Se
llamaba Antonio Torino, fraile mercedario oriundo de La Rioja.
Era
hijo del Capitán Don Gaspar Torino Ocampo, artífice material del primer templo
de los Padres Mercedarios levantado en tierra riojana, a partir del año 1617.
De ese templo salieron nutridas vocaciones de misioneros, entre las cuales
estuvo la del propio Fray Antonio.
Sus
superiores le encomendaron la evangelización de los indios Atiles, tristemente
famosos por sus borracheras e idolatrías, y por los actos de extrema crueldad
que eran capaces de ejecutar.
Fray
Antonio Torino confió en Dios y se lanzó nomás hacia Los Llanos, con su misal,
su rosario y su Cruz de madera. Buscando la redención de aquellas almas que le
fueron confiadas.
Los
conquistadores españoles le habían advertido que su vida corría serios peligros
entre esa gente. Pero el cura les predicaba la Verdad, oportuna e
inoportunamente, a la par que procuraba hacerlos desistir de sus vicios, dando
ejemplo él mismo de innúmeros actos de piedad, de devoción y de servicio.
Un
día, a comienzos de la tercera década del mil seiscientos, en medio de las
terribles guerras calchaquíes, los Atiles quisieron obligar a Fray Antonio a
presidir una de sus habituales orgías. Se negó con santa ira, quebrando con un
palo las enormes tinajas de chicha con la que se embriagaban y cometían sus
desmanes después.
Los
indios se arrojaron sobre él, lo desnudaron de su hábito misionero, lo colgaron
de un algarrobo (venerado hasta el siglo XVIII) y lo descuartizaron vivo,
juntando en la sotana del mártir su propia sangre que usaron después para sus
diabólicas supersticiones.
Murió
perdonando a sus asesinos y pidiendo su conversión.
El
Capitán Gregorio de Luna y Cárdenas, se juramentó ante sus soldados para que el
martirio y la gloria de Fray Antonio Torino no quedaran en el olvido.
Cativas
y Asimín, los principales verdugos, huyendo de la justicia humana, fueron
alcanzados por la justicia divina, siendo abatidos ambos por un rayo en medio
de la fuga.
Fray
Antonio Torino, primer y genuino mártir riojano, verdadero santo misionero,
apóstol entre los más necesitados, servidor de pecadores y testigo de la Fe
Católica: ruega por nosotros.
Fray
Antonio Torino, fiel a Cristo, a la Iglesia, a la España Misionera y la
argentina tierra riojana que te dio la vida, intercede ante el Dios de los
Ejércitos para que castigue ejemplarmente a los nuevos Cativas y Asimín -hoy
sentados perjuramente en la Sede Romana- disipando las mentiras, los fraudes, las
estafas y las ignominias del falso martirologio riojano que hoy quieren
imponernos.
Fray
Antonio Torino, nosotros, los católicos argentinos, honramos tu vida,
celebramos tu muerte santa cuanto heroica y proponemos tu figura como arquetipo
emulable y digno de veneración.
Fray
Antonio Torino: ¡Dios no muere! ¡Viva Cristo Rey!
Fray
Antonio Torino: ¡Presente!
Antonio
Caponnetto
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Amen.Amen
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