Hundido bajo el río, solitario,
fui ayer testigo del fragor y el duelo,
anillo unido a la pasión de un suelo
como el broquel al brazo del templario.
Fui enlace y aro que frenó al corsario
escuché vivas, mueras y en el vuelo
de un oleaje, miré a ese barquichuelo
que aún hundido marchaba hacia el estuario.
Grillete quise ser de las cadenas
más libres de una patria hecha divisa,
hecha honor federal engalanado.
Hoy yazgo entre algas presintiendo penas
y grita mi alma férrea e insumisa:
¡hay que librar La Vuelta de Obligado!
Antonio Caponnetto
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