en comparación con nuestras
sociedades actuales; resulta ridículo y hasta contradictorio quejarnos de lo
que vivimos, denostando a esos movimientos nacionalistas que promueven y
promovieron todos los valores que hoy consideramos vulnerados; es
decir, el de la familia tradicional, el trabajo como generador de riqueza, el
amor a la patria, el honor, la lealtad y hasta la santidad; y en
definitiva el orden que es indispensable para poder aspirar al
bien común. Y por eso hoy, cuando se pretende verle “el lado bueno” a ateos,
promiscuos, adúlteros, sodomitas y toda clase de réprobos (mientras no se
arrepientan adecuadamente de su maldad); se acusa de fundamentalistas y
fanáticos agresivos a los nacionalistas que defendieron siempre el orden
natural.
Lo cierto es que tampoco podemos renunciar a nuestra fe o hacer concesiones con
ella a fin de aglutinar o no “excluir” a otros nacionalistas, ya que los
hispanistas por definición somos católicos y al serlos es indispensable “amar
a Dios por sobre todas las cosas” y consecuentemente seguir sus
mandatos, por lo que mal haríamos en orden a un resultado cuantitativo,
renunciar a una cuestión fundamental como es nuestra fe católica. También
pueril resultaría pretender acceder al poder con las herramientas del enemigo, es
decir, entrando en el sistema partidocrático de las democracias judeomasónicas
actuales, con su ritual religioso invertido, el sufragio universal. Si bien, es
imposible ganarle a Saurón con su propio anillo usando la metáfora tolkeniana,
suponiendo que fuera posible hacerlo, la pregunta es: ¿a qué costo? Recordemos
las palabras de Nuestro Señor: “¿De qué le servirá al hombre el ganar el
mundo entero, si pierde su alma?”(Mt. 16, 26).
No podemos ignorar que hoy el mundo se encuentra absolutamente dominado por una
elite de banqueros judíos, que buscan destruir las patrias, sin embargo
manteniendo la homogeneidad de su raza y promoviendo su supremacía. Herederos
de aquellos que reclamaron la muerte de su Dios con satánicas palabras
diciendo: “caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”(Mt.
27,25), son los que lucharon sin descanso por destruir la cristiandad y hoy con
su objetivo casi concluido, paradójicamente atraen su propia derrota, ya
que tenemos la promesa Divina que cuando todo parezca absolutamente perdido,
Cristo Regresaría con toda Majestad y Gloria y su triunfo sobre el mal será
definitivo. Los signos son claros, muchos y coincidentes.
Éste 0.2% de la población mundial (16 millones de judíos), manejando los
medios, manipulando la historia, y pervirtiendo las costumbres, lograron hasta
judaizar a la jerarquía de la neoiglesia; y los adoradores del becerro de oro,
hoy con el poder de la usura dominan a los gobiernos de todo el planeta. Pero
¿podemos decir que esto significa que no debemos hacer nada porque nada
conseguiríamos? Al contrario, lejos de ser ésta una visión derrotista, la
nuestra es una visión realista que impone la necesidad de saber contra quién
nos enfrentamos y su poderío. Y la lucha terrena contra estos enemigos de Dios,
además de responder a un imperativo Divino, al ser o parecer imposible la
victoria desde nuestras posibilidades humanas; engrandecen nuestro esfuerzo para
darle un carácter de gloria nunca antes alcanzado en la Historia, transformando
a los santos de los últimos tiempos en los mayores de la humanidad a los ojos
de Nuestro Creador, pero sin embargo, no siendo reconocidos de ninguna manera a
los ojos del mundo. Esto nos lleva a una soledad humana en la que sólo podemos
acudir a Quien realmente importa diciendo con Santa Teresa “Sólo Dios
basta” y con San Pablo “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” no confiando ya en nuestras fuerzas o posibilidades, sino en
el dador de las mismas, y en sus designios para nuestra actuación; sabiendo así
que a nosotros solo nos corresponde la lucha y a Dios el resultado.
Podemos estimados hermanos y camaradas decir hoy más que nunca, que sin
claudicar a nuestros principios, la lucha vale la pena; y así, mi humilde
sugerencia es empezar por el principio, y más que pretender “nacionalizar” el
catolicismo, deberíamos empezar por evangelizar al nacionalismo.
Augusto
Santa
Juana de Arco, Isabel La Católica, Gabriel García Moreno,
oren
por nosotros.
Nacionalismo Católico San Juan
Bautista
Magnífico artículo, D. Augusto. Celebro mucho que continúe publicando en la web
ResponderBorrarMuy bueno Augusto¡¡¡ De un tiempo a esta parte parece que para algunos (no dudo respetables Catolicos) el Nacionalismo Catolico fuese un especie de "molestia".
ResponderBorrarLo penoso es pensar que con muchos de los críticos del Nacionalismo (Nacionalismo Católico digo, porque si no me equivoco aparecieron nuevas "versiones adaptadas" a los tiempos) tuvimos o tenemos amistad y coincidimos en tantos temas...no podría agregar mas a lo que publicaste. Un abrazo
ASNO PERIFÉRICO
Gracias. Saludos en Cristo y la Patria
ResponderBorrarhttp://redpatrioticargentina.blogspot.com.ar/
ResponderBorrarestos también se dicen nacionalistas pero no me convencen porque lo he escuchado defendiendo a los musulmanes. Me refiero a Guillermo Rojas.
Es verdad Anónimo12/2/16 5:38
BorrarNo es gente de confiar ya que siempre se burlan de la moral católica y no me refiero de cosas beatonas o beaterías que de por sí son inaceptables.
Bellísimo. Emocionante. Y por sobre todo, esclarecedor.
ResponderBorrarSólo una pregunta: ¿Cómo definimos hoy, en esta debacle, cuál es nuestra Patria?¿Podemos seguir pensando en una Patria Argentina o, nuestra Patria, es la América Hispana en su totalidad?
ResponderBorrarLa patria decía Ramiro de Maetzu que es un espíritu formado por una acumulación de valores con los que se enlaza a los hijos del suelo que habitan. Entonces deberíamos seguir considerando patria a esos valores fundacionales de nuestro territorio que hacen a la esencia de nuestra identidad y permanecen más allá del desconocimiento de los mismos por la mayoría. Es decir, por más que hoy no se los reconozca(y tal vez en mucho tiempo o hasta el final de estos) no dejan los mismos de ser los constitutivos de nuestro ser nacional. Ese ser nacional que no dejará de existir por más que se trate de con inmenso esfuerzo de borrarse por el internacionalismo apátrida que hoy maneja todos los gobiernos del mundo. Entonces los valores de nuestra Argentina siguen siendo los de San Martín y Rosas, los de Ecuador los de García Moreno, los de la Hispanidad los de Isabel la Católica y Carlos V, y si se trata de taparlos es porque saben que no pueden destruirlos simplemente porque no se puede borrar la historia. Podrán ocultarla, disminuirla y tratar de tergiversarla, pero ella permanecerá siendo la misma ya que tiene por Señor a Cristo mismo, al que igualmente hoy tratan de ocultar, disminuir y tergiversar y sin embargo no pueden cambiar lo que realmente es, y de hecho Él "Es el que Es". Y no hay verdad que no vaya a ser gritada desde lo alto de una montaña, por lo que no queda otra posibilidad más que predicar esa Verdad aunque duela, aunque cueste y Dios a su debido momento sabrá poner las cosas en su lugar. Por eso si hoy, la España masónica no representa a la Hispanidad, ni la Argentina de estos cipayos la America Hispana, el espíritu de ambas es esencia y por lo tanto inalterable.
BorrarSaludos
Gracias. No hay nada tan indispensable hoy en día como buscar nuestro esclarecimiento porque no alcanza con las buenas intenciones. Su respuesta no sólo colmó mis expectativas sino que trajo tranquilidad a mi espíritu. Gracias.
ResponderBorrarLo felicito por este artículo esclarecedor. Hace unos años escribí algo parecido y me encantaría que lo lea:
ResponderBorrarhttp://actualidadehistoria.blogspot.com.ar/2013/07/que-cree-un-nacionalista-catolico.html?m=1
Coincido plenamente con la visión del artículo.
BorrarSaludos en Cristo y la Patria.
Esperar la cercana Parusía en lucha por continuar mostrando la Tradición y la Verdad dadas, reveladas, auténticas. Lo demás casi no depende de nos, los hijos del Demonio son más listos que los de la Luz...
ResponderBorrarNo podrán decir que no fueron avisados y advertidos. THE END .
Gracias por este artículo, me aclaró el horizonte. Me gusta que llamen a las cosas por su nombre. Nada de ELITE o de PODEROSOS o de PETROLEROS, digamos las cosas como son, BANQUEROS JUDIOS.
ResponderBorrarEsto es lenguaje nacionalista, se extrañaba.
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