Y finalmente, se cayó la
máscara.
Cayó cuando el telón todavía
estaba levantado. Es decir, cuando estaban registrando las cámaras. He ahí el
drama.
El mundo pudo ver con sus
propios ojos, que Dr. Jekyll y Mr. Hyde son el mismo sujeto, la misma persona.
El mismo.
Dos papas conviven en uno.
El sonriente Francisco, el
tierno Francisco, el humilde Francisco, perdió por un instante el efecto que la
pócima milagrosa le daba, y retornó al primitivo estado de Bergoglio, ese ser
grosero, violento, irascible e impiadoso.
Francisco venía sosteniendo la
compostura, el don de gentes, la simpatía.
Pero de pronto, por obra de un
pequeño, un ínfimo incidente imprevisto, apareció Bergoglio, el depredador que
no soporta contradicciones.
Como el hombre que pisó a la
niña en la nocturna calle londinense, según lo relatara Stevenson, este otro
golpeó a la mujer con violencia inusitada en la noche romana. Ambos se
sintieron amenazados, agredidos, estorbados, y actuaron con el mismo modus
operandi.
La biopic de netflix (o
netflit, pues es productora del género flit, es decir: venenoso, dejó pronto
paso a la historia fantástica que algún día algún atrevido osará filmar. La
extraña historia de los dos papas, en uno. Ya le regalo el título: “All about Jorge”.
Pero, un momento, ¿no somos
acaso todos nosotros dos hombres en uno, no convive con el hombre nuevo el
hombre viejo, según la enseñanza paulina?
En efecto, y ese hombre
agazapado en nosotros a veces puede surgir, pero convengamos que generalmente
los arrebatos o berrinches pertenecen al dominio de lo irracional infantil, o
al peligro próximo inmediato con que nos sentimos amenazados: un asaltante
violento que coloca una pistola en nuestro abdomen y nos maltrata de manera
atroz, o cosa semejante.
Nadie está exento de ninguna
bajeza, o, como decía San Agustín: «No hay pecado posible en un hombre con el
que yo no pueda mancharme» o la Imitación de Cristo: «Todos somos frágiles;
pero tú a nadie tengas por más frágil que tú.» [Libro I, c. 2]. Pero convengamos
que se espera que el Sumo Pontífice dé el ejemplo de ser dueño de sí mismo. Y
no se trata de “hacer leña del árbol caído”, sino de entender la carga
simbólica que esta escena penosa y grotesca, más propia de una película de
Fernandel o Pepe Arias, que de un Sumo Pontífice ante sus fieles, trae consigo.
Porque esto es el síntoma de una enfermedad, que sale a la luz.
Esto es un caso distinto: el
hombre que disfruta de bañarse entre las multitudes, que goza de ser
toqueteado, fotografiado, registrado, entrevistado, alabado y aplaudido, de
pronto, como si se tratase de un taxista cuyo auto fue encerrado por un
colectivero en una esquina porteña, o de un barrabrava herido en su orgullo
futbolístico por un clásico rival, súbitamente se encoleriza y “se le sale la
cadena” por un pequeño tironeo hecho por la mano de una pequeña mujer oriental.
¿Es para tanto? ¿O será que esa mano pequeña y femenina, había adquirido una
fuerza inusitada, tras haberse santiguado, haber rezado y haberse animado a
hacer un reclamo por todo un pueblo tiranizado? ¿Era la fuerza de todo un
pueblo mártir que estaba tironeando del devastador líder peronimodernista,
haciéndole perder el equilibrio? ¿A cuántos estaba representando ese simple
gesto de una mano urgida y unas palabras clamando al Vicario de Cristo por
quien seguramente habría estado ese pueblo rezando?
La mujer oriental, según se
ve, se salió del papel habitualmente esperado: a su alrededor no hay sino fans
de sonrisa bobalicona, que parece van a idolatrar al papa, como mañana pueden
hacerlo con el actor de cine, el futbolista o…la Pachamama. En cambio la mujer
china está y permanece seria, sin euforia ni ánimo festivo.
La insignificancia del
incidente junto con la desproporción de la reacción, ameritan una
interpretación no sólo del orden psicológico –que alguien hará seguramente-
sino simbólico-religioso.
Así es como de lo que acá se
está hablando no es de las imborrables miserias humanas que todo hijo de Adán y
Eva –salvando la Santísima Virgen Corredentora- porta en sí. Acá
de lo que se debe hacer mención es de la “acepción de personas” en cuanto al
celo o furor pontificio. Puesto que con los enemigos furibundos de la Iglesia,
con los deicidas, los herejes, los satanistas, los mundialistas masónicos y los
idólatras pachamámicos, Francisco es todo sonrisas, abrazos, besos y “cultura
del encuentro”. Con los fieles de a pie que se muestran “rígidos”, es decir,
respetuosos de la Tradición, afectos a la sana
doctrina, amantes de María y promotores de la recta moral, contra esos,
palabras áridas, gestos despóticos y golpes en las manos.
De lo que acá se trata es de
una imagen falsificada del cristianismo, que de pronto pierde su máscara y, por
una nimiedad increíble, muestra su verdadero y horrible rostro. Dr. Jekyll es
en verdad el disfraz de Mr. Hyde.
El que hasta ahora no lo había
visto, ahora no puede no verlo. Esa es la importancia que cobra esta pequeña
escena de teatro.
La película de netflit, con
esto, se viene abajo. Y el pontificado de Francisco se cae a pedazos.
De modo tal que una situación
que podría haberse tratado de un simple incidente, pasó a tomar cuerpo de
símbolo, pues se trata de desnudar toda una impostura, y no sólo de Francisco,
sino del modernismo que se ha aposentado en Roma desde el Vaticano II y busca
ahora llevar la herejía hasta sus últimas consecuencias.
Si queremos apartarnos de esta
falsificación presentada a nuestros ojos como si fuese verdaderamente católica,
veamos el modelo que nos es propuesto, así como lo contaba el Padre Ezcurra:
“De
qué manera en Cristo se juntan las virtudes aparentemente más opuestas. ¡Cómo
nos han querido falsificar a Cristo en esas imágenes que antes veíamos! ¡Cómo
nos han falsificado a ese cristo dulzón, a ese cristo sentimentalón, a ese
cristo barato! ¡A ese cristo difuminado, a ese cristo unisex!
Cristo
reúne al mismo tiempo la tremenda misericordia hacia aquellos que tienen
hambre, hacia el pecador arrepentido, hacia el publicano, hacia la prostituta,
el amor por los niños y al mismo tiempo las palabras más fuertes y más duras. El mismo Cristo que perdona a los
pecadores, que cura a los enfermos, que resucita al hijo de la viuda, que llora
sobre la tumba del amigo, es el Cristo que cuando PROFANAN LAS COSAS DEL PADRE
ES CAPAZ DE AGARRAR EL LÁTIGO Y SACAR A LATIGAZOS A LOS MERCADERES DEL TEMPLO.
Los mismos labios de Cristo que son capaces de decir "Dejad que los niños
vengan a mí" son capaces de decir, frente a la soberbia de los fariseos.
"sepulcros blanqueados", "raza de víboras”, "ay de vosotros
escribas y fariseos hipócritas".
(Tu
Reinarás, págs. 26-27)
Hoy que casi todos los
pastores están mudos, Dios se vale de los fieles de a pie para “hacer lío”, pero
del que hay que hacer, frente al atropello de los enemigos de Cristo: un joven
austríaco, una mujer china, armaron gran revuelo. También un obispo perseguido
y oculto, pero que habla con auténtico coraje, con claridad y sin eufemismos.
¡Ojalá los que se dicen tradicionalistas o conservadores hablaran de esa forma,
sin ningún compromiso!
La máscara cayó del todo, y
una simple mano bastó para desequilibrar al gran responsable de la catástrofe
actual en la Iglesia. Actitudes valientes que se repitan, que se animen, que
sin perder el sentido de pertenencia a la Iglesia, empujen la mentira fuera de
obra, animarán a más fieles, quizás a algún clérigo (aunque esto es más
difícil, lamentablemente), a seguir pugnando contra la falsedad y la impostura
de los ocupantes y asaltantes de la Iglesia, de los revolucionarios que por más
películas que hagan para exaltarse, por más medios que manejen para promoverse,
por más periodistas que compren para ocultarse, en algún momento inesperado,
muestran sus garras y sus colmillos, pero también sus pies de barro,
tambaleantes y frágiles.
La mentira siempre termina
saliendo a la luz. Y no hay fuerza como la fuerza de la verdad, no es necesaria
otra cosa para arrancar las máscaras todas, allí donde estén. Pero esa fuerza
se la da a quienes de verdad la aceptan y la proclaman entera, con prudencia
pero sin pusilanimidades. Los enemigos son vulnerables. Hay que tener gestos
audaces, decididos. Cada vez más fieles católicos comprenden lo que ocurre y
están dispuestos a defender a sus buenos pastores. En esa línea, allí es donde
hay que apuntar, a ese liderazgo a demandar a Dios y la Virgen mediante el
Rosario, a que surja un clero “no juramentado”, vigilante, combativo, esclarecido,
sin máscaras ni dobleces.
En definitiva: santo. Basta de
publicidad, de películas y de teatro. Llaneza y simplicidad, rectitud y cruz,
nos evitarán continuar esta mise-en-scène desquiciada, que termina en el abismo
de allá abajo.
Fray
Llaneza
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
https://www.youtube.com/watch?v=1lQAVjEnzdM
ResponderBorrarEl Nuevo Humanismo va en contra del Reinado de Cristo 🤔 Cardenal Burke
Conoce Ama Y Vive Tu Fe- Luis Roman.
una convertida del judaísmo que se hizo monja
se ve que tenía plata porque fundó su propia congregación...jaja
y como ella es la superiora puede denunciar a bergoglio sino olvidate jejeje
NInguno de los dos papa-
ResponderBorrarEl tirón del brazo que le dio la mujer china, quiso decir "salga de la pavada y compórtese como un verdadero Papa".
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