Testimonios judíos
Los mismos judíos –no obstante su hermetismo acostumbrado e
incluso a pesar de sus tácticas de engaño y ocultamiento con que han logrado
permanecer generalmente en la oscuridad para no revelar su plan comunista de
conquista mundial- han sufrido algunos momentos de debilidad, llevados por el
optimismo o el excesivo júbilo ante la contemplación de sus éxitos, que han
provocado en determinadas ocasiones algunas declaraciones indiscretas,
sumamente ilustrativas.
Kadmi-Cohen, prestigiado escritor judío, señalaba: “En
lo concerniente a los judíos, su papel en el socialismo mundial es tan
importante que no puede pasar en silencio. ¿No basta recordar los nombres de
los grandes revolucionarios judíos de los siglos XIX y XX, como los Carlos
Marx, Lasalle, Kurt Eisner, Bala Kun, Trotsky y León Blum, para que aparezcan
así los nombres de los teóricos del socialismo moderno?”.
“¡Qué
confirmación brillante no encuentran las tendencias de los judíos en el
comunismo fuera de la colaboración material en organizaciones de partidos, en
la aversión profunda que un gran judío y gran poeta, Enrique Heine, sentía por
el derecho romano! y las causas subjetivas, las causas pasionales de la
rebelión de Rabbi Aquiba y BarKochba del año 70 y 132 después de Jesucristo
contra la paz romana y el derecho romano, comprendidas y sentidas subjetiva y
pasionalmente por un judío del siglo XIX que aparentemente no había conservado
ningún lazo con su raza”.
“Y
los revolucionarios judíos y los comunistas que atacan el principio de la
propiedad privada, cuyo monumento más sólido en el Código de derecho Civil de
Justiniano, de Ulpiano, etc...., no hacen sino lo que sus antepasados, que
resistían a Vespasiano y a Tito. En realidad, son los `muertos que hablan´ ” [1].
El blasfemo escritor judío, Alfredo Nossig, nos dice: “El
socialismo y el mosaísmo de ninguna manera se oponen; sino, por el contrario,
entre las ideas fundamentales de ambas doctrinas hay una conformidad
sorprendente. No debe desviarse más el nacionalismo judío del socialismo, como
de un peligro que amenaza su ideal, que el socialismo judío, del mosaísmo, pues
ambos ideales paralelos se han de realizar en el mismo camino” [2].
“Del
examen de los hechos resulta de modo irrefutable que no sólo los judíos
modernos han cooperado de una manera decisiva a la creación del socialismo; sus
propios padres ya eran los fundadores del mosaísmo...La semilla del mosaísmo
obró a través de los siglos en cuanto a doctrina y a ley de un modo consciente
para unos e inconsciente para otros”.
“El
movimiento socialista moderno es para la mayoría obra de judíos; los judíos
fueron los que imprimieron en él la marca de su cerebro; igualmente fueron
judíos los que tuvieron parte preponderante en la dirección de las primeras repúblicas
socialistas...”.
“El
socialismo mundial actual, forma el primer estado del cumplimiento del
mosaísmo, el principio de la realización del estado futuro del mundo anunciado
por los profetas” [3].
En su libro, “Integrales
Judentum”, ratifica esta idea del socialismo como doctrina judía, cuando
escribe lo siguiente: “Si los pueblos quieren progresar de veras
deben despojarse del temor medieval de los judíos y de los prejuicios reaccionarios
que tienen contra ellos; deben reconocer lo que son en realidad: los
precursores más sinceros del desarrollo de la humanidad. Hoy exige la salvación
del judaísmo que reconozcamos el programa del socialismo abiertamente a la faz
del mundo. Y la salvación de la humanidad en los siglos venideros depende de la
victoria de ese programa” [4]
.
La razón de esta postura revolucionaria judía está
claramente explicada por el conocido escritor judío E.Eberlin, en la siguiente
cita: “Cuanto más radical es la revolución, tanta más libertad e igualdad
para los judíos resulta de ella. Toda corriente de progreso no deja de
consolidar la posición de los judíos. Del mismo modo, todo retroceso y toda
reacción los alcanza en primer lugar. A menudo basta una simple orientación en
las derechas para exponer a los judíos al boicoteo...Bajo este aspecto, el
judío es el manómetro de la caldera social”.
“Como
entidad, la nación judía no puede colocarse al lado de la reacción, porque la
reacción, es decir, la vuelta al pasado, significa para los judíos la continuación
de las condiciones anormales de su existencia” [5].
El connotado judío Jacob de Haas en “The Maccabean”, nos dice claramente que: “La revolución rusa es una
revolución del judaísmo. Ella significa un cambio en la historia del pueblo
judío. Digamos francamente que era una revolución judaica, porque los judíos
eran los revolucionarios más activos de Rusia”.
En el periódico judeo-francés, titulado: “Le Peuple Juif”, del 16 de febrero de
1919, se lee lo siguiente: “La revolución rusa que estamos viendo, será
obra exclusivamente de nuestras manos”.
Por su parte Ricardo Jorge, que prologa un libro del famoso
escritor judío Samuel Schwarz, dice lo siguiente: “Si de las cumbres de la ciencia
pura descendemos a la arena en que se entrechocan las pasiones y los intereses
de los hombres, surge ante nosotros el oráculo de la nueva religión
socio-política, el judío Karl Marx, el caudillo doctrinario de la guerra sin
cuartel del proletariado, que encuentra en la cabeza y en el brazo de Lenin, la
realización de sus credos, inspiradores del estado soviético, que amenaza
subvertir los fundamentos de las instituciones tradicionales de la sociedad” [6].
Asimismo, otro judío, Hans Gohen, en “Die Politische Idee”, afirma que: “El socialismo de Marx es el fin
de nuestras aspiraciones”.
En el Nº. 12 del periódico “El Comunista”, publicado en Karkoff con fecha 12 de abril de 1919,
el judío M. Cohen, escribía: “Sin exageración puede asegurarse que la
gran revolución social de Rusia se llevó a cabo por medio de los
judíos...Cierto es que en las filas del ejército rojo hay soldados que no son
judíos, en cuanto toca a los soldados rasos, pero en los comités y en la organización
soviet, como los comisarios, los judíos llevan con valor a las masas de
proletariados rusos ante la victoria” [7].
“Al
frente de los revolucionarios rusos iban los alumnos de la Escuela Rabínica de
Lidia...Triunfó el judaísmo sobre la espada y el fuego...mandando con nuestros
hermano Marx, que es el encargado de cumplir con lo que han mandado nuestros
profetas, elaborando el plan conveniente por medio de las reivindicaciones del
proletariado. Todas estas frases aparecen en el periódico judío “Haijnt” de
Varsovia del 3 de agosto de 1928” [8].
El “Mundo Judío”
del 10 de enero de 1929, expresaba esta blasfema opinión: “El hecho del bolchevismo mismo,
y que tantos judíos son bolcheviques, y que el ideal del bolchevismo está sobre
muchos puntos de acuerdo con el más sublime ideal del judaísmo, del que una
parte formó la base de las mejores enseñanzas del Cristianismo, todo eso tiene
gran significación, que examinará cuidadosamente el judío reflexivo” [9].
Para no extendernos demasiado, citaremos por último las
referencias que hace orgullosamente el israelita Paul Sokolowski, en su obra
titulada “Die Versandung Europeas”,
en las que se vanagloria del papel preponderante que jugaban los judíos en la
revolución rusa, dando detalles de las claves que usaban para comunicarse entre
ellos, incluso por medio de la prensa, sin llamar la atención de las
autoridades y de cómo repartían la propaganda comunista que elaboraban por
medio de los niños judíos, a los que entrenaban cuidadosamente en sus colonias
para estos menesteres [10].
Este odio infernal judeocomunista, principalmente manifestado
hacia la civilización cristiana, no es meramente gratuito, sino que tiene sus
causas muy hondas, que pueden apreciarse con claridad en este párrafo del “Sepher-haZohar”, libro sagrado del
judaísmo moderno, que se transcribe y que representa el sentir de todos los
judíos: “Jeshu (Jesús) Nazareno, que ha apartado al mundo de la fe del Santo,
que bendito sea, será juzgado eternamente en esperma hirviente; su cuerpo es
reconstituido todos los viernes por la tarde, y al amanecer del sábado es
arrojado en la esperma hirviente. El infierno se consumirá, pero su castigo y
sus tormentos no acabarán nunca. Jeshu y Mahoma son esos huesos impuros de la
carroña de que dice la Escritura: `Los arrojaréis a los perros´. Son la
suciedad de perro que mancha, y por haber seducido a los hombres, los han
arrojado al infierno, de donde no saldrán jamás” [11].
[1] Kadmi-Cohen, Nomades; essai sur l´âme juive (Nómadas; ensayo
sobre el alma judía). F. Alcan, 1929, p. 86
[6] Ricardo Jorge, Pró Israel, prólogo a la obra de Samuel
Schwarz Os cristiãosnovos em Portugal no século XX. Lisboa, 1925, p. XI
[7] Citado por Nesta H. Webster en World Revolution; The Plot
Against Civilization (La revolución mundial; Complot contra la civilización),
2ª ed. Constable & Co., 1922
Maurice Pinay: “Complot contra la Iglesia” – Tomo I –Primera
Parte - Capítulo Quinto.
Nota
de NCSJB: Como
en muchas oportunidades lo hacemos, al descubrir la perfidia judaica, lejos de
promover supuestos “holocaustos” o el odio a los judíos, por los cuales rezamos
y nos consta que es posible su conversión; sí pretendemos prevenir sobre el
perverso accionar del judío actuando como tal, y desenmascararlos en ese
sentido como los verdaderos odiadores de los no judíos y muy especialmente de
los cristianos, a los que los judíos como hijos del Padre de la mentira, tienen una
especial aversión ya que somos discípulos de quien es la Verdad así como Camino
y Vida.
Nacionalismo Católico San
Juan Bautista
Se dicen judíos pero no lo son, son practicantes de la cábala y el talmud.
ResponderBorrarMuy buen artículo.
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