En pasadas
semanas nos asomamos a la situación militar y política que se planteó, en el
mar Mediterráneo, desde el 8 de noviembre de 1942 en adelante. En el capítulo, de
siete días atrás, presentamos a los camaradas lectores, los preparatorios de la
nefasta invasión demo bolchevique a Italia. La horda sedienta de sangre y capitaneada
por Ike Eisenhower sabía que contaba con una conspiración integrada por
abyectas figuras de traidores que, por medrar eran capaces de vender sus
hermanos al enemigo.
Estas afirmaciones
como todo asunto histórico veraz deben ser confirmadas por documentos. Para
ello, tenemos sobre nuestra mesa de trabajo tres valiosos volúmenes. El primero
de ellos fue titulado por su autor, el Duce Benito Mussolini, “Historia de un Año”.
Hoy, los ejemplares de las primeras ediciones, de este trabajo están desaparecidos,
porque sus tirajes de época fueron destruidos por los vencedores y el lumpen comunista
traidor. Los otros dos, nos ilustran con el relato autobiográfico del Coronel
Ingeniero Standartenfuhrer SS Otto Skorzeny, el brillante Oficial, que cumplió
en forma sobresaliente lo encomendado por el Fuhrer: liberar a Mussolini cuando
la traición lo había secuestrado.
Los títulos
de sus obras son: “Vive Peligrosamente” y “Luchamos y Perdimos”. En sus páginas
se encuentran el valor y el sacrificio al servicio de una gran causa. Por ello,
sostenemos con firmeza, que ambos deberían ser de lectura obligatoria en los
institutos castrenses serios, que buscan una formación completa para los
jóvenes aspirantes.
Ahora creemos
necesario, convocar a todos los camaradas hombres y mujeres, para que, con el
milagro de la evocación, estar presentes en la Italia de aquel año 1943. Éste,
trajo los momentos trágicos cuando la traición
de la Casa Real y la camándula de lívidos traidores, que avergonzaría para
los siglos a una Nación que Mussolini,
el último César, había elevado a posiciones de dignidad, solo alcanzados cuando
Roma Imperial, llevando la Paz y el Derecho, “preparaba con el gladio la cuna
de Cristo” al decir de Hilaire Belloc. Con inmensa tristeza como católicos
romanos, decimos junto a Gaio Gradénigo, que el Vaticano fue uno de los puntos
claves del espionaje de aquellos días. El Estado Pontificio, que el Duce había establecido,
en los Acuerdos de Letrán en Febrero de 1929, “mantenía, a pesar de la guerra,
el cuerpo diplomático acreditado sin exclusiones”. Allí se encontraban,
representantes de Gran Bretaña y hasta de los EEUU. Estas delegaciones “eran el
centro del espionaje enemigo en Italia”. Se afirma, nos dice el historiador
Gradenigo, “que la Radio Vaticana trasmitía en clave todos los días las
noticias y los informes militares más importantes para los angloamericanos”.
El Conde
Galeazzo Ciano, yerno del Duce, y conspirador contra el Fascismo, amén de ser,
por entonces, Embajador de Italia ante la Santa Sede, se sirvió ampliamente de
todos ellos, para sus fines de hipócrita estilo Marco Brutus. El amoral, que no
respetaba la Patria y, por lo tanto, menos al abuelo de sus hijos, recibió con
alegría los ataques a Pantelaría. Era
ésta (y lo es hoy) una pequeña isla en el sur y frente a Sicilia, que había
sido preparada por el Duce, con un sistema de defensas que consistían en
subterráneos abiertos en la piedra donde las armas de todo tipo la convertían
en invulnerable posición.
“En los
primeros días de junio, (1943) escribe el Duce, en “Historia de un Año”, los
ataques aéreos aumentaron en densidad, se hicieron continuos, día y noche, en
simultánea con bombardeos navales. Los partes de hora en hora anunciaban que la
guarnición, reaccionando con imperturbable valor ante el accionar aéreo del
enemigo, derribaban, decenas de aparatos enemigos. “El parte 1.110 que se
refería a la actividad del 8 de junio, llamaba especialmente la atención de los
italianos.
Continúa
Mussolini, reavivando sus sentimientos ante la noticia de que la guarnición de
Pantelaria, durante el día de ayer y hoy, sufrió un ininterrumpido ataque aéreo,
no dio respuesta a la propuesta de rendición formulada por el enemigo”. El
mundo estaba admirado de la resistencia italiana. Mussolini, escribe al
respecto, que un periódico sueco señalaba que los soldados italianos sorprenden
al mundo”. Pero sobrevino la traidora defección del miserable histrión
almirante Pavesi.
He aquí el
relato del Capo di Governo en sus aspectos esenciales. El elogio dirigido desde
Roma al jefe de la base se cruzó, con otro telegrama del mismo Comandante
Pavesi en el que, afirmaba la imposibilidad de continuar la resistencia a causa
principalmente de la falta de agua. Pero sigamos leyendo al Duce. Pavesi
dirigió un telegrama a Mussolini en el pintaba la situación como absolutamente
insostenible…. Una gran bandera blanca fue desplegada en el puerto, las otras sobre
algunos edificios de la isla y el fuego cesó. Tranquilamente desembarcaron los
ingleses. Algunos soldados –continúa Mussoilini- no podían creer lo que veían,
hicieron disparos de fusil. Nada más. El desembarco en Pantelaria -según un
documento inglés hubiera sido imposible con cualquier otra guarnición- costó a
Inglaterra, dos heridos leves. ¿A Italia cuánto le costó la defensa de la
primera isla de su territorio...?” Así contesta el propio Duce: “la población y
las tropas aferradas a la protección de los refugios subterráneos solamente
habían sufrido pérdidas insignificantes. La guarnición entera casi intacta,
compuesta de 2000 hombres fue capturada. Semanas más tarde, un cuidadoso
informe del almirante Gachino daba cuenta que el total de pérdidas sufridas por
la guarnición durante un mes de bombardeos se reducía a 35 muertos. Los
refugios e instalaciones subterráneas cavados en la roca habían anulado los
efectos de las bombas enemigas. Las 2000 toneladas de bombas fueron arrojadas
sobre las rocas…”
Como un balde
de agua fría cayó sobre el espíritu italiano. Leemos en “Historia de un Año”, el
parte 1113 en el que se daba cuenta de la caída de la isla. Se añadía un comentario
de las circunstancias que, pasando de Pantelaria a Lampedusa, exaltaba a la
pequeña y heroica guarnición que resistía con heroica firmeza…” “El almirante Pavesi
había mentido; hoy se puede decir: había traicionado (subrayado
nuestro). Ni siquiera –señala el Duce– fueron volados los hangares subterráneos
y se dejó casi intacto el campo de aviación. Con inmenso dolor e indignación Mussolini
dice a continuación lo que nosotros trasmitimos con letras en subrayado
especial: “Lastima que el pelotón de ejecución no haya alcanzado al primero
de los almirantes traidores. Al que pocos meses después había de consumar su
traición en la forma más viturperable: entregando al enemigo la flota entera”.
Tamaña y
repugnante traición solo puede explicarse por obediencia con la jefatura de la secta
masónica residente en la Corona Británica. Ella se posaba, por esos días en la
cabeza, del tartamudo Jorge VI. El oprobio, fue tan grande que ni el “rio de
las sombras” de los días actuales lo ha podido hacer desaparecer. “La Flota
entera”, realización del Grande Hombre traicionado, marchando a toda máquina hacia
la isla de Malta, con las banderas a media asta, a las órdenes, de los “almirantes”
Maugeri y Olivia, para rendirse, con repugnante ignominia, al Almirantazgo
inglés. Bajeza tal no habían conocidos los siglos. “Con la caída de Pantelaria,
se alzaba el telón y daba comienzo el drama de Sicilia”. La lucha fue
encarnizada pero también en Augusta aguardaba un Iscariote.
El Gral. Fascista
Francisci reunió todos los elementos disponibles de las Milicias Camisas Negras
“23 de Marzo” junto a los germanos de la División “Herman Goering”. Con ellas, encabezó
un contraataque exitoso contra la plaza principal del desembarco en Gela
obligando a replegarse a los yanquis. Intervino entonces la aviación
norteamericana que ametralló a los ítalos germanos a baja altura. En esas horas
cayó mortalmente herido el heroico general Francisci.
Era el
momento decisivo para que las fuerzas de la reserva intervinieran con el fin de
defender la costa oriental. Estas tropas, no solamente no se movieron, sino que
el viperino almirante Lonardi, que comandaba Augusta, se rindió sin disparar un
solo tiro.
Veamos lo que
al respecto nos informa el Duce, en la citada. “Historia de un Año”. Entre
tanto se preparaba la línea del Tirreno para la protección de Mesina y el
Estrecho comenzaron a circular versiones concretas de traición. El Coronel alemán
Schmaltz, jefe de una brigada, elevó al Mando Supremo alemán un informe
telegráfico, el cual el General Rintelen entregó al Duce (no olvidemos que en
estas notas de sus memorias, Mussolini, escribía en tercera persona, una copia
en la tarde del 12 de julio de 1943. Este documento descorre el velo del
misterio de Augusta: “Hasta la fecha ningún ataque enemigo ha sido realizado
contra Augusta. Los ingleses no la han ocupado nunca. A pesar de ello, la
guarnición italiana ha volado cañones y municiones e incendiado un gran
depósito de carburantes,. Las unidades de artillería antiaéreas situadas en
Augusta y Priolo han arrojado al mar las municiones y luego han inutilizado los
cañones.” “El 11 por la tarde, ningún Oficial
italiano se encontraba en la zona de la brigada Schmaltz. Muchos Oficiales
habían abandonado por la mañana a sus tropas y se habían trasladado en
automóviles a Catania y aún más hacia la retaguardia. Multitud de soldados aislados
o en grupos vagaban por el campo… algunos se han despojado de sus uniformes y visten
de paisano…” “Durante estos días –leemos al Duce – comenzaban a llegar a Roma
noticias de testigos oculares de los acontecimientos. He aquí algunos párrafos
sacados de una relación escrita por un alto funcionario de Ministerio de Cultura
que permaneció con una misión en Sicilia desde finales de junio al 15 de julio…
Así dice: “Respecto a la situación de ánimo provocada por los bombardeos… era
más bien de resignación en lo que se refería al peso de la constante acción
aérea enemiga, con estallidos de odio y rebeldía contra la barbarie
norteamericana, y una cierta confianza respecto al resultado de la guerra. Todo
siciliano tenía la certeza que, cualquier tentativa de invasión enemiga sería
truncada en poco tiempo y que toda Italia, se uniría en la ayuda a Sicilia en
el deseo de aplastar la ofensiva contra el suelo de la Patria. La noticia de la
invasión se supo en Palermo en las primeras horas de la mañana”. “Puedo decir, con
plena conciencia, que, en general la población dio muestras de tranquilidad y
de una fe absoluta en que el intento seria rechazado”. Pero como hemos visto,
al dar cuenta de lo sucedido con la Oficialidad y los traidores de Augusta, Sicilia
comenzó a disfrutar de la “liberación” porque, con los defensores de los
humanos derechos, volvía la Maffia que caracterizara a la histórica isla desde
el siglo XIV.
La necesidad
de enfrentar el flagelo secular en 1927 hizo que Mussolini buscara a alguien excepcional
para lograr el éxito que había sido esquivo durante siglos. Lo encontró, en el
Prefecto Mori, quien condujo la campaña con un éxito completo: Viterbo se recuerda
hoy, como ayer y siempre porque allí, fueron a comparecer cientos de jefes
mafiosos. La estampida fue fantástica. La mafia pagó sus crímenes y horrores
con los capturados. Los que pudieron huir, fueron a instalarse en las ciudades
norteamericanas como Nueva York, Chicago, Filadelfia y Boston principalmente. Los
personajes, como Al Capone, Lucky Luciano, y Sindonna se injertaron
primeramente en el bajo fondo yanqui, donde traficaron con la prostitución, el
juego clandestino, las drogas, los alcoholes (durante la ley Seca). Mas adelante,
otros negocios turbios a los que se agregaron lazos con los partidos políticos y
sindicatos. Todo fue un mundo de dinero hirviente de oro y poder. A esa gentuza
amoral, los demócratas masones y bolcheviques, buscaron y llevaron a la invadida
Sicilia. Esa carne de presidio, guió a los “libertadores”, siendo designados
por el Comando Norteamericano en la administración del ocupante.
El citado
historiador Gradenigo, en su interesante biografía de Mussolini, nos expresa
algo que por su interés transcribiremos textualmente: “Un sello que se ha
perpetrado hasta nuestros días, pues la mafia así solicitada y protegida por el
artículo16 del tratado de paz es aquella que hoy se ha infiltrado en toda la
política y los negocios italianos, los visibles y sobre todo los menos visibles,
pero que asoman de continuo en los escándalos que estallan en la península”. La
aseveración nos vuelve a la memoria el momento, cuando promediando la década de
1980, estalló la oculta corrupción generalizada que el mundo conoció con el nombre
de “manni pulite”. Ella fue, de tales dimensiones que puso en descubierto la
formidable gangrena democrática mostrando que la “clase dirigente” se repartía
la “Res” Publica en forma tal que llegaba a las tumbas de los cementerios.
Amoralidad democrática mafiosa sin par.
Pero retomemos
nuestro tema que tiene como escenario el año trágico de 1943. Tiempos de
traición a cara descubierta contra el César reanimador de las aspiraciones de
la Estirpe Itálica. El Conductor Mussolini, con cuya presencia su pueblo salió
de su ausencia histórica con voluntad de un Imperio de Paz, tal como él mismo lo
expresara en la histórica jornada del 9 de mayo de 1936.
Al convertirse
en hombre de gobierno, el discípulo de Wilfredo Paretto supo conservar un plan
de filosofía y una visión integral de los problemas. A la lucha de clases supo
oponer la armonía social. Atemperó las fuerzas del hiper capitalismo. En el
aspecto de la legislación positiva, no exageraba quien señaló, que la creación
de los códigos mussolinianos constituyó una obra a la altura de la legislación
napoleónica, expresión de la época “Corporativista” con la comunidad de
intereses de patrones y operarios como productores llevan para siempre el
espíritu del Duce y la visión total del Derecho Romano.
“La crisis
militar –escribe el Duce- no podía por menos de llevar consigo una crisis
política que arremetía en el Jefe y el sistema. La Historia –sobre todo la
moderna- ha demostrado que un régimen no cae nunca por razones de carácter interno.
Cuestiones morales, inquietudes económicas, luchas de partidos, jamás ponen en juego
la existencia de un régimen”. “Son problemas que jamás alcanzan a todo el pueblo,
sino a limitados sectores del mismo, un régimen cualquiera que sea, cae sólo
por el peso de una derrota. El Imperio de Napoleón III se derrumba después de
Sedán; el de los Habsburgo, de los Hohenzollern, de los Romanoff, después de la
derrota de la guerra del 14; la Tercera República Francesa cae en 1940 después
del armisticio Petain. De aquí se deduce que la monarquía italiana y sus
cómplices más que un programa: alcanzar mediante la derrota el derrumbamiento del
Fascismo”.
“El Rey
Víctor Manuel III en el centro de la maniobra, porque tenía motivos para pensar
que, la victoria obtenida o conquistada por el fascismo le habría empequeñecido
aún más. Hacía 20 años que aguardaba la ocasión propicia. Esperaba que se
produjera aquel estado de ánimo, aquella emoción popular, capaz de ser desatada
con un gesto”. Hasta aquí el Duce.
Nosotros, en
próximas entregas observaremos el centro de la traición y, Dios mediante, el accionar
de la gran Alemania aliada.
Luis
Alfredo Andregnette Capurro
Desde
el Real la Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de
Montevideo
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista
Muy buen articulo
ResponderBorrarSUBAN UN AUDIO DE ESTA SERIE A YOUTOBE POR FAVOR.
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