Estimado Nicolás Márquez:
Desde hace un tiempo
ya prolongado, mis escritos o conferencias son dados a conocer desde “Prensa
Republicana”, que entiendo co-dirige con Agustín Laje, y que es prolongación de
algún proyecto periodístico precedente
en el que sucedía algo análogo.
Parece ser ésta, además, una modalidad frecuente en el
llamado universo de las redes sociales. La menor expresión que alguien elabora
e instala en las susodichas redes, pronto se “viraliza”, y casi al instante no
se sabe más cuál o quién es la causa eficiente que primariamente la ha
engendrado. El totum revolutum es total y completo.
Me consta de un modo
expreso –y debo dejar certificación de ello- que todas las veces que he sido
incorporado a sus sitios, no ha habido de parte suya otra motivación más que la
buena voluntad y el amical interés en promover mis módicas actividades. Y si
bien es cierto que jamás se me pidió autorización para reproducir mis trabajos,
también lo es que este modus operandi está ahora connaturalmente instalado en
todo el ámbito de las llamadas publicaciones digitales.
Cualquiera captura
hoy lo que es de propia autoría y puede multiplicar su presencia en los lugares
más impensados, ignotos y ajenos a las personales convicciones o raigales
creencias. Cualquiera incluso puede osar el simulacro de adoptar el nombre de
un tercero y dejar su comentario en los múltiples “posteos” diarios. Mi
experiencia personal al respecto es desoladora.
Creí sinceramente
que el grueso de los usuarios o de los frecuentadores de estos medios estaban
en condiciones de aplicar tales discernimientos. Pero no ha sido ni es así,
sobre todo en los últimos tiempos. Y aunque a nadie en particular culpo por
ello, lo concreto es que ya he recibido demasiadas pruebas del desconcierto o
de la perplejidad que acarrea ver mi nombre instalado con involuntaria
regularidad en las páginas de “Prensa Republicana”, con cuya línea editorial no
me encuentro en comunión y sí, muchas veces y en cuestiones sustantivas, en
franca colisión, hondísima discrepancia y profundo antagonismo.
Es por ello que –sin dejar de agradecerle cuanto ha
cooperado a la difusión desinteresada y caballeresca de mi pensamiento- le
solicito formalmente que,en lo sucesivo, no reproduzca mis escritos en sus
medios de expresión. Entiéndase que el pedido no implica ni puede implicar que
no adopte usted ante mi obra el juicio que crea merecerle, fuere de adhesión o
de rechazo. Regla que rige para ambos y para todos los pensantes.
El pedido apunta, sencilla
y frontalmente, a que no se me tome como colaborador, columnista o cooperador
de un proyecto como el suyo, con el cual, reitero, tengo graves, profundas y
muy hondas y cruciales desinteligencias. Desde las atinentes a la doctrina política
–en el sentido más abarcador del término- hasta las vinculadas al estilo,
talante o modalidades.
El motivo de estas líneas –que le encarezco reproduzca en
“Prensa Republicana”- no quiere dar inicio de mi parte a ningún debate.
Quieren, por un lado, ser expresión de gratitud por el esfuerzo que pueda
haberle significado difundir mis ideas. Quieren asimismo no dejar de reconocer
cuanto de valía haya en sus esfuerzos, iniciativas y campañas, que las sé
fatigosas. Pero sobre todo, quieren ser una pública y tajante divisoria de
aguas. De allí que me vea obligado a hacer pública esta carta.
Sigo donde siempre
estuve, en las filas del Nacionalismo Católico, en la militancia
Contrarrevolucionaria y Anti-Moderna, en pugna frontal contra la
Judeomasonería, la Democracia, el Liberalismo y el Marxismo. Confrontando con
derechas e izquierdas, locales o internacionales; en enemistad abierta con el
Imperialismo Internacional del Dinero, sus secuaces nativos y sus mandantes
extranjeros.
Celebro la caída del Muro de Berlín, pero también
celebraría el derrumbe de otros dos muros, el de Street en New York, y el de
los Lamentos, en tierras despojadas a sus legítimos dueños por la codicia
hebrea. Entono aún emocionado: “en lo alto la mirada, luchemos por la patria redimida”,
y a la par los cielitos federales que tributan preclaros honores a la figura
impar e irrepetible de Don Juan Manuel de Rosas.
Sigo donde siempre estuve, opugnando con las mentiras
históricas, no sólo de las últimas cuatro décadas argentinas, sino con las de
la maldita propaganda aliada y aún con todas aquellas de más lejanos
antecedentes. Sigo donde quiero aprender a estar: como vasallo de María Reina,
en el testimonio solitario y austero de la Cruz, sin concesiones a los códigos
de la sociedad del espectáculo o a los rituales del show business, en el que
parece querer devenir hoy la vieja y noble actividad apologética.
Y procuro seguir,
sobre todo, con el auxilio de la gracia, donde con piedad sincera y afecto
genuino, ruego a Dios que (despojándolo de tantas confusiones, errores y
contemporizaciones con el espíritu revolucionario) los ubique a usted y a los
jóvenes o adultos que buenamente lo siguen: en el pequeño rebaño de los
derrotados por el mundo que aguardan, batallando y resistiendo, esperanzados y sin
doblegamientos , el regreso victorioso de Cristo Rey.
Sin dobleces va mi abrazo
Antonio Caponnetto
Junio 5 de 2018.
Ciudad de la Santísima Trinidad.
Se agradece difundir
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
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