PERSPECTIVA
PARA UNA LECTURA CON FRUTOS
Por Dardo
Juan Calderón.
La
aparición de este último libro de Don Antonio Caponnetto era estrictamente
necesaria. El nacionalismo se ha olvidado que hay nuevas generaciones que no
tienen la menor idea de qué fue - ¿o es?- el nacionalismo argentino. Más aún, hay generaciones que están
prevenidas contra el rótulo, y contra el nombre del autor que, quieran que no,
han pasado a ser casi una misma cosa y ya no sé quién lleva el fardo. También
están los prevenidos ante falsificaciones que ha sufrido el nacionalismo, o
quizá mejor debo decir, declinaciones de esta corriente hacia el vicio propio
que oculta en su natura lo nacional argentino.
Estas prevenciones y prejuicios contra el
nacionalismo no han permitido acercarse a él de una manera serena a las nuevas
generaciones, y a la vez, han provocado una respuesta de igual modo. Dicen los
franceses “C´est un animal très méchant, quand on l´ataque, il se défend”. Y en
efecto, se ha convertido muchas veces en eso, una noble bestia acorralada que
gruñe (¡y para muestra basto yo!). ¿Quién puede culparlo? Por otra parte,
véanlo como fue y no como fue falsificado, o en las derivas de la carne.
Es por ello que yo planteo a los jóvenes
que creen saber qué es el nacionalismo y que la sola propuesta dispara todas
las alertas, que se serenen. No es tan malo, sólo muerde cuando lo patean. Hay
un millón de libros pesados y enormes para enterarse. Pero este está justo. Son
cuatro horas de lectura rápida y amena en las que el representante vivo (¡ni tanto!)
más válido de esta corriente de pensamiento argentino, nos deja, ya llegado a
una madurez intelectual y estilística, una síntesis que podríamos denominar,
definitiva. No porque toque todos los temas que comprenden esta corriente, ni
que los toque con acierto permanente, sino porque los toca como una melodía que
ya es suya por reflejo (podríamos decir por virtud, o por vicio si les cuadra).
Es el autor el que representa un producto definitivo de esta corriente de
pensamiento. Con su luces y sus sombras.
La obra condensa el pensamiento
nacionalista, pero aún más; porque no es una obra que “hable” del nacionalismo,
sino que habla “desde” el nacionalismo, porque es una obra “nacionalista” y eso
ya casi no existe, siendo que otrora, todo lo que había para leer, era
nacionalismo.
La primer cosa que tenemos que hacer es
dejar de fruncir la nariz cada vez que escuchamos la palabra. Pensemos que
vamos a dedicar unas horas a comprender una “línea del pensamiento argentino”
(me atrevo a decir que la única línea de pensamiento que es típicamente
“argentina”) que murió hace cien años, y de un autor que yace en la chacarita
desde hace por lo menos cincuenta. Matémoslo sin piedad. Démonos el gusto y
saquémonos la bronca. Y ahora mirémoslo desde lejos y con condescendencia.
Relax.
Hace esos cien años (en la realidad son unos
cincuenta, pero cien es un buen número para perdonar), todos los católicos de
derecha argentinos que pensaban, estudiaban y escribían, eran nacionalistas. Mi
viejo era nacionalista, todos sus amigos y colegas lo eran, y yo lo era o lo
estaba por ser. No se podía ser otra cosa. No había otra forma de ser católico.
Pero esa cosa y esa forma, era bastante especial, porque era “argentina”. Era
un pensamiento argentino, acuñado en estos pagos y muy particular, muy propio.
Al punto que podemos decir que si alguna vez existió una Argentina que valiera
la pena, esa fue el nacionalismo argentino. Y no sé bien cuál es primero, es
decir, si la argentina produjo ese pensamiento, o ese pensamiento produjo la
posibilidad de que existiera esa Argentina.
Esa corriente de pensamiento produjo
personalidades de primera línea internacional
y puso a la intelectualidad argentina en un sitio que fue inédito en
toda Hispanoamérica, y no me sonrojo en afirmar que opacaba la producción
europea. No sé si está escrito, pero yo escuché a Guido Soaje decir que la
Argentina es el único país de América que produjo Filosofía. Y eso es mucho.
Produjo Historia a raudales, literatura de la buena, historia universal, historia
de las ideas, teología de alto nivel. Sí, aunque no lo crean y aunque nunca
tuvieron poder, tuvieron mucho prestigio.
Ahora bien, por qué digo que fue “pensamiento
argentino” y no el seguimiento de corrientes europeas. Porque así lo fue.
Presten atención. Ser nacionalista argentino era ser hispanista, carlista,
joseantoniano, maurrasiano, rexista, facho, nazi, rumanista (Codreanu), romanista, helenista, y varias cosas más; pero ninguna de ellas.
Todo lo que en el mundo había de contrarevolucionario, católico, derecha, y que
implicaba un baluarte de la civilización cristiana, era nuestro. Y lo era de
una manera especial, porque lo era sin las rencillas de cada uno de sus
orígenes. En la Argentina se podía admirar a José Antonio y al Carlismo sin que
nadie encontrara una oposición. Porque todo esto era visto desde la Argentina y
tomado en su medida correcta de aporte. Si ustedes hoy vieran la biblioteca de
mi padre, creerían que era colifato. Tenía un cuadro de Maurrás, uno de José
Antonio, otro con el lema Carlista, la Cruz, Monsieur Henry, y pegado a la mesa
siempre un Don Segundo y un Martín Fierro que releía, casi tanto como a Dante
que recitaba en voz alta (en el idioma original, por supuesto) caminando por el
patio (y en los recreos… Dumas).
Hoy un Carlista tiene problemas con un
Falangista, y un hispanista con un nacionalista. Para nosotros esto no existía.
¿Eras carlista? Ahh… ¡de los nuestros! Las diferencias que se daban en sus
lares nos importaban un comino. Nosotros habíamos tomado todo lo bueno. Lo que
había de “espíritu católico” en cada uno de ellos, y el tanto de espíritu
contrarrevolucionario en los otros. Nos daba lo mismo cantar Cara al Sol,
Fachita Nera, le Mouchoire de Cholet, Erika o la Marcha de San Lorenzo. Si te
escuchaban en cualquiera mientras te duchabas, te reconocían como propio.
Se aceptaba que en algunas cosas te hicieras
más proclive, no había problema. Éramos todos rosistas y más para atrás de eso,
de acuerdo en lo principal, se permitía dejar los detalles para los
especialistas. El asunto importante era hoy, y era el anticomunismo y
antiliberalismo. Las dos cosas eran pecados de la misma monta. ¡Sí! ¡Pecados y
de los grandes! (¡Tanto joder ahora!). No quiero hacer nombres, pero si se
hiciera una lista de los autores y de las obras que produjo el nacionalismo
argentino, del nivel que lograron esas obras y esos autores, de la inmensa cultura que recopiló y
condensó, les firmo ya que en todo el mundo hispano no hubo un fenómeno
parecido en cantidad y calidad.
No
creo – pero no soy autoridad – que fuera un movimiento político tanto como una
corriente de pensamiento que influía en su medio desde la claridad y
consistencia de sus principios, y esto explica que la urgencia de acción
irreflexa que ocupa a algunos de los que usurpan el nombre “nacionalismo”, no
tenga nada que ver con aquello. No fue peronista, no fue miliquista y ni de
casualidad democratista. ¿Republicano o Monárquico? Nostalgias monárquicas,
posibilidades republicanas.
¿Cómo resumirlo en una palabra? Católico.
Pensamiento tradicional. Con una nota argentina que lo hacía particular y
reconocible. Teníamos los mismos curas,
cuatro o cinco, y éramos anticlericales (como nuestros curas). Los obispos eran
una miseria (¡ahora bien los querríamos para un sínodo ecuménico!). Los hombres
de Iglesia eran una lágrima cultural y, salvo esos cuatro o cinco curas a los
que aludo, aprendimos el catolicismo en estos hombres y les digo, no había en
Europa – seguro en España no y en Francia sí – un catolicismo tan depurado que
hubiera formado “escuela”. Cuando el catolicismo francés tambaleaba con
Maritain, de estos pagos salía una de las más esclarecidas rectificaciones.
Todos los colores que hoy se ven, eran uno.
Un buen concierto. Me dirán que puestos a la acción política desafinaban.
Siempre pasa cuando no hay éxito posible.
¿Qué nos pasó? Y… nos pasó por encima la Iglesia Conciliar (pero eso lo
vemos después).
Pero volvamos a lo que queremos ir. Miren
el fenómeno, este libro lo muestra patente, sin agachadas ni ocultamientos, sin
artificios de preparación, así de sopetón. Lo primero que llama la atención es
una especie de sorpresa que se resumiría así ¿Qué hago peleando con carlistas,
con hispanistas, con “derechistas”, con maurrasianos, o con cualquiera que sea
una punta de ese pensamiento tradicional? ¿Desde cuándo estamos en la vereda de
enfrente? ¡¿Qué pasa con estos tipos?!
¡Todo lo que dicen yo lo digo! ¡Igual! Variando el anecdotario, uno en
sol y otro en re. Lo que digo es el nacionalismo argentino, que es todo eso
mismo y de una manera especial. ¡Es impensable que hayamos perdido de todo eso
la perspectiva que el nacionalismo argentino había logrado!
Me atrevo a arrimar una teoría. Esa síntesis
“Argentina” se perdió como motor de una línea de pensamiento (¿culpa también de
las Universidades?). Y cada uno fue a buscar su preferencia en el origen y se
vino con las diferencias que allí había. Como el cuadro de Don Segundo que miro
encima de mi escritorio; “se fue como
quien se desangra”. Viene un hispanista y me escupe “ultrapirenaico” porque me
gusta Maurrás, ¡si yo los tenía a los dos en mi corazón! En su justa medida,
desde Argentina. ¡¿Qué mierda me importan los pirineos?! Y ahí la soné, resulta
que es muy importante que estén los pirineos y otras cosas que son francesas o
españolas, y para arriba de los pirineos absolutistas y para abajo el África.
¡Pero no es mi historia! O mejor dicho, sí es mi historia pero no mi anécdota.
¡Soy argentino! Y ahí la embarraste del todo porque la Argentina no existe,
ellos vienen a darles, cada uno, una forma que han pensado. Traen una receta.
¡Pero si ya la tuvimos! ¡Y la expresamos con una obra inmensa! Y para mejor,
con una obra de una apertura y una capacidad de distinción y desmalezamiento
que deberían tener más en cuenta los pensadores tradicionales de Europa (siendo
que muchos la han tenido, y más la van teniendo).
Pero no se asusten, recuerden que nos
morimos hacen cien años. Miren el fenómeno: científico, histórico, sociológico,
psicológico. Hay un dinosaurio argentino, andaba en las pampas. Sepan lo que
fue y lo que hizo, lo que produjo.
Ese fenómeno tiene cosas buenas y muy
buenas, acertadas, menos acertadas, románticas, racionales, filosóficas y
teológicas. Tienen una oportunidad de oro de saber qué cornos fue el
nacionalismo argentino, porque no sólo está este testimonio, sino que hemos
revivido con la raíz del pelo de un bigote nacionalista del que sacamos el ADN,
un personaje de aquellos tiempos y lo tenemos tibio. Casi que palpita.
Caponnetto es el “homo nacionalistences
argentinus” congelado. ¡Observen el fenómeno! Lean con ganas y sin buscar
pelea. Está frito. Lo tenemos enchufado a un aparato, ya ni patea.
Lo que contiene el libro es la esencia de
ese pensar y sentir argentino, que fue la única expresión puramente argentina
que existió y sí, es cierto, si la Argentina no fue nada, si fue sólo un error,
esto no es nada, pero si esto es algo, entonces hay un algo que fue la
Argentina.
Y pongo ciertos ejemplos que se dieron con
los inmigrantes. El del autor, para comenzar. A una generación del italiano.
Imaginen si sus padres o abuelos de él, se hubieran ido a España para la misma
época. ¿Sería español y bailaría la jota? No. Estaría añorando su Sicilia. ¿Qué
tuvo y que les dio la Argentina que
penetró a estos hombres hasta dejarlos sin nostalgia? Que los convirtió de
cuajo y en diez minutos. Mi abuelo concebido en Génova era argentino, y ni se
le ocurrió volver a visitar Génova. Ni sus hijos. Lean el libro y vean lo que
ese pensamiento hizo de él. Es una curiosidad. Hay allí una fuerza que sopesar,
una enorme energía. Hubo una distancia que permitió una visión especial del
pensamiento tradicional y que se dio en la Argentina de una forma que no se dio
en ningún otro lado.
La mayor curiosidad. ¿Cómo lograron esa
síntesis concertada de todo lo mejor del pensamiento católico europeo y del
pensamiento contrarrevolucionario? ¿Cómo entró casi sin las pullas que
existieron en sus orígenes? ¿Alguno fue mermado? ¿Alguno fue falseado? ¿Fue un
sincretismo forzado que mató los matices? Acepto hipótesis. Desafío que me lo
demuestren.
No me digan que no es divertido. Estos
nacionalistas se sentaban con un hispanista y se entendían de perillas, y al
rato con un maurrasiano y lo mismo, y ni qué hablar con un falangista, y así
con casi todos los que valiera la pena hablar. “Per codere” y por ver un caso;
Calderón Bouchet, ¿es afrancesado? ¿es hispanista? Esto se planteaba un
español. No, señor. Era argentino. Era un nacionalista argentino. Se formó en el nacionalismo argentino y miró
las cosas desde la Argentina logrando una síntesis que sólo se podía hacer
desde Argentina; y podía ver en Vázquez
de Mella lo mejor de lo hispano sin caer en el anecdotario. Y si hay un
“pensador argentino”, si esta categoría es posible de establecer, pues hay una Argentina, una Argentina que
pudo parir ese pensador y la discusión es obtusa, porque no se le ocurre al
europeo que busca categorías europeas, que es “argentino”, y que eso soluciona
el intríngulis con una respuesta que está ante sus narices y que tiene el peso
de una obra enorme que generó esa corriente de pensamiento que no miran, y que andan buscando experimentos
sociológicos en Italia, Alemania o Inglaterra. Y todo por un prejuicio.
¡Claro que encontraremos emotividades!
Tendencias a perdonar ciertas cosas, a hacerse los zonzos con ciertos defectos…
“aquel que defectos tenga, disimule los ajenos” decía el Martín Fierro, y lo
tenemos entrañado (lo que escandaliza al francés). Estará el amiguismo argento,
Cruz y Fierro (lo que repugna al español). ¡Descúbranlas! (Habrá posturas que
se defienden por defender la conclusión de un amigo – siempre que el amigo
tenga consistencia- ¡y lo van a hacer y
cagüentodos!) No se peleen, ¡búrlense! Díganle… ¡qué argentineada! Y de
carambola, verán que aunque sea pa chusco, hay cosas que no se pueden calificar
de otra manera. Son argentinas. Claro que son más evidentes en las tendencias
emotivas y aún en los defectos que es lo que uno primero mira – o lo único
- pero son igual de evidentes - para el
buen lector- en las apreciaciones intelectuales profundas, valederas y de proyección universal. Están
los rencores, también. Vayan con cuidado los peronistas sensibles -acuérdense
que está muerto - porque el peronismo también es una de esas características de
la “argentinidad”.
De aquella Argentina gaucha y noble en el
siglo veinte se destilaron los vicios por un lado y las virtudes por el otro
generando el peronismo y el nacionalismo. Los envases eran bien disímiles en
cuanto a cantidad y calidad. Ambos con las “güevadas” argentinas (así me dice
la afrancesada de mi mujer, pasando por alto los innumerables aciertos
argentinos para hacerme rabiar). Pero el nacionalismo siempre reconoció (sin
reconocer) en el peronismo lo peor de sí mismo, y el peronismo (sin reconocer),
viceversa. ¡No lo tomen a mal! Fue así. Simplemente vean que esa es una nota
del nacionalismo, el nacionalismo siempre verá en el peronismo sus peores
tentaciones y le saldrá haciendo la cruz con los dedos, o caerá en ellas
reconociendo un tufillo propio.
En serio. Lean este libro desde esta
perspectiva. Yo los voy a acompañar para divertirme y como ejercicio de la
nostalgia. Si es necesario los ayudo a asesinar al autor o simplemente si
molesta, tapen el nombre con un sintex. Y sepan qué carajos fue el nacionalismo
argentino. Después criticamos juntos. Después nos preguntamos si sigue
existiendo. Después nos contestamos porqué se murió o no se murió. Si fue bueno
o malo. Cuáles fueron los frutos de ese árbol. Y hasta podemos entrar en los
detalles (que desde ya aviso, me importan poco en la conclusión y me divierten
horrores en la pirotecnia erudita). Pero aprovechen porque aquí lo tienen en
estado puro y condensado.
Yo vi el final de ese fenómeno y soy
gramilla de sus orillas, ya no sé si lo sigo siendo, y no lo sé porque no sé si
fui yo el que me fui, o si fue la Argentina la que se perdió y me dejó “en
pelotas como los indios”. Arriesgo que fue la Iglesia la que nos dejó huérfanos
y por aquí, sin sangre ni tiros, quedamos como los Cristeros entregando la
fusilería y con cara de pendejos. Pero sé que de allí vengo y el recuerdo es
muy grato. ¡Qué tipos que produjimos! Este libro me trajo nostalgias. Es el
libro de un argentino. No puede encasillárselo en otra cosa, en otro estilo, no pueden adivinarse corrientes definidas que
provengan de otros lares. Digan que dice algunas “güevadas”, pero verán que son
argentinas como lo son sus numerosos aciertos.
Y si se puede decir que este libro y que
este autor son argentinos. Si se puede establecer en él una originalidad que
sólo reconoce antecedentes argentinos. Que resulta extraña y a la vez cercana,
distinta al fin, a quienes ven desde
afuera. Entonces. ¿Hay algo a lo que podemos llamar la Argentina? Y eso a lo
que podemos llamar la Argentina, con sus “güevadas” supongamos, ¿no es noble?
¿no es católico? ¿no está lleno de bien? ¿no es franco? ¿no es piadoso? ¿no es
desprendido? ¿no es profundo? ¿no es erudito? … ¡Pero no es perfecto! … Más
vale.
Se está cometiendo un grave error
hermenéutico. Se juzgan estas obras desde las corrientes europeas y se ve en
ellas que no está “todo” el hispanismo, ni está “todo” el nacionalismo europeo,
ni esta “todo” el maurrasianismo… ¡Claro que no están! Está “todo” el
nacionalismo argentino. Pero un grave complejo de inferioridad nos dice que
esto no puede ser. Nada bueno puede venir de Galilea. Pongámoslo así, que no
sea bueno. Pero ES. Y no lo estamos viendo en lo que es, o en lo que fue. Desde
adentro, con buena ciencia y paciencia. ¡Oh paradoja! ¿habrá que verlo de lejos?
Si este País pudo parir esto en una
generación, este País algo tenía.
Se nos ha hecho un lugar común el decir que
Perón era la sustancia de la argentinidad guaranga, y es verdad, y ha sido el
peronismo nuestra ópera bufa que ha sido interpretada en todos los teatros del
mundo. ¿Habrá sido el nacionalismo nuestra sinfonía inconclusa? Y nos hemos solazado en mofarnos de nosotros
mismos con generaciones de traidores, de cipayos, de tilingos y de guarangos,
pero queda todavía una “recóndita armonía” que vale la pena escuchar y
rescatar.
Este libro expresa la sustancia de una
argentinidad redimida, no sólo en él, en sus citas, en los personajes que trae
a la memoria, en el nivel de sus disputas, en la profundidad de sus saberes, en
la sinceridad de sus sentimientos, que no son el mérito exclusivo del autor, ni
por las tapas, ¡sería imposible! ¿habrá ido a Harvard? ¿o será que resumen toda
una línea de pensamiento argentino perfectamente definible como “nacionalismo
argentino”? Con aciertos y desaciertos te devuelve una Argentina que se puede
amar y admirar, donde hubo un espíritu vivo que fue propio y no producto de una
colonia de extranjeros extrañados en un país de negros. ¿Corregir? Pero por
supuesto. Y antes que se me convierta en obituario y el fantasma me tire de los
pelos, los dejo, con el compromiso de tirios y troyanos de leerlo, tranquilos,
buscando este fenómeno “argentino” y comprenderlo. Nada más que eso. No se
detengan en las diferencias, pasen rápido. Luego lo hacemos trizas si se
presta. Total, está lejos y anda en micro. ¡Ah no!... ¡Dijimos que íbamos a imaginar que estaba
muerto!
Visto
en: Los
Cocodrilos del Foso
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
el manido tema de si el Cielo aceptó o no la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.
ResponderBorrarhttp://www.devilsfinalbattle.com/span/ch13.htm
http://www.devilsfinalbattle.com/span/index_sp.htm
Parece, que solo tenemos que esperar, para ver que Bandera será la que va a flamear en el MONUMENTO A LA BANDERA EN ROSARIO, por lo pronto hoy ya tenemos a los Carabineros Chilenos en Rosario tomando posición y conocimiento del terreno como se los puede ver en el adjunto.
ResponderBorrarDesde ya, como ARGENTINO CRISTIANO y PERONISTA y responsable del MOVIMIENTO UNIDAD NACIONAL INDEPENDENCIA exijo que inmediatamente el Presidente Mauricio Macri le solicite la renuncia o la retire del cargo a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich por haber permitido esta ofrenda y ridiculización a la que hemos sido sometidos TODOS LOS ARGENTINOS, al autorizar que NUESTROS HERMANOS CHILENOS, que nos traicionaron en la Guerra de Malvinas intervengan en nuestros problemas de Seguridad, que si no han sido resueltos por el Gobierno del Presidente Mauricio Macri, es por la inoperancia e incapacidad de sus colaboradores en las Distintas Áreas Programáticas del Gobierno Nacional, e incluso por el mismo, que no ha sabido convocar gente idónea paraORDENAR, ORGANIZAR, PLANIFICAR ADMINISTRAR y sobre todo crear un SISTEMA NACIONAL de CONTROL de GESTIÓN de ESTADO.
http://elquijotesiglo21.blogspot.com.ar/2016/10/nuestros-hermanos-chilenos.html