Se cumple un nuevo aniversario
del insigne Alzamiento de 1936, que puso en marcha una verdadera Cruzada para
rescatar primero y reconstruir después a la amada nación española. Cabrían
muchos modos de rendirle homenaje a esta fecha y a sus protagonistas. Dadas las
circunstancias hemos elegido recordar el caso ejemplar de Fray Anselmo Polanco,
Obispo de Teruel; uno de los trece obispos mártires asesinados vilmente por el
marxismo. Su cadáver fue quemado y arrojado a un barranco con propósitos
ultrajantes. Sirvan de modelos las figuras de estos genuinos príncipes de la Iglesia,
cuando la misma, hoy, está invadida, vilipendiada y gobernada, desde los más altos
estrados, por sujetos inmorales y ruines, enemigos declarados de la Fe
Católica.
¡Arriba España!
¡Viva Cristo Rey!
Fueron
trece contigo,como en la Última Cena.
Se
sabe que a ninguno los doblegó la pena.
En
Jaén, Orihuela, Barbastro o Tarragona,
en
Lérida, Sigüenza, Guadix o Barcelona
cabalgaron
la muerte con alegre corcel,
las
riendas de tu gozo cabestreaban Teruel.
Pues
allí donde el Reyno de Aragón se gloriara
no
era justo que el diablo a España derrotara.
No
era justo, decías, abandonar el risco
cuando
el lobo se encuentra tan cerca del aprisco.
Y
como buen pastor te quedaste en la guardia,
tu
mano alzaba el cáliz; tu mano era vanguardia.
Prisionero
doliente te querían los rojos,
sin
saber que el martirio ilumina los ojos
si
se elevan buscando más allá de las rejas
las
almenas del cielo con palomas bermejas.
Muy
cerca del barranco, cayó tu cuerpo al lazo
partido
por la fuerza del odio y del trallazo.
El
fuego te rocía y un féretro te labra,
las
llamas se rendían al oír tu palabra.
Comenzaba
febrero del año treinta y nueve,
la
victoria se asoma en su carro de nieve.
Habrá
flores tempranas muy cerca del barranco.
Reirán primaveras porque se acerca Franco.
ANTONIO CAPONNETTO
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