EL RECURSO A LOS PERSONAJES PRESTIGIOSOS:
EL
CASO DE BLAS PIÑAR.
Por Antonio Caponnetto
Tras el anticipo de mi próximo libro, “Democracia y
Providismo”, y la seguidilla de tres notas, que bajo el título común de “Ante
las elecciones” fui dando a conocer, pensaba llamarme a silencio, y continuar
trabajando en los temas a los que estoy abocado.
Pero las circunstancias parecen no querer darnos
respiro. Los promotores del error tampoco, y menos aún los escandalosos agentes
de la confusión. Primero fue el turno de los malabarismos casuísticos, para
probar que se puede mentir pero no mentir, cooperar con el mal pero no
cooperar, elegir un mal pero que no sería mal, ser cómplice de la estructura de
pecado que es la partidocracia, pero conservarse impoluto y ortodoxo.
Ahora ha llegado el viejo y remandido truco de la
recurrencia a los personajes prestigiosos. Aunque para ello tengan que incurrir
los unos en la traición a la memoria y al legado de los grandes maestros, y los
otros en el oportunismo vil de utilizar los nombres de esos maestros, a los que
nunca jamás le rindieron honor ni homenaje y cuyas obras desconocen con la
ignorancia que les es connatural. Con tal de conseguir un voto y medio son
capaces de todo: hasta de descubrir 45 años después que la guerrilla marxista
mató a Genta y a Sacheri.
Como en los casos anteriores de los tres artículos
precitados, ya me he ocupado largamente de analizar este sofisma en mis obras.
Es inútil. A nadie le importa saltearse el pequeño detalle lógico y ético que
impone la disciplina intelectual más básica, según el cual, para escribir sobre
un tema en debate hay que respetar el status
quaestionis. Si voy a seguir repitiendo que dos más dos es igual a cinco; y
no quiero prestarle atención al que ya me explicó que es cuatro, incurro en un
acto de ignorancia culposa. De esos actos –sumados a argumentaciones tan
ligeras cuanto inconsistentes, tan previsibles como miles de veces desmentidas,
tan torpes como soberbias- se vienen llenando estos días grises previos al
vómito electoral.
Por ahora han sacado de la galera, por enésima vez,
lo casos de Blas Piñar y de José Antonio. Pero ya aparecerán los restantes, de
todos los cuales, insistimos, nos hemos ocupado en su momento.
El portentoso argumento esgrimido sería el
siguiente: es una incongruencia admirar a José Antonio y a Blas Piñar,
perdonándoles a ambos que hayan sido diputados “sin fe y sin respeto”, y
descalificar a quienes intentan lo mismo aquí.
Aquí, por empezar, no hay nadie en la carrera
electoralista que le llegue a las suelas a José Antonio o a Blas Piñar. Pero no
hay tampoco alguien supuestamente nuestro que se jacte públicamente de
candidatearse sin fe y sin respeto en el sistema. Todo lo contrario. Pugnan por
mostrarse respetuosísimos del Régimen, haciendo todos y cada uno muy
prolijamente los deberes que el mismo les ordena para tenerlos bien
encuadraditos, domesticados y dóciles. Como pugnan por tenerse fe y tenerle fe
a los votantes, que en un súbito acto de conversión a la santidad y a la
sabiduría, según parece, se volverían de masa amorfa a cristiandad justiciera
que elige a su Clodoveo.
Si algo les sobra es fe y respeto hacia el sistema.
Hablan, gesticulan, callan y se adecuan exactamente a los modos que el sistema
puede tolerar. Más allá está el famoso cortocircuito del que hablara Fukuyama.
Un paso en falso y explota el tablero. Así que la consigna es respetar al
tablero. Dentro de la ley todo, nos enseñó el General. De la ley positiva, claro;
creada por el sistema de dominación imperante al amparo del Imperialismo
Internacional del Dinero. Dentro de la ley democrática todo lo que quieran,
señores. Bienvenidos a la disidencia controlada.
En mi caso particular, lo he dicho hasta el cansancio:
no admiro a José Antonio y a Blas Piñar por haber sido diputados, sino a pesar de ello. Y porque en ambos, las
eventuales candidaturas, en el conjunto de sus vidas testimoniales –con
testimonio cruento en un caso e incruento en el otro, pero martiriales ambos-
no significan absolutamente nada que refrende a la perversión democrática.
Todo lo contrario. Uno murió joven anunciando los
albores del Alzamiento Nacional devenido en Cruzada. El otro murió
gloriosamente cargado de años, honrando y renovando cada día los ideales épicos
del 18 de Julio. Son hombres de la Guerra
Justa por Dios y por la Patria , no candidatos funcionales al sistema por
cuya vigencia, en 1983, mataron a nuestros hombres en la guerra justa de
Malvinas.
Recordar
en las vidas de Blas y de José Antonio su paso por una banca de diputados, y
hacer de esos hechos hitos emulables de un modo de concebir y de consagrarse a
la política, es como señalársenos para la incentivación de nuestra imitación de
las formas monárquicas, que Carolus Magnus inventó la minúscula carolingia.
Reproducimos, pues, a continuación, un fragmento
del volumen II de mi obra “La
Democracia : un debate pendiente” (cap. V, XVI). Suprimo con
toda intención el nombre del sujeto al que tales aclaraciones fueron hechas en
su momento, porque como ya lo he aclarado, no me interesa contarlo como
interlocutor válido.
ººººººººººººº
“a) El pensamiento político, el
ideario y la doctrina de Blas Piñar, no tienen nada que ver con la
partidocracia, ni con el voto popular, ni con el democratismo ni con la
soberanía del pueblo. Está en las antípodas de estas estupideces. Blas fue toda
su larga, fecunda y generosa vida, un hombre del 18 de Julio, de la Cruzada , de Franco y de
José Antonio. Y dejó asentado este corpus de principios en una montaña de páginas y de testimonios
audiovisuales, que no nos dejarían mentir.
Su arquetipicidad política era una “monarquía católica, tradicional, social y
representativa”; como la llamó recurrentemente, acudiendo para ello a lo que
entendía que era la propuesta de Franco para cuando él ya no estuviese con
vida. En consecuencia con este norte, dice, por ejemplo: “nos repugna que se
entregue a los partidos políticos la tarea de elaborar las leyes y se les
confisque a las estructuras básicas de la comunidad y, especialmente, a los
sindicatos”[1][...].No
hay en España un sólo monárquico –ni siquiera de los más liberales- que
pretenda restaurar el absurdo sufragio
directo, el funesto sufragio universal. Nosotros somos hijos del 18 de
Julio, y queremos una Monarquía Católica, tradicional, social y representativa,
con una representación de la nación más auténtica, efectiva y justa que la
basada en dicho sufragio[...]. Porque, efectivamente, la monarquía
actual[...]es la monarquía laica, liberal, partitocrática
y parlamentaria, que nada tiene que ver con aquélla[...].Lo que vamos a
defender como sustancia racional de la monarquía –mando de uno- es incompatible con todo mando democrático
de la pluralidad. No se crea que al defender la monarquía defendemos al muñeco constitucional que las
democracias colocaron en las cúspides de sus desorganizaciones”[2].
Esto
es lo primero que debería decirse. Que ese modelo que fue para todos nosotros
Blas Piñar, estaba en el polo opuesto de una concepción política democrática,
partidocrática, pro sufragio universal y liberal constitucionalista. En cambio
se comete el doble error de mostrarlo, por un lado, como un hombre afín al acto
de “votopartidar”; y de mostrarnos a nosotros como sostenedores de una tesis
que jamás hemos sostenido, y que consistiría en haber dicho que la fundación o
la pertenencia a un partido político era un hecho intrínsecamente perverso. Ni
pensamos esto, ni pensaba Blas Piñar que la partidocracia y el sufragio
universal eran soluciones políticas.
b)
La oposición a los partidos políticos estaba entre los principios mismos de
Blas Piñar. Por eso dice: “Fuerza Nueva nació como semanario, con el propósito
de auspiciar y recoger una corriente de opinión que se oponía a que la unidad
desapareciese[se refiere a la unidad de España, amenaza, entre otras cosas, por
“la anarquía de la partidocracia”].Con ello no se hacía otra cosa que
aceptar los postulados del tradicionalismo que se definía no como partido sino como ‘comunión’, y los de José Antonio, que
quiso integrar a sus militantes, más que
en un partido en un ‘antipartido’”[3]
[...]. “Para el 18 de Julio el hombre no
es un ciudadano que vota, ni un productor o consumidor necesarios para el
funcionamiento de la economía. El hombre es imago
Dei, filius Dei, redimido en la
Cruz , al precio de la sangre, por un Dios hecho hombre,
envoltura corporal, como decía José Antonio, de un alma capaz de salvarse o de
condenarse por toda la eternidad”[4].
Pero
está faltando algo esencial en este momento específico del relato. No se puede
mentar a Blas Piñar y desconocer que uno de los episodios más significativos de
su vida y de su lucha tuvo lugar en 1974, cuando se opuso en soledad –más con
la razón y la vehemencia que siempre lo caracterizaron- al proyecto de las
Asociaciones Políticas, que él juzgó como “un síntoma del proceso de
liquidación del Régimen del 18 de julio”. Y ese proyecto no era otro más que el
de permitir la formación de partidos políticos con perspectivas electorales; lo
que constituía en su opinión una “falta de fe en los postulados ideológicos del
Movimiento y [un querer] sustituirlo por un sistema liberal de partidos
políticos, con inclusión del comunista”[5].
Fue en esa ocasión que Blas Piñar escribió medulosos artículos y pronunció
severas palabras para adherir a los postulados iniciales del Movimiento, en los
cuales “no sólo se vetan sino que se
condenan como nefastos los partidos políticos”[6].
Quienes
quieran conocer en extensión la postura anti-partidocrática de Fuerza Nueva y
de su Jefe, precisamente en las circunstancias en las que el mismo régimen
franquista parecía dispuesto a esta apertura, deberán leer, de mínima, los
cuatro artículos editados por Blas Piñar los días 1º, 17, 24 y 31 de agosto de
1974,en la revista Fuerza Nueva, bajo el título común de Movimiento y Asociaciones[7].
Pero es intelectual y éticamente inadmisible escamotear este aspecto
fundamental de la postura de Piñar, al que se pretende poner en discordia con
nuestra tesis.
c)
Así como Blas Piñar recurre frecuentemente a Franco y a José Antonio para
asentar su pensamiento político, de raigambre “onésimo-redondiana” es su
alegato del 14 de agosto de 1980, dirigido a los Jóvenes de Fuerza Nueva que se
hallaban en un campamento militante en San Lorenzo de El Escorial. Escuchemos
sus principales consignas: “sólo el que ignora la Verdad venera el sufragio
de la multitud. El que conoce la
Verdad no la abandona a la violencia cuantitativa del voto”[8][...].El Estado Nacional no cree en los partidos
políticos ni en los sindicatos horizontales. No cree en aquellos –auténticas sociedades de explotación electoral-
porque parten a la Nación
enfrentándola en lucha civiles [...]. En lugar de los partidos políticos,
el Estado Nacional cree en un Movimiento en que la unidad no se confunde con la
uniformidad, pero donde la diversidad no se transforma en dispersión [...][9].
d)
Recién ahora, y teniendo muy en cuenta todo lo predicho, puede afirmarse que,
tras la muerte de Franco, Blas Piñar sopesó las ventajas y desventajas, y
decidió convertir a Fuerza Nueva en
partido. No se le escaparon nunca las paradojas o incoherencias que tal paso
significaban en su carrera; y con frecuencia –amén de con el detallismo que lo
caracterizaba para registrar, anotar y documentar todos los hechos- hizo la
salvedad de que “nosotros, por muchas razones, no creíamos en la eficacia
constructiva de los partidos políticos”[10].
Con la misma y escrupulosa minuciosidad relató todos los obstáculos,
persecuciones, atentados y hasta muertes que el sistema posfranquista le
infligió a su partido; los sucesivos fracasos electorales, las desilusiones y
decepciones causados por el gentío que lo aplaudía pero no lo votaba, las
derrotas en el campo de las urnas, las trampas intrínsecas del electoralismo,
el intento de reorganización de un nuevo partido, el Frente Nacional, y la decisión previsible que tuvo que tomar, de
disolver ambos intentos partidarios, tras reconocer la derrota en el terreno
regiminoso y una victoria moral abrumadora en el terreno del testimonio de la Verdad. Lo concreto es que habiendo nacido Movimiento, probó los
desengaños y las inconducencias y las inutilidades del partido, y regresó a ser
Movimiento[11].
“Decidimos proceder a la disolución del partido. Tuvimos una cena
multitudinaria en el restaurante Biarritz. Era el 20 de noviembre de 1982. Allí
pronuncié un discurso en el que abrí mi corazón, analicé el panorama político y
expuse tanto las razones que aconsejaban la disolución de Fuerza Nueva como
partido, así como las que también aconsejaban su continuidad como Movimiento
Ideológico. Dimos una nota a los medios de comunicación, que decía así: ‘Comprobada la imposibilidad de cumplir los
fines que Fuerza Nueva se propuso como partido político, se decide la extinción
del mismo”[12]
e)
Volvemos a insistir en este punto crucial. No es posible que se mencione el
ejemplo de Blas Piñar y se ignore –además de su posición doctrinal antisistema-
la honestísima autocrítica que hizo al hecho de haberse constituido en partido
político, así como las que podríamos llamar objeciones de conciencia ante el
hecho de haberse “partidopolizado”. De todo esto, el mismo Blas ha dejado
larguísimas constataciones en los inmensos volúmenes de Memorias a los que se abocó con responsabilidad y tesón en los
últimos años de su vida. Tenemos a la vista, por ejemplo, el discurso del 20 de
noviembre de 1982,titulado “Fuerza Nueva no muere, se transforma”[13]:
“La verdad es que si Fuerza Nueva como
partido ha descarrilado[...], lo que
no ha descarrilado ni puede descarrilar nunca es Fuerza Nueva como Movimiento ideológico[...].
Pero a estas alturas, pretender que el Movimiento siga actuando con la
investidura de partido sería un grave error. Si hemos confesado tantas veces que la calificación de partido nos
molestaba, que de partido teníamos tan solo lo que exigía el ordenamiento
jurídico para dar la batalla en el campo de juego de un Sistema que no habíamos
traído y que rechazábamos, sería una
contradicción plena continuar siendo partido, hacer profesión de partidismo, cuando la realidad, después de
someternos a las pruebas más duras, ha puesto de relieve que de cara al futuro,
la presencia del partido podría acabar con el Movimiento”[14].
Otro
20 de noviembre, de 1994, y hablando de lo que dio en llamar “la prostitución
de la democracia”, volvió a cargar contra los partidos políticos, tras
señoriales pero amargas quejas, durante años, de la conducta que habían tenido
aquellas muchísimas personas que lo ovacionaban en los actos pero le volvían la
espalda en los comicios. “Los partidos políticos son máquinas electorales
fabricadas para la conquista del voto a cualquier precio. Si los votos consiguen
el poder y los votos se consiguen con dinero, cualquier tipo de financiación vale [aún]la que se obtiene
por vía deshonesta[...]. Los partidos que no pueden obtener mayoría absoluta,
han de acudir sistemáticamente al pacto para gobernar, y por ello y para ello,
abdican de lo que sea preciso[...].Los partidos que dicen representar al
pueblo, y de un modo especial sus cuadros dirigentes, cuando tienen en sus
manos los resortes del poder, olvidan ese pueblo y se ponen al servicio de las
fuerzas internacionales[...]. Los
partidos son entes artificiales, y en ocasiones contra natura. Su
desprestigio lo ponen de relieve la abstención mayoritaria en los comicios y la
oleada de indignación que los barre”[15].
Por
último, con la hidalguía y el sentido del humor que lo caracterizaron siempre,
Blas Piñar no trepidó en agregarle una cuota de ironía a su fracaso
“votopartidopolizante”. Y con esa capacidad propia de los magnánimos, la de
trazar chanzas sobre las propias desdichas, nos dejó apuntados dos versos por
demás reveladores que se escribieron sobre él y sus derrotas regiminosas. Uno
es de Alfonso Ussía y apareció en Época
del 17 de noviembre de 1986:
“...Y llegaron las horas deseadas
Y el coraje votó, pero de olvido.
Retornó Blas de Blases hacia Europa
con su blasón azul de alto vigía,
pero los votos diéronle en la popa
y Europa es, otra vez, su notaría”[16].
El
otro es un logrado cántico que le hizo llegar personalmente Juan José Barcia
Goyanes, “y que no sabe cuánto se lo agradecí y se lo agradezco, por el cariño
que refleja y por lo que tiene de radiografía personal:
Tú libraste el combate de los sucios comicios;
esta vez, viejo amigo, te ganó tu ilusión.
¿Imaginaste al pueblo que a las urnas corría
capaz de ir, de Cruzado, a libertar Sión? “[17].
Así
las cosas, sólo resta decir que se ha cometido una vez más el evidente gazapo
de remitirnos a un ejemplo para probar una tesis, cuando en rigor, dicho
ejemplo, nos da la razón de un modo expreso, claro, doloroso y terminante[18].
Vaya
como estrambote el soneto que le escribí en el 2018, con ocasión de conmemorar
sus allegados el centenario de su natalicio:
Te has
quedado en los pliegos rojo y gualda,
en el
yugo y las flechas, la camisa
bordada
ayer en rojo, la divisa
que de
altivez hispana se enguirnalda.
Te has
quedado en los campos esmeralda
que
recorriste con tu voz precisa,
ese
verbo que aún suena y profetiza,
el
Bien pregona y la Verdad
respalda.
Naces
cada crepúsculo en Toledo,
cuando
el Alcázar su honra rememora,
la
gloria acuna y el dolor restaña.
En tu
bautismo un ángel rezó el Credo
y
consultando a Dios,sin más demora
te
llamó Blas Piñar Arriba España.
[1] Blas Piñar, ¿Hacia la III República ?,
Madrid, Fuerza Nueva, 1979, p.47-48.
[2] Ibidem, p. 53,73, 91. Algunos de
los conceptos vertidos los toma el autor, remitiendo a las fuentes, de Juan
Ignacio Luca de Tena y de José María Pemán.
[3] Ibidem, p. 107-108.
[4] Blas Piñar, Fieles al 18 de Julio, Madrid, Fuerza Nueva, 2002, p. 50.
[5]Blas Piñar, Escrito para la historia, volumen I,Madrid, Fuerza Nueva,Colección
Denuncia, 2000, p. 175-181.
[7] Ibidem,p. 182 y ss.
[8] Blas Piñar, Hacia un Estado Nacional, Madrid, Fuerza Nueva, 1981,p. 21-22.
[9] Ibidem, p. 27.
[10] Blas Piñar, Por España entera, Madrid, Fuerza Nueva, 2001,p. 13. Abundan en el
volumen este tipo de autocríticas o de salvedades o de justificaciones.
[11] Sugerimos sobre el particular la
lectura de Blas Piñar,La pura verdad,Madrid,
Fuerza Nueva, 2001. En especial el capítulo 8 en el que se revela, una vez más,
lo que hemos sostenido en ocasiones: cómo el Sistema está blindado de tal modo que impide que alguien quiera
coparlo desde adentro. “El Sistema lo tiene todo y nosotros algo más que
nada”[p.342].Y más adelante –citando una epístola recibida- : “El ambiente
actual de agnosicismo, hedonismo y pasatismo reinantes ha hecho que muchos
españoles equivocados hayan vuelto a votar el partido que representa estas
actitudes negativas. Los grandes ideales de España han sido otra vez
abandonados por la mayoría del pueblo, engañado por hábiles y desaforadas
propagandas[...].La persistencia en
intentos[electorales y partidistas] sin resultados alentadores, inevitablemente
provoca cansancio espiritual y físico primero, y abandonismo después. Ante lo dicho, según mi
criterio, no cabe más postura que la puramente testimonial”[p.354-355].
[12] Blas Piñar, Por España entera...etc.ob.cit.,p.29.
[13] Cfr. Blas Piñar, Mis mensajes políticos del 20-N, Madrid,
Fuerza Nueva, 2005.
[14] Ibidem,p. 58-59.
[16] Blas Piñar, Así sucedió, Madrid, Fuerza Nueva, 2004,p.95.
[17] Ibidem, p. 642-643.
[18] Para evitar la odiosidad del
autoreferencialismo, omitimos aquí la transcripción de las diversas
cartas,mails, escritos o discursos públicos, en los cuales Blas Piñar tuvo la
caridad propia de los hombres de su talla, de encomiar nuestra postura política
y de hacer expresas referencias a la plena hermandad y comunión de ideales que
nos unían en la lucha. Lo único que queremos significar con esta alusión es
cuán errado anda Hernández al sostener que nuestra tesis está en soledad y en
opugnación al tradicionalismo argentinista-nacionalista o a movimientos afines
como el que encabezara Blas Piñar.
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
tenéis razón vosotros. Aquí en España durante muchos años,la revista Fuerza Nueva,el MCE y la CTC han defendido la abstención la mayoría de las ocasiones.
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