NOVEDAD EDITORIAL
Plandemia: Tiranía Sanitaria Global
Presentación
El propósito de esta publicación es el
de cuestionar la narrativa oficial acerca de lo que viene sucediendo en el
mundo desde marzo de 2020, cuando la OMS declaró el estado de pandemia por un
nuevo tipo de coronavirus, aparecido en China a fines de 2019.
En base a esta supuesta pandemia de
“covid” -con un índice de letalidad equivalente al de cualquier gripe
estacional-, se tomaron una serie de decisiones sin precedentes en la historia:
confinar el mundo entero; dejar a toda la población prácticamente sin atención
médica; impedir las autopsias; cerrar las escuelas; prohibir viajes y
reuniones; suspender el culto religioso; deshumanizarnos a través del
enmascaramiento, el aislamiento y el distanciamiento; infantilizarnos mediante
todo tipo de restricciones absurdas; discriminar arbitrariamente entre
categorías sociales “esenciales” y “no esenciales”; destruir la economía,
empobreciendo a la gente y volviéndola así dependiente de los subsidios
estatales, con la consiguiente pérdida de autonomía y de libertad; erradicar la
“presencialidad” de la vida social, convirtiendo la “virtualidad” digital en la
norma de una existencia humana artificial y solitaria; instaurar una “nueva
normalidad” distópica que fragiliza las relaciones humanas y daña la salud
física y psíquica, pero que incrementa exponencialmente las pingües ganancias
de las grandes corporaciones tecnológicas y farmacéuticas -todas poseídas por
“filántropos” que quieren “cuidarnos”, como es bien sabido-; adoctrinarnos con
una “propaganda del miedo” incesante en
todos los medios de prensa subvencionados por el sistema; utilizar una
prueba PCR fraudulenta -no apta para diagnósticos médicos- ideal para
identificar tantos casos “positivos” como sea necesario a los efectos de poder
mantener las restricciones; prohibir cualquier tratamiento alternativo y
sancionar a los médicos que los utilicen; certificar casi todos los decesos
como “muerte por covid”.
Por último, vacunar masivamente a la
población con falsas vacunas pero verdaderos tratamientos génicos experimentales,
no probadas en animales, cuyos efectos adversos a mediano y a largo plazo se
desconocen, cuyos efectos a corto plazo son de una gravedad nunca antes vista
en ninguna vacuna y cuyos fabricantes exigen la confidencialidad de los
componentes, así como la inmunidad jurídica ante las eventuales demandas.
Dicha “vacunación universal” fue
“decretada” por Bill Gates, pocos días después de la resolución de la OMS, en
una sonada entrevista con el Financial
Times, en la que tuvo la delicadeza de informarnos que, sin ella, “no habrá
un retorno a la normalidad” (sic). Cabe precisar que este multimillonario
“filántropo” y eugenista militante es uno de los principales financiadores de
la OMS, un poderoso accionista de la industria farmacéutica y que en octubre de
2019 había organizado nada menos que una simulación de pandemia mundial de
coronavirus, el “Evento 201”.
Por otro lado, está el aspecto
“abortivo” que revisten estas “vacunas”, las que fueron desarrolladas y/o
probadas empleando cultivos celulares obtenidos de células de fetos
provenientes de abortos provocados, y cuyos tejidos -de múltiples órganos-,
además, les fueron extirpados in vivo
-requisito indispensable para que sean de utilidad en la experimentación
biológica-, lo cual añade al infanticidio una capa suplementaria de crueldad de
una malicia propiamente luciferina.
La lista de hechos inusuales, de
extrañas coincidencias, de situaciones sospechosas y de aberraciones morales
presentes en esta secuencia orwelliana de acontecimientos es infinita: declaraciones
contradictorias, decisiones incoherentes, mentiras desvergonzadas -por ejemplo,
hacer creer que es una “vacuna” lo que es un tratamiento génico experimental
inédito en la historia de la medicina-, conflictos de interés omnipresentes
-los vínculos financieros entre laboratorios, fundaciones “filantrópicas”, mass media y organismos gubernamentales
son un secreto a voces-, propaganda mediática incesante -sin nada que envidiar
a la de los regímenes totalitarios del siglo pasado-, imposiciones arbitrarias,
censura sistemática de los disidentes, “lavado de cerebro” y manipulación
emocional permanentes, odiosas medidas extorsivas para “sumar vacunados”,
discriminaciones inconstitucionales, violación de las libertades personales,
etc.
En definitiva, a la luz de todo lo
acontecido durante este proceso “sanitario” interminable y que amenaza con
volverse crónico, sin precedentes en la historia y carente de toda racionalidad
y sustento científico, y cuyas nefastas consecuencias para la salud física y
psíquica de la gente -lo ocurrido con ancianos y niños estremece- y para el
bienestar general de la sociedad son incalculables, considero que el hecho de
atreverse a cuestionar la veracidad de la versión oficial sobre la “pandemia”,
mal que les pese a los censores mediáticos, a los fact checkers y demás propagandistas
de los laboratorios, no solo está plenamente justificado, sino que es una
saludable manifestación de sentido común y una actitud moralmente apremiante.
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Muchas gracias por la difusión. Un cordial saludo en Cristo y María.
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Felicitaciones, alguien tiene que decir la verdad
ResponderBorrarMuchas gracias, Esteban. Así es, sin mérito propio alguno, Dios mediante, dejamos este modesto testimonio para la posteridad, y para aquellos de nuestros contemporáneos que quieran investigar el tema de manera independiente. Un cordial saludo.
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