Iniciamos esta nota señalando al amigo
lector que en ella vamos a tratar un tema de vital importancia para el
desarrollo del entonces inminente choque entre la Alemania antimarxista y
Nacional Socialista con el Estado esclavista del Marxi Lenino Stalinismo.
El asunto trascendental a que hacemos
referencia fue, lo que la historia europea que busca Verdad conoce como, “el
vuelo de Rudolf Hees, la última llamada
a Inglaterra”. El Jerarca del Gobierno
del Reich a que hacemos referencia, salió
secretamente de Alemania (Augsburgo) y sin
compañía de ningún tipo, voló en un
bimotor Messerchmidt Bf 110, el 11 de
mayo de 1941, rumbo a Escocia donde esperaba negociar, con el Duque de
Hamilton, la paz con el Reino Unido. El cometido, seguramente conocido por
Hitler, era la consecuencia de la política exterior del régimen alemán. Ella,
estuvo caracterizada, por un constante y
sincero intento de llegar a acuerdos de
paz con el gobierno de Londres. El cometido de Hess también fracasó porque las generosas propuestas germanas
fueron enviadas a Roosevelt. La
respuesta del Fariseo, estuvo de acuerdo con lo ya decidido por Churchill:
negativa total. Londres y Washington se negaban a una alianza con Alemania para
frenar a la Unión Soviética e hicieron
todos los esfuerzos imaginables para prevenir al bestial régimen bolchevique
que Alemania Nacional Socialista tenía intenciones de atacarlo. Rudolf Hess
entonces comenzó su larguísima Vía Crucis, castigándosele de mil maneras. Y decimos
castigándosele, pero debimos escribir, torturándolo porque TODA SU VIDA
POSTERIOR FUERON 47 AÑOS DE ENCIERRO
en infames calabozos (recordemos en
prisión desde 1941) muriendo, el 17 de
agosto de 1987, estrangulado, en la cárcel de Spandau cuando tenía 92 años. Alli
estuvo decenas de años con vida física
pero, en el mismo AVERNO. Ni que decir
que era “custodiado” por los defensores de los DDHH, los aliados franco americanos,
ingleses y soviéticos, que lo acusaron de “crímenes” de guerra. Por el momento
veamos los planteos alemanes cuando, en1940 finalizaba la campaña de Francia.
El 23 de mayo de 1940 la batalla de Flandes terminaba con el envolvimiento de
cientos de miles de soldados franco ingleses y belgas frente a Dunkerque. El imponente éxito
militar germano, se había conseguido cuando dos grandes brazos de blindados
panzers e infantería con alto entrenamiento y equipo, conducidos por los mariscales Von Bock y Von
Rundstedt, convergieron y rodearon, sin posibilidad de salida a las tropas aliadas. El ataque final comenzaba
cuando se produjo lo que, historiadores militares, llaman el “milagro de
Dunkerque”. Este acontecimiento fue atentamente seguido por Sir Lidell Hart en
su libro “Los generales alemanes hablan” del cual extraemos el siguiente
párrafo: “El general Siewert, ayudante de Brauchitsh, asegura que personalmente
Hitler ordenó el ALTO, pese a la oposición de Halder y Brauchitsch”. Pero hubo más testigos que confirmaban la necesidad
del vuelo del Rudolf Hess. El general Blumentritt, jefe del Estado mayor de
Rundstedt, refirió a Lidell Hart lo que éste también relata en su obra. Leámosle.
“La orden de Hitler tenía origen político. Al visitar el Cuartel General
de Charleville, Hitler se encontraba de muy buen humor…Opinó que la guerra
terminaría en seis semanas. Después de
haber deseado llegar a una paz honorable con Francia, el camino estaría libre para
llegar a un acuerdo con Gran Bretaña. Luego nos sorprendió- sigue diciendo el general Blumentritt - al
expresarse con admiración del Imperio Británico, de la necesidad de su existencia
y de la civilización que la Gran Bretaña había introducido en el mundo… Comparó el
Imperio Británico con la Iglesia Católica diciendo que ambos eran elementos
esenciales para la estabilidad del
mundo. Dijo que todo lo que quería de Inglaterra era que reconociera la posición de Alemania
en el Continente… y que, hasta apoyaría a la Gran Bretaña si ésta se viera
envuelta en dificultades. Concluyó que
sus miras eran, las de hacer la paz con gran Bretaña, sobre una base que ella
considerara aceptable y compatible con su honor”. “Su indiferencia hacia la
posibilidad de invadir Inglaterra-añade el mismo General alemán-comprobaba lo
anterior. Blumentritt dedujo que no
quería enardecer más al pueblo británico”. Churchill en el tomo de sus “Memorias” nos confiesa:
“El 12 de mayo de 1941 el Duque de Hamilton me buscó urgentemente para decirme que
Rudolf Hess había llegado a Escocia”. Rudolf Hess era un alto Jerarca del
Partido NSADP, miembro del Gabinete y del Consejo del Reich. Conocía, y era
capaz de entender los pensamientos íntimos del Fuhrer, tales como su odio a la
Unión Soviética…”. El examen de los papeles personales de Hess da a entender que
su pensamiento clave, era que, gracias a sus contactos personales con sus
amigos ingleses, a los cuales conocía de antes, lograría crear un entendimiento
entre Alemania e Inglaterra. Pero...¿Hacia
quien volverse? Veamos lo que informa el ex diplomático Peter Kleist: “Ahí
estaba el Duque de Hamilton político de gran influencia en el Anglo German
Fellowship…”. “Con la mayor discreción por ambas partes se entablaron
negociaciones en las cuales se acordó finalmente, aceptando la proposición de
Hitler, recibir en Inglaterra a un representante del Reich que, gracias a su
elevada posición en el régimen, ofreciera todas las garantías de un
Plenipotenciario”. Hess era el hombre ideal, no sólo por su amistad con el Führer,
sino por su educación y admiración por Inglaterra. “Con ello se eliminaría toda
posible duda sobre la seriedad de la empresa” (Peter Kleist en “Tú también Mr.
Churchill estabas allí…entre los criminales” Editorial AHR Barcelona).
Pero dejemos de lado la digresión y volvamos
a los reiterados ofrecimientos de paz con Gran Bretaña, He aquí
algunos ejemplos más. A 22 días del armisticio con Francia, el 14
de julio de 1940, Hitler decía al corresponsal norteamericano Wiegand lo
siguiente: “Nunca fue mi intención ni mi
objetivo, destruir al Imperio Británico. Al contrario, antes de comenzar la
guerra les presenté planes al gobierno inglés. Mis proposiciones fueron
rechazadas con desdén. El 19 de ese mismo mes de julio, desde la Tribuna del
Reichtag decía el Führer: “Aún hoy todavía lamento que, a pesar de todos mis
esfuerzos no haya podido llegar a aquella amistad con Inglaterra que, como
creo, hubiera sido una bendición para los dos pueblos. No tuve buen éxito a
pesar de todos mis esfuerzos honrados. En esta hora considero mi deber ante mi propia
conciencia, apelar una vez más a la razón y al sentido común, lo mismo en Gran
Bretaña que en otras partes (Estados Unidos) Me considero en situación de dirigir este
llamamiento, ya que no soy un vencido que solicita favores, sino un vencedor
que habla en nombre de la razón. No veo motivos para que esta guerra tenga que
continuar…”. Según nos dice el
historiador inglés F.H. Hinsley en esos días se estaban realizando gestiones
diplomáticas por conducto de Suecia y de la Santa Sede Vaticana. El llamado a
la paz, corrió la misma suerte, que, como vimos, tuvo un año después, la misión
de Hess. “La prensa libre” que seguía los dictados del oro de las oligarquías
ridiculizó con sus disciplinadas campañas la posición de Alemania. Todo intento de paz, era presentado como una forma
de hacer de Inglaterra una vencida. El “Times”
ejemplo de rotativas judeo masónicas,
estallaban con grandes titulares a 8 columnas. Leamos uno: “El Pueblo británico
declaró la guerra a Alemania y la continuará”. Mientras tanto las oligarquías
belicistas de Washington y Londres
callaban ante las agresiones de la URSS. Alemania era, como en otros siglos, el
bastión que decía NO a la barbarie del Este. Su decisión estaba
forjada en directivas tan claras que
llevaban el nombre de “Plan Barbarroja”
en memoria de Federico I de Hohestaufen
quien, en el siglo XII pereció al frente de una Cruzada Cristiana.
Ahora,
al cerrar esta nota, debemos expresar en
voz muy alta: Roosevelt y Churchill eran cómplices de
Stalin cuando el déspota comenzaba a moverse para cumplir el diabólico sueño de
Marx, Lenin y Bronstein “alias” Trotzki.
El tentáculo de la bestia comenzó por
Finlandia cuando, el 30 de noviembre de 1939, la atacó para arrebatarle zonas estratégicas. La
tragedia sucedía cuando el ejército alemán combatía en el Oeste
contra Francia e Inglaterra. Ni Churchill ni Roosevelt hicieron la menor
recriminación. Tampoco se les movieron las cejas cuando el Ejército Rojo ocupó
y anexó: Georgia, Armenia, Kazakstán, Turkmenia, Tardjikia y Usbakistán. En
junio de 1940, cuando la Wermacht
luchaba en Flandes, los amorales de Moscú aprovecharon la oportunidad para
invadir tres pequeños países cristianos. Éstos eran: Estonia, Letonia y
Lituania que fueron inmediatamente sometidos al terror comunista, con la receta
de lo que los bolcheviques llamaban “Ingeniería social”. Su aplicación consistía, en la aniquilación física, de los pequeños y
grandes propietarios. La misma suerte, corrían los que la doctrina marxista
llama “alienados por la creencia en “un ser superior
inexistente”. La misma situación se convirtió
en ríos de sangre, cuando la ocupación de una parte de Polonia. En la
zona de Katin, fueron fusilados 12 mil de Oficiales del Ejército Polaco “porque,
según Stalin, pertenecían a una clase social imposible de asimilar” por el sistema “progresista y socialista”. El bestial crimen fue descubierto por las tropas
de la Wermacht cuando las primeras etapas de la “Operación Barbarroja”. El
mundo la conoció la masacre por las emisoras de Berlín. Por el mismo medio el
Reich convocó a científicos para estudiar los restos humanos que estaban encontrando
los guerreros del Eje. Pero aquí llegamos al escarnio de la Verdad con la
“justicia” de los vencedores. Lo
expresamos así, porque la espantosa
acción fue adjudicada, por el “Tribunal”
de Nuremberg con “jueces” soviéticos, a las fuerzas del Reich. El crimen soviético fue incorporado al fallo
y dispuesto como punto importante para enviar a la horca a los “juzgados” jerarcas alemanes. Hoy la Rusia Post
Soviética, ha reconocido que todo, fue llevado adelante por orden del camarada
Stalin. Nada de lo relatado era nuevo en la URRSS. En 1931, Stalin eliminó a
diez millones de Kulaks (campesinos) por el delito que habían podido ahorrar
algunos kopeks lo que, para Stalin significaba un riesgo de reverdecimiento
capitalista. Pero aún no hemos terminado, porque conservamos una perla roja por presentar. Aquí está. El 18 de noviembre de 1940 visitó Berlín Vladimir Molotoff, Comisario
de Relaciones Exteriores de Stalin. El comunista, se hacía presente, en la capital de Alemania para solicitar la
neutralidad de Hitler, porque en los meses siguientes, la
Unión Soviética se proponía incorporar, la región de la Besarabia, rica
en petróleo, que pertenecía al entonces Reino de Rumania. La negativa tajante
del Führer, mostró al camarada Molotoff
que, nada se podía hacer. La guerra con el Reich era inevitable. Los
bolcheviques también comprobaban el acierto de lo anunciado por sus cómplices, los
belicistas del demo-liberalismo en maridaje con el imperialismo del dinero. La
Internacional “progresista” pudo respirar tranquila porque se le daba la
seguridad, que no iba a estar sola, en la guerra contra su enemiga la Civilización
Cristiana, Griega, Romana y Germánica.
Falta algo por decir. Proseguiremos,
Dios mediante, en cercana nota.
Luis
Alfredo Andregnette Capurro
Desde
el Real de la Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de
San
Felipe y Santiago de Montevideo.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista
PARA CUANDO EL AUDIO...
ResponderBorrarOtro excelente articulo del historiador revisionista uruguayo
ResponderBorrarLuis Alfredo Andregnette Capurro
muy buen articulo
ResponderBorrar