“Antes de que nacieras
ya te había elegido”
Jeremías 1,5
En la esfera turgente donde aumentan mis días,
en mi casa redonda, anular como un astro
-hogar curvo de sones como un arpa afinada-
van creciendo mis huellas, se hace firme mi rastro.
De esta morada supe desde el primer instante,
que tienen sus cimientos milagros y misterios,
sus paredes son combas que hamacan mis latidos,
sus umbrales semejan antiguos bautisterios.
Y escucho en cada alba, en cada noche escucho,
gemidos o esperanzas, vacilación, certezas,
con mis manos pegadas a los labios murmuro
la oración de la infancia para ahuyentar tristezas.
Me han crecido los ojos del color de mi madre,
la sonrisa arborece si ella canta una nana,
si el brazo de mi padre acoyunda sus hombros
y me llevan a grupas a la misa temprana.
Sé que tengo una patria, que me espera una tierra,
con su bandera izada tremolando linajes,
miro mi pecho angosto, aún estrecho y ceñido
y lo imagino erguido portador de corajes.
Ya los pies van tomando el ritmo de los pasos,
futuros peregrinos, sabe Dios de qué trochas
¿Cómo serán los ecos de los mares sureros
cómo las mil estrellas que en el cielo trasnochan?
¿Cuál ha de ser mi nombre, mis hermanos, la puerta
de la alcoba que albergue mi llanto en una cuna?
El Ángel me sosiega prematuras demandas:
queda un otoño manso y una ronda de luna.
Soy un cuerpo y un alma, soy vida que agradece,
soy la brizna unitiva, la fiel intrepidez,
del esposo fecundo, de la mujer fructuosa,
gestación renovada, constante gravidez.
Sepan los cegadores del ser y de la savia,
quienes podan las vidas con atroces guadañas,
que por cada existencia cercenada y herida
se alzarán en defensa las maternas entrañas.
Las de siempre, perpetuas, del ayer o el mañana.
No están solas, batallan con su Jefe, el Ungido,
los varones atentos a la voz de los siglos:
“Antes de que nacieras ya te había elegido”.
Antonio Caponnetto
Nacionalismo Católico
San Juan Bautista
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