Bergoglio
vuelve a la carga:
María
Santísima no es Corredentora.
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Miles Christi -
24/03/2021
Bergoglio enseña que la
Santísima Virgen María no es “diosa” ni Corredentora
Cito sus palabras
de la Audiencia General del día de hoy, 24/03/2021:
“Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia
cuando se la encomendó al discípulo amado, poco antes de morir en la cruz.
Desde ese momento, todos nosotros estamos colocados bajo su manto, como se ve
en ciertos frescos y cuadros medievales. (…) la Virgen que, como Madre a la
cual Jesús nos ha encomendado, envuelve a todos nosotros (…) como Madre, NO
COMO DIOSA, NO COMO CORREDENTORA: como madre. Es verdad que la piedad cristiana
siempre le da BONITOS TÍTULOS, como un hijo a la madre: ¡cuántas cosas bonitas
dice un hijo a la madre a la que quiere! Pero estemos atentos: las cosas
bonitas que la Iglesia y los Santos dicen de María no quita nada a la unicidad
redentora de Cristo. Él es el único Redentor. Son expresiones de amor como la
de un hijo a su madre -ALGUNAS VECES EXAGERADAS-. Pero el amor, nosotros lo
sabemos, siempre NOS HACE HACER COSAS EXAGERADAS, pero con amor.”
Para rebatir los
dichos engañosos, sofísticos e impíos de Bergoglio, me limitaré a citar un
pasaje de un artículo publicado el 15/12/2019, acerca del mismo tema:
El 12 de
diciembre, en la homilía de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Francisco negó la participación de María en la
obra redentora, calificándola de “historias” (“fábulas, cuentos”) y de
“tontera” (“tontería, bobada, insignificancia”). Éstas son sus palabras:
“Fiel
a su Maestro, que es su Hijo, el único Redentor, jamás quiso para sí tomar algo
de su Hijo. Jamás se presentó como corredentora. (…) Nunca robó para sí
nada de su Hijo (…) María mujer, María madre, sin otro título esencial. (…) Y
tercer adjetivo que yo le diría mirándola, se nos quiso mestiza, se mestizó.
(…) Se mestizó para ser Madre de todos, se mestizó con la humanidad. ¿Por qué?
Porque ella mestizó a Dios. Y ese es el gran misterio: María Madre mestiza a Dios, verdadero Dios y
verdadero hombre, en su Hijo. Cuando nos vengan con historias de que habría que
declararla esto, o hacer este otro dogma, no nos perdamos en tonteras: María es
mujer, (…) mujer de nuestros pueblos, pero que mestizó a Dios.”
Los dichos de Bergoglio, además de
insultantes, son completamente falsos. Si bien no ha habido hasta ahora una
declaración dogmática del magisterio al respecto, la corredención de María
forma parte de la revelación divina. Su fundamento escriturístico es innegable.
Éste consiste en el paralelo y en la analogía existente entre Eva y la
Santísima Virgen. Paralelo y analogía que se manifiestan en el papel
desempeñado por ellas en relación, por un lado, con Adán en el caída original y,
por el otro, con Jesucristo, nuevo Adán (Rm. 5, 14 - I Cor. 15, 22), en la
reparación de la misma.
En efecto, del mismo modo que Eva
participó en la caída de Adán, por su falta de fe y su desobediencia, María lo
hizo en la redención, a través de su fe y su obediencia. Con su “fiat” y su
consentimiento al sacrificio salvador de Jesús, María hizo posible la
Redención, así como Eva, tentando a Adán a instancias de la Serpiente, había
hecho posible la falta original. Es Adán quien la comete, pero Eva está
íntimamente vinculada a ella, no como artífice, sino como partícipe necesaria y
a modo de causa instrumental.
De manera análoga, María, nueva Eva,
participa en el acto redentor realizado por Jesucristo, nuevo Adán, no como
autora, sino como partícipe necesaria -Dios así lo dispuso en su Divina
Providencia-, y como causa instrumental -con su “fiat” libremente otorgado, María
suministró la “materia” del sacrificio redentor, es decir, el cuerpo de la
víctima expiatoria-.
Es en este sentido que debe entenderse
el término “corredención” aplicado a María, como expresión de su íntima
participación en la obra redentora consumada por su divino Hijo -autor exclusivo de la misma-,
y no como si la redención hubiera sido realizada por ambos, en el mismo sentido
y en un pie de igualdad, como si fuesen coautores del hecho.
Así pues, a semejanza de Eva, que
interviene de manera decisiva en la caída del género humano provocada por la
falta de Adán, la Santísima Virgen María, Eva de la Nueva Alianza, está
estrechamente involucrada en la redención operada por el nuevo Adán, Jesucristo.
Veamos lo que dice al respecto San
Ireneo, Padre y Doctor de la Iglesia, discípulo de San Policarpo, quien, a su
vez, lo había sido del apóstol San Juan, en su obra “Contra los herejes”:
“En correspondencia encontramos también obediente a María
la Virgen, cuando dice: «He aquí tu sierva, Señor: hágase en mí según tu
palabra» (Lc 1, 38); a Eva en cambio indócil, pues desobedeció siendo aún
virgen. Porque como aquélla, (...) habiendo desobedecido, se hizo causa de
muerte para sí y para toda la humanidad; así también María, teniendo a un varón
como marido pero siendo virgen como aquélla, habiendo obedecido se hizo causa
de salvación para sí misma y para toda la humanidad (Heb 5, 9). (...) Así
también el nudo de la desobediencia de Eva se desató por la obediencia de
María; pues lo que la virgen Eva ató por su incredulidad, la Virgen María lo
desató por su fe.”
Citemos ahora al
gran doctor mariano San Luis María Grignon de Montfort:
“Lo
que Lucifer perdió por orgullo lo ganó María con la humildad. Lo que Eva
condenó y perdió por desobediencia lo salvó María con la obediencia. Eva, al
obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus
hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios,
se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores,
consagrándolos al Señor. -53- (…) Lo que digo en términos absolutos de
Jesucristo, lo digo, proporcionalmente, de la Santísima Virgen. Habiéndola
escogido Jesucristo por compañera inseparable de su vida, muerte, gloria y
poder en el cielo y en la tierra, le otorgó, gratuitamente - respecto de su
Majestad- todos los derechos y privilegios que Él posee por naturaleza: “Todo
lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene a María por gracia”, dicen los
santos. -74-.”
Cito ahora por partida doble a Pío XII,
primero en una alocución dirigida a los peregrinos de Génova del 22 de abril de
1940:
“De
hecho, ¿no son Jesús y María los dos amores sublimes del pueblo Cristiano? ¿No
son acaso el nuevo Adán y la nueva Eva a quienes el Árbol de la cruz une en el
dolor y el amor para redimir el pecado de nuestros primeros padres en el Edén?”
Y luego, en su constitución
apostólica Munificentissimus Deus, en la que definió solemnemente
el dogma de la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma:
“Pero
ya se ha recordado especialmente que desde el siglo II María Virgen es
presentada por los Santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo
Adán, si bien sujeta a él, en aquella lucha contra el enemigo infernal que,
como fue preanunciado en el protoevangelio (Gn 3, 15), habría terminado con la
plenísima victoria sobre el pecado y sobre la muerte, siempre unidos en los
escritos del Apóstol de las Gentes (cfr. Rom cap. 5 et 6; 1 Cor 15, 21-26;
54-57). Por lo cual, como la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial
y signo final de esta victoria, así también para María la común lucha debía
concluir con la glorificación de su cuerpo virginal (n. 39).”
Transcribo seguidamente otras citas
pontificias sobre esta cuestión:
León XIII: “Cuando María se ofreció a si misma
completamente a Dios junto con su Hijo en el templo, ya estaba compartiendo con
Él la dolorosa expiación a favor de la raza humana. Es seguro, por tanto, que
sufrió en lo más profundo de su alma con los sufrimientos más amargos y los
tormentos de Él. Finalmente, fue precisamente frente a los ojos de María que el
sacrificio divino, por el cual Ella había nacido y alimentado a la víctima,
tuvo que ser consumado; vemos que estuvo Su Madre frente a la Cruz de Jesús (…)
voluntariamente ofreciendo a su Hijo a la divina justicia, muriendo con Él en
su corazón, atravesada con la espada de dolor”. Encíclica Jucunda
Semper, 1894.
San Pío X: “A todo esto hay
que añadir, en alabanza de la santísima Madre de Dios, no solamente el haber
proporcionado al Dios Unigénito que iba a nacer con miembros humanos la materia
de su carne con la que se lograría una hostia admirable para la salvación de
los hombres; sino también el papel de custodiar y alimentar esa hostia e
incluso, en el momento oportuno, colocarla ante el ara. De ahí que nunca son
separables el tenor de la vida y de los trabajos de la Madre y del Hijo.” Encíclica Ad
diem illum, 1904.
Benedicto XV: “El hecho de que Ella estuvo con su Hijo,
crucificado y agonizante, fue de acuerdo al plan divino. Hasta tal punto
entregó sus derechos maternales sobre su Hijo para la salvación del hombre, y
lo inmoló -hasta donde le fue posible- para calmar la justicia de Dios, que
podemos correctamente decir que redimió a la raza humana junto con Cristo.” Carta
Apostólica Inter Sodalicia, 1918.
Pío XI: “O Madre del amor y de la misericordia
quien, cuando vuestro dulcísimo Hijo estaba consumiendo la Redención de la raza
humana en el altar de la cruz, permanecisteis de pie junto a Él, sufriendo con
Él como la Corredentora. (…) Conserva en nosotros, os lo suplicamos, e
incrementa día a día, los frutos preciosos de Su Redención y la compasión de su
Madre.” Oración en la clausura del Jubileo de la Redención, 1933.
Pío XII: “Fue Ella quien, libre
de toda mancha personal y original, unida siempre estrechísimamente con su
Hijo, lo ofreció como nueva Eva al Eterno Padre en el Gólgota, juntamente con
el holocausto de sus derechos maternos y de su materno amor, por todos los
hijos de Adán manchados con su deplorable pecado; de tal suerte que la que era
Madre corporal de nuestra Cabeza, fuera, por un nuevo título de dolor y de
gloria, Madre espiritual de todos sus miembros. (51)” Encíclica Mystici Corporis, 1943.
No puedo evitar relacionar esta
desafortunada salida bergogliana con la que profiriera un año atrás, el 21 de
diciembre de 2018, con motivo del discurso navideño ofrecido al personal del
Vaticano, impugnando solapadamente la Concepción Inmaculada de María:
“Entonces,
¿quién es feliz en el Belén? La Virgen y San José están llenos de alegría:
miran al Niño Jesús y son felices porque, después de mil preocupaciones, han
aceptado este Regalo de Dios, con tanta fe y tanto amor. Están “rebosantes” de
santidad y, por lo tanto, de alegría. Y me diréis vosotros: ¡Anda, claro! ¡Son
la Virgen y San José! Sí, pero no pensemos que haya sido fácil para ellos: los
santos no nacen, se hacen, y esto vale también para ellos.”
Así pues, según Francisco, María se
caracterizaría esencialmente por ser una “mujer-madre-mestiza-discípula” -todos
atributos de orden puramente natural y que podrían corresponder a infinidad de
personas-, pero no cabría atribuirle los títulos de Inmaculada -preservada de
todo vínculo con la falta original- ni de Corredentora -cooperadora en la
reparación de dicha falta-,
los cuales no merecerían otro calificativo que el de meras “historias” o
“tonteras”…
Todo esto sin poder detenernos como
convendría en el empleo esperpéntico del término “mestizar” aplicado a María en
referencia a la Encarnación. Digamos simplemente que, amén de constituir una
novedad absoluta en materia teológica, la noción de “mestizaje” es totalmente
inapropiada, ya que supone una mezcla o confusión de elementos, cosa que no
sucede en Jesucristo, cuyas dos naturalezas, divina y humana, permanecen
perfectamente distintas, unidas en la persona del Verbo, unidad que la teología
denomina “hipostática”.
Además de ser una palabra que implica
la dimensión generativa, lo cual resulta chocante en alusión a la Santísima
Virgen. Sin dejar de mencionar, por último, ya en un plano de índole política e
ideológica, el “mundialismo” o “globalismo” preconizado sistemáticamente por la
ONU -con la anuencia manifiesta del Vaticano-, una de cuyas características
principales es el “inmigracionismo”, con el consiguiente “mestizaje” y la
disolución de la identidad cultural y religiosa de las naciones occidentales,
el famoso “multiculturalismo”.
Para concluir, añado a continuación un
apéndice con un repertorio de citas tomadas de viejos artículos, a fin de
intentar analizar los despropósitos de Bergoglio en relación a la Santísima
Virgen, los que ponen en evidencia no sólo una grave heterodoxia doctrinal,
sino, sobre todo, una muy perturbadora tendencia al ultraje para con la Madre
de Dios…
Leer
el artículo completo:
https://gloria.tv/post/WPjV2rspUcju2rKGFHUq9o48v
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el PDF:
https://catolicosalerta.com.ar/2019bergoglio/francisco-ultraja-a-maria.pdf
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el libro “Ocho años con Francisco”:
https://gloria.tv/post/SLeiCfmnsJjC6XG4S9zEh4dJM
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el libro en PDF:
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