martes, 2 de abril de 2019

Significado del 2 de Abril - Antonio Caponnetto



"...Sabe que un día volverá su hombre con la bandera y el cantar".

José Pedroni



Las fiestas nacionales -si realmente lo son y merecen el calificativo de tales- constituyen sustancialmente una afirmación de soberanía; una ratificación de la existencia y de la identidad espiritual, un acontecer cargado de sentido y poblado de significaciones. La Patria, es, en cierto modo, la historia de sus fiestas y el festejo incesante de su vera historia.


Se festeja lo que fue y merece seguir siendo. Lo que por su propia entidad ingresa en el recuerdo colectivo. Lo que marca un Origen y obliga a una fidelidad perenne. La fiesta es una tradición viva que se repite y reitera. SU contenido trascendente es la razón de su permanencia y su valor arquetípico el motivo de su celebración. La fiesta funda, revela, guarda y conserva. Y el festejo repone, memora, restablece, congrega. Más allá de que se organice o programe; más allá del calendario y de los hombres que pasan.


Por eso, algo grave, sucede en una nación, cuando sus fastos patrios se tergiversan u omiten por decreto y se sustituyen por efemérides burocráticas y legislativas. Algo que ya ocurrió cuando el presidente Rivadavia suprimió el 12 de agosto y merece el sanmartiniano calificativo de "felonía". También San Martín calificó a Rivadavia de "alma despreciable" e "innoble persona"; y no se trata ciertamente de cosas muy distintas.


El 2 de abril es la fiesta de la dignidad nacional. Ingresó como tal en nuestro entendimiento y en la inteligencia de todos aquellos que advierten su auténtica importancia. Una Argentina devuelta a sus esencias y reencontrada con su destino fue el saldo inmediato y principal de aquel estallido. No primó el cálculo político, si lo hubo. No prevalecieron las prevenciones derrotistas y pusilánimes, aunque se dejaron oír. No predominaron las infaltables pequeñeces y las defecciones. Sobresalió en cambio el gesto heroico, el entusiasmo épico, la religiosidad arraigada, la fe creciente, el fervor combativo y la disposición a la lucha sin atenuantes. El 2 de abril le reintegró a Dios la Patria y la Patria a Dios. Son los efectos propios de las causas ejemplares. Es la fuerza intrínseca de lo paradigmático que sobrepuja las circunstancias y los accidentes.


Ese día, por Malvinas, la Nación comenzaba a comprender de qué la habían despojado. De qué, cómo, para qué y quiénes. Y comenzaba a comprender cada sonido de la voz reconquista.


Se pronunciaron palabras hasta entonces silenciadas: Escapulario, Rosario, empuñadura en Cruz y clarines. Virgen Generala, Puerto Argentino, halcones consagrados a un Cielo indelimitado. Se silabeaban a coro las palabras más nobles; como a coro se escuchaban los ¡presentes! ante el nombre de los muertos.


No; aquello no fue una "descabellada y dolorosa aventura" como seguirán llamándola los innúmeros Armendáriz (también dijeron lo mismo en su momento del cruce de los Andes o el Éxodo Jujeño). No es cierto que nada haya que festejar, como le parece a Caputo, ni es serio afirmar que la celebración "resulta incongruente con los sentimientos que evoca", como sostiene el decreto presidencial que anula la gloriosa fecha. Tampoco se trató de una "invasión", "ocupación" u "operativo lamentable" como lo llamó el Gral. (R) Leal, ni de una "causa no bien calibrada" al decir de Monseñor Galán.


No es una festividad del antiimperialismo de las izquierdas con sus consignas clasistas, con su pacifismo hipócrita y descastado, con su resentimiento de porqueriza apaleada, con su latinoamericanismo tercermundista y rojo. Malvinas no es Nicaragua, ni El Salvador ni Centroamérica. La izquierda puede festejar el 14 de junio pero no el 2 de abril. La derrota le da derechos y es consecuencia de sus "pactos preexistentes" -Yalta y Potsdam, entre otros-. La victoria hubiera significado, en cambio, su desterramiento definitivo. El 14 de junio de 1982 fue el día de la humillación nihilista; pero no exclusivamente por el revés de las armas -a cuyos caídos y combatientes cabales honramos como a próceres- sino porque ese día se decidió oficialmente que la Patria no era ni debía ser libre. Que los poderes mundiales le ordenaban un destino de colonia. Que la civilización moderna le imponía una misión de factoría hedonista y prosaica. Que era preciso sustituir la soberanía política por la soberanía popular; que era conveniente no ser nada conservando la amistad de los amos, a ser lo que debemos ser, aunque para eso el estandarte patrio tuviera que flamear desafiante sobre las más gloriosas de sus ruinas. El 14 de junio el Proceso y la Partidocracia y ambas con el Poder Extranjero sellaron el único acuerdo no denunciado ni deshecho: el de la gran traición nacional. Eso, sólo eso, pueden festejar las izquierdas. Pero el 2 de abril, día de la dignidad nacional, no.


Ni es siquiera para que marchen ex-combatientes vergonzantes que no están a la altura de su misión y del protagonismo que les encomendó la historia. Los verdaderos ex-combatientes son los que quieren dejar de ser "ex". Los que no piden asistencia psicológica sino volver por la victoria pendiente. Los que no reclaman retribuciones monetarias, sino el orgullo de la primera línea en el próximo alistamiento. Los que prefieren la compañía de Nuestra Señora del Rosario a las de las "juventudes políticas", que son la senilidad más oprobiosa que tiene la república.


El 2 de abril no tolera a los indignos. Y porque la recíproca lógicamente es válida, es que nos han querido escamotear oficialmente la fecha. No pudiendo, optaron por tergiversarla y confundirla.


Pero el erro no durará para siempre. Porque los muertos ya saben que significó la guerra; y su magisterio es el más alto y el más válido que hoy tiene la Argentina. Porque la Patria -sólo la Patria- cabe entera en esa fecha. Es su cifra y su norte, su modelo. Y ha de ser en adelante nuestra meta, hasta que el "Malvinas Volveremos" deje de ser grito para convertirse en orden de rescate.


Entonces, el 2 de abril volverá a ser la fiesta clara, inequívoca y recta de la argentinidad militante.


Revista Cabildo: 2da Época. Año VIII Nº75. 17 de abril de 1984


Nacionalismo Católico San Juan Bautista

4 comentarios:

  1. Rodrigo Tempo Escriche2/4/19, 8:33 p.m.

    Se entiende cada lìnea, què pluma maravillosa. Pero no veo còmo sentir orgullo ni hablar de dignidad cuando Malvinas fue una derrota. El enemigo humillado y vencido, la sangre vengada y el pabellòn nacional ondeando en las islas. Hasta ese dìa glorioso, dientes apretados y memoria.

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    1. Peleamos por lo que nos corresponde.

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  2. Por Liliana Inés Raffo de Fernández Cutiellos.
    De verdad les digo siento vergüenza de mis compatriotas, de quienes comandan las fuerzas armadas, de su comandante en jefe y de todos los argentinos en general.
    De su falta de ética, su falta de moral cristiana y de sus deseos de venganza.
    Cuando me avisaron que mi marido murió a manos de la subversión solo pensé emulando a Jesús: ‘Señor, perdónalos, no saben lo que hacen’.
    Sus verdugos eran pobres monigotes manejados como títeres para ejecutar acciones que quienes los comandaban no se animaban a ejecutar personalmente por falta de coraje.
    Hoy estoy mas que convencida de que eso era cierto. Esos cobardes son quienes nos gobiernan encaramados tras el escudo de una supuesta democracia.
    Esos que ordenaban encaramados en las sombras para no correr riesgos son los que ahora buscan venganza.
    Puedo entender a quienes le mataron a sus hijos porque es lo peor que le puede pasar a un ser humano. A mí me mataron a mi marido: un soldado de la patria, y mis hijos quedaron huérfanos, pero desconozco a quienes dicen ser ‘madres’ o ‘abuelas’ y que mantienen a esa caterva de maleantes viviendo en el extranjero.
    Puedo llegar a comprender relativamente el dolor, pero, ajena al sentimiento de odio personal, porque jamás lo he tenido, no puedo entender los deseos de venganza eterna de quienes se victimizan en nombre de una juventud idealista.

    El pueblo argentino está perdido, olvidaron esos años o tiene el corazón de piedra, ya no se trata de seguir las enseñanzas de Jesús y perdonar a quienes nos lastiman, hoy tratan de hacer el mayor daño posible.
    Lo hacen con los niños en las escuelas tratando que crean que la verdad de la historia es la que ellos cuentan, lo hacen con los ancianos que se desgastan, enferman y mueren en las cárceles sin juicio alguno porque no hay manera de comprobar que lo que el gobierno acusa sea verdad o porque la mayoría de las causas son inventadas…y todo por venganza.
    A LOS SEÑORES DEL PUEBLO ARGENTINO, SEÑORES JUECES, SEÑORES COMANDANTES DE LAS FUERZA ARMADAS, SEÑOR PRESIDENTE
    Hay compañeros de mi marido que están presos por luchar contra la guerrilla marxista y no me cabe duda que si el no estuviera muerto, asesinado por lo que el mismo combatió seria un preso político más.
    Yo me ofrezco a estar detenida por alguno que este enfermo. Estoy sana de cuerpo y de alma y si su venganza me tiene a mi puede durar mucho tiempo, si los tienen a ellos no mucho por su mismo estado de salud.
    OFREZCO MI LIBERTAD Y MI PROPIA VIDA A CAMBIO DE LA LIBERTAD DE ALGUNO DE ELLOS… DE ESA MANERA VOY A PODER DEVOLVERLE A MI PATRIA UN POCO DE LA DIGNIDAD QUE – QUIENES NOS GOBIERNAN – LE QUITARON. ¡UN PAÍS SALE A FLOTE POR LA ESPERANZA DE SU PUEBLO Y SI NO LA TIENE SE DESVANECE!
    SEÑORES: HAGAMOS DE LA ARGENTINA, POR UNA VEZ EN LA VIDA, UN PAÍS GRANDE Y CON ESPERANZA PARA NUESTROS HIJOS.https://prisioneroenargentina.com/es/index.php/2019/01/26/siento-verguenza-de-mis-compatriotas/

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  3. Profesor, este artículo tendría que haberlo publicado en el blog de Cabildo.

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