Cada
vez es más frecuente encontrar en el ambiente católico conservador y hasta
tradicionalista, un rechazo rotundo y una inocultable molestia al considerar
como posible la cercanía de la Parusía. El padre Leonardo Castellani decía que
creer que Cristo regresaría en miles de años, es lo mismo que considerar que no
regresará nunca. Y así empeñó una gran cantidad de su producción literaria a
demostrar como los tiempos que se viven pueden adecuarse perfectamente a las
previsiones divinas para el retorno de Nuestro Señor.
Si los católicos conservadores, es decir, los que
defienden el “status quo” de la falsa iglesia hoy gobernante, se lamentan del
mundo actual al que equiparan con una nueva Sodoma y Gomorra; y los católicos
tradicionalistas que reniegan de la apostasía reinante en toda la jerarquía
eclesiástica actual, pero coinciden en la última consideración; entonces ¿por
qué rechazar con tanta vehemencia la cercanía del Regreso glorioso de Nuestro
Señor Jesucristo, único remedio al humanamente invencible Nuevo Orden Mundial
hoy reinante? Si la esperanza máxima y repetida por los católicos en cada
Padrenuestro, es la Venida a nosotros del Reino, ¿por qué seguir anhelando,
esperanzas puramente mundanas y contingentes y no la trascendente por
excelencia? Muchas veces repetimos en ésta página el sinsentido de considerar
que Dios al tener el poder, va necesariamente a suscitar guerreros o apóstoles
que venzan el actual poderío de los medios publicitarios, políticos y
represivos de la elite judeomasónica que domina a todos los gobiernos del
mundo, ya que esto implicaría una intervención Divina que tuerza las
corrompidas voluntades de casi toda la humanidad, haciendo del milagro una
situación de regla y no de excepción; y de ser así, volcada la humanidad por
coacción divina hacia el Creador, y no por la voluntad libre; ¿Cómo no
considerar que a lo que se está aspirando es un verdadero paraíso terreno?
He
ahí la más absoluta de las victorias judaicas en la mentalidad católica. La
búsqueda de la cristalización de las promesas mesiánicas solamente en lo
material y en el orden temporal.
El
judaísmo no aspira a un sentido trascendente de la vida sino a esa victoria
temporal y material sobre sus enemigos, que de hecho por el poder de la usura
están consiguiendo. Quieren ese paraíso terreno en el cual los “goyims” (no
judíos o ganado según ellos), sean sus esclavos, y esto lo esperan confiando en
su código sagrado, el Talmud. Pero promueven el sentido materialista de la vida
a esos mismos “no judíos” a fin de atarlos a bienes de los cuales ellos son
dueños y así poder subyugarlos. El Islam por su parte, considerado justamente
como “espada de Israel” fue adoctrinado para buscar en el Paraíso, goces
puramente mundanos, como el goce sexual de vírgenes que después de ser “usadas”
regresan a esa condición anterior para mayor placer del beneficiado por Allāh, y así son capaces de los más terribles crímenes
en la búsqueda de tal recompensa supuestamente “divina”.
Volviendo
a la cuestión parusíaca, se aduce para confrontarnos que sólo el Padre sabe el
día y la hora del regreso de Cristo y se nos acusa de pretender profetizar el
momento preciso, cosa que nunca hicimos. Sin embargo, dicho argumento puede ser
usado perfectamente para quienes lo esgrimen, ya que ellos tampoco pueden
asegurar que faltan miles de años o muchísimas generaciones para ese liberador
acontecimiento, y si decidimos estar preparados, y esto sucede en miles de
años, de cualquier manera nos veríamos beneficiados, al contrario de lo que
podría suceder a los incautos que se relajan ante un tan probable panorama
esjatológico.
Castellani,
para aclarar la situación, enseñaba que las profecías contenidas en la
Revelación Pública no podían ser tan oscuras hasta llegar al punto de ser
indescifrables, porque en dicho caso, no habría ninguna necesitad de que
estuvieran en las Sagradas Escrituras, y de darse dicha situación, solo podrían
considerarse estas profecías como una humorada de Dios que estaría
transmitiendo a los hombres lo humanamente indescifrable.
Pero
supongamos que éste mundo puede seguir evolucionando técnica y
“espiritualmente” como supuestamente lo hace hasta éste momento, según nos
dicen los optimistas ¿qué podríamos esperar para dentro de 50 años? Teniendo en
cuenta el actual grado de perversión de las sociedades, el progreso de la
ciencia para ofrecer mayores posibilidades de extremar el hedonismo, el
nihilismo, ¿cómo podemos pensar que pueda existir la gracia en donde la
pornografía sea mostrada en las escuelas públicas a los niños? Tengamos en
cuenta que hoy ya se enseña como parte de lo que se denomina eufemísticamente
“derecho sexual de los niños” y “educación en ideología de género”, y está
actualmente en progreso en las curriculas escolares promovidas en el mundo
entero por la UNESCO; pero imaginemos esa evolución en 50 años. Si hoy en todas
las tapas de los diarios “conservadores” encontramos a mujeres (y sodomitas)
mostrándose impúdicamente, o contando cual prostitutas, sus
más vergonzosas intimidades, ¿qué podríamos esperar que suceda en
ese sentido en 10 lustros? Eso por no hablar de la TV. Si hoy se anuncia la
construcción de muñecas (o muñecos) sexuales, con una similitud increíble con
una persona real, ¿qué podríamos esperar cuando la ciencia siga avanzando en
ese sentido? Si hoy se considera un “gran avance científico” a las técnicas de
fertilización artificiales en las cuales se descartan la mayoría de los
embriones utilizados, o se los mantienen congelados por tiempo
indeterminado ¿cómo creer que las prácticas multiabortivas pueden generar
una sociedad más justa y sana?
Probado
está, que la ciencia hoy ayuda al hombre en sus posibilidades a pecar más
fuertemente, por lo que en ese pretendido “avance espiritual” que hoy se
predica especialmente en la neo-iglesia bajo forma de tolerancia
misericordiosa; la dirección a seguir por el neocatolicismo debe dirigirse
necesariamente hacia el protestantismo de Lutero, ya que de ese modo se podría
seguir el consejo del monje maldito al decir “Peca fuerte, pero ten
fe más fuerte todavía”. De esa forma se puede conciliar el considerarse
una persona “católica” manteniendo la conciencia tranquila. Y es así que hoy
como resultado, tenemos como proféticamente lo predijo Castellani, al
cristianismo sin Cristo de la época del Anticristo. Cristianismo filantrópico
antes que espiritual, antropocéntrico antes que Cristocéntrico.
El
tema es que, si realmente creemos en el dogma fundamental de “Extra
Ecclesiam nulas salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación), y
sabemos que el catolicismo está en franco e irreversible retroceso,
especialmente en los países que se consideran a sí mismos civilizados y del
“primer mundo” (ejemplo son los países nórdicos que tienen un grado casi
absoluto de ateísmo), si es que de la cada vez más escasa cantidad de
católicos, se cuentan como practicantes a una cantidad muy inferior al 20%, y
de ese porcentaje sabemos que quienes acuden a Misa dominical, no consideran
como pecados mortales la contracepción, las relaciones sexuales fuera del
matrimonio, la masturbación, la homosexualidad, el aborto, y un largo etcétera
de cuestiones que quedan libradas a la consideración subjetiva del “fiel”
o las torcidas enseñanzas del párroco, el obispo, cardenales y hasta del
“Papa”; y si es cuestionado el mismo dogma antes mencionado, ya que el Concilio
Vaticano II lo hizo ambiguo para estirarlo o interpretarlo “inclusivamente”
para dejar atrás la supuesta “rigidez preconciliar” ¿Cuántos entonces estarían
en condiciones de salvarse? Conviene repasar el trabajo de San Leonardo de
Porto Mauricio:“El
pequeño número de los que se salvan”, donde, como el título lo indica,
es ínfima la cantidad de “católicos” que se salvan, y eso teniendo en cuenta
que este santo realizó dicha prédica en el siglo XVII, donde no sólo la
corrupción moral era inmensamente menor, y todavía existía la Cristiandad, sino
que además se conservaba a diferencia de hoy el orden natural en las
sociedades.
Como
sostuvimos, las hodiernas sociedades están descompuestas por lo mismo que
siguen buscando en mayor medida, “libertades”, “derechos”, pero sin las
correlativas obligaciones y límites en su ejercicio. Y esto solo se consigue
con la democracia, satánico régimen, por el que abogaron hasta los Papas del
preconcilio, sin entender (queremos creer) que la misma implica la radical
negación de la existencia de un Dios que al ser Creador, también es Legislador;
ya que en dicho régimen, son los hombres quienes deciden lo que es bueno y lo
que es malo por la fuerza del número, más no de la verdad misma, o sea, por
mayoría de votos; reeditando el atroz pecado de Adán y Eva de querer ser como
dioses. Y hoy el mundo democrático podría expresar como lo hizo el personaje de
la obra de Gustave Thibon que pretendía la inmortalidad terrena del hombre: “El
Dios del Génesis sabía lo que hacía al prohibirle al hombre probar del fruto
del conocimiento, para así impedirle ser señor del cosmos”.
Entonces,
si tenemos el convencimiento de que lo que realmente importa en la vida de
cualquier persona es salvarse, y esta situación resulta indiferente a la
inmensa mayoría de la humanidad; para los pocos creyentes que tienen que vivir
oprimidos por esta dictadura de la búsqueda interminable de los goces
sensuales, que es hasta coactivamente impuesta por los estados como promoción
de “derechos humanos”, ¿cómo no considerar como liberadora a la Parusía? ¿cómo
no anhelar el retorno en majestad y gloria de Nuestro Señor para rescatar a
nuestros hijos del ambiente tan perverso en el que les toca crecer?
La
respuesta parece ser, que el miedo a los dolores de parto que son previos al
mayor y más maravilloso acontecimiento de la Historia después de la Encarnación
del Verbo, esto es, su regreso; es mucho más grande que su anhelo a la
restauración definitiva del Reino de Dios. Esto tiene que ver específicamente
con el miedo al sufrimiento y a realizar grandes sacrificios, aunque
sea en pos de un bien mayor. Ese miedo parece ser incluso mayor que el simple
temor a la muerte, ya que el evitar el sufrimiento, lleva a los hombres a
cometer todo tipo de atrocidades, incluso en la hora de la muerte misma.
Pero
lo cierto es que así como la Biblia tiene un Génesis que marca el inicio de la
Historia, tiene un Apocalipsis que marca el fin, por mucho que lo rechace el
“catolicismo” moderno. Y el mundo es finito; así como tuvo principio, tendrá un
final. Y a pesar que muchos vean esto como una terrorífica noticia o
posibilidad, en el contexto que antes mencionamos, nosotros la consideramos
como liberadora, como el fin de la esclavitud del pecado, del peligro constante
de la condenación para quienes perseveran no sin cierto temor, en un mundo
hasta jurídicamente hostil a la práctica de la fe.
Si
las advertencias de la Virgen en Fátima, en su primeras apariciones, solicitaba
esencialmente la conversión de la humanidad para evitar una
guerra peor que la que acababa de finalizar, cosa que de hecho no sucedió y las
consecuencias fueron las predichas por Nuestra Madre Celestial; resulta
ridículo creer lo que el Vaticano reveló en el año 2000 al sostener que el
tercer secreto se refería al extraño atentado a Juan Pablo II, y que la Virgen
había aceptado las consagraciones hechas a su Inmaculado Corazón, aunque las
condiciones puestas por Ella misma no tienen nada que ver con lo que se hizo.
Además de que ésta situación no coincide para nada con la visión
del obispo vestido de blanco muerto en medio de muchos sacerdotes
asesinados (según la previsión de la Virgen); e incluso consideramos esa
cuestión como absolutamente secundaria en cuanto al requerimiento principal
realizado por la Santísima Virgen María: “la conversión de la
humanidad”. Y por más que se quiera contextualizar, justificar, atenuar lo
dicho por el Cardenal Ratzinger, lo corroborado por Juan Pablo II o lo escrito
por el cardenal Sodano, lo cierto es que la interpretación vaticana del tercer
mensaje, resultó una inmensa mentira. No se puede sostener racionalmente que el
mundo actual (o el del año 2000), en el cual es legal la sodomía, el adulterio,
la pornografía, el genocidio de niños por nacer, y por sobre todas las cosas,
del rechazo a la fe católica, única y verdadera; sea un mundo
“convertido”.
En
definitiva, quienes realmente se esfuerzan por vivir como buenos católicos, no
deberían preocuparse ante la posibilidad de un pronto retorno de Cristo, sino
todo lo contrario. La Parusía debe esperarse como consuelo ante las espantosas
tribulaciones que nos tocan, y si es que no estamos turbados por los tiempos
que vivimos, por la pasión de la Iglesia ante la descomunal apostasía; es que
algo anda mal en nosotros. Y realmente debe considerársela como una buena
noticia desde que Cristo fue quien dijo: “Más cuando estas cosas
comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque
vuestra redención se acerca”(Lc.21:28).
Si
solo Dios basta, significa que todo lo demás sobra, es contingente o tiene una
importancia relativa o acotada a las circunstancias y representan un simple
medio; y si Cristo vuelve y estamos en las condiciones debidas, ya no tenemos
que esperar nada más porque no vamos a necesitar nada más. Por eso, si
creemos que, “donde está tu tesoro, está tu corazón” (Mt.6:19-23),
debemos dejar de amontonar tesoros donde hay polilla y herrumbre que corroe, y
poner nuestra confianza en la ciencia, la técnica, o la buena voluntad de los
hombres, para ponerla completa y absolutamente en nuestro Creador. Si estamos
viviendo los últimos tiempos en sentido estricto (y así lo esperamos), la única
previsión que nos debería preocupar sería, (como también decía Castellani) es que
Dios nos agarre confesados.
Augusto
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Extraordinario artículo.
ResponderBorrarA mi modo de ver las causas del miedo son dos: la comodidad -el buen pasar- de algunos (e incluyo a Sacerdotes) porque eso de que 'todos tenemos cruces' si bien puede ser cierto no iguala las cruces (no es la misma la del parapléjico que la del que no puede veranear un año donde desearía); la incertidumbre de cómo serán las cosas: no es lo mismo saber por ejemplo que los fieles serán 'arrebatados' para ya nunca más pecar, que quedarse en medio de una destrucción, sobrevivir a un tsunami, con todos sus parientes muertos...
ResponderBorrarCOMO SERÁ NO LO SÉ, CUÁNDO TAMPOCO PERO LA GRATIFICANTE ESPERANZA QUE VUELVA
ResponderBorrarSÍ LA SÉ Y LA SIENTO PROFUNDAMENTE.GRACIAS SR. TORCHSON POR TAN GRANDIOSO ARTÍCULO.
Muy agradecido por los comentarios, como verán este artículo es de hace casi un año pero me pareció un buen complemento para el extracto que publiqué del gran Padre Castellani un par de días antes.
ResponderBorrarAunque la mayoría puede percibir lo atroz de la situación actual, todavía hay mucha resistencia a considerarla como posiblemente previa a la Parusía. Lo que debería ser el gran consuelo, se transformó para muchos en un obstáculo a sus aspiraciones personales o un cuento de terror. En fin...
Saludos en Cristo y María.
de verdad se da ese espíritu judaizante aún entre los que creen en la aparición de Fátima. Pues yo veo que anhelan un triunfo temporal. Incluso he escuchado decir que los que esperan la Segunda Venida en el fondo es porque no creen en el reinado social de Cristo (sic) entonces por esperar la Vuelta no se preocupan por la consagración de Rusia (sic) y ni se esfuerzan para que Cristo reine socialmente????? ....Realmente cuando uno les dice: pero la consagración fue una condición para que no se esparcieran los errores. Sí, responden.- Pues no se hizo, no se cumplió la condición y los errores se esparcieron.-Sí. - Entonces ahora debemos esperar que Cristo vuelva y arregle esto. -No.- Por qué no? porque la Virgen pidió que se haga la consagración y tenemos que ser buenos hijos y así se rá el Triunfo....-pero entonces cuándo vendrá Cristo? .-Después del triunfo. -Pero Cristo dijo que :cuando venga el hijo del Hombre,habrá fe sobre la tierra?,después del triunfo habrá una apostasía?. Responden: cri cri, cri cri....Y ni siquiera se trata del milenismo del cual habla Castellani.
Borrarhttp://quiennoestaconmigoestacontrami.blogspot.com.ar/2018/01/la-guerra-de-leon-xiii-contra-la.html
BorrarQué buen artículo Augusto y qué actual también. En la Iglesia se habla cada vez menos de los novísimos e inclusive en ambientes tradicionales hay quienes detentan cierta autoridad que rechazan profundizar en el estudio de la Parusía, etc.
ResponderBorrarAbrazo Augusto y no cese de escribir al respecto.
Jeromín
Gracias. Saludos en Cristo y María
BorrarSi.Todo una gran mezcolanza que se contradicen una con otra...si se hace esto...resulta esto...si se hace lo otro..resulta esto u lo otro..y asi todo...cada uno con su interpretacion...y van pasando los años...los decenios y tal vez muchisimo mas ....de lo que se especula por ahi...
ResponderBorrarYo también opino lo mismo, no solo que pretenden alargar la venida de Cristo, sino que pretenden una restauración de la verdadera Fe Católica, con un buen Papa y hasta un Rey que custodie y restaure todo, pero parecen más bien historias románticas de gente que se ilusiona con historias del pasado. También note como un forista dijo más arriba que hay algunos que pretenden que venga una restauración, como se profetizó en Quito Ecuador, la Virgen del Buen Suceso, pero después de esa gran restauración vendrá una Gran Apostasía (¿la segunda?) pisoteando el triunfo del Cristo y la Sma. Virgen (que dijo en Fatima: al FINAL mi Inmaculado Corazón triunfará, ¿al final de todo?, ¿Sabe que no tenemos remedio los hombres con nuestra tendencia al pecado?).
ResponderBorrarHay un sacerdote católico, que es de la FSSP (Sociedad de San Pedro), muy inteligente con muchos grados universitarios, el Padre Ripperger, que da muy buenas conferencias, que están en YouTube y en su Página “Sensus Traditionis Press”, pero que trastabilla y se contorsiona cuando trata de defender al Vaticano y al Papa, pero por sobre eso es muy inteligente y da buenas conferencias de diversos temas. Una de ellas es “Our Times”, que habla de la situación actual del mundo y como las cosas irán empeorando, porque los hombre no cambian.
https://www.youtube.com/watch?v=FfBC7RcQLao
Hay otro Sacerdote ya fallecido que era un Dominico, el Padre Hesse, que también explica muy bien la situación de Iglesia. Uno de los sacerdotes más inteligentes y sensatos que he escuchado, la liturgia y los sacramentos, y tiene una muy buena conferencia sobre los límites de la infalibilidad del Papa, que recomiendo la vean, están en Ingles lamentablemente pero son muy buenas.
https://www.youtube.com/watch?v=pGjNLFtWn3k
Hoy estuve escuchando a Fr. Gregory Hesse y siempre aprendo mucho de sus entrevistas y discursos.
BorrarCon respecto al triunfo del Corazón Inmaculado de María es algo en lo que se podría profundizar mucho. La tesis denominada por Castellani "Milenista" para diferenciarla del Milenarismo Carnal, es una probabilidad que no puede descartarse. La Parusía podría no ser en ese caso el final sino el principio del Final que traería el Reino Milenario que como bien enseña el Padre Leonardo, era postura mayoritaria entre los Padres de la Iglesia.
No me manifiesto sin embargo ni a favor ni en contra por carecer de los elementos necesarios para un prudente discernimiento; no obstante considero que es una cuestión que debe estudiarse y no puede dejarse de tener en cuenta.
Saludos en Cristo y María.
También hay que considerar que no importa el momento en la historia, incluso antes del Vaticano II, las profecías y apariciones siempre pasan por las manos de la jerarquía de la Iglesia durante años para verificar y estudiar su autenticidad, donde pueden sacar el 90 % incluso del contenido de los mensajes originales, como pasó en Fátima e incluso en la Salette, donde según Malachi Martin y El Padre Hesse dicen que se omitió universalmente una parte del secreto de La Salette donde habla de ‘Dos Papas Engusanados'.
ResponderBorrarhttps://www.youtube.com/watch?v=iTVTgmCvZ6g
Eso lo escuché recientemente de boca de Fr. Hesse, y me llamó mucho la atención teniendo en cuenta que el Canónigo murió en 2006.
BorrarImpresionante el escrito y los comentarios. Totalmente de acuerdo
ResponderBorrarTotalmente de acuerdo con el escrito y los comentarios.
ResponderBorrar
ResponderBorrarhttp://ecclesiaprimus.blogspot.com.ar/2011/04/el-derecho-moderno-y-la-realeza-de.html
!No queremos que El reine sobre nosotros!“ “¡No tenemos otro rey sino César!” Son los términos por los cuales los judíos repudiaron la Realeza de Nuestro Divino Salvador.
Y estos son los términos en los cuales todavía hoy se desarrolla la lucha. “El enemigo es el paganismo de la vida moderna, las armas son la propaganda y el esclarecimiento de los documentos pontificios. El tiempo de la batalla es el momento actual. El campo de batalla es la oposición entre la razón y la sensualidad, entre los caprichos idolátricos de la fantasía y la verdadera revelación de Dios, entre Nerón y Pedro, entre Cristo y Pilatos. La lucha no es nueva; es nuevo solamente el tiempo en que ella se desarrolla“ (Cardenal Pacelli en su discurso al Congreso de los Periodistas Católicos).
* * *
Pero no son solamente enemigos de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo los que se confiesan frontalmente contrarios a su plano de Redención. Hacen coro veladamente con esas voces impías y renegadas, aquellos propios católicos que deforman las palabras del Divino Maestro delante de Pilatos, cuando declaró que su Reino no es de este mundo (Jo. 18, 36), dándoles un sentido restrictivo, como si esa realeza fuese una realeza exclusivamente espiritual, realeza sobre las almas, y no una realeza social sobre los pueblos, sobre las naciones, sobre los gobiernos.
Cuando Nuestro Señor dice que su Reino no es de este mundo, aclara el Cardenal Pie, quiere decir que no proviene de este mundo, porque viene del Cielo, porque no puede ser arrebatado por ningún poder humano.
No es un reino como los de la tierra, limitado, sujeto a las vicisitudes de las cosas de este mundo. En otras palabras, la expresión “de este mundo“ se refiere al origen de la Realeza Divina y no significa de ninguna manera que Jesucristo niegue a su Soberanía un carácter de reino social. De otro modo, si no pasase de la órbita estrictamente espiritual o de la vida interna de las almas, habría flagrante contradicción entre esa declaración de Nuestro Señor y otras, por ejemplo aquella en que El dice claramente que “todo poder me fue dado en el Cielo y en la Tierra“.
Y como dice Soloviev, “si la palabra a propósito de la moneda había quitado a César su divinidad, esta nueva palabra le quita su autocracia. Si él desea reinar sobre la tierra, no lo puede hacer por su propio arbitrio: debe hacerlo como delegado de Aquel a quien todo poder fue dado en la Tierra“.
* * *
Ahora bien, una de las principales características del espíritu revolucionario es justamente la pretensión de realizar la separación entre la vida religiosa y la vida civil de los pueblos.
No es la voluntad expresa de Dios la que prevalece en las leyes, como un dictamen de la recta razón, promulgado por el poder legítimo en favor del bien común, sino la expresión de la mayoría o de la voluntad general soberana. Así, la causa eficiente del bien común no se encuentra fuera y por encima del hombre, sino en la libre voluntad de los individuos. El poder público pasa a tener su primer origen en la multitud y, dice
León XIII, “como en cada individuo la propia razón es la única guía y norma de las acciones privadas, debe serlo también la de todos hacia todos, en lo relativo a la cosas públicas. De ahí que el poder sea proporcional al número, y la mayoría del pueblo sea la autora de todo derecho y obligación“ (Encíclica “Libertas”).
El Papa León XIII
De este modo se repudia en la sociedad moderna la intervención de cualquier vínculo “entre el hombre o la sociedad civil y Dios, Creador y, por lo tanto, Legislador Supremo y Universal“. (Doc. cit.).
Antes del siglo XVIII, antes de que la Revolución Francesa hubiese implantado tiránicamente en el mundo el artificialismo del “derecho nuevo” revolucionario, todos los países tenían instituciones políticas y sociales basadas en la fuerza de las costumbres cristianas, instituciones que no habían sido elaboradas por asambleas elegidas por la burla de la soberanía del pueblo.
Como dice Joseph de Maistre, “la constitución civil de los pueblos no es jamás el resultado de una deliberación“. No debe ser un simple acto de voluntad que nos dicta, sino sobre todo un precepto de la recta razón que no se puede desconocer, y mucho menos ir contra el mandamiento divino. Las leyes humanas han de emanar de la ley eterna. Si se deja al arbitrio de las eventuales mayorías o de la multitud más numerosa la ley que establece lo que se ha de hacer u omitir, según León XIII, se prepara así la rampa que conduce a los pueblos a la tiranía.
ResponderBorrarPor lo tanto, transfiriendo el derecho de su fuente natural, que es la voluntad de Dios expresada por la ley natural y por la Revelación, de las cuales la Iglesia es guardiana e intérprete infalible, a los sectarios que por golpes políticos se enseñorearon de los cuerpos legislativos a través de la alquimia del sufragio universal, el liberalismo preparó al mundo moderno para las cadenas que lo atan al Leviatán totalitario.
* * *
Napoleón consolidó la Revolución, no tanto en los campos de batalla, cuanto al codificar el caudal de leyes emanadas de las asambleas revolucionarias
No debe extrañar, por lo tanto, que Napoleón se declarase más orgulloso por el Código que trae su nombre, que por todas sus victorias como soldado. Consolidó la Revolución, no tanto en los campos de batalla, cuanto al codificar el caudal de leyes emanadas de las asambleas revolucionarias. Cambacérés y sus comparsas pusieron un simulacro de orden en aquel caos de legislación racionalista, que sólo se preocupa con las apariencias del orden natural, ignorando completamente el orden sobrenatural. Ese naturalismo ya sería suficiente para establecer la escisión de la legislación revolucionaria con la ley eterna. Sin embargo, no son pocos los artículos del Código Napoleónico que se encuentran en frontal oposición a Jesucristo y a su Iglesia.
El cesarismo se manifiesta por el establecimiento del “casamiento civil”, por la autorización del divorcio, por los atentados contra el patrimonio familiar, en las disposiciones sobre sucesiones y el derecho de legar; por el no reconocimiento de la existencia de las Ordenes Religiosas; por el rechazo del derecho que tiene la Iglesia de adquirir y de poseer libremente bienes. Mantiene la supresión revolucionaria de las corporaciones o de la libertad de asociación; afirma el falso principio de la igualdad civil y política de todos los ciudadanos, y basándose en ese falso principio, propina un golpe de muerte a la institución de la familia, al prescribir la división igualitaria de las herencias. Y así, a través de este código Revolucionario, modelo de legislación que sería adoptada por todos los Estados modernos, Cristo Rey es expulsado de los gobiernos y de las leyes que rigen a los pueblos.
Así se puede decir, con Blanc de Saint-Bonnet, que “el Imperio fue la coronación del liberalismo o, en otras palabras, la instalación del cesarismo: la más perfecta sustitución de Dios por el hombre, de la Iglesia por el Estado que jamás se realizó, fuera del Imperio Romano o, si se prefiere, del imperio otomano“.
http://ecclesiaprimus.blogspot.com.ar/2011/04/el-derecho-moderno-y-la-realeza-de.html