En los días
aciagos de la legalización del aborto, los obispos se pronunciaron con un texto
vergonzante que escandalizó a muchos fieles. Porque abajando lo sacro y tomando
en vano el nombre de Dios, osaron comparar a María Santísima con una mujer
cualquiera víctima de un embarazo inesperado. Dicen los teólogos que Cristo
–como todo hijo varón que se precie de tal- no permite que insulten a su madre.
Y cuando esto sucede, su intervención está próxima y cercana. Entretanto,
Nuestra Reina y Señora, no puede quedar sin desagravio.
La que espera
A
Magdalena Bosco,mi más pequeña ahijada.
Cuando
Dios dijo Hagamos con su ser Uno y
Trino,
instante
bendecido que en sí mismo abrevaba,
Origen
de los ritmos, las ráfagas o el alba:
ya
María esperaba.
En el
trono del Padre, el del Pneuma y del Hijo,
solamente
una Luna su cuerpo retrepaba,
incoada
en el solio trinitario y eterno:
ya
María esperaba.
San
Joaquín y Santa Ana rogaron el obsequio
de
aquella gravidez que al lirio acuartelaba,
se
alegraron los cielos y la tierra era un salmo:
ya
María esperaba.
La
dotaron de un nombre pero ella era inefable,
¿con
qué letras llamarla si su voz albriciaba?
su
nombradía dulce encerraba un acíbar:
ya
María esperaba.
Servidora
en el templo entre ancianos prudentes,
en
honda expectación un secreto velaba,
oyó
las Escrituras, vio el Árbol de Jesé:
ya
María esperaba.
Y el
día en que el Arcángel pronunció su “No temas”
(Fra
Angélico asegura que el azul aleteaba),
izó un
canto laudante, enarboló la gracia:
ya
María esperaba.
Sobre
el lomo de un rucio, San José con las riendas,
a
Belén se encamina, la estrella pastoreaba,
se
vistió de pesebre la vigilia del parto:
ya
María esperaba.
Por
Caná hay una boda con sabor a verbena,
con
tinajas vacías, sólo el agua escanciaba,
le
pidió con los ojos el prodigio del vino:
aún
María esperaba.
Lo
desclavaron muerto,martirizado, roto,
lo
posó en su regazo que el Verbo amurallaba,
le
besó las heridas,los párpados sangrantes:
aún
María esperaba.
Tu
preñez,tu cintura vuelta cántaro pleno,
tu
gestación prevista como una primavera,
te
agradecen los coros angélicos diciendo:
Es
Ella, La que espera.
ANTONIO
CAPONNETTO
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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ResponderBorrarSaludos en Cristo y María.