“En esa tarde sin mañana te fue dado saber que eras
cobarde”
Jorge Luis
Borges
Según Génesis
3,12, cuando Dios interpeló a nuestros primeros padres por haber comido del
fruto prohibido, el desdichado Adán no tuvo mejor ocurrencia que echarle la
culpa a su mujer. No cualquiera, claro: “La mujer que tú me diste por compañera
me dio del árbol, y yo comí”. No había falsía en el relato, ni hubiera
funcionado la mentira delante de la Verdad misma. Pero tal vez a Nuestro Creador se le hubiera
mitigado un poco su legítima y santa ira, si el hombre hubiera hallado una
respuesta más guapa. Algo así como: “Padre, me porté como un no binario. Debí
mandarla a Eva a lavar las hojas de parra, y encararlo a Mandinga a puño
limpio”.
No obstante, para reivindicar el patriarcado y
defender la primacía del varón, valga agregar que, tras la agachada, Adán
terminó al fin haciéndose cargo de la grave falta, y hasta el día de hoy sigue
ganando el pan con el sudor de la frente, como consecuencia de su pecado.
En las
antípodas de nuestro primer antepasado –e ignorante, ¡ay! de las perícopas
veterotestamentarias- Alberto no encontró mejor solución para su delito que
salir con esta justificación pseudoadámica: “Pueblo vox Dei, la mujer que me
diste por barragana y manceba, me trajo una torta de cumple y yo
comí. No volverá a suceder, oh amado demos”. Pero cuando se esperaba que el
demos todo, abandonando su pasado machirulo y envuelto en los neo oropeles del
feminismo, lo repudiara por fautor de uxoricidio político o crimen de leso
concubinato, apenas si se farfulló aisladamente un tenue reproche.
Las pañuelos verdes callaron. Otrosí las bragas arco
iris o los transbufarrones variopintos, siempre prontos para reivindicar el
hembraje al palo, si se nos permite el oxímoron. Como en el soneto
“Amablemente” de Daniel Melingo, que inmortalizara Edmundo Rivero, aunque sorprendidos
ambos amantes en el revolcón ilícito, se castigó a la fémina diciéndosele al
másculo: "puede rajarse; el hombre no es culpable en estos casos."
Estamos esperando que el INADI sancione férreamente a Alberto por
discriminación de partusa agravado por el vínculo y exclusión fotogénica del
chino. Y estamos esperando a los
instructores de la ESI que clasifiquen este caso como abuso de género,
pollerudismo craso o al menos de vulgar colitis emotiva.
Acaso para atemperar la cobardía de refugiarse en los
refajos de la cumpleañera, nuestro primer títere la llamó “la querida”. Sí; ya
entendimos Alberto. Fabiola es la eventual querida y Estanislao la primera
dama. También entendimos que no fue una fiesta, guateque o cuchipanda de
aquellos, sino un “brindis” (sic). La diferencia no es de poca monta. Si lo
primero, el crimen contra la seguridad sanitaria es flagrante; si lo segundo,
únicamente se perpetró un desafinamiento de Verdi: ”Libiamo, libiamo ne' lieti
calici, che la bellezza infiora. E la fuggevol, fuggevol ora s'inebriì a
voluttà....”.
El caso estaba casi resuelto, pero en este gobierno
siempre hay un Fernández dispuesto a echar una mano. Esta vez fue el
medievalista Aníbal, que en paridad de erudición y de sutileza con Pernoud,
Power, Pirenne o Le Goff, nos dilucidó la hermenéutica de aquel extraño
sucedido en la Quinta Presidencial el 14 de julio de 2020.
Según Aníbal, las cosas sucedieron deste modo: el
presidente llega a su casa, se encuentra con que su cortesana ha convocado a
yantar a hombres eminentes, como un colorista de pelambreras, un nutricionista
de canes, una health coach y una
odalisca algo entrada en lípidos. Se sorprende ante tamaña invasión no
consentida ni sospechada por él, y aunque la tal mesa redonda contraviene las
leyes rígidamente obligatorias dispuestas para contrarrestar la arrasadora
pandemia, consiente cuanto ocurre y se acopla a la fechoría. ¿Por qué?, se
pregunta retóricamente el Maestro Aníbal. Porque si lo hubiera impedido dándole
de contusiones y magulladuras a la donna, hubiera retrocedido a los oscuros
tiempos medievales, en los cuales, como se sabe, el hombre podía “cagar a
trompadas” a su mujer.
Difieren aquí los filólogos sobre la semántica del
verbo utilizado por el Anibalense. Pero están contestes en cambio en que la
prueba de tales prácticas punitivas las recopiló abundantemente tras su
proximidad con el conde Néstor y su consorte Cristina en el ducado del
Calafate, circa siglo XIII o baja Edad Báez.
Podemos entender que una sociedad, incursa en
venalidades y piraterías como la nuestra, ya no se sienta obligada a pedirle
ejemplaridad a los gobernantes. Pero chacotas al margen no podemos entender ni
admitir que se renuncie a la lógica más elemental. No le estamos exigiendo a
los argentinos que lean el Órganon de Aristóteles, pero cómo es
posible que no se llegue a este elemental silogismo: Si fuera cuestión de vida
o de muerte el cumplimiento estrictísimo de los malditos protocolos impuestos
por esta infectadura, aquellos que los violaron en plena residencia presidencial,
o fueron suicidas, o deberían estar muertos o deberían ser llevados a la
prisión ya. O sendas cosas juntas.
No habiendo
sucedido nada de esto, ergo, los tales protocolos son la mentira misma, con la
cual vienen sojuzgándonos monstruosamente desde hace largo año y medio. De
ahora en más, por consiguiente, todo aquel que respete estos protocolos, cuya
violación ha sido ejecutada por los mismos que los pergeñaron, o es un estulto
o un necio o un cómplice activo de esta farsa satánica de la pandemia. Sí; satánica,
stricto sensu.
Lo venimos diciendo desde la noche fatídica del 19 de
marzo del 2020. La foto que ahora ha tomado estado público –sumada a otros
múltiples episodios muchísimos más graves y canallescos que este capricho
festivo de una mujeruca ramplona- nos da enteramente la razón.
Será mejor que reaccionemos. A cada una y a todas las
medidas estatales para “cuidarnos”. Porque no son –quedó ahora al desnudo- sino
el tinglado mismo donde campean la farsa, la crueldad, el exterminio y la
ruina. Y para quienes sean capaces de
hacerlo con lucidez y coraje, habrá otro brindis. No como el del estercolero de
Olivos sino como el que les prometió Enrique V a los que combatieran con él en
San Crispín: un brindis durante el cual, los nombres de los combatientes
heroicos serán recordados con copas rebosantes del más augusto vino.
Antonio Caponnetto
Don Antonio: "me río para no llorar..."
ResponderBorrarde cobardes y otras yerbas…
"Cornudo se nace", decía mi abuela y seguidamente agregaba, “solo que algunos tienen la suerte de cruzarse con una buena mujer que no los consagre” (este no sería el caso).
Alberto y su amigo filólogo (un tal Aníbal)
Resulta que Alberto llega a la casa y encuentra a su mujer encamada con su mejor amigo “el filólogo” y le dice;
Queridos míos, estoy sorprendido…!!
Nooo, responde Aníbal, el sorprendido soy yo, tú estás estupefacto!!
BLAS
¿los dos fernandez??
BorrarExiste una mayoría que obedece, que se calza el bozal sin cuestionar. Y va y se vacuna, dos veces y tres si le mandan por la inminencia de alguna letra del alfabeto griego. No casualmente son los mismos que se dejan arrear hasta la urna para meter un papelito.
ResponderBorrarResulta tristisima la actitud poco viril del "presidente" al echarle la culpa a su mujer.
ResponderBorrarExcelente, superlativo. Gracias, Antonio.
ResponderBorrarP. Christian Ferraro
Si quien ocupa el lugar de presidente es uno de entre el pueblo ¿Por qué no se va a parecer a cualquier patán que uno se encuentre en la calle? Nuestro sistema nos obliga a elegir un político que ha logrado escalar en ese ambiente. Su mayor cualidad será la total carencia de escrúpulos, la amoralidad. Si no, no llega. Y el pueblo es soberano. Yo ignoro casi todo de economía, de política, de geopolítica, de guerra. ¿Por qué estoy llamado a participar indirectamente en el gobierno? Un jefe dotado por la Providencia, de las cualidades y características para el mando y el gobierno, formado y preparado para ese cometido. No yo, o el vecino, o el consumidor de un choripán en algún boliche de estación. ¿Qué autoridad puede tener el presidente, Alverso, Cristina o Macri? Algo parecido a este espacio. Uno comenta aquí como el alumno que levanta la mano en clase. Caponnetto es un maestro, una autoridad en su materia.
ResponderBorrarY bueno, si la pandemia es una farsa y el presidente y su familia no se pusieron el bozal, tenemos que hacer lo mismo.
ResponderBorrarPropongo brindis y mateada picnic en la quinta de Olivos. Sin vocinas, con banderas argentinas y quema de bandera que diga NOM. San Luis Rey del Sur
ResponderBorrarQue seguridad sanitaria ???? estos crapulas saben muy bien el cuento del bicho..por eso estan seguros de no enfermarse..POR QUE LA SOCIEDAD NO QUIERE VER ESTA PARTE Y SE OBSTINA EN SEGUIR EL RELATO ???? LOS UNICOS RESPONSABLS SOMOS LOS BORREGOS Q NOS TRAGAMOS SAPOS TRAS SAPOS..Y AHORA..EL VENENO EN JERINGAS.....papas fritas y,,,good show !!!!!!
ResponderBorrarExcelente, como todos los escritos de esta brillante pluma.
ResponderBorrarEl código penal establece pena de reclusión perpetua a quienes otorgaren y gobernaren con facultades extraordinarias o suma del poder público de manera de suspender derechos y garantías del pueblo- gobernar por dnu y suprimir los otros dos poderes-.
ResponderBorrarY aquellos que difundan pánico entre la población, cometen el delito de intimidación pública - medios de comunicación-.
El resto, servicios de salud etc, son cómplices y encubridores de esos delitos.