Hasta desde ROMA nos dan la razón
En la carta que Francisco le enviara
a Monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, al frente de la diócesis de Río
Gallegos, con motivo del V Centenario de la Primera Misa en la Argentina, le
dice expresamente: “El santo pueblo fiel de Dios, sabe siempre rebuscárselas
para estar cerca del Señor; que, inclusive en medio de las restricciones e
impedimentos, busca la manera de escabullirse para <tocar su manto>,
ofrecer su vida, poner en el altar sus historias para que Jesús las unja con la
gracia de su bendición”.
¿Qué estamos esperando para
“rebuscárnosla” e ir a los templos a pedir la restitución de la Santa Misa?
¿Qué estamos esperando para superar “las restricciones e impedimentos” de la
tiranía que nos gobierna, y estar dispuestos incluso, cada uno de nosotros, a
“ofrecer su vida”?
¿Es que acaso esos mismos templos,
cerrados para el Sacrificio Vivo y Santo (Rom. 12,1), se pueden abrir para
aplicar la vacuna contra la gripe? ¿Hay que obedecer a PAMI antes que a Dios?
¿Le tenemos más miedo a la muerte que a incumplir los deberes para con Nuestro Señor? ¿Los
obispos pueden abolir un precepto de la Iglesia, por supuestas razones
sanitarias, pero no pueden abolir la cobardía, la mirada rastrera, la conducta
servil?
Imitemos el ejemplo de la hemorroisa,
que nos trae el Evangelio (Mc.5, 21-43). Ella, se fue abriendo paso entre la
multitud, que era un verdadero escollo para su tránsito hacia Jesús y para su
proximidad con Él. Sin embargo, la Fe invicta le daba la certeza de que sólo
tocando su manto sanaría. La salud que buscaba no era sólo la de su cuerpo
sangrante sino la de su alma sedienta de sobrenaturalidad y de gracia.
No nos servirá de nada huír del Covid
19, manteniéndonos dócilmente encerradados en casa, como rehenes de un poder
despótico, al que no le importa nuestra sanación sino nuestro doblegamiento. No
nos servirá de nada darle supremacía a la añadidura; entre la cual, incluso,
está este pellejo mortal y pasajero.
Más beneficioso para el alma y para
el cuerpo será salir a la búsqueda del Señor que llega y que nos llama. Y
sortear todos los obstáculos que nos imponen, para rozar tan solo los flecos de
su túnica...
Salgamos a
buscar la indumentaria,
El ropaje
sagrado, arremetiendo;
las prendas
que nos vayan revistiendo
de firme
Tradición hereditaria.
Rescatemos la
nítida, la exacta
vestimenta
que Cristo nos legara,
y sepa el que
a cambiarla se animana:
la túnica
inconsútil sigue intacta.
Antonio Caponnetto
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
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