martes, 10 de octubre de 2017

Felipe II - Ignacio Azoátegui


“Pequeña historia Argentina para uso de los niños”



     Todo niño inteligente que oye a alguno hablar mal de Felipe II, debe decirle enseguida: "Usted es un imbécil y un tonto y un idiota y un estúpido, y no le digo más porque en mi casa no me dejan decir malas palabras"*. Porque la gente que habla mal de Felipe II no merece que se la respete. Hay algunos que lo hacen sin pensarlo: a éstos basta con insultarlos un poco. Hay otros que lo hacen pensándolo, porque odian a la monarquía y al orden y a la decencia: a éstos hay que hacerles caca y después tocar el timbre para que salgan a ver quién es y la pisen. Esta es una vieja costumbre de los niños porteños, que desgraciadamente va desapareciendo.


     Ahora es más necesaria que nunca, porque ahora hay mucha gente que necesita que le ensucien el zaguán. De esa manera los niños argentinos contribuirán a mejorar la moral pública. Seguramente llegará un día en que aparecerá en los diarios una noticia como ésta: "La casa del diputado Rabinovsky fue objeto ayer de un atentado. Se busca al niño autor del hecho". Y al día siguiente ésta otra noticia: "En el Departamento Central de Policía se realizó un homenaje al niño Rudecindo Ibarra, que resultó ser el autor del atentado cometido contra el zaguán de la casa del diputado Elías Ravinovsky. Concurrieron al acto el Presidente de la Nación, el de la Suprema Corte de Justicia y numerosas personalidades, que felicitaron efusivamente al homenajeado. La directora de la escuela pronunció un discurso patriótico, recitando a continuación uno de los compañeros del niño el Canto a la Bandera".

     Es necesario que los niños tengan buenos ejemplos y que sean felicitados cuando hacen una cosa bien hecha. Pero, para que hagan bien las cosas es necesario que comprendan lo que es la patria y que sepan que hay que defenderla siempre y que hay que sacrificarse por ella, como se sacrificó y la defendió Felipe II.

     Felipe II era un rey muy bueno y muy justo que perseguía a todos los que se sentían diputados. Cuando alguno se portaba mal, lo hacía poner preso y no lo soltaba hasta que no le prometía que se iba a portar bien. Y si se portaba demasiado mal, lo hacía matar, sencillamente. Porque un rey no debe andarse con vueltas. Para algo Dios lo hace rey: para que castigue a los malos y para que premie a los buenos. EN los tiempos de Felipe II no había parlamento, de manera que para dar una pensión a la viuda de un héroe no se precisaba buscar influencia de políticos y tampoco bastaban las influencias para dar una pensión a la viuda de un político cualquiera. El Rey hacía lo que mejor le parecía y siempre lo hacía bien.

     Si Felipe II hubiera sido un rey tonto, seguramente sería hora muy admirado por todos los tontos y además sería muy explotado por todos los sinvergüenzas. Quizás hasta lo utilizarían los socialistas.


     Pero Felipe II era muy inteligente. A él no le importaba nada de lo que los demás opinara: le importaba lo que pensaba Dios de él. Por eso se dedicó a matar protestantes, porque los protestantes eran entonces los enemigos de Dios. Ahora los protestantes no son enemigos de nadie; tratan de buscarse amigos por todas partes, porque se sienten solos con su estupidez y con la estupidez de los pocos hombres que creen todavía en el libre examen y piden elecciones libres.



Ignacio Anzoátegui: “Pequeña historia Argentina para uso de los niños” Ed. Regnum.2000 Paraguay

Publicado originalmente en Abril de 1942

Agradecemos la colaboración de Elliot Correa

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Nacionalismo Católico San Juan Bautista



2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El agregado sirve de comodín para los que pretendemos manifestar al menos con cierta proporcionalidad, nuestros "desacuerdos". Mi esposa dice "excusa" para insultar, yo prefiero apegarme al texto de la Suma y contestarle: "aguante la contumelia y Viva el Aquinate"

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