En estos días de frenético ir y venir de
e-mails y mensajes por what’sapp--- cuando no todo lo que se recibe es bueno,
por lo cual el mejor criterio para ser selectivo a fin de no perder el tiempo
con basura es tener presente la seriedad e inteligencia del remitente-- me
llegó un texto con firma de un tal Emilio Carrillo, que a continuación
reproduzco, no sin antes aclarar por qué.
El breve escrito de marras explana una
toma de posición frente a la “pandemia”. En su forma y en su contenido parece
inobjetable, en cuanto denota, prima
facie, racionalidad, moderación y equilibrio. Al terminar su lectura me
pregunté, ¿dónde, en la historia de la filosofía, más precisamente en la
filosofía de la Antigüedad clásica, podemos encontrar sus raíces?
En su texto titulado “Sencillos
compromisos conmigo mismo y la humanidad” dice Carrillo:
1. No uso mascarillas
cuando salgo a la calle porque facilita la reproducción de bacterias; y porque
respirar el aire que exhalo es malo y nocivo para nuestra salud. Sí lo hago
cuando entro en tiendas y otros recintos públicos cerrados, pues respeto el
temor de los demás o las normas que necesitan cumplir porque así se creen más
protegidos.
2. No uso guantes
porque, simplemente, debería cambiármelos cada vez que toque algo: de lo
contrario, es sólo contaminación cruzada con los mismos guantes.
3. Mantengo el
llamado "distanciamiento social" porque respeto el espacio personal
de los demás, pero no porque tenga miedo de mis vecinos y conciudadanos. De
hecho, con gusto abrazaría a alguien ahora mismo en público si fuera un
sentimiento mutuo.
4. Me lavo las manos
con agua y jabón porque es lo que siempre he hecho: es un hábito de higiene
elemental.
5. No me pondré la
vacuna contra el virus de la que tanto hablan porque no quiero aumentar mis
posibilidades de conseguir una enfermedad. Ya investigué y no soy
"antivacunas" (la verdad es que no soy "anti" nada), pero
no introduciré en mi cuerpo lo que quieran esas multinacionales farmacéuticas
que han hecho de la enfermedad, no de la salud, su negocio. Ni el gobierno, ni
la OMS, ni los "expertos", ni las corporaciones transnacionales
conseguirán que lo haga: todos han dados pruebas sobradas de no ser de fiar; y
no soy un pelele inconsciente al que puedan manipular; o con el que puedan
jugar y ensayar a su antojo.
6. No viviré con
miedo y no devaluaré la vida hasta convertirla en un acto de mera
supervivencia. Así que, en cada momento, haré lo que en consciencia considere y
lo que mi discernimiento me indique, sin alterarme por las mentiras y el pánico
que algunos alimentan para mantenernos a su merced.
7. Ni veo, ni escucho
ni leo las "noticias" de los medios de comunicación propiedad de las
grandes corporaciones financieras y empresariales. Sencillamente, porque sé que
nos engañan. E indago y busco responsablemente fuentes de información
acreditadas y no ajustadas a las "versiones oficiales", aunque lo
dificulte la creciente cesura en marcha. De este modo, configuro mi propia
visión y mis propios criterios, que comparto con los que hacen lo mismo desde
el respeto, la tolerancia y la construcción de puntos de encuentro.
8. He dejado de
contemplar el mundo y la sociedad desde la falsa dinámica de izquierdas y
derechas, diatribas partidarias y pugnas ideológicas. Sé que los que pretenden
dominarnos usan con profusión la dualidad y el "divide y vencerás".
No caeré en su trampa.
9. Hago mía la
compasión universal: hacia todos y hacia todo, también hacia la totalidad de
formas de vida que habitan este hermoso planeta, sin fronteras, ni banderas, ni
barreras de ningún tipo. Y practico y fomento en cada instante de mi existencia
estos cuatro grandes pilares de la re-evolución: vida sencilla, alegría de
vivir, armonía interior y exterior y una inmensa ternura.
Detrás de Carrillo podemos descubrir a Epicuro
de Samos (341-270 a.J.C.). Contrario a “los estoicos, platónicos y
peripatéticos”, Epicuro se acercó en cambio a los “cirenaicos” partiendo de una
doble necesidad: eliminar el temor a los dioses y desprenderse del temor a la
muerte. Epicuro no profesaba un ateísmo teórico—aunque sí práctico-- pero creía
que los dioses eran indiferentes a los destinos humanos, pues, en su perfección
se hallan más allá del alcance del hombre—tal como piensan nuestros masones
deístas de hoy día—y, en cuanto a la muerte, Epicuro recurría a una fórmula
concisa y fuerte que se resume así: mientras
nosotros somos, la muerte no es y en cuanto es, ya no somos. Así su ideal ético será el hedonismo
cirenaico (virtud será la facultad de gozar, la sabiduría consiste en procurarse
placer, aunque la fugacidad del placer obligue a la repetición en una búsqueda
incesante y angustiante que, en algunos casos, lleva al suicidio. Por lo cual,
el sabio cirenaico buscará la indiferencia al igual que los cínicos, quienes,
finalmente, optaron por el abandono del principio hedonístico, sin dejar de desentenderse
de toda preocupación social y política, salvo para poner el mundo a su
servicio). Epicuro—mecanicista y materialista en la línea del atomismo de
Leucipo y Demócrito—buscará la autarquía y la ataraxia estableciendo una
jerarquía de placeres y anteponiendo el espiritual al sensible, el sereno al
violento. Se anticipará así al utilitarismo inglés para fundar una ética basada
en el egoísmo. La meta última será el placer reposado, la serenidad, que se
consigue mediante la posesión ordenada de los afectos, la salud del cuerpo y el
ejercicio de la mente por medio de la filosofía que lleva a la vida dichosa. Si
la virtud y la belleza no producen placer y satisfacción deben ser eliminadas.
Extrapolando sus principios a la sociedad, la justicia y el derecho-- que no
hallan fundamento en la naturaleza de las cosas-- la pura convención y la
utilidad vertebrarán el Estado, frente a lo cual el sabio epicúreo acatará la
ley externamente y practicará el abstencionismo político y social en la vida
apartada lejos del “mundanal ruido”. (¿Hasta que lo vengan a buscar, quizá,
preguntamos?). Esto es lo que intuimos en la serena, moderada y tolerante propuesta
de Carrillo: una total ausencia de compromiso político y social para edificar un
orden conforme a la realidad de las cosas o el Logos intrínseco a la Creación.
Egoísmo individualista que bloquea toda capacidad para jugarse por la Verdad,
el Bien y la Belleza. Es decir, una
filosofía propia de las épocas de gran decadencia y desconcierto espiritual: en
el caso de Epicuro, el período helenístico en que desapareció la polis griega
como horizonte vital del hombre, y en el nuestro, período de guerra cultural en
que se juega el destino de la familia, la patria, la religión y la misma
naturaleza humana a manos del Nuevo Orden Mundial totalitario judeo-masónico en
desarrollo.
Obras consultadas:
Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía. Vol. 2.
Alianza Editorial. Madrid. 1979
Truyol y Serra, Antonio.Historia de la Filosofía delDerecho y
del Estado. Alianza Editorial. Madrid.1978
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Pero te van a obligar a ponerte vacunas sino no vas a poder hacer ni los más mínimos trámites, en que país viven si ya con Macri el año pasado se promulgó la ley de vacunación obligatoria para renovar dni carnet de conducir y pasaporte.... no entiendo en que mundo viven. A menos que nos unamos para pedir la derogación de esa ley nos van a pasar por encima como topadora... es asi reaccionen por favor.
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