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Sinagoga de Satanás
El
pueblo hebreo fue escogido por Dios como depositario de la verdadera religión,
cuya conservación le fue confiada en medio de los pueblos idólatras, hasta la
venida del Mesías prometido con Quién se cumplirían las profecías del Antiguo
Testamento. Pero los judíos empezaron, ya antes de la venida de Cristo, a
tergiversar las profecías dándoles una interpretación falsa, racista e
imperialista.
La promesa de un reinado del verdadero Dios en la Tierra –reinado
espiritual de la religión auténtica-, lo interpretaron los judíos como el
reinado material de su raza, como la promesa de Dios a los israelitas de un
dominio material de su raza, como la promesa de Dios a los israelitas de un
dominio mundial y de la esclavización, por ellos, de todos los pueblos de la
Tierra.
Como ejemplo de esas falsas interpretaciones se pueden citar los
siguientes pasajes. En el Génesis (capítulo XXII, versículos 17 y 18) el Ángel
del Señor dice a Abraham: “17. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la ribera del mar: Tu
posteridad poseerá las puertas de sus enemigos, 18. Y en tu simiente serán
benditas todas las naciones de la Tierra...” [1].
Los judíos imperialistas han dado a estos versículos una interpretación
material al considerar que Dios les ofrece, como descendientes sanguíneos de
Abraham, adueñarse de las puertas de sus enemigos, siendo sólo en ellos, en los
de raza judía, en quienes podrán ser benditas todas las naciones de la Tierra.
En cambio, la Santa Iglesia interpreta espiritualmente estas profecías: “...cual es la victoria, que por virtud de Jesucristo y por el don de una
justicia perseverante habían de conseguir los hijos espirituales de Abraham (es
decir los cristianos) de todos los enemigos visibles e invisibles de su salud.
Y así el cumplimiento a la letra de esta profecía se verificó después del
establecimiento de la Iglesia, cuando se sometieron a Jesucristo todos los
pueblos del mundo, y recibieron de Él la bendición y la salud” [2].
En el Deuteronomio (capítulo II, versículo 25), dice el Señor: “25. Hoy
comenzaré a poner tu terror y espanto en los pueblos, que habitan debajo de
todo el cielo: para que oido tu nombre se pongan despavoridos y como las
mujeres que están de parto tiemblen, y sean poseídos de dolor”.
También a este pasaje la Santa Iglesia da una interpretación restringida,
completamente distinta del sentido imperialista judío, traducido, a través de
la historia, en hechos palpables que demuestran la aplicación práctica de esta
interpretación falsa. Dondequiera que triunfaron a través de la Edad Media los
movimientos heréticos dirigidos por judíos (aunque tales triunfos fueran
locales y efímeros), iban siempre acompañados del crimen, del terror y del
espanto. Lo mismo ha ocurrido con sus revoluciones masónicas, como la de 1789
en Francia o la de 1931-1936 en España. ¡Y ya no se diga de las revoluciones
judeo-comunistas! En la Unión Soviética, donde los hebreos han
logrado.implantar su dictadura totalitaria, han sembrado el pavor y la muerte
de manera tan cruel que los pobres rusos esclavizados al oir actualmente la
palabra “judío” tiemblan de terror.
Otro ejemplo de este tipo nos lo proporciona la falsa interpretación que
hacen los israelitas del versículo 16, del capítulo VII del citado
Deuteronomio, que dice: “16. Devorarás todos los pueblos, que el señor Dios
tuyo te ha de dar. No los perdonará tu ojo ni servirás a sus dioses...”.
Mientras la Santa Iglesia da a este pasaje una interpretación igualmente
restringida, los judíos lo entienden de una manera monstruosa, en el sentido de
que Dios les ha dado el derecho para devorar a todos los pueblos de la Tierra y
adueñarse de sus riquezas. ya vimos (en el capítulo IV de la Primera Parte de
esta obra), lo que el rabino Baruch Levi escribía a su discípulo el joven judío
Karl Marx (más tarde fundador del socialismo malamente llamado científico),
dando supuestos fundamentos teológicos al derecho de los judíos para adueñarse
de las riquezas de todos los pueblos de la Tierra mediante los movimientos
proletarios comunistas, controlados por el judaísmo.
El versículo 24 del mismo capítulo VII, reza así: “24. Y entregará sus
reyes en tus manos, y borrarás los nombres de ellos de debajo del cielo: nadie
te podrá resistir, hasta que los desmenuces”.
Esta profecía que la Santa Iglesia refiere a los reyes pecadores que
gobernaban en la tierra de Canaán, los judíos la entienden con carácter
universal: consideran todas sus revoluciones y conspiraciones contra los reyes
de los tiempos modernos como empresas santas realizadas en cumplimiento de las
profecías de la Sagrada Biblia y además como un medio útil para lograr el
dominio del mundo, que también creen les fue ordenado por Dios en las Sagradas
Escrituras.
La constante tergiversación del sentido verdadero de las profecías de la
Biblia por los judíos, se encuentra nuevamente al leer el versículo 27 del
capítulo VII de la profecía de Daniel: “27. Y que todo el reino, y la potestad,
y la grandeza del reino, que está debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo
de los santos del Altísimo: cuyo reino es reino eterno, y todos los reyes le
servirán, y obedecerán”.
Mientras la Santa Iglesia interpreta esta profecía en relación al reinado
eterno de N.S. Jesucristo, los judíos consideran que ese reinado eterno sobre
el mundo será el de su raza sobre los demás pueblos, que llegarán a formar un
solo rebaño con un solo pastor, salido, naturalmente, de la grey de Israel.
La profecía de Isaías señala: (capítulo LX, versículos 10, 11 y 12), “10.
Y los hijos de los extraños edificarán tus muros, y los reyes de ellos te
servirán...11. Y estarán tus puertas abiertas de continuo: de día y de noche no
se cerrarán, para que sea conducida a ti la fortaleza de las naciones, y te
sean conducidos sus reyes, 12 porque la nación y el reino, que a ti no
sirviere, perecerá; y las naciones serán destruidas y desoladas”.
Esta profecía, que se refiere al reinado de Cristo y de su Iglesia [3], adquiere
para los judíos un sentido totalmente diferente que viene a cristalizar en
hechos, claramente reconocibles, dondequiera que se haya impuesto la dictadura
judeo-comunista en los diversos países que han tenido la desgracia de caer en
las garras del monstruo. En todos estos pueblos, los que no han servido a los
judíos o han osado rebelarse contra su servidumbre, han sido destruidos. No hay
más dueño que los judíos, porque ellos se apoderaron de la fortaleza de todas
esas naciones.
Así, podrían seguirse citando versículos del Antiguo Testamento que han
sido falsamente interpretados por el imperialismo judaico. Hay que tener
presente que muchos de los profetas fueron asesinados por los judíos sólo
porque contradecían y censuraban sus perversidades.
Pero lo más grave de esas interpretaciones falsas de las profecías de la
Biblia fue la que se relacionó con la venida del Mesías, Redentor del género
humano, que establecería el reinado del verdadero Dios en el mundo. Aquí fue
donde los judíos se desviaron en forma más grave de la Verdad Revelada, dando a
las promesas sublimes relacionadas con el Mesías un carácter racista e
imperialista.
Ya en tiempo de N. S. Jesucristo estaba tan arraigada entre los
israelitas esa interpretación falsa, que la generalidad pensaba en el Mesías
prometido como en un rey o caudillo guerrero, que, con la ayuda de Dios,
conquistaría a todas las naciones de la Tierra por medio de guerras sangrientas
en las que Israel resultaría siempre vencedor y acabaría por dominar
materialmente al mundo entero. Por ello, cuando Jesús ante tales pretensiones
se opuso a todo derramamiento de sangre, manifestando que su reino no era de
este mundo, los imperialistas judíos sintieron naufragar todas sus esperanzas y
ambiciones y empezaron a temer seriamente que la doctrina de Cristo llegara a
convencer a todos los hebreos, y los hiciera reconocer en El al Mesías
prometido.
Cuando Jesús predicó la igualdad de todos los hombres ante Dios, los
judíos pensaron –y con muy justa razón- que Cristo con sus doctrinas echaba
abajo sus equivocadas creencias acerca de Israel como pueblo escogido de Dios
para dominar materialmente al mundo, anulando, al mismo tiempo, la idea de un
pueblo superior a los demás por voluntad divina que estaba, según ellos,
destinado por orden de Dios a esclavizar a los demás pueblos y a adueñarse de
sus riquezas.
Por ello, los dirigentes del judaísmo en esa época, sacerdotes, escribas,
etc., sintieron que Jesús amenazaba el brillante porvenir acordado al pueblo de
Israel como futuro amo del Universo, ya que al ser todos los pueblos iguales
ante Dios, como lo predicaba N.S. Jesucristo, no había lugar en la Tierra para
uno de ellos, escogido a manera de futura casta privilegiada y dominante de la
humanidad.
En defensa de la tesis imperialista judía, Caifás, sumo pontífice de
Israel, señalaba la conveniencia de que muriera un hombre, Jesucristo, para
salvar a un pueblo.
Con posterioridad al crimen más negro y trascendental cometido en la
historia de la humanidad, o sea, el asesinato de Dios Hijo por los judíos,
éstos siguieron empecinados en sus ambiciones imperialistas, tratando de
compilar y justificar en un nuevo libro sagrado sus falsas interpretaciones de
la Sagrada Biblia. Así, surgió el Talmud, especie de Nuevo Testamento de los
judíos, condenado por la Santa Iglesia y en el cual, según ellos por
inspiración divina, se contiene la más perfecta interpretación del Antiguo
Testamento.
Después surgió la recopilación de la Cábala judía, que quiere decir
tradición, en la que fue consignada –también por inspiración divina, según los
judíos- la interpretación esotérica, es decir, oculta y verdadera de las
Sagradas Escrituras. A continuación pasamos a citar unos cuantos pasajes de
esos “libros santos” del judaísmo moderno, ya que la índole de este trabajo nos
impide extendernos más sobre la materia.
“Vosotros israelitas, sois llamados hombres, en tanto que las naciones
del mundo no merecen el nombre de hombres, sino el de bestias” [4].
“La progenie de un extranjero es como progenie de animales” [5].
En los anteriores pasajes dan los falsos intérpretes de las Sagradas
Escrituras un paso de gran trascendencia: el de quitar a los cristianos y
gentiles, es decir, a todos los pueblos de la Tierra, su carácter humano,
dejándolos en la categoría de bestias.
Para darse cuenta de la importancia de este paso infame hay que tener en
presente que, según la Revelación Divina del Antiguo Testamento, todos los
animales y bestias fueron creados por Dios para servicio del hombre, el cual
puede comer su carne, utilizar su piel como vestido, matarlos, desollarlos y
hacer con ellos todo aquellos que le convenga. En cambio, obligó al hombre a
guardar los Mandamientos respecto a sus semejantes, los demás hombres. Para los
judíos –según la falsa interpretación que dan de las Escrituras-, tanto los
cristianos como los gentiles son simples animales y no seres humanos, por lo
que automáticamente, los hebreos quedan sin obligación de guardar los
Mandamientos con respecto a ellos, sintiéndose, al mismo tiempo, con todo el
derecho de matarlos, desollarlos y privarlos de todo lo que tengan, como a
cualquier animal. Jamás ha existido, ni existe sobre la Tierra, un imperialismo
tan implacable y totalitario como el de los judíos.
Este concepto trascendental acerca de la animalidad de los demás pueblos
explica claramente la conducta implacable, cruel y despectiva hacia todo
derecho humano, observada por los jerarcas judíos del comunismo internacional.
Su desprecio por los demás llega al extremo de hacerlos afirmar: “¿Qué es una prostituta? Cualquier mujer que no sea hebrea?” [6].
Esto explica, según lo han repetido y denunciado varios escritores de
distintas nacionalidades, el hecho de que los judíos hayan sido en todas partes
los más inescrupulosos comerciantes en la trata de blancas y los más asiduos defensores
de las doctrinas disolventes, el amor libre y la promiscuidad, mientras
mantienen a sus familias en la más absoluta disciplina y moralidad. Es que
siendo animales los cristianos y gentiles, nada de extraño tiene que vivan en
la prostitución y en la promiscuidad.
En cuanto a los instintos asesinos de los judíos, manifestados a través
de los siglos, se ven alentados con la que ellos creen inspiración divina del
Talmud y de la Cábala, pero que según la Santa Iglesia, no es sino obra
satánica.
“Al mejor entre los gentiles, mátalo” [7].
Si Dios les ordenó tal cosa, tratándose como se trata de un pueblo cruel
y sanguinario, como lo demuestra la Pasión y Muerte de Cristo, las torturas y
matanzas de la Rusia comunista, etc., ¿qué de extraño tiene que, donde pueda
hacerlo, asesine a todos aquellos que en alguna forma se oponen a sus
perversas maquinaciones?
Ese odio diabólico, ese sadismo que han demostrado siempre los judíos en
contra de los demás pueblos, tiene también su origen en la interpretación falsa
de la Revelación divina, es decir, en la cábala y el Talmud. Sirva de
ilustración el siguiente ejemplo:.“¿Qué significa `Har Sinai´ ¿ Significa el
monte desde el cual se ha irradiado el Sina, es decir, el odio contra todos los
pueblos del mundo” [8].
Es necesario recordar, que fue en el Monte Sinaí donde Dios reveló a
Moisés los Diez Mandamientos; pero los judíos modernos consideran, en forma tan
equivocada como absurda, que allí fue revelada la religión del odio que ellos
observan hasta nuestros días; odio satánico contra los demás pueblos que ha
tenido su manifestación extrema en los tormentos y matanzas perpetradas por el
comunismo internacional.
La Cábala, reservada para los altos iniciados del judaísmo, no para la
plebe, llevó la división entre judíos y gentiles –entre los que incluyen a los
cristianos- a los extremos más absurdos. Mientras por una parte, se rebajaba a
los gentiles a la categoría de simples animales, por otra parte, se elevaba a
los judíos a la categoría de dioses, identificándolos con la divinidad misma.
¡Hasta ese grado han falseado los judíos el significado del Pentateuco y en
general del Antiguo Testamento!
El blasfemo pasaje que aparece a continuación, es sumamente ilustrativo
al respecto: “Dios se exhibe en la Tierra en las semblanzas del judío. Judío,
Judas, Judá, Jevah o Jehová, son el mismo y único ser. El hebreo es el Dios
viviente, el Dios encarnado, es el hombre celeste, el Adán Kadmon. Los otros
hombres son terrestres, de raza inferior; sólo existen para servir al hebreo,
son pequeñas bestias” [9].
Es natural que semejante manera de pensar haya llevado a los judíos a la
conclusión lógica de que todo cuanto existe en la Tierra les pertenece, incluso
las bestias –entre las que nos incluyen a los demás hombres- y todo lo que a
esas bestias pertenece.
Los falsificadores de las Sagradas Escrituras intentaron, tanto en el
Talmud como en la Cábala, fortalecer el imperialismo judaico dándole el
carácter de mandato divino. Los siguientes pasajes lo demuestran: “El Altísimo
habló a los israelitas así: Vosotros me habéis reconocido como único dominador
del mundo y por esto yo he de haceros los únicos dominadores del mundo” [10].
“Dondequiera que se establezcan los hebreos, es preciso que lleguen a ser
amos; y mientras no posean el absoluto dominio, deben considerarse como
desterrados y prisioneros. Aunque lleguen a dominar naciones, hasta que no las
dominen todas, no deben cesar de clamar: `¡Qué tormento!´ `¡Qué indignidad!´” [11].
Esta falsa revelación divina, contenida en el Talmud, es una de las bases
teológicas de la política del judaísmo moderno, que realizándola al pie de la
letra cree cumplir con la voluntad de Dios.
Cuando los pueblos cristianos y gentiles han abierto generosamente sus
fronteras a los emigrantes judíos, equiparándolos a los de otras naciones,
jamás han podido imaginar que dan albergue a eternos conspiradores, siempre
dispuestos a trabajar en la sombra y sin descanso hasta dominar al pueblo
ingenuo que les abrió sus puertas.
El Talmud claramente señala que los judíos no deben descansar hasta que
el dominio sea absoluto. Los judíos Los judíos han comprendido que la
democracia y el capitalismo –que les ha permitido dominar a los pueblos- no les
ha proporcionado ese dominio absoluto ordenado por el Dios de que habla el
Talmud; por eso, los judíos Karl Marx y Federico Engels inventaron un sistema
totalitario que les asegure poder quitar a cristianos y gentiles todas sus
riquezas, todas sus libertades y, en general, todos sus derechos humanos, hasta
igualarlos con las bestias.
La dictadura del socialismo comunista de Marx permite a los judíos
alcanzar ese dominio absoluto; por ello, desde que la implantaron en Rusia, han
trabajado sin descanso para destruir el régimen capitalista que ellos mismos
habían creado, pero que fue incapaz de hacerlos llegar a la meta deseada.
Como revela el Talmud, no basta a los judíos dominar algunas naciones,
sino que deben dominarlas todas; mientras no lo logren, deben clamar: “¡Qué
tormento!” “¡Qué indignidad!”.
Esto explica el por qué es insaciable el imperialismo judío comunista.
Pone de manifiesto lo absurdo que es creer en una sincera convivencia pacífica
o en la posibilidad de que el comunismo cese en su ambición de conquistar a
todas las naciones de la Tierra. Los judíos creen que Dios les ha ordenado imponer
un dominio total a todas las naciones y que ese dominio total lo conseguirán
sólo por medio de la dictadura totalitaria socialista del comunismo.
Como ese dominio integral debe extenderse a todas las naciones del mundo,
no descansarán hasta imponer la esclavitud comunista a todos los pueblos de la
Tierra.
Es indispensable que los cristianos y gentiles acaben tan tremenda
tragedia. La existencia de un totalitarismo cruel e imperialista, impulsado por
un grupo de místicos, fanáticos y locos que realizan todos sus crímenes y todas
sus perversidades creyendo firmemente que están cumpliendo con fidelidad los
mandatos de Dios, es una ominosa realidad. Llega su maldad hasta tal grado, que
creen moralmente lícito hacer triunfar el ateísmo y el materialismo comunista
en todo el mundo, de manera transitoria, mientras ellos, que son religiosos y
creyentes, logran destruir “al odiado cristianismo y demás religiones falsas”,
con el fin de hacer imperar sobre las ruinas de todas, la religión actual de
Israel, la cual reconoce el derecho de los judíos a dominar el mundo y su
carácter de casta privilegiada –por derecho divino- en la humanidad de los
tiempos venideros.
Por otra parte, el Talmud dice dar a los judíos la verdadera
interpretación de las promesas bíblicas acerca del Mesías: “El Mesías dará a
los hebreos la dominación del mundo y a ella estarán sometidos todos los
pueblos” [12].
Podría seguirse citando pasajes de los distintos tratados del Talmud y de
la Cábala judía –tan elocuentes como los anteriores- que nos permitirían
percibir cuál es el significado y trascendencia de la actual religión de los
judíos y el peligro que ella significa para la Cristiandad y para el resto de
la humanidad. Cuanto más se profundice en esta materia, más claro se verá el
abismo que media entre la primitiva y verdadera religión revelada por Dios a
los judíos a través de Abraham, Moisés y los profetas, y la falsa religión que
fueron elaborando a base de la falsa interpretación de la Sagrada Biblia, tanto
aquellos hebreos que crucificaron a Cristo Nuestro Señor como sus
descendientes, sobre todo, a partir de la aparición del Talmud de Jerusalén y
el de Babilonia y de la posterior elaboración de los libros cabalísticos “Sepher-Ha-Zohar” y “Sepher-Yetsirah”, libros sagrados que son la base de la religión
de los judíos modernos.
Si media un abismo entre la religión de Abraham y de Moisés y la del
judaísmo moderno, éste se hace insondable entre el cristianismo y dicho
judaísmo moderno; puede decirse que este último es la antítesis y la negación.misma
de la religión cristiana, contra la cual destila odio y afán destructor en sus
libros sagrados y en sus ritos secretos.
La lucha de siglos, emprendida por la Santa Iglesia en contra de la
religión judía y sus ritos, no tuvo por origen, como falsamente se ha dicho, la
intolerancia religiosa del catolicismo, sino la maldad inmensa de la religión
judía, que presentaba una mortal amenaza para la Cristiandad.. Esto fue lo que
obligó a la Iglesia –tan tolerante en un principio- a adoptar una actitud decidida
en defensa de la Verdad, de la Cristiandad y de todo el género humano.
Es, pues, errónea y sofística la opinión de algunos clérigos que se dicen
cristianos, pero que le hacen el juego a los judíos en forma bastante
sospechosa, en el sentido de que es ilícito combatir al judaísmo porque los
judíos fieles –los judíos creyentes- tienen una religión afín y hermana de la
cristiana.
En primer lugar, es falsa la base de su tesis. Lo hemos demostrado en
este capítulo y podrá comprobarlo quien profundice su estudio en los secretos
de la religión judía postbíblica; secretos que fueron condenados en la doctrina
de los Padres de la Iglesia, en los concilios ecuménicos y provinciales y en
los estudios de ilustres clérigos católicos de la Edad Media y de los siglos anteriores
al presente.
En segundo lugar, lo que los judíos pretenden realmente con imponer a los
católicos esa tesis de la ilicitud de combatir a la criminal secta judaica, es
lograr la adquisición de una nueva patente de corso que les permita, sin
exponerse a contraataques directos, seguir adelante en sus movimientos
revolucionarios masónicos o comunistas, hasta lograr la destrucción de la
Cristiandad y la esclavización de la humanidad.
Los judíos y sus cómplices dentro del cristianismo quieren asegurar, en forma
cómoda el triunfo definitivo del imperialismo judaico, ya que si los cristianos
se abstienen de atacar y vencer a la cabeza de toda la conspiración,
reduciéndose a atacar únicamente su rama masónica, anarquista, comunista o
cualquier otra, la cabeza –el judaísmo-, libre de ataques, conservará todo su
vigor mientras sus tentáculos masónicos y comunistas, con todos sus derivados,
se dedicarán a atacar de manera inmisericorde, como lo han venido haciendo, a
las instituciones religiosas, políticas y sociales de la Cristiandad y del
mundo entero..
[1] Biblia Scio traducida al español de la “Vulgata” latina por el Ilmo. Sr. D.
Felipe Scio de San Miguel, 5 vols. Madrid: Gaspar y Roig, Editores. 1852. Tomo
I, p. 59.
[12] Talmud de Babilonia, tratado “Schabb”. Folio 120, columna 1; tratado “Sanhedrín”. Folio 88, columna 2 y folio 89, columna 1.
Maurice Pinay: “Complot
contra la Iglesia” – Tomo I –Tercera Parte - Capítulo Primero.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
https://www.clarin.com/sociedad/viralizo-video-profesora-defendio-hitler-clase_0_BkGLtEcAM.html
ResponderBorrarNi una mentira dijo la mina,y perdio su trabajo.
BorrarViva Cristo Rey
¿Lo que no se entiende es cómo le dejó grabar a un alumno? no quiero ser suspicaz pero ¿no será que es un montaje de los judíos para victimizarse? le pueden haber pagado dinero para estar sin trabajar por mucho tiempo, y a ellos les sirve como juego para saber quienes se manifiestan como pro nazis y así meterlos en una lista negra para su próxima persecución. No sé, tal vez parezca conspiranoia, peeeeero... con esta gente nunca se sabe.
BorrarEs posible que tengas razón.
Borrarhttp://www.marinorestrepo.com/itinerario-de-marino-restrepo
ResponderBorrarMarino Restrepo va a estar en Jujuy. En el video dice que tira las cartas que le mandan cuando llaman bergoglio (al falsario)-
Seguro tiene director espiritual que lo está cegando en ese aspecto.
https://www.youtube.com/watch?v=187w9miRgDU
En Vivo: La Virgen María. Seminario Conciliar. La Serena, Chile. Mayo 13-2018