“Atrapados sin salida” y la canalla gobernante - Luis Alvarez Primo

    

    En estos días de sin razón, de hipocresía y de sepulcros blanqueados, fácilmente vuelve a nuestra memoria aquella gran película de Milos Forman, “Atrapados sin salida” (One flew over the cuckoo’s nest, 1975), protagonizada por Jack Nicholson.

    Como se recordará, la historia transcurre en un hospital psiquiátrico cuyo pabellón de internados está dirigido y administrado por la fría, calculadora, cruel, manipuladora y tiránica enfermera, Miss Ratched. En ausencia del amor, del respeto a la identidad y dignidad personales, el orden hospitalario impuesto, cuyo sentido y fin es la cura y la sanación, se ha convertido en manos de la tiránica Ratched, en un campo de concentración en el que se humilla, se reduce y, en definitiva, se aliena aún más y se destruye por completo al ser humano.

   La analogía con la situación de confinamiento impuesta a los argentinos con la excusa injustificada e injustificable de la seudo pandemia de Coronavirus salta a la vista. En lugar de la cruel enfermera, nosotros tenemos un monstruo megalómano de tres cabezas: Alberto Fernández (el oportunista de la voz de cuesco), Axel Kiciloff (el comisario judío bolchevique de la usura) y Rodriguez Larreta (el guasón listo para todo servicio vil). Tres canallas (¿o habría que llamarlos granujas?), apalancados por el húngaro de origen judío George Soros para someter, reducir, humillar y alienar y saquear a los argentinos. Tres payasos envilecidos de cipayismo para entregar el país y quebrar el lomo del pueblo de la nación.

    Lo dijimos fundadamente desde el principio: el COVID-19 no es una pandemia sustancialmente distinta de otras, y lo que está en juego no es nuestra salud a causa del virus sino nuestra libertad a causa de los demagogos que gobiernan la perversión democrática judeo-masónica  de la “nueva normalidad” totalitaria impuesta, cuyo símbolo, tal como el Dr Anthony Fauci, burócrata y  mercader de la epidemiología estadounidense y socio de Bill Gates, ha reconocido descaradamente, es el absurdo y ridículo barbijo. Sí, repitámoslo: el barbijo es el símbolo del nuevo totalitarismo democrático, al que mejor deberíamos llamar bozal o mordaza. Mientras los argentinos no nos decidamos a quemarlo en una plaza pública o a dejar de usarlo colectivamente, estaremos condenados a la esclavitud estatal venidera.

   Cuando en “Atrapados sin salida”, R.P McMurphy (Jack Nicholson), el simpático y desahogado irlandés busca la saludable normalidad de poder ver por televisión una competencia mundial del deporte nacional estadounidense, no logra en un primer intento los votos necesarios de sus compañeros de pabellón, amedrentados por la temible mirada de Miss Ratchet.

   ¿Sucederá así en la Argentina en las próximas elecciones legislativas? Seguramente el voto de los sufragantes apoyará de nuevo a los granujas de la partidocracia que hoy los ha reducido, arrebañado y envilecido. Muchos miran para otro lado (¡el deporte nacional, en la Argentina, es “hacerse el boludo”!). Sobre todo, los que viven de las dádivas del estado, desde los ñoquis a los empresarios pasando por los privilegiados de la corporación política y la burocracia estatal (lo cual, en el socialismo argentino en curso, tampoco es privativo de una clase social ni de una profesión en particular). Veremos qué pasa cuando ese caldo mistongo de la democracia arrebañada empiece a arder. ¿Sucederá como a la rana del cuento? ¿O antes se ejecutará una   lobotomía colectiva?

Luis Alvarez Primo

Nacionalismo Católico San Juan Bautista