El Nacimiento de] Señor, la Natividad, que llamamos
abreviadamente “Navidad", es la fiesta cristiana más grande después de
Pascua de Resurrección, y la más popular de todas; realmente un misterio
gozoso; el centro de todos ellos: pues “tanto amó Dios a los hombres — dice el
Apóstol San Juan— que les dio « Hijo Unigénito, no para que los juzgue sino
para que los salve”. “He aquí que os anuncio un gozo para todo el pueblo” —
dijo el Ángel a los Pastores— . Jesucristo nació a 8 kilómetros de Jerusalén,
en Belén, que significa “casa de pan”, como había predicho el profeta Miqueas,
San José y la Virgen sabían la profecía de Miqueas; pero no sabían que los iban
a obligar a ir de Nazareth a Belén los romanos: un decreto de Augusto el César
obligando a sus súbditos a empadronarse cada uno en la ciudad de su familia. El
Rey David había nacido en Belén de Judá; y san José y la Virgen eran desa
familia; lo cual también estaba profetizado: que el Mesías sería “hijo de David”;
como lo llamó el ciego Bartimeo, la mujer sirofenisa, y la muchedumbre que lo
aclamó el Domingo de Ramos. Obedeciendo a la autoridad de un hombre, los Santos
Esposos hicieron llenarse la palabra de Dios.
Tampoco sabían lo que había de pasar después : la
aparición de los Ángeles sobre el portal, la veneración de los Pastores, la
adoración de los Magos, la persecución de Herodes, la huida a Egipto. Vivían
tranquilamente puestos en manos de la Providencia; y san José, como jefe de la
familia, se había vuelto el depositario de los anuncios angélicos. “Y un ángel
apareció a José en sueños” — dice tres veces el Evangelio de Mateo; pero no
eran sueños comunes, eran visiones de Dios. Dios puede comunicar cosas en
sueños, también el demonio; pero eso es raro; la mayoría de los sueños son cosas
naturales, que no significan nada importante, o bien no se pueden descifrar.
Esa “interpretación de los sueños” , conque hoy día pretenden incluso curar las
neurosis, es superstición. El mundo pulula hoy día de curanderos llamados “sicoanalistas”,
intérpretes de sueños, la mayoría de los cuales son charlatanes, y algunos
verdaderos bandidos.
Un Ángel reveló a san José el misterio de la
Encarnación: eso es cosa que no se puede saber sino por revelación de Dios; no
decimos “comprender” decimos puramente “saber” . Esa es la explicación de “ la
duda de san José” .
La duda de san José fue una gran oscuridad y aflicción
que permitió o quiso Dios en el Santo Patriarca; hasta que el mismo Dios por
medio de una visión angélica le reveló el misterio de la Encarnación de su
Hijo, el Hombrediós. Después viajó a Belén a empadronarse con su esposa
encinta. La tradición quiere que la Virgen viajase, esas dos o tres horas de camino,
a grupas de una mula, y José llevase un buey- del ronzal para pagar el tributo;
y recuerda aquí aquel versículo de Isaías que dice: “Recordará la muía a su amo
y el buey reconocerá el pesebre de su señor; ¿y tú Israel no conoces a tu Dios?”…
La explicación del enigmático pasaje de la duda de san
José, que nos narra san Mateo en su Evangelio es esta:
“San José cayó en una gran perplejidad al ver que su
prometida o comprometida "estaba con niño” como dicen los ingleses, y
ciertamente no podía ser hijo de él; así que dice san Mateo “pensó en
abandonarla sin decir nada”; y no denunciarla, porque las mujeres adúlteras en
la ley de Moisés tenían pena de muerte. ¿Cómo se puede entender esto? Que san
José haya creído que su desposada era adúltera, parece imposible: él conocía
muy bien a la Virgen, y eso no le podía ni pasar por la cabeza. Así que algunos
Santos Padres, como san Cirilo de Jerusalén, hicieron otra hipótesis: que san
José se dio cuenta que María Santísima era la Virgen profetizada por Isaías en
el capítulo 7º, la madre del Mesías; y que él se consideró indigno de ser el
marido desa gran Santa. Esta explicación concuerda más con la gloria de san
José y de la Virgen pero es imposible también, porque no cuadra con el texto
del Evangelista.
Lo único posible son las dos cosas juntas: san José
simplemente NO SABIA QUE PENSAR. Cayó en lo que llaman los Santos “la noche
oscura” ; que es una prueba terrible que Dios manda a algunas personas, muy
pocas, a las cuales quiere darles la “ unión mística” ; lo que santa Teresa
(que la tuvo) llama la Séptima Morada. La unión mística es un milagro tremendo,
pues es una especie de anticipación del cielo por un brevísimo tiempo; no hay
más que seis o siete santos de los cuales conste cierto que han tenido ese
último grado de la unión con Dios (todos tenemos el primero, que es la gracia
de Dios: “Speriamo” como dijo el italiano): algunos poquísimos santos a quienes
Dios les da un breve anticipo del cielo porque quiere darles una grande y
difícil misión sobre la tierra. Pero antes del anticipo del cielo, tienen que
pasar un anticipo del Purgatorio; y eso es la “noche oscura” ; la cual es
doble; la noche oscura del sentido y la noche oscura del espíritu, como las
llama san Juan de la Cruz, el cual las pasó, y escribió sobre ellas un libro.
Nosotros tas pasamos después de muertos (“Speriamo”, dijo el italiano) y eso es
lo que llamamos el Purgatorio.
“Ahora bien, los Santos dicen que san José fue elevado
a la última unión con Dios en el Nacimiento del Hijo de Dios, lo cual es de
creer: porque si san Pablo, y santa Catalina de Siena y santa Teresa y san Juan
de la Cruz llegaron a eso, tuvo que llegar con más razón san José; y por tanto
que su noche oscura, breve pero más terrible que la muerte, fue esta
perplejidad y oscuridad en que cayó respecto de su Esposa. La Virgen Santísima
fue elevada la visión de Dios antes, en el momento de la Anunciación del Ángel,
según se cree. Ella no necesitaba “noche oscura”, pues no tenía mancha ni
sombra de mancha alguna. ¿Y por qué la Virgen María no le dijo simplemente a
san José lo que pasaba? Porque no podía; porque el misterio de la Encarnación
puede ser revelado por Dios solamente, como dijimos antes; y por eso Dios mandó
al Ángel que se lo reveló a san José en una visión.
“Quiere decir que el Niño Dios comenzó a hacer grandes
dones a todo el que se ponía a tiro: a la Virgen, a Juan Bautista, a san José,
a los pastores, a los magos, a los Rabinos de Jerusalén y hasta al Rey Herodes
lo hubiera salvado si hubiese venido a adorarlo, como prometió a los Magos el
gran hipocritón”.
Leonardo Castellani: “El Rosal de Nuestra Señora”. Ed.
Epheta 1979. Págs.23-29